En estos momentos recuerdo algo que un día me comentó Marcos [Ana] con esa naturalidad que tenía, me contó cómo en la cárcel se apuntó voluntario a un turno de limpieza del pasillo por el que pasaban los presos caminos del pelotón de fusilamiento […] Ese pasillo tenía las paredes de ladrillo visto. Entre las […]
José Luis Centella (2016)
No tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar, además, con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser realidad, y será realidad si luchamos por él. El hombre no puede renunciar nunca a los sueños, el hombre no puede renunciar nunca a las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte, construirla.
Fidel Castro
Una duda para empezar. Le ha sido concedido el Premio Cervantes a Eduardo Mendoza, el autor de La verdad sobre el caso Savolta. Sin entrar en detalles sobre su obra novelística y teatral: Mendoza, ¿forma o no forma parte de la cultura catalana (no digo de la literatura en catalán, para algunos -incorrectamente en mi opinión- equivalente a la literatura catalana) aunque el grueso de su obra -no toda- se haya escrito en castellano? ¿Aplasta el que fuera compañero de la gran actriz Rosa Novell con su obra el avance y desarrollo de la lengua catalana, tal como se ha señalado recientemente en manifiestos aireados en ámbitos secesionistas? ¿La obra en catalán de Sergi Pàmies no es parte de las culturas españolas? En mi opinión, con toda evidencia.
Entro en materia.
Hubiera deseado hablar hoy -sin tono apologético a pesar de los merecimientos y devociones a ellos debida- de Fidel Castro, Marcos Ana y .Cat. Tocaba, era el día. Pero otros asuntos más urgentes, no más sustantivos, imponen la agenda. Pero no puedo evitar dos breves apuntes sobre el revolucionario cubano (no me olvido de Marcos Ana; lo explicado por Centella conmueve en lo más hondo).
Sobre algunas aproximaciones indocumentadas y más que gastadas al revolucionario cubano («era un dictador como Franco o Hitler»), uno de los marxistas comunistas más lucidos que ha generado la generación antifascista de los años sesenta y setenta, el filólogo, filósofo, activista, alma de Espai Marx y profesor de Historia (ahora jubilado), Joaquín Miras, ha escrito: «Es uno de los míos. Uno de los nuestros. Y entre otras virtudes, tiene la de obligar a posicionarse y desenmascararse. Descanse en paz».
Para disolver algunas dudas conceptuales, esta reflexión complementaria del traductor de la Metafísica de Aristóteles al catalán (y del Organon aristotélico al castellano). Firma Miguel Candel y nos enseña a todos:
«Sin ánimo de dar lecciones: no hay un modelo único de democracia, siempre sobre la base de que el requisito básico es que el gobierno lo ejerza, directa o delegadamente*, la mayoría. Se podría matizar, como hace Aristóteles, que más que el número cuenta la posición social y que, por tanto, lo que define a una democracia es el gobierno del «demos», es decir, de la «gente común» (hablando en plata, los «pobres» o, si se prefiere, los «no ricos»); aunque de hecho la gente común constituye la gran mayoría».
Ahora bien, prosigue nuestro helenista, «dejando de lado una hipotética sociedad sin diferentes intereses grupales, lo cierto es que las sociedades realmente existentes encierran en su seno toda suerte de antagonismos. Por ello parece lógico que las distintas posiciones existentes en torno a esos antagonismos se constituyan en partidos políticos. De ahí el amplio consenso existente en torno a la idea de que un régimen democrático normal debe contemplar la libertad de asociación política».
Otra cosa, nos recuerda, «es que las revoluciones socialistas realizadas hasta la fecha, al definir como objetivo una sociedad sin clases, han presupuesto que, una vez socializados los medios de producción, las clases entraban en proceso de extinción, por lo cual no tenía sentido reconocerles representación política en forma de partidos (excepción hecha, claro está, del «partido del proletariado», presunto representante de la única clase capaz de reconciliar en su seno a toda la sociedad)».
