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Según el dirigente salafista de la Bekaa

Deseando construir puentes

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

El sheij Adnan Imama explica a Al-Ajbar su oposición a la violencia sectaria y a la minoría extremista salafista, su antipatía por el «chiísmo político» y por la posición de Hizbolá en Siria, y sus quejas contra Saad al-Hariri.

El fundador de la corriente salafista del Valle de Bekaa y uno de sus teóricos y dirigentes, el sheij Adnan Imama, se opone a que sus seguidores u otros suníes libaneses tomen las armas al lado de los rebeldes sirios que combaten contra el régimen del presidente Bashar al-Assad.

En su lugar, ha instado a sus «hermanos» de Líbano a que apoyen a sus «hermanos» de Siria «de manera que ello no provoque la desestabilización de Líbano», dice a Al-Ajbar en entrevista.

«Nosotros no queremos que Líbano arda en el horno de la revolución siria», explica. Y en cualquier caso, los rebeldes sirios «no necesitan hombres. Necesitan dinero, y alguien que de refugio a sus familias y apoye su causa en los medios de comunicación… El perjuicio que causa la participación militar de Líbano en la revolución siria es mucho mayor que los beneficios».

El sheij sabe que su valoración política-religiosa sobre esta cuestión ha sido rechazada por los salafistas de línea dura. Pero insiste en que conforman una pequeña minoría del movimiento salafista y les insta a que «sopesen los beneficios» en juego.

«Si queremos alentar a que los suníes de Líbano a que tomen las armas para luchar contra el régimen sirio, ello supone decir a quienes apoyan al régimen de Assad que tomen las armas también. No apoyamos que se traslade la lucha entre los suníes y chiíes de Iraq a Líbano, ni de Siria a Líbano», explica.

Imama es muy crítico sobre la posición de Hizbolá en Siria: «Se supone que vuestra revolución es la revolución de los oprimidos», dice, refiriéndose al partido. «Tendríais que estar reviviendo la memoria de Hussein, que murió oprimido. Hussein representaba la rebelión de los oprimidos contra los opresores, del bien contra el mal, y de la sangre contra la espada. Entonces, ¿por qué se ha dado la vuelta a la ecuación en Siria? ¿Es Bashar al-Assad un oprimido?», se pregunta.

«Estamos hablando de gente que ha estado resistiendo a pecho descubierto durante ocho meses. Ya advertimos en contra de usar armas en la revolución siria. Queríamos que fuera pacífica. Pero, ¿qué se puede esperar que haga la gente cuyas santidades se han violado? ¿Quieres que respondan pacíficamente?

El sheij no acepta el argumento de que Hizbolá apoya al régimen sirio porque apoye su resistencia contra Israel, sino «por solidaridad confesional o sectaria».

Replica diciendo que «si fuera un suní quien estuviera cometiendo estas masacres en Siria, pediríamos que lo matasen, ya fueran alauíes, cristianos o chiíes», antes de continuar: «No estamos en contra de los chiíes en tanto que chiíes sino en contra del chiísmo político… Que explique Hizbolá esta extraña coincidencia: nadie apoya al régimen sirio excepto los chiíes de Iraq, Irán y Líbano. Que me expliquen esta coincidencia. Si el régimen sirio se considera laico, ¿por qué se ha vuelto sectario a los ojos del chiísmo político y de Hizbolá?»

A pesar de su antipatía por el «chiísmo político», el sheij subraya que apoya la resistencia de Hizbolá contra Israel. «Cualquiera que se oponga a Israel es honorable, y apoyamos a quienquiera que resista a este enemigo independientemente de sus creencias, aunque sean marxistas», sostiene. «Ojala los libaneses se unieran contra ese enemigo común».

Pero mientras reitera que «estamos con Hizbolá en el combate contra Israel», lamenta que el partido «no quiera que combatamos a Israel junto a él».

