Este año 2008, según la Conferencia de Annapolis, tendría que ser el que culminase las negociaciones entre los palestinos e israelíes para constituir dos estados en la Palestina histórica. Es preciso ‘dramatizar’ los últimos pasos de una obra ya repetida. Avanzar la estrategia sionista y mantener el guiñol del Proceso de Paz. Y para eso […]
Este año 2008, según la Conferencia de Annapolis, tendría que ser el que culminase las negociaciones entre los palestinos e israelíes para constituir dos estados en la Palestina histórica. Es preciso ‘dramatizar’ los últimos pasos de una obra ya repetida. Avanzar la estrategia sionista y mantener el guiñol del Proceso de Paz. Y para eso hacen falta dos actores y que el público sea cómplice de la repetición enésima de la obra.
Los obstáculos:, la propia ocupación y avance de la misma por parte israelí, la falta de respuesta palestina (y su división) y la normalización ideológica del sionismo en los Gobiernos occidentales.
Riad Malki, el ministro de exteriores del Gobierno palestino que suplantó al legal, tras los sucesos de Gaza de 2007, nombrado por el Presidente Abbas, dijo esta primavera en Madrid, a propósito de Annapolis, que la Comunidad Internacional, la UE o los Estados Unidos como árbitro de ese Acuerdo, no habían respondido, ni presionado a Israel cuando el Gobierno de Olmert, a los dos días de la Conferencia, ya anunció nuevos asentamientos y colonias en los Territorios Ocupados Palestinos. Esta falta de respuesta provocaba, según sus palabras, que la denominada Autoridad Palestina careciese de autoridad moral frente al pueblo palestino e incluso con el conjunto de los Gobiernos de la Liga Árabe que, previamente a Annapolis, habían ratificado el Plan Saudita de Paz, llamado de Beirut, que consiste en la retirada israelí a las fronteras surgidas tras la guerra de 1967 y contemporáneamente, al reconocimiento conjunto de Israel por parte de todos los países árabes: una completa normalización.
La denuncia de que el árbitro o árbitros dejaban hacer a Israel hechos consumados, nuevas colonias, prolongación del Muro en Cisjordania, etc., iba a provocar, según Malki, que si no se revertía la situación en la próxima conferencia… y ahí enumeraba una cascada de ellas (el encuentro entre los Presidentes Bush y Abbas, la conferencia de donantes o la reunión de Moscú, entre los Presidentes ruso y palestino), la Autoridad Palestina tendría que plantearse su función. No explicitaba si podría existir dimisión, renuncia o denuncia del Acuerdo de Annapolis u otros o cualquier otra cosa. Estas fintas diplomáticas-dialécticas de tantas veces decirlas y no utilizarlas ha provocado escepticismo en las cancillerías occidentales y devaluación de sus tomas de posición ante unos medios de comunicación que beben informativamente de las notas de prensa y de discursos propagandísticos de los Portavoces y Gobiernos israelíes y occidentales que repiten como mantras ‘proceso de paz’, ‘proceso de paz’… mientras ocultan la estrategia sionista de ocupación y hechos consumados de la que son cómplices.
Este año 2008, según la Conferencia de Annapolis, tendría que ser el que culminase las negociaciones entre los palestinos e israelíes para constituir dos estados en la Palestina histórica. Es preciso ‘dramatizar’ los últimos pasos de una obra ya repetida. Avanzar la estrategia sionista y mantener el guiñol del Proceso de Paz. Y para eso hacen falta dos actores y que el público sea cómplice de la repetición enésima de la obra. Malki quiere despertar coherencias en la Unión Europea y la Comunidad Internacional entre el derecho internacional y sus acciones políticas para que sancionen a Israel, por sus vulneraciones, mantener la política divisionista de la Presidencia palestina y hacer verosímil un Proceso y una paz justa.
Pero, se encuentra con varios obstáculos, la propia ocupación y avance de la misma por parte israelí, la falta de respuesta palestina (y su división) y la normalización ideológica del sionismo en los Gobiernos occidentales.
Es indudable que el proceso sionista de ocupación avanza. El resto, lo formalmente no ocupado, ya sea Gaza o los bantustanes de una parte de Cisjordania (el Valle del Jordán y los acuíferos han sido despoblados de palestinos) vive subsidiado de la comunidad internacional y depende colonialmente de la economía israelí.
Olmert u otro dirigente israelí, independientemente de sus circunstancias, porque podría llamarse Peres, etc., de corrupción política y equilibrios parlamentarios, mantiene la estrategia de judaizar Israel y mantener todavía la complicidad de que existe un Proceso de Paz (ya sea con Occidente o con la Autoridad Palestina que tenga enfrente). Olmert cuando fue alcalde de Jerusalén, amplió sus límites urbanos, impidió la renovación o nuevas viviendas a los vecinos palestinos, expropió todo y construyó todo en Jerusalén Este al alcance de su larga mano. Se cerró la Casa de Oriente, la sede informal del Gobierno palestino, etc. Con la complicidad occidental.