Prosigue el traductor de Gramsci: «Como señalan aquí algunos, las democracias multipartidistas realmente existentes suelen ser más aparentes que reales (en cuanto a la funcionalidad real del multipartidismo), debido a los condicionamientos impuestos por el poder real (el económico, con o sin brazo militar), que en la práctica tienden a imponer un monopartidismo encubierto que tolera, para salvar las apariencias, una oposición política testimonial con escasas o nulas posibilidades de llevar a cabo su programa alternativo».
Los recientes acontecimientos políticos vividos en España son paradigmáticos, en su documentada opinión, a este respecto. «Por contra, en los países del también llamado «socialismo real» (cuyo último vestigio viviente es, hoy por hoy, Cuba), sobre la base del partido único ha habido, por lo general, mecanismos de elección de cargos en que, a partir de una lista única, el elector podía seleccionar y/o tachar nombres en función de los méritos o deméritos atribuidos a cada candidato».
En conclusión: «Que ambos sistemas son extremadamente imperfectos como realizaciones del ideal democrático salta a la vista». El ideal, sostiene el traductor de Alan Sokal, «sería un sistema inicialmente multipartidista en que previamente, en virtud de una constitución socialmente avanzada, quedaran fuertemente restringidas las posibilidades de condicionar la esfera política desde la esfera económica. Y aquí aparece, como es fácil ver, el típico círculo vicioso que explica el histórico movimiento pendular entre vías electorales y vías insurreccionales al socialismo: para avanzar democráticamente hacia una sociedad socialmente justa es preciso contar de entrada con un grado muy elevado de justicia social… ¿Alguien recuerda la fábula de Esopo sobre los ratones, el cascabel y el gato?».
Hasta aquí Miguel Candel. Por mi parte, unos versos de Violeta Parra que seguramente fueron leídos con pleno acuerdo por el amigo y compañero de Ernesto Guevara: «No tomo la guitarra/ por conseguir un aplauso./ Yo canto la diferencia/que hay de lo cierto a lo falso./De lo contrario no canto» [1].
Por cierto, una recomendación: no se pierdan el artículo que Federico Mayor Zaragoza ha escrito sobre el dirigente cubano. La vida sigue dando muchas sorpresas: » Fidel Castro, estela duradera» (http://blogs.publico.es/otrasmiradas/7324/fidel-castro-estela-duradera/)
El asunto de hoy: los actos de desobediencia que algunos grupos y colectivos están organizando para el próximo 6 de diciembre desde una supuesta o aireada posición de izquierda radical y cañera. El día de la Constitución, entiendo que quieren decir, defender y manifestar, no es su día. No sé -aunque tengo conjeturas sobre este punto- si por ser una Constitución española (tanto daría en este caso que fuese, por ejemplo, la Constitución de la II República) o porque opinan que la del 78 es una Constitución, española o no, no suficientemente democrática.
¿Hay razones para la desobediencia? Hablando en términos generales, por supuesto. Las hay cuando las leyes chocan o son contradictorias con principios morales (o acuerdos políticos generalizados) fundamentales. ¿Y qué principios son esos? Con vistas a un acuerdo amplio podemos tomar pie en los derechos humanos (los recogidos en la declaración, incluso ampliaciones) y en una interpretación adecuada, no sesgada ni malintencionada, de ese choque u oposición, asunto que, por supuesto, será objeto de discusión y disensiones salvo en casos que se impongan por su evidencia: la persecución o menosprecio de alguien por su lengua, sexo, origen o condición social pongamos por caso.
De este modo, desde esta perspectiva, una razón para la desobediencia el próximo día 6 sería la contraposición (contradicción en términos usuales) de la CE78 con derechos humanos esenciales. Pero, ¿con qué derechos? ¿Con derechos culturales, lingüísticos, nacionales? ¿La Constitución del 78 ataca esos derechos? ¿En qué artículos?