Al reafirmar que «nuestra disputa no es con Hizbolá sino con la doctrina chií del Decimosegundo» Imama acusa «al chiísmo político por caracterizar al movimiento salafista de ser de al-Qaida y de ser terroristas, y nos trata en Líbano como se trata en Iraq a al-Qaida». Pero si bien «existe un enfrentamiento entre la doctrina salafista y los chiíes, ello no significa en modo alguno que los consideremos nuestros enemigos. Si pudiéramos construir puentes de amor, de cooperación y de contacto podríamos vivir con ellos en esta tierra».

El sheij no ahorra críticas contra la corriente de línea dura o extremista del movimiento salafista aunque insiste en que constituye una pequeña minoría, en tanto que la mayoría de los salafistas se adhieren a «la corriente centrista que promueve el salafismo correctamente, que no acepta el extremismo ni el fanatismo, y que se opone a aislarse de la sociedad».

La [corriente de] línea dura «no cuenta más que con unos 50 ó 60 jóvenes», sostiene, y la impresión de que han ido ganando terreno se debe a que atraen excesiva atención de los medios de comunicación. «Como han cometido actos violentos que afectan a la seguridad, los focos se han centrado en ellos. Los medios de comunicación tanto aquí como en el extranjero destacan el fenómeno del extremismo y de los grupos armados», explica.

Imama considera que la corriente de línea dura es «una intrusa en el movimiento salafista». El Profeta Muhammad «no le dijo a la gente ‘te pido que mates y masacres'», y añade que la ideología de al-Qaida es esencialmente contraria a los principios de la sharia islámica. «Las armas se deben tomar para preservar la vida y alcanzar el bien, no para causar la ruina, la destrucción y la perdición de los musulmanes», afirma.

Al preguntarle su opinión sobre el afamado predicador que estuvo establecido en Londres, Omar Bakri Fustuq, Imama resuelve contundente: «Omar Bakri Fustuq no tiene seguidores. No es más que un fenómeno minoritario que quiere darse a conocer».

Es menos duro con respecto al sheij Ahmad al-Asir, de Sidón: «el fuego del sheij Ahmad se ha empezado a sofocar», observa. «Nos pusimos de parte del el sheij Ahmad cuando dijo lo correcto», explica. «Pero lamentablemente se equivocó, y cometió un gran error cuando cortó la carretera a Sidón». Imama también revela que la Asociación de Eruditos Musulmanes a la que pertenece, se aproximó a al-Asir y le invitó a unirse a ellos «en apoyo de nuestras causas»; él se negó. Describe a la organización salafista Tabligh, a la que al-Asir pertenece, como «un grupo cerrado que no considera la shura (la consulta) como obligatoria».

En el ámbito de la política laica, el dirigente del Movimiento Futuro, Saad al-Hariri, pidió ayuda al sheij Adnan para resolver un problema que afrontaba en las elecciones parlamentarias de 2009, cuando los salafistas se negaron a votar a ningún candidato que figurase en la lista de Hariri. Imama obligó a ello a través de una fatwa que solicitaba el voto a favor de toda la lista de la coalición 14 de Marzo «tal cual es» -debido a que «está más cerca de los intereses de los musulmanes que las listas de la corriente 8 de Marzo, y a que la corriente 14 de Marzo no atenta ni contra nuestra religión ni contra nuestra fe».

Este servicio no parece haber sido apreciado por Hariri, lo que aparentemente ha agraviado a Imama. «Visité al sheij Saad en el pasado y le dije: ‘Hoy por hoy representas a la calle suní y tienes que estar al nivel de sus aspiraciones'», recuerda. «Lamentablemente, el sheij Saad no estuvo a la altura de las esperanzas. La calle suní no apoyará a ningún individuo que repliegue su papel y que no represente bien a la gente».

Pero, ¿apoyará otra vez el sheij Adnan a Hariri en las próximas elecciones? «Apoyaremos a quien sirva a los intereses de la secta suní», afirma. «Estamos resentidos con el ex primer ministro Saad al-Hariri».

 

Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/bekaa-salafi-leader-wishing-build-bridges