Esa estrategia sionista, de cualquier dirigente, pasa por ocupar todo lo posible el territorio de la Palestina histórica, eliminar o limitar la presencia de cualquier población contraria a la hegemonía sionista para ese Israel, Estado judío, como si cada uno de los elementos anteriores y su significado, conquista, limpieza étnica, depauperización de la población árabe segregada, colonización de los recursos y la economía palestina, y su realización impune estuviera por encima de todo y de todos. Incomprensiblemente, desde el punto de vista del derecho, la ideología sionista ha ido ganando espacio. Ya sea por lograr la identificación entre los cristianos evangelistas y aceptar la práctica política israelí como procedente del pueblo elegido; por miedo a que la crítica sea señalada como antisemita y procedente de ínfulas o defensa del totalitarismo asesino nazi o su complementario, como compensación actual a otras generaciones y personas de los hechos realizados por el Eje, obviando la afrenta al sojuzgado pueblo palestino; por pura estrategia colonial de crear tensión y destruir en luchas cainitas la potencialidad de desarrollo del mundo árabe, manteniendo a una élite gerencial de regímenes corruptos, sin alterar la extracción de petróleo… la asunción de la ideología sionista por parte occidental va ganando enteros. Los líderes israelíes consideran que ‘ya’ están normalizados y que los que tienen que aceptarlo, como fruta madura, son los regímenes árabes.
Por otro lado, la Autoridad Palestina y el liderazgo palestino han ido abandonando fronteras de seguridad jurídica por mor de que no se les considerase contrarios a una Paz, admitiendo pasos tácticos de la estrategia estadounidense-israelí. Si en la Conferencia de Madrid no estuvieron en delegación independiente y propia pero se hacia bajo los auspicios del derecho internacional y las Resoluciones de las Naciones Unidas, en Oslo, en negociaciones secretas, se pasó a un intercambio de promesas sin que hubiera un fin o una limitación de prácticas coloniales (nuevos asentamientos, por ejemplo) por parte israelí. El paso de la Hoja de Ruta y el condicionamiento al nuevo Gobierno democrático palestino dirigido por Hamas, involucrando a las Naciones Unidas, sin que, ni siquiera, se exigiera lo mismo al Estado ocupante, al aceptarlo la Presidencia Palestina, supone una deriva que parece no tener fin. Eso hace que se envalentone el Gobierno israelí -y la comunidad internacional adormecida no se sienta involucrada y considere que es una cuestión a resolver entre las partes, obviando la asimetría de las mismas-, cuando exige que se acepte el carácter judío del estado de Israel o que se abandone la defensa de los refugiados palestinos. Ambas cuestiones fueron contestadas por los palestinos.
Pero en el día a día, lo que se visualiza de las gentes de la Autoridad Palestina, las únicas reconocidas por los Gobiernos, tras el bloqueo de Gaza, el trazado informal de unas fronteras con el Muro o la expulsión de la población palestina del Este del Muro o del Valle del Jordán, a pesar de las notas de protesta, declaraciones,… es un amoldarse a esa situación, darse la mano con las autoridades israelíes que ordenan esas acciones, sonrisas y protestas y poco más. En resumen, ¿Autoridad subvencionada de papel?
El proceso de normalización es el trato de socio, como igual, de tantos Gobiernos y organismos, en el plano económico, militar, etc. El trato de semejante al colonial Olmert con el que se ‘comparten valores’. Maniobras militares israelíes con países de la OTAN -incluyendo a un buque español- antes de su invasión a Líbano. El trato preferencial con la Unión Europea o con su política de vecindad, compra-venta de armamentos, aceptación de sus actos terroristas a una población sitiada, asesinatos gratuitos, colonización y expulsión,… Que Estados Unidos, la UE, la OTAN, la OCDE, Eurovisión o la FIFA no contemplen a Israel como Estado ocupante, segregacionista, violador de derechos humanos y toda la pléyade del derecho internacional, cuando además tienen las pruebas todos los días, muestra el abismo entre la ‘normalización’ de un Estado étnico en territorio palestino y las posiciones de defensa de una paz justa.
Por eso, sin afectar a la estrategia israelí, se sueltan presos, sin que se paren los asaltos militares israelíes en Cisjordania. Se clausuran radios o se destruyen archivos que pudieran mantener resistencia o futuras demandas. Se sigue cobrando el agua a precios diferentes a palestinos o a colonos. Y se siguen dando apretones de manos y escenificando Procesos, con contrapartes actorales que lo tienen difícil para mantener su papel de héroes cuando parecen ser meros comparsas de un guión ya trazado.
Se carga informativamente sobre la corrupción de Olmert para conseguir dádivas para su partido, pero no se menciona su rol sionista detrás de cada decisión de su biografía política.
Ante eso, se puede distraer la atención pública con un cambio de personas. Las elecciones de Israel o de Estados Unidos pueden servir de excusa para paralizar la atención de la colonización permanente. También, puede continuar la obra, sin más aplazando la catarsis del vencimiento previsto de 2008, alargando la obra con otra Hoja de Ruta que se le ocurra a cualquier protagonista.
En todo caso, no es por aquí por donde se pueden arreglar las cosas. Y desdichadamente, la política del Presidente Abbas que no apoya una reconciliación interpalestina, ni denuncia este Proceso mantra de paz, tampoco
Nuevamente, hay que afectar a las políticas gubernamentales occidentales para lograr su coherencia entre derecho y práctica. Las próximas batallas están en la candidatura de Israel en pertenecer a la OCDE y la política de vecindad de la UE o la revisión de la conferencia antirracista Durban II. Las acciones judiciales contra militares israelíes, saltarse el bloqueo de Gaza, denunciar la política expansionista comercial sionista, movilizar a la opinión pública occidental, consolidar alianzas con los internacionalistas israelíes y la resistencia palestina, en suma siguen siendo las herramientas eficaces ante la abulia, cómplice, de los gobiernos. No aceptar y, por lo tanto, combatir, esa normalización. En los planos económicos e ideológicos.
Santiago González es economista y miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe