Traducido para Rebelión por Caty R.
«No se puede conseguir una victoria política sin una victoria cultural previa» (Antonio Gramsci)
Desde Gaza, un saludo al señor de la resistencia libanesa Sayed Hasán Nasralá» (diario libanés Al Akhbar, 4 de septiembre de 2013)
Después de Siria, Hizbulá. Este es el objetivo subyacente de la estrategia saudí-estadounidense en el nuevo pulso contra el poder baasista suscitado por la controversia sobre la utilización de armas químicas en Siria. Pesadilla de Occidente, bestia negra de los saudíes y de los israelíes, Hizbulá es objeto de una maniobra de estrangulamiento dirigida a neutralizar la única estructura árabe que se mantiene en pie frente a Estados Unidos, a Israel y a la dinastía wahabí al mismo tiempo.
Hizbulá es el único que constituye una amenaza directa a Israel en cuanto que es el único actor árabe que dispone de una base operativa limítrofe con Israel a excepción de Siria, ahora fuera de servicio debido a la guerra civil, y de Hamás, en fase de extravío revolucionario con su alineación a las petromonarquías del Golfo y la instalación de su cuartel general en Doha (Catar), a 30 kilómetros de la base estadounidense del CENTCOM.
De los tres socios del eje en lucha contra la hegemonía israelí-estadounidense (Irán Siria e Hizbulá), el eje del mal subliminal de la estrategia atlantista, el tercer actor presenta el mejor rendimiento en términos de relación calidad precio, la mayor rentabilidad operacional en términos de eficacia en cuanto que Irán (80 millones de habitantes, potencia de umbral nuclear y geográficamente autónoma) constituye un riesgo estratégico por las múltiples repercusiones que el hundimiento del poder de su Estado podría acarrear a su entorno.
La destrucción política o militar de Hizbulá figura en todos los enfoques de la diplomacia occidental desde el principio del levantamiento popular en Siria. Tanto es así que en su primera declaración oficial el primer jefe de la oposición siria en el extranjero, el profesor universitario franco-sirio Burhan Ghalioun, señaló que la primera medida simbólica que tomaría en cuanto accediese al mandato presidencial sería la ruptura de las relaciones estratégicas con Hizbulá y la relación especial de Siria con Irán.
La declaración de Burhan Ghalioun produjo un gran embarazo a sus padrinos franceses, ya que reveló antes de tiempo los objetivos subyacentes de la campaña de Siria. Ese compromiso se consignó en el protocolo de Doha, la plataforma política de la oposición, se firmó en noviembre de 2012 bajo presión de Catar y además preveía recurrir a la negociación política para recuperar los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967. En otras palabras, un enterramiento discreto del contencioso sirio-israelí que implica renunciar a la guerra y el reconocimiento de Israel sin perjuicio del resultado final de las negociaciones sirias-israelíes. Un esquema idéntico al proceso israelí-palestino con los mismos riesgos dilatorios.
1. La rama militar de Hizbulá en la lista de la Unión Europea de organizaciones terroristas.
La inclusión de la rama militar de Hizbulá en la lista de la Unión Europea de organizaciones terroristas, en junio de 2013, así como la fijación de la fecha del 13 de enero de 2014 para la apertura del juicio de los presuntos asesinos del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, señalan esa maniobra de estrangulamiento. La programación está dirigida a mostrar una soga que si no puede estrangularla al menos pondrá a la formación política-militar a la defensiva.
La criminalización de Hizbulá, por lo menos de su brazo militar, se hizo basándose en su presunta responsabilidad en un atentado con bomba perpetrado en el verano de 2012 en la costa del mar Negro de Burgas, Bulgaria, que causó seis muertos, cinco israelíes y el kamikace. «El atentado de Burgas se cometió en territorio europeo contra un miembro de la Unión Europea. Esperamos que los europeos saquen las conclusiones que se imponen respecto a la verdadera naturaleza de Hizbulá», precisó el comunicado europeo.
