Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Influyentes círculos sionistas de todo el mundo han estado acosando a los gobiernos occidentales para que promulguen legislaciones que incriminen a las personas críticas con Israel sobre la base de que el anti-sionismo es, en realidad, anti-semitismo disfrazado.
Los esfuerzos sionistas no han sido un completo fracaso ya que algunos políticos y legisladores occidentales de forma desvergonzada están repitiendo como un loro el bulo sionista, ignorando el inmenso abismo que existe entre el odio patológico a los judíos, conocido comúnmente como anti-semitismo o judeofobia, y el rechazo moral de las manifiestamente criminales políticas de Israel respecto al pueblo palestino.
Hace unos pocos años un famoso escritor francés fue declarado culpable de «anti-semitismo» por escribir un libro sobre la mitología sionista en relación a Palestina.
En Austria se arrojó a la cárcel a un historiador británico por cuestionar la versión israelo-sionista del holocausto.
Y en Estados Unidos, el país de la Primera Enmienda, se ha «proscrito» a una importante editorial por publicar libros que el lobby judío mundial considera «anti-israelíes».
Afortunadamente, existen muchos judíos con conciencia que rechazan valerosamente la afirmación sionista de que anti-sionismo y anti-semitismo son dos caras de una misma moneda.
El pequeño aunque cada vez más activo grupo, conocido como Natori Karta (guardianes de la Ciudad), representa la más relevante oposición judía al sionismo y a Israel.
Este grupo considera que el sionismo es inherentemente inmoral y antitético del verdadero judaísmo.
Ante esto, uno está casi innatamnente movido a preguntar cómo puede un grupo de judíos ultra-ortodoxos que incluye a sabios de la Torah con credenciales impecables ser anti-semita.
Pues bien, la respuesta sionista clásica es que ¡¡¡los judíos que rechazan el sionismo son judíos que se odian a sí mismos!!!
Sin embargo, esta explicación es tan válida como afirmar que los alemanes que rechazaban el Tercer Reich eran alemanes que se odiaban a sí mismos o alemanes incompletos.
Establezco esta analogía porque realmente existen más puntos en común entre sionismo y nazismo que entre sionismo y judaísmo.
¿Qué es lo que quieren?
Pero, ¿qué esperan lograr los sionistas tratando de poner fuera de la ley a los críticos con Israel y con el sionismo, y a la oposición pública a estos, especialmente en occidente?
Su objetivo último está claro. Quieren que el resto del mundo reconozca y admita que Israel es una nación especial ya que se afirma que los judíos son un pueblo especial.
Quieren que el mundo admita que las leyes y las normas que se aplican para el resto del mundo, por ejemplo, el derecho internacional, no se aplican a Israel.
Quieren que yo y toda la humanidad admitamos que aunque los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad pueden ser condenados cuando son perpetrados por los «goyim» (el mundo no judío), el mismo crimen se debe tolerar e incluso aceptar cuando es perpetrado por judíos.
Y cuando el mundo habla en contra de esos crímenes si los cometen judíos sionistas, se soltará la acusación pre-fabricada de «anti-semitismo» a la cara de las personas críticas con Israel.
Y si da la casualidad de que las personas críticas son judías, se invocará la indigna mantra de los «judíos que se odian a sí mismos» para silenciar e intimidar a los judíos críticos.
Pues bien, el mundo no debe sucumbir nunca ante la intimidación y el acoso sionista. Se supone que vivimos en un universo ético donde lo que está bien está bien y lo que está mal está mal.
Y si permitimos que estos megalómanos auto-adoradores se abran camino, Dios no lo quiera, entonces en un determinado momento nos veremos obligado a metamorfosearnos en esclavos similares a robots al servicio de un poder satánico universal empeñado en controlar a los pueblos del mundo controlando los gobiernos del mundo.
Por consiguiente, no debemos permitirnos nunca sucumbir ante este monstruoso «poder judío» que está tratando de envilecer la moralidad universal y de corromper la conciencia humana. Debemos seguir llamando al pan pan y al vino vino aunque los veamos en manos de los hombres más poderosos.
No se odia a Israel porque es judío
Con todo, es importante dejar absolutamente claro que no se odia más a Israel por ser «judío» de lo que se odiaba al nazismo alemán por ser ario o alemán.
Se odia a Israel por su maligna ideología y sus igualmente malignas prácticas. Un país cuyo nacimiento y supervivencia fue, y continua siendo, a expensas de otro pueblo es un país maligno y no tiene derecho a existir.
Un país que está entregado a la destrucción y aniquilación de otro pueblo es un país maligno independientemente de cuántos admiradores tiene por todo el mundo.
Se odia a Israel por su opresión sistemática e institucionalizada, su limpieza étnica, sus asesinatos masivos, sus demoliciones de casas, su apartheid, racismo y genocidio a cámara lenta de los no judíos, como es el caso en Gaza.
¡¡Se odia a Israel porque oprime a la gente y la discrimina de una manera que recuerda a la era nazi porque estas personas no pertenecen a la «tribu elegida»!!
En resumen, se odia a Israel por sus actos malignos, no por su identidad judía. Afirmar que se le odia por su religión o «raza» es un bulo equivalente a una mentira colosal.
La mayor obligación moral del anti-sionismo
No existe la menor duda de que se debe luchar incansablemente contra el anti-semitismo, lo mismo que contra la islamofobia y otras formas de racismo, y que debe ser arrancados de raíz, aunque dada la naturaleza humana esto pueda ser una tarea imposible.
El anti-sionismo, sin embargo, es algo diferente, ya que el sionismo representa el mal en su forma más horrible. Sí, el sionismo ha producido muchos científicos y hecho algunos avances tecnológicos. ¿Y bien? También los nazis alemanes produjeron muchos científicos y crearon muchos avances tecnológicos.
En última instancia, las naciones, como los individuos, son juzgados en primer lugar por sus credenciales morales, no por sus logros científicos, especialmente si estos últimos son utilizados para provocar una mayor injusticia en relación a otros seres humanos. Por ello un científico que practica y apoya el mal debería ser considerado un hombre malvado independientemente de los prestigiosos premios que haya recibido.
Por todo ello, creo que estar en contra del sionismo es una obligación moral fundamental para toda la humanidad.
En última instancia, luchar contra el sionismo sirve también a los mejores intereses del pueblo judío.
Enlace con el original: www.uruknet.info?p=47391