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Los medios de comunicación israelíes colaboran activamente en ocultar el carácter brutal de la empresa colonial judía en Palestina

Destrozaron el corazón del público

Fuentes: Ha’aretz

Traducido para Rebelión por LB

Los medios de comunicación tienen la culpa: durante meses han contado la historia del «gran sacrificio» que deben realizar los colonos evacuados. Durante años han ignorado las injusticias que los colonos han inflingido a sus vecinos, contribuyendo así a presentarlos bajo una luz favorable. El resultado: amplia simpatía del público ante su amargo destino y horror a la vista de su brutal comportamiento, como si el bloqueo de carreteras o incluso el linchamiento de un adolescente palestino (1) fuera algo nuevo o insólito. Pero en los territorios [palestinos ocupados] los colonos llevan años bloqueando violentamente las carreteras y la extrema brutalidad con la que se conducen con respecto a los palestinos tampoco es nada nuevo. La única novedad es que de repente la televisión está mostrando todo eso.

Si los medios de comunicación hubieran expuesto toda la dimensión de los actos que los colonos han estado realizando a lo largo de todos estos años -la dudosa forma como se apoderaron de la tierra, los enormes presupuestos que recibían, su violenta conducta- tal vez habrían sido denunciados hace ya mucho tiempo, como ocurriría en cualquier sociedad sana. Si se hubiera contado toda su historia tal vez no nos habríamos adherido ciegamente a la distinción entre colonos «moderados» y «extremistas», a su caracterización como pioneros de nuestro tiempo y a la edulcorada e hipócrita prédica a favor de dialogar con ellos. La sociedad israelí eligió ser conducida por sus cínicas manipulaciones y nosotros, los periodistas, les echamos una mano en la tarea. «¿Una mafia de izquierdas?» Qué afirmación más ridícula. Jamás se ha producido aquí un éxito mediático tan abrumador como el de la derecha. Una empresa que fue criminal desde sus orígenes fue descrita como un asunto de elevados principios incluso por gente partidaria del compromiso con los palestinos. Fue caracterizada como una empresa digna de simpatía y aprecio, integrada mayoritariamente por idealistas -e incluso si algunas ovejas negras surgían por aquí y por allá, sólo eran excepciones.

La falsa idea está derrumbándose -la idea de la legitimidad de esta empresa ilegítima, impulsada por políticos, personal militar y periodistas. Los frutos podridos de esta torticera descripción nos los colocan ahora a los pies de nuestra puerta -en Muwasi, Maoz Yam, Tal Yam, las autopistas bloqueadas en Israel, las púas revientaneumáticos y todas las demás manifestaciones de violencia.

Durante varios meses los medios de comunicación [israelíes] han ofrecido una cobertura hipertrofiada del sufrimiento de los [colonos] evacuados y estamos sometidos a desgarradoras e insensatas descripciones. Cada muchacha adolescente de Gush Katif que vierte su corazón en un diario es premiada con una columna lacrimógena, cada rabino se transforma en un profundo filósofo y cada ama de casa en una colérica profeta. Cada pedazo de terreno cultivado por trabajadores palestinos y tailandeses bajo condiciones laborales execrables se convierte en un trozo de la sagrada patria, y la reubicación de los colonos en condiciones de lujo es presentada en términos de erradicación y rendición. Se describe a evacuadores y evacuados como personas que «lloran juntas». Soldados que han arrasado y matado en los territorios [ocupados palestinos] sin ninguna inhibición se encuentran de pronto necesitados de asistencia emocional. De esta forma, se eleva el precio de la evacuación y se impide que se produzca la siguiente. No existe proporción entre el sufrimiento de los evacuados -a quienes el Estado está ofreciendo generosa asistencia en todos los terrenos- y las lamentaciones que se vierten por ellos. Estos doctores, los colonos, están pulsando hasta la última fibra imaginable, desde los niños hasta las tumbas de sus familiares, para crearse la imagen de víctimas. No es de extrañar que todo el país esté pintado de naranja (2).

De pronto mostramos una extraña sensibilidad por el sufrimiento humano. Decenas de millares de palestinos han sido expulsados de sus hogares mientras que sus casas, junto con todas sus posesiones, eran arrasadas por los bulldozers del ejército israelí sin previo aviso, sin compensación y sin evacuación. Los cientos de familias cuyas casas fueron expropiadas por motivos varios, los granjeros desposeídos de sus tierras, los árboles arrancados y los niños que contemplaban en silencio la brutalidad -a ellos nunca se les consagró ni una fracción de la cobertura mediática que han recibido los colonos.

Los trabajadores extranjeros que son cazados como animales y deportados violentamente, e incluso los desfavorecidos de Israel, aquellos que fueron expulsados de sus hogares junto con sus niños a causa de deudas e hipotecas, los desempleados que apenas tienen para comprar una barra de pan y los miserables sin techo que deambulan por las calles -para todos ellos la posibilidad de obtener una cobertura mediática tan amplia y tan favorable es sólo un sueño inalcanzable.

Por otra parte, se sigue ocultando el lado oscuro. ¿Cuánto se ha mostrado al público israelí, si se le ha mostrado algo en absoluto, de los centenares de casas de Khan Yunis, de las casas que rodean [el asentamiento judío de] Gush Katif, que fueron destruidas simplemente a causa de la existencia de Gush? ¿O de los actos de venganza y terror inflingidos contra los cosechadores [palestinos] de aceitunas en el norte de Samaria? ¿O de los abusos cometidos contra los habitantes de cuevas de las colinas del sur de Hebrón? ¿O del comportamiento de los colonos en los retenes del ejército israelí? ¿Quién sabe cuánto dinero ha sido inyectado en su empresa a lo largo de los años? Incluso el excelente libro de Idit Zartel y Akiva Eldar, «Señores de la Tierra» no consiguió revelar la verdadera dimensión de esos presupuestos. ¿Sabíamos acaso cuánto gana un jornalero palestino en los invernaderos de Gush Katif, ésos invernaderos por los que ahora todo el mundo llora desconsoladamente? ¿Hemos oído acaso que cerca del 60% de los habitantes de Gush Katif tienen al menos a un miembro de su familia que percibe un salario del Estado? ¿Nos han mostrado quizás el abandono que reinaba en Gush Katif hasta hace unos pocos meses y los recientes esfuerzos por adecentar las casas a los efectos de recibir compensaciones?

Durante años esta dudosa empresa ha sido mantenida oculta en medio de un espeso manto de niebla, y en medio de esa niebla ha germinado y crecido hasta adquirir sus actuales dimensiones. Ahora bien, ahora que su verdadera naturaleza comienza a hacerse pública, habría que pedir cuentas no sólo a los responsable de su monstruoso crecimiento, sino también a aquellos que durante todos estos años ocultaron la verdad sobre ella.

Notas

(1) Levi alude a un terrible suceso ocurrido el pasado 29 de junio en el que varios colonos judíos adolescentes vestidos con el atuendo de su secta, al grito de «¡Matadlo! ¡Matadlo!», intentaron aplastar con rocas la cabeza de un adolescente palestino llamado Hilal Majaida que yacía herido en el suelo cerca del asentamiento judío de Gush Katif, en Gaza. El espeluznante episodio fue grabado por las cámaras de televisión israelíes y emitido en Israel, donde provocó una conmoción nacional. Un paramédico presente en la escena se negó a atender al muchacho cuando los colonos le amenazaron con matarlo si lo hacía. Actualmente Hilal Majaida se recupera de sus heridas en un hospital.

(2) El naranja es el color elegido como símbolo por los colonos judíos contrarios a devolver sus colonias de Gaza a los palestinos.