El miedo al terrorismo islamista en el Viejo Continente es inversamente proporcional a su realidad. Al menos esa es una de las principales enseñanzas de la primera encuesta al respecto realizada por la agencia Europol. Según el informe Europol 2010 sobre el riesgo terrorista en la Unión Europea, de 611 detenciones de terroristas efectuadas, 219 (es decir, el 35%) se deben a Francia. Al contrario de una idea extendida, la mayoría de esas 219 detenciones no conciernen a los islamistas (94 arrestos de los que 14 casos llegaron a los tribunales franceses) sino a los separatistas, en primer lugar los de ETA, la organización separatista vasca.
Además, aunque comparación no significa razón, hay que señalar que la penalización de Hizbulá no va acompañada de persecución por incitación al odio racial como el que demuestra Bat Ye’or, teórica de la «Eurabia» y madrina ideológica de Anders Breivik, el carnicero de Oslo, autor del atentado más sangriento de la década de 2010 en Europa, ni de la menor llamada al orden, ni siquiera amistosa, a Arabia Saudí de donde 15 residentes participaron en el atentado del 11 de septiembre de 2011 contra los símbolos de la superpotencia estadounidense, que causó casi 3.000 muertos.
2. La protesta de los periodistas contra el funcionamiento del Tribunal Especial para Líbano
El Tribunal Especial para Líbano, encargado de identificar y juzgar a los presuntos asesinos del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, ha fijado la fecha de apertura del proceso para el 13 de enero de 2014, precisando que esa fecha podría «modificarse en función de las necesidades del procedimiento».
La apertura de los trabajos del Tribunal se había fijado para el 10 de enero de 2013, fecha de la implosión del gobierno de Saad Hariri, heredero político del multimillonario libanés-saudí. Su prórroga de un año, para el 13 de enero de 2014, está dirigida a coincidir con la campaña para la elección de un nuevo presidente de la República Libanesa, o la reconducción del mandato del titular actual, el general Michel Slemaine, mientras Líbano está sin gobierno desde hace casi un año. La programación de los trabajos del Tribunal Internacional respondería a una función disuasoria, como una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de la coalición hostil al campo saudí-occidental, para influir en los acuerdos políticos a favor del clan Hariri cuyo jefe Saad, ligado a los saudíes, está en pleno derrumbe financiero y ausente del país desde hace dos años.
El funcionamiento del Tribunal Especial para Líbano ha estado salpicado de numerosas irregularidades, pero los cuatro asuntos que han asestado un golpe irremediable a su credibilidad han sido la detención arbitraria de cuatro oficiales del ejército libanés, la declaración de una decena de testigos falsos comandados por el clan Hariri, la corrupción de algunos investigadores internacionales y la presencia de un fuerte contingente de agentes de los servicios secretos estadounidenses y británicos entre los investigadores (1).
La dimisión de una decena de miembros de esta jurisdicción internacional ha acabado desacreditándola y confirmando la idea de un juicio político con piel jurídica. Ante tantas derivas, un grupo de cincuenta periodistas acreditados en la jurisdicción publicó un manifiesto denunciando la indiferencia de la institución hacia ellos, las manipulaciones de las que fueron objeto y el curso de la investigación, mostrando al Tribunal como una marioneta en manos de los estadounidenses.
Rafic Hariri era exministro cuando le asesinaron, igual que Benazir Bhuto, de Pakistán. Sin embargo el libanés suní tiene derecho a un tribunal internación y no la paquistaní chií, como tampoco tiene ese derecho el asesinato de los dirigentes progresistas tunecinos bajo el magisterio del partido neoislamista Anhada, Chokri Belaid y Mohamed Brahmi. En el propio Líbano, el predecesor libanés de Rafic Hariri, Rachid Karamé (nacido en Mariatta, cerca de Trípoli), fue asesinado en el ejercicio de sus funciones de primer ministro y tampoco ha recibido la atención de la justicia internacional. Por añadidura el Estatuto de Roma se ratificó el 17 de julio de 1998 y habilitaba al Tribunal Internacional para hacerse cargo de los «crímenes contra la humanidad, crímenes de genocidio y crímenes de guerra». No está cualificado para encargarse de crímenes individuales. Y además no fue ratificado por Estados Unidos ni por Israel, paradójicamente los dos países más implicados en el funcionamiento del Tribunal Especial para Líbano.
La internacionalización de un crimen interno, ya se trate del asesinato de una personalidad que no ejerce ninguna responsabilidad internacional o de un crimen cometido en el territorio de un Estado soberano donde reside la víctima, así como la instrumentalización de esa justicia con fines políticos, colocan a Líbano bajo un mandato de facto de las potencias occidentales a merced de un chantaje permanente. ¿La causa de la justicia internacional se sirve de una falsificación constante de las pruebas? ¿De una violación constante de las leyes del país anfitrión del Tribunal, en desprecio de los procedimientos constitucionales de Líbano, sin la aprobación del presidente de la República -única personalidad habilitada para ratificar los convenios internacionales-, sin la aprobación del Consejo de Ministros y sin la ratificación del Parlamento?
3. La manipulación de la opinión pública
Desde el incidente del golfo de Tonkin en 1972 para justificar la extensión de la guerra estadounidense de Vietnam a Hanoi, pasando por la incubadora de una maternidad de Kuwait saqueada por las tropas de Sadam Husein para promover una coalición internacional anti-Irak en 1990 hasta la probeta de Colin Powell para justificar la invasión de Irak en 2003, los occidentales, hábiles manipuladores de la guerra psicológica, manejan habitualmente a la opinión pública hasta el punto de erigirse en gurús de una opinión pública occidental militarizada por medio de las repetitivas campañas de intoxicación de los grandes vectores informativos. Como ejemplo, en el caso que nos ocupa, dos asuntos tenebrosos:
a) La misteriosa entrevista del Times.
Superponiéndose al asunto de los falsos testigo del proceso de Hariri, en un alarde de refinamiento de la guerra psicológica que libran los países occidentales para desestabilizar a Hizbulá, aparece la entrevista, publicada por la revista estadounidense Time a uno de los cuatro acusados proclamando su inocencia, asegurando que se encontraba en Líbano, que se había reconocido culpable y que Hizbulá ya le había enviado a la justicia internacional. El periódico An Nahar, en apoyo de la estrategia estadounidense, siguió los pasos del Time indicando que la persona entrevistada no era otra que Hussein Ouneissi, mientras Nicolas Blanford, el corresponsal de Time en Beirut, negaba que hubiera realizado esa entrevista. El periodista estadounidense, gran especialista en Hizbulá, aseguró que se limitó a comentar las declaraciones del autoinculpado sobre la base de un texto proporcionado por la dirección del Times cuya procedencia ignoraba.
b) Imad Moughinieh y la responsabilidad de los atentados del 11-S
¿Una puesta en escena para ocultar las informaciones recabadas de fuentes israelíes? Un hecho sorprendente, Imad Moughinieh, jefe de la rama militar de Hizbulá muerto por la explosión de un coche bomba en Damasco en 2008, e Irán, aparecen en relación con los atentados del 11-S contra los símbolos de la superpotencia estadounidense. El especialista en asuntos de inteligencia del periódico israelí Yedioth Aharonoth, Ronine Bergman, sostuvo esa hipótesis el sábado 26 de agosto de 2011 en una declaración ante un tribunal del distrito de Manhattan. Refiriéndose a los responsables de inteligencia estadounidenses, el periodista israelí afirmó que Imad Moughnieh habría garantizado personalmente la entrega de los explosivos a los autores del ataque.
Una información surrealista para cualquiera que conozca la animosidad de los salafistas wahabíes hacia la organización mientras es de conocimiento público que 15 saudíes participaron en el ataque destructor. Curiosa trayectoria de esta información que vendría a imputar la responsabilidad de los ataques del 11-S a los chiíes y a blanquear retrospectivamente a los suníes, particularmente los suníes aliados de Estados Unidos, los enemigos implacables tanto de Irán como de los chiíes, a los que consideran los parias del islam, mientras que Estados Unidos invadió Afganistán precisamente para castigar a los talibanes por ese ataque, al laico Irak por su presunta connivencia con Al Qaida y finalmente a Pakistán para liquidar al líder de Al Qaida, Osama bin Laden. Doblemente curiosa la trayectoria de esta información que consiste en confiar a un antiguo responsable de los servicios de inteligencia israelíes que se encargue de Irán e Hizbulá refiriéndose a los antiguos responsables de la CIA. ¿Por qué no citan directamente a los responsables estadounidenses sin ocultarse tras los israelíes?
¿Por qué esa revelación tardía? ¿Por qué esperar 10 años para revelar una información explosiva en poder de los propios estadounidenses? ¿Se trata de allanar el camino a una nueva campaña de satanización del «eje del mal» para desviar la atención de la cuestión palestina, en plena ofensiva diplomática para el reconocimiento del Estado de Palestina en la ONU? Las instancias jurídicas de Manhattan parecen responder a las mismas motivaciones que el Tribunal Especial para Líbano, implicando a Hizbulá en el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri basándose en datos telefónicos sin tener en cuenta que la red de telecomunicaciones de Líbano estaba infestada de topos israelíes, incluida la jerarquía militar libanesa y los servicios de seguridad.
c) Hizbulá rival de Pablo Escobar, el barón latinoamericano de la droga, y el proyecto editorial de Yves Mamou
Reincidiendo, al día siguiente el diario Yedioth Aharonoth, siempre en fase de inspiración aguda, informaba de la instalación de una base de Hizbulá en Cuba como cabeza de puente del despliegue del movimiento chií para la observación y seguimiento de las actividades estadounidenses e israelíes en la zona del Caribe. Otras informaciones de prensa presentan a Hizbulá como rival de Pablo Escobar, el barón latinoamericano de la droga, el principal narcotraficante del eje América Latina-África.
¿Presencia u omnisciencia? ¿Filtración teledirigida o periodismo de servicio? ¿O simple carambola? Haciéndose eco de las acusaciones israelíes, el periodista francés Yves Mamou programó la salida de un libro Une longe cuillère por le diable, sobre el papel de Hizbulá en el narcotráfico hacia África, para enero de 2014, presunta fecha de la apertura del proceso Hariri. Sin duda alimentado por las informaciones de los servicios israelíes o afectado de estrabismo divergente, al hacer esto el periodista tapa el papel soterrado de Israel en la criminalización de Hizbulá y el soslayamiento de los países árabes por medio de África.
El desmantelamiento de una importante red israelí en Túnez, en 2012, revela esa estrategia cuyo objetivo a largo plazo es acondicionar la principal base operacional del Mossad en el Magreb, ese país en plena transición política, en la bisagra de África y Europa, antes coto occidental. El viaje a Israel de los dirigentes del fantasmagórico Gobierno de Cabilia en el exilio, Ferhat Mehenni (presidente) y Lyazid Abid (ministro de Asuntos Exteriores), a raíz del viaje de intelectuales del Magreb, Boualem Sansal (Argelia), Hassan Chalghoumi (Túnez) y Nadia El Fanni (Túnez), no es una casualidad. Bajo el paraguas del «diálogo de las religiones», participó en una operación de despido de personalidades mediáticas con el objetivo hacer posibles relevos en la guerra psicológica que libra Israel para la desestabilización de esa zona en plena tormenta política… Con la superposición del acoso israelí a las comunidades libanesas de África, particularmente en Nigeria y Sierra Leona, dirigido por una parte a secar el flujo financiero procedente de los emigrantes chiíes hacia sus correligionarios del sur de Líbano y por otra parte a debilitar la vertiente constituida por la inmigración chií libanesa en África frente a la colonización rampante de tierras emprendida por Israel en África, del orden de 20 veces la superficie de Palestina.
4. Bandar frente a Nasralá: la batalla final entre el «Príncipe de la yihad» y el «Señor de la resistencia»
Hizbulá y Hamás son las dos organizaciones árabes inscritas en la lista negra de la Unión Europea mientras se dispensa a Jobhat al Nosra debido sin duda al hecho de que la formación salafista, que opera en Siria con financiación saudí, no se preocupa en absoluto de la liberación de Palestina. Pero con respecto a Hamás, Hizbulá tiene una ventaja comparativa incontestable en términos de credibilidad disuasoria en tanto que es la única instancia árabe que proclama su compromiso efectivo con la lucha para la liberación de Palestina, materializada en sus combates contra Israel y su adhesión a la celebración del día mundial de «Al Qods», que se conmemora todos los años el último viernes del mes del Ramadán, con la ausencia de cualquier participación suní, mientras Palestina está mayoritariamente poblada por suníes y una minoría cristiana árabe, cuya población no cuenta con ningún chií, y que la responsabilidad de la defensa de los Lugares Santos Musulmanes incumbe a los 20 países árabes que se proclaman suníes, la rama mayoritaria del islam.
Mientras Israel remata la fagocitación de Palestina, enfoque último antes de la estocada final, el reconocimiento de Israel como «Estado judío», cerrando de esta forma la puerta a cualquier futura reivindicación de los palestinos de un hipotético «derecho de retorno» a la tierra de sus antepasados, curiosamente Hamás se ha comprometido en la lucha contra Assad en vez de lanzarse a la reconquista de su tierra natal, Palestina, desviándose trágicamente su estrategia.
a) Bandar, el capo di capi de la contrarrevolución árabe
Fruto de una copulación asistida del príncipe Sultán Ben Abdel Aziz, el antiguo «Gran Gatsby» de la vida diplomática estadounidense se ha impuesto como el hombre fuerte del reino debido a las enfermedades de gran parte de los miembros del equipo dirigente afectados de discapacidades, como el rey Abdalá con una grave cardiopatía, el príncipe heredero Salam, afectado de Alzheimer, o incluso el ministro de Asuntos Exteriores Saud Al-Faisal.
Entronizado por el general David Petraeus en persona antes de que el exjefe de la inteligencia estadounidense fuese destituido por un juego de piruetas irreflexivas, un asunto de cama al estilo estadounidense, Bandar está considerado el nuevo hombre providencial de la estrategia saudí-estadounidense y, para muchos observadores occidentales citados por el neoconservador Wall Street Journal, el antiguo «Gran Gatsby» de la vida diplomática estadounidense, el «Bandar Bush» por excelencia, el hombre de las comisiones de las transacciones militares saudíes y del sonado «escándalo Tornado» podría tener éxito, donde la CIA fracasó, con sus cargamentos ininterrumpidos de armas y dinero y su capacidad de poner bajo tutela a los combatientes islamistas (…) «Un combatiente experimentado apto para establecer las condiciones de la caída de Assad», sostiene el Wall Steet Journal con respecto a Bandar, según Al Qods Al Arabi el 29 de agosto de 2013.
Frente al estancamiento del conflicto sirio, a las derivas yihadistas en Libia y en Túnez y al auge de los Hermanos Musulmanes en Egipto, Arabia Saudí recuperó el mando de las operaciones imponiendo a un pro saudí al frente de la oposición siria en el exterior, Ahmad Jarba, un jefe de tribu perteneciente a la misma confederación tribal que el rey Abdalá, el clan Al-Shammar; respaldando al Ejército egipcio para expulsar al neoislamista Mursi de la jefatura del Estado egipcio e imponiendo a un príncipe permanente en Jordania para el financiamiento y abastecimiento de la oposición siria externa.
Desde el principio de los levantamientos árabes Arabia Saudí ha conseguido constituir una mayoría de bloqueo, junto con las monarquías de la Liga Árabe y la aportación de dos «caramelos» del imperio francés -el enclave franco-estadounidense de Yibuti y las Comores-, con la cual frustró la protesta antimonárquica en Bahréin y expulsó al neoislamista Mohamed Mursi, una amenaza al orden hereditario de las monarquías islámicas. Ahora se dedica a excluir a Hizbulá del futuro gobierno libanés, en vías de constitución desde hace seis meses.
b) Nasralá contra Bandar (4-0)
Pero el supremo salvador de Occidente y del Islam wahabí presenta un pobre balance en su enfrentamiento con Hizbulá. En cuatro ocasiones Bandar mordió el polvo frente a Hasán Nasralá. En 2006, cuando la respuesta balística victoriosa del Hizbulá libanés frente a la aviación israelí y la destrucción del buque insignia de la flota israelí sembraron la consternación en el campo saudí-estadounidense debilitando al heredero político del clan Hariri.
En 2007, con la neutralización del campo palestino de Nahr el Bared (norte de Líbano) cuyo líder de los yihadistas Chaker Absi, a sueldo de Arabia Saudí, quería hacer una zona sin ley con el fin de parasitar a Hizbulá en su retaguardia. En 2008 con el asunto de la red de transmisiones estratégicas de Hizbulá, que se saldó con la retirada de sus adversarios, particularmente el jefe druso Walid Jumblatt que entonces era la punta de lanza del clan Hariri. Finalmente en 2013 en Siria, en complemento de la considerable pérdida de su garante de la seguridad, el asesinado capitán de seguridad Wissam Hassan, jefe de la inteligencia de las fuerzas de seguridad interior de Líbano, dinamitado tres meses después de la decapitación de la jerarquía militar siria.
En su última intervención en el campo de batalla sirio, tras las escuadras de yihadistas procedentes de Chechenia a Túnez pasando por Bélgica, Kosovo y Francia, así como los muyahidines Khalq, formación de la oposición iraní islámica-marxista, y el clan Hariri, Hizbulá ha dado un giro espectacular a la situación en Qoussayr y ha invertido el curso de la guerra de Siria. «Por sus brillantes actuaciones no solamente en Qoussayr, Lattaquieh y Homs, además de su contribución a la defensa de la base aérea de Ming, asediada en el norte de Siria, Hasán Nasralá ha ganado con razón el título de «señor de la resistencia», admitió Mohamed Hassanein Heykal, el antiguo hombre de confianza de Nasser.
Invencible hasta ahora, artífice de dos retiradas israelíes de Líbano sin negociación ni tratado de paz, firme apoyo de Hamás frente a las ofensivas israelíes, Hizbulá se mantiene para disgusto de los amargados, como el principal fenómeno político-militar de la historia árabe contemporánea.
En comparación Hamás, único movimiento de liberación nacional de confesión suní, abandonó Siria después de 16 años de hospitalidad, por una alineación sectaria, para instalar su cuartel general en Doha, a 35 kilómetros del CENTCOM, la principal base en el Tercer Mundo de Estados Unidos, el protector de Israel, el avalista de todos los asesinatos extrajudiciales de los padres fundadores del movimiento palestino. Muchos saben agradecer ese reposicionamiento. Pero a juzgar por la cólera de la rama militar del movimiento también muchos lo lamentan intensamente, como lo demuestran las negociaciones intensivas en Teherán a finales de julio entre Hamás y sus dos antiguos aliados chiíes, Irán e Hizbulá, para restaurar la colaboración estratégica. Pensemos en la suerte respectiva de Vietnam y de Palestina. Uno reunificado por la fuerza de la voluntad, otra pulverizada por la fuerza de la desunión y el servilismo.
5. El remake del dúo franco-estadounidense de 1982
Desde la caída del Sha de Irán en 1979, seis ejércitos occidentales han sufrido derrotas frente a los países de la zona (frente a Beirut en 1982, en el Golfo durante la guerra de las petroleras entre Irak e Irán en 2007, Frente a Irak en 1990, otra vez frente a Irak en 2003, frente a Irán en 2007 y otra vez frente a las costas libanesas y sirias en 2013). Aliados de Irak contra Irán, Francia y Estados Unidos sufrieron duramente en términos de represalias terrestres con el doble atentado de Dakar (coto francés) y del cuartel general de los marines, que causó casi 400 muertos, así como el asesinato del embajador de Francia en Líbano Louis Delamare y otros dos atentados contra la embajada estadounidense en Beirut que decapitaron al estado mayor de la CIA en Oriente Medio.
Líder de la nueva coalición en gestación, Estados Unidos y su rueda dentada francesa, en un remake del dúo franco-estadounidense de 1982, parecen haber aprendido las lecciones de la experiencia anterior al preconizar contra Siria no un castigo divino, sino un castigo aéreo, imaginando que con ese subterfugio podrían ahorrarse las represalias terrestres. Un castigo que englobaría retrospectivamente la deuda de 1982, Delamare, Dakar y todo lo demás, una venganza en suma.
En 1982, durante el sitio de Beirut, Saud Al Faysal, el inamovible jefe de la diplomacia saudí, se congratulaba de que los israelíes al sitiar Beirut desembarazaría de «canallas» la capital rebelde libanesa, y Alexander Haig, secretario de Estado de Ronald Reagan, se felicitaba de que el puerto de Beirut permaneciera «bajo control de Occidente». Si el campo contestatario de la hegemonía israelí-estadounidense, China y Rusia, ha perdido a dos de sus proveedores petroleros gracias a la Primavera Árabe, Libia y Sudán, el propio Occidente ha perdido el monopolio de la navegación en el Mediterráneo con la instalación de una base rusa en Tartus y la presencia de la balística de Hizbulá, la sombra de Irán, en las riberas libanesas del Mediterráneo, colocando las construcciones de la flota atlantista al alcance de sus misiles.
30 años después el cuñado de Saud al Faysal, el siniestro Bandar, se lanza a la caza de los renegados del islam en una batalla decisiva contra quien considera su principal enemigo, ya no Israel, sino Siria y su indefectible aliado Hizbulá, un movimiento libanés, chií, ciertamente, pero sobre todo un movimiento musulmán y árabe.
Mientras el papa Francisco reza y ayuna por la paz en Siria, el predicador atlantista, el millonario egipcio-catarí Yusef Al Qaradawi implora a los estadounidenses que bombardeen Siria, señal indiscutible de desorden moral.
El deseo secreto de los occidentales es que una de las «bombas inteligentes» del ejército atlantista proyecte al más allá al hombre que les trae de cabeza desde hace dos años al acabar con el unilateralismo estadounidense vigente en el escenario internacional desde hace dos decenios, con el doble veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad, infligiendo una burla magistral a toda la diplomacia occidental y finalmente descubriendo, por defecto, las infamias de la oposición que quiere tomar el relevo… del canibalismo a la depredación de los púberes sirios, al yihadismo errático, al desmantelamiento del sitio cristiano de Maaloula, una ciudad antigua de las afueras de Damasco donde se habla arameo, la lengua de Cristo.
Por su súbita programación, la elección de Siria como objetivo aparece como una maniobra de distracción del fracaso de la diplomacia occidental en Egipto en cuanto que ofrece la posibilidad de evitar un enfrentamiento con Arabia Saudí, principal apoyo del golpe militar egipcio, promoviendo una convergencia saudí-occidental sobre el enemigo común, Siria, bastante satanizado ya por los medios de comunicación occidentales.
En ese combate de contornos difusos, de gesticulaciones atronadoras, de resultados inciertos, se impone una doble constatación.
– Bajo pena de implosión, bajo pena de destrucción del eje de la protesta contra la Pax israelí-estadounidense, Hizbulá no podría sufrir la menor derrota. Bajo pena de marginación del círculo dirigente saudí, bajo pena de descrédito definitivo de su persona y de su reino, Bandar no podría sufrir un nuevo revés.
– La historia recordará de esta secuencia a un Hizbulá lanzado a la categoría de fenómeno político-militar de la historia árabe contemporánea con el contraplano de una Arabia Saudí, principal abastecedora energética de la economía occidental y principal exportadora del yihadismo errático y sus excrecencias metastásicas (Al Qaida, Jobhat An Nosra), como la más formidable máquina autodestructiva de los árabes, sin la menor consideración hacia Palestina.
Notas:
(1) TSL Hariri: En una alocución televisiva el domingo 3 de julio de 2011, Hasán Nasralá difundió una secuencia de vídeo que mostraba a uno de los investigadores internacionales, el alemán Gerhard Lehman, vicepresidente de la comisión de investigación, monetizando sus informaciones, embolsándose una suma de dinero. Daniel Bellemare, por su parte, ha trabajado personalmente para levantar la tarjeta roja colocada a Zouheir Siddiq en la Interpol, anulando así las persecuciones comprometidas contra él en su calidad de «falso testigo» del proceso. Antiguo guardaespaldas de un notorio opositor al régimen de Damasco, el general Rifa’at Al Assad, tío paterno del presidente Bachar al Assad, Siddiq reside en El Cairo bajo la protección de los servicios egipcios. Las notas de Wikileaks revelaron encuentros periódicos entre los investigadores internacionales y la embajada estadounidense en Beirut para recibir instrucciones sobre la marcha de la investigación.
Un panel de investigadores relacionados con la CÍA:
– Robert Baer, asesor del fiscal, especialista en asuntos islámicos y antiguo oficial de la CIA fue enviado a Líbano para cazar a Imad Moughnieh, el responsable de la rama militar de Hizbulá. En una entrevista en el canal de televisión de Abu Dabi, Baer confesó que había dedicado 15 años de su misión en la CIA a secuestrarlo. En 1985 participó en el intento de asesinato de Sayed Hussein Fadlallah, un atentado que mató e hirió a más de 300 personas.
– Nick Caldas, australiano de origen egipcio, antiguo responsable de las investigaciones en la comisión de investigación internacional. Vinculado con la CIA, anteriormente fue enviado a Irak para crear un servicio de inteligencia iraquí bajo la autoridad de la administración estadounidense del país.
– Michael Taylor, británico, responsable de las investigaciones en el TSL y antiguo jefe de los servicios de inteligencia británicos, está especializado en la lucha contra el «terrorismo islámico».
– Darrel Mendez, estadounidense, responsable de los seguimientos en la oficina del fiscal, «antiguo marine y vinculado con la CIA y el FBI».
– Doreid Bcherraoui, líbanes-francés, asesor jurídico del fiscal, fue el primero en lanzar, a través de los medios de comunicación, las acusaciones contra Siria y los servicios libaneses. Hostil a Hizbulá, se le considera responsable de varias decisiones de la oficina del fiscal en el asunto de los falsos testigos.
Así el chantaje ha ocultado el debate sobre la deuda de la época de Hariri que hipoteca el futuro de Líbano, a saber:
– Una deuda pública de 50.000 millones de dólares.
– Una evaporación de ingresos del ministerio de Economía del orden de 15.000 millones de dólares bajo el Gobierno del tándem Hariri-Siniora.
– 30 millones de metros cuadrados de territorio libanés vendidos a desconocidos, probablemente a inversores originarios de las petromonarquías del Golfo, infringiendo la legislación del país.
– Casi 200.000 personas suníes naturalizadas, lo que implica un vuelco del equilibrio demográfico del país cuyo sistema político se basa en una repartición confesional del poder.
Fuente: http://www.renenaba.com/sous-la-syrie-le-hezbollah/