Importa señalar una sorpresa, una inquietud si se quiere: si de lo que se trata es de desobedecer (con respeto y cortesía si es necesario, o sin ellas por supuesto) ante injusticias, decisiones o situaciones poco razonables o incluso sectarias, ¿qué pasa entonces con el 8 de diciembre, dos días después del 6? ¿Por qué no apuntar, con sosiego, algunas críticas a la celebración festiva en un país no confesional del día de la Inmaculada Concepción de María? ¿No cabría aquí algún acto simbólico (cuidando por descontado no ofender a los creyentes sinceros) de desobediencia?
¿De qué va el 8 de diciembre? Por si no lo recordáramos, lo que celebramos, lo que se nos sugiere-obliga a celebrar el 8 de diciembre es lo siguiente (tomo pie en entradas de Wikipedia y en lecturas complementarias):
La Inmaculada o Purísima Concepción es una creencia del catolicismo que sostiene que María, la madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original generalizado entre los humanos sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de ese pecado. Así, pues, fue concebida inmaculada (Otra cosa es la doctrina de la maternidad virginal de María, el que Jesús fuera concebido sin intervención de varón. María permaneció virgen, por hablar al modo clásico, antes, durante y después del embarazo. Pero esta singular creencia es otra cosa, no es lo que se celebra o recuerda el 8 de diciembre).
La definición del dogma al que aludimos, el de la Inmaculada, se establece en la bula Ineffabilis Deus de 8 de diciembre de 1854 (de ahí el día de «nuestra fiesta»). Se afirma allí lo siguiente: «(…) Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho».
Por consiguiente, lo que se celebra el próximo jueves, todos nosotros, cristianos o no, practicantes o no, cristianos de base o de vértice, agnósticos, budistas, musulmanes, irreligiosos o ateos es el 162 aniversario de la publicación de una bula papal por la que se establece, por dogma de fe y apelando a la omnipotencia divina que suele dar siempre mucho juego en estas temáticas de inconsistencia lógico-teológica, la concepción inmaculada de María a diferencia de lo ocurrido con el resto de seres humanos, ustedes incluidos y yo también por supuesto. Ni más ni menos.
¿No es chocante? ¿El dogma? No, no entramos en eso. Hablamos de la celebración, del motivo de la fiesta: ¡la fecha de publicación de una reflexión papal 162 años antes es celebrada como día festivo en un Estado no confesional! ¿Raro o muy raro? ¿Motivos para algún acto de disidencia? Parece que sí y con todo el cuidado que sea necesario.
Sin embargo, el secesionismo catalán, la autodenominada izquierda revolucionaria y radical de los Países Catalanes, con colectivos y tendencias comunistas en su interior, no ha dicho ni pío sobre el tema. ¡El 8 de fiesta y, a poder ser, nos vamos de puente! ¿Nada que decir? Nada.
La carga crítica secesionista se centra en el 6. ¿Qué no gusta de la CE78, una constitución que, por cierto, yo no voté en su momento (me abstuve por motivos republicanos y anticapitalistas aunque entiendo ahora mejor, sin compartir sus argumentos, los votos favorables de muchos compañeros)? ¿Hay motivos de crítica? Por supuesto que sí. Por ejemplo, la aceptación de la Monarquía borbónica que iba de tapadillo con la aprobación de la Constitución. No estaban seguros las clases dominantes y sus intelectuales orgánicos, en aquellos años de importante lucha antifascista, ganar un referéndum sobre República o Monarquía. Dudaban y colaron la Monarquía por alevosía, cálculo y nocturnidad. El discurso compartido por sectores de la izquierda: no importa la M o la R, lo importante es la D (de democracia, democracia y democracia).
Pero no es aquí, en general, donde el secesionismo pone el peso de su crítica. ¿Dónde entonces? ¿En los derechos sociales y económicos? ¿Nada que puede ser mejorado en este punto? ¿No ha habido una interpretación conservadora de la CE78 hasta el momento? Claro que sí, pero no es este el asunto que les preocupa. El tema parece ser otro: que es una Constitución española (el secesionismo catalán es netamente anti-español y de manera creciente) que niega el derecho de autodeterminación (¿Cataluña es una colonia española?, ¿está sometida u oprimida en una de sus lenguas y culturas por el centralismo de «Madrid» a estas alturas del siglo?) o la variante inventada del derecho a decidir (¿qué y quienes?) y, más en concreto, formulaciones del título preliminar en las que muchos ciudadanos, nada que ver con los nacionalismos, tampoco están de acuerdo.
En estas afirmaciones por ejemplo: Artículo 3. 1 El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Artículo 4.1. La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas (No en este seguramente. 1.1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político). ¿Están ustedes de acuerdo que el castellano sea la única lengua oficial del Estado? ¿Aceptan la bicolor a pesar de que es una bandera sentida como propia por muchos ciudadanos de clases populares que han olvidado parte de su historia y de sus símbolos? Yo no. Ni con la primera afirmación ni con la segunda.
La crítica secesionista centra sus comentarios en estos artículos: 1.2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. 2.1. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
La cosa da para mucho (no me olvido de los orígenes castrenses-Estado-Mayor de algunas de estas formulaciones) y aquí sólo puedo señalar algunos apuntes. Estos por ejemplo:
1. ¿Cómo formularía la soberanía una futura Constitución catalana si fuera el caso? ¿No se apelaría al pueblo catalán del cual emanarían los poderes de ese estado? ¿Reconocería la existencia de «nacionalidades y regiones», más allá de las comarcas? ¿No sería, por ejemplo, el «área metropolitana de Barcelona» una entidad con sabor propio? ¿Se reconocería su «singularidad»?
2. A mí no me gustan en 2.1 ni Nación con mayúsculas, ni el tono de «indisoluble unidad», ni siquiera la apelación a la Patria. Pero
3. ¿Fue o no fue un avance la introducción de la distinción entre nacionalidades y regiones, no pienso ahora en la evolución posterior del conocido como «Estado de las autonomías», en la formulación del artículo constitucional?
4. ¿Qué formulaciones usan en este nudo países próximos como Francia e Italia donde también existe, digamos, temas o asuntos nacionales?
5. Recuerdo una formulación de la Constitución de California:, a rtículo III, sección I: «El Estado de California es parte inseparable de los Estados Unidos de América y la Constitución de Estados Unidos es la norma suprema en su territorio». ¿ Observan grandes diferencias?
6. ¿Se trata de buscar formulaciones de convivencia común o se trata de liarla para «demostrar» que no queda otra que la secesión, que a los catalanes no se nos entiende y que nuestra Cataluña sería una variante avanzada de Itaca una vez los españoles opresores nos dejaran solos y en paz, pudiéndonos autogestionar a nuestro aire?
En síntesis: los secesionistas catalanes, no digo todos, son contrarios a la Constitución de 1978 porque otorga la soberanía al pueblo español y porque considera a Cataluña una nacionalidad (una formulación prácticamente equivalente de nación) sin derecho explícito de autodeterminación.
Mirado como se quiera mirar, s ería lo mismo exactamente que ellos defenderían en el caso de una Constitución catalana con la diferencia de que la admisión de nacionalidades y regiones desaparecería y no porque .Cat fuera una realidad más homogénea. No lo es en absoluto.
La cuestión de fondo: ¿en qué Cataluña piensan los secesionistas «radicales» cuando hablan de los Países Catalanes y de una lengua y una cultura excluyendo de una tacada a más del 50% de la ciudadanía de esos territorios unidos y desunidos por una «historia» (existió la corona de Aragón pero no, pongamos por caso, la Corona de los PP.CC) que tiene, como casi todas las historias de la Historia, paisajes oscuros-muy-oscuros, ocupaciones y violencias no excluidas?
En el fondo: liarla, hay que liarla, y generar una respuesta que cause «movilizaciones sociales», siendo conscientes, como lo son, de que con ello dividen por la mitad (o más teniendo en cuenta orígenes familiares y sentimientos) a las clases populares catalanas.
Pero no importa, la Patria, en este caso la catalana, exige cualquier sacrificio… Como afirman los otros, desde otra perspectiva nacionalista. Nada que ver, pero nada ver, con los valores básicos o no tan básicos de las tradiciones emancipatorias, por más que digan y por mucho que levanten el puño o se vistan con camisetas con consignas cañeras.
Cinco notas para finalizar:
1. Tomo pie en una carta al director (Juan Sánchez Manubia) del pasado 29 de noviembre en el global-imperial: a. La comunidad más deficitaria de España en asunto de pensiones es Cataluña. a.1. Su deuda -diferencia entre cotizaciones pagadas por los afiliados catalanes a la Seguridad Social y lo percibido por sus pensionistas- es mayor que la de Andalucía y Galicia. b. Los números rojos suman casi 3.200 millones de euros. Así que, si fuera así, ¡menos humos!
2. En los presupuestos para 2017, el gobierno JuntspelSí de la Generalitat de Catalunya -y sus aliados «revolucionarios»- va a destinar 57,4 millones de euros más a la Agencia Tributaria de Cataluña, 8,8 millones adicionales a las embajadas y 5,8 para el referéndum. Con esta última cantidad se podían contratar, aproximadamente, 100 médicos y 100 profesores. Por cierto: antes del primer gobierno Mas, las partidas sociales sumaban 19.129,1 millones de euros; en los presupuestos 2017 suman 16.883,90, un 11% menos.
3. Si tienen tiempo, miren los miembros del nuevo órgano consultivo del Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña (conocido como Diplocat). Algunos nombres de las personas que «asesorarán y orientarán las actuaciones de Diplocat» durante cuatro años renovables, todos ellos expertos y muy puestos en asuntos de diplomacia como podrán comprobar: Xavier Hernández «Xavi-Qatar», Andreu Mas Colell, Sol Daurella, Ambler Moss (ex emmbajador USA), Arturo Sarukhán, Montserrat Freixas, Xavier Sala Martin, Jose Carreras, Jordi Savall, Bodil Valero, Carme Ruscadella, Àlex Corretja, Sor Lucía Cram… y, por si faltara alguien, Josep Ramoneda que están en todas las quinielas. ¡Qué redes que construyen las clases hegemónicas y sus próximos! ¡Dios y las clases sociales los crean y ellos se juntan en cuando tienen ocasión y por cualquier motivo! ¡Qué elegancia la suya, qué charme!
4. Homs y Puigdemont han exigido bilateralidad en las relaciones entre Cataluña y el Estado (no con España, que para ellos no tiene categoría de nada, no es propiamente una nación como su nación, Cataluña pàtria del seu or, perdón, del seu cor quería decir). Si lo pensamos bien y con calma, es una prueba, casi una demostración formalmente impecable, de la nula importancia que para ellos tiene la situación del resto de ciudadanos españoles. A lo más, como futuros consumidores de sus productos, poco más.
5. Espero y deseo que la siguiente información no sea correcta pero los trabajadores del Síndic de Greuges (de Agravios), hablo de Rafael Ribó con la presencia estelar de Mar Molinas como gerente plenipotenciario en la institución, han denunciado el maltrato y abuso que sufren. El Triangle de 27 de noviembre habló de derechos aplastados (la referencia: http://www.eltriangle.eu/es/notices/2016/11/-en-casa-hace-falta-sindico-se-aplastan-derechos-6869.php). Se habla, según se informa, del despido de una delegada sindical en la oficina. La estrategia seguida: se ha cambiado la denominación de la plaza que ocupaba de manera interina como auxiliar de recepción por la de auxiliar de recepción y chófer. Extinguida la plaza de la primera denominación, se extingue su ocupación interina.
Nota:
[1] Tomado de la cita, en castellano en el original, que abre el libro de Alan Sokal, Más allá de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofía y cultura, Paidós, Barcelona, 2008 (traducción de Miguel Candel). Alan Sokal habla un magnífico castellano. Lo aprendió en los años setenta del siglo pasado para entender mejor las canciones de Víctor Jara, mientras su hermana, que vivía en Chile, apoyaba la experiencia allendista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.