Mordachai Vanunu, el hombre que reveló programa nuclear del Estado de Israel reincide una vez más. Su entrevista emitida por el Canal 2 israelí le ha costado la limitada libertad con la que podía gozar
Las autoridades israelíes han vuelto a detener a Mordachai Vanunu, técnico nuclear que trabajó nueve años en la central nuclear israelí de Dimona y que reveló, en 1986, el mayor secreto atómico del Estado de Israel publicando en el periódico londinense Sunday Times las fotos que él mismo tomó clandestinamente.
Vanunu fue condenado a 18 años de prisión, 11 de ellos en confinamiento solitario. El pasado 3 de septiembre, la Corte de Magistrados de Jerusalén lo liberó bajo arresto domiciliario. Vanunu, entonces, aceptó la entrevista con el Canal 2 israelí, un canal privado de corte sionista-liberal, con algunas pinceladas excepcionales pro-izquierdistas.
En la entrevista, la primera que ofrece a medios israelíes tras su detención, Vanunu cuenta cómo llegó a hacer más de 50 fotos que revelaron el programa nuclear israelí que, según Charles Frank Barnaby, físico nuclear que se encargó de ver las fotos y entrevistar a Vanunu, reflejaban que Israel tenía suficiente plutonio para 150 bombas nucleares.
Pocos días después del encuentro con el periodista del Canal 2, el técnico nuclear fue de nuevo detenido.
«El público en Israel y en el mundo tenía que saberlo»
Un secreto nuclear, un hombre que lo revela, una fuga y una persecución con mujeres como cebo. El célebre presentador Danny Kushmaro, del Canal 2 israelí, logró entrevistar a Mordachai Vanunu el 6 de septiembre de 2015 tras años de silencio. Fue una entrevista en hebreo que no pasó desapercibida para la población israelí que se pregunta por qué quiso Vanunu traicionar a su país, cómo lo hizo y cómo terminó en la cárcel.
«¿Mereció la pena?». Kushmaro comienza la entrevista de forma directa, sin rodeos, a lo que Vanunu contesta: «No importa si mereció o no la pena. La cuestión es si lo que hice era bueno o no (…) Yo, Mordachai Vanunu, asumí la responsabilidad de publicar e informar a los civiles de Oriente Medio sobre el peligro nuclear israelí».
Vanunu, un judío marroquí, estudiaba en la universidad cuando comenzó a trabajar en la central nuclear israelí de Dimona en 1977. Tenía 23 años. Sin embargo, Vanunu, no casaba con las ideas de la política israelí, tampoco con el Ejército, ni con la Shabak (los servicios de inteligencia israelíes dentro del país) ni con la Mossad (los servicios de inteligencia exterior).
«Mientras veía lo qué se producía ahí y el significado de lo que yo hacía, me vino a la cabeza que el público en Israel y en el mundo tenían que saberlo», declara Vanunu.
Kushmaro lo interrumpe, no parece convincente para él la razón, ya que la administración de Dimona lo había incluido en la lista de personal a despedir.
«Te echaron del trabajo en 1985», afirma el entrevistador.
«Eso fue dos años después de que la Shabak se enterara de mis opiniones políticas en la universidad y me convocaran para unas interrogaciones. Querían echarme del trabajo», responde Vanunu.
Según las declaraciones del ex ingeniero, el plan consistía en que, uno o dos meses antes de ser despedido, él introducía una cámara y tomaba fotografías de uno de los lugares bajo mayor control de seguridad del Estado de Israel, la central nuclear de Dimona situada en el desierto del Negev. Con una Pentax colocada bajo los libros que portaba en su mochila de estudiante universitario, Vanunu llegó a tomar aproximadamente 58 fotografías en dos días.
«Como llevaba trabajando 9 nueve años nadie revisó mi mochila, ni a la entrada ni a la salida. En este trabajo hacíamos turnos las 24 horas. Por la noche hay menos gente, hay pausa para comer. Cuando la gente come, se queda solo una persona. En esos momentos se puede hacer fotos», relata Vanunu
En julio de 1986, Vanunu reveló las fotos. «En el momento en el que abrí la cámara me dije: ahora debo terminar con esto. Es imposible que me paren». Recuerda que poco después salió de Israel en dirección a países como Tailandia, Australia y, finalmente, Inglaterra. Durante todos estos meses, las fotografías estuvieron siempre junto a él, en su mochila.
Un cebo sexual
Cindey estaba cruzando una calle londinense cuando Vanunu se le acercó y entabló conversación con ella. «Ella salía de marcha y yo también», comenta en la entrevista. Si ella hubiera tomado la iniciativa, habría sospechado. «Ella era extranjera en Londres y yo era extranjero en Londres y se desarrolló un contacto. Nos encontramos una vez después de otra», explica.
«Pero, -interrumpe una vez más el entrevistador- ¿Tú vas por la calle, ves a una rubia y hablas con ella? De todas las jóvenes en el mundo, ¿hablas con la de la Mossad?». «Tú no sabes cuántas tías de la Mossad había… En cada esquina», replica Vanunu. La aventura con Cindey llegó a tal punto que éste aceptó acompañarla a Roma para «visitar a su hermana». El perseguido Vanunu estaba esperando aún confirmación del periódico londinenes Sunday Times que se había comprometido a publicar sus fotos. Había tiempo, así que marchó a Roma con su amante.
Cindey es uno de los muchos cebos que la Mossad israelí le había preparado a Vanunu. Él desconfiaba de todas, incluso de Cindey a quien le llegó a cuestionar si era o no una agente israelí. «Ella me habló de que me iba a llevar a Filadelfia y me iba a buscar un abogado -asegura-. Le conté mi historia y ella me dijo que me ayudaría para hacer lo que quisiera en EEUU».
Y cayó en la trampa
En Roma, la Mossad irrumpió en el piso donde le había llevado la agente secreto. Lo detuvieron y lo llevaron secuestrado en barco hasta Israel. Mordachai Vanunu fue sentenciado a dieciocho años en prisión, once de ellos en confinamiento solitario. Durante su encierro no veía ni oía a nadie. «Durante el confinamiento solitario estaba aislado del resto de los prisioneros que estaban en confinamiento solitario.- Aclara Vanunu- Nadie se acercaba a mí. Incluso cuando salía al patio, no había nadie».
El abogado Avigdor Feldman se ofreció voluntario para llevar el caso de Vanunu, según el detenido, de forma gratuita.
«Quiero vivir lejos de Israel. No me siento israelí»
«Yo me quiero ir de aquí», dice Vanunu, añadiendo que quiere ir a Noruega con su mujer. «No estoy a favor de este Estado. Me convertí al cristianismo. Quiero vivir lejos de Israel. No tengo relación con Israel, no me siento israelí. No comparto ciertas opiniones sobre Israel ni su política. Estoy lejos de todo eso. Por eso no entiendo por qué me mantienen atrapado todavía», afirma categóricamente en la entrevista.
Vanunu no se siente ni judío ni israelí y quiere seguir su propio camino. Lo que nadie sabe es qué futuro le deparan los servicios de inteligencia israelíes. Si le dejan marchar, ¿cuáles serán las restricciones que deberá asumir? ¿Hasta cuándo pagará el precio de lo que hizo al Estado de Israel al revelar su secreto nuclear? ¿Podrá tener una vida normal algún día? «Si fuera ashkenazi de un kibbutz como Ehud Adib estaría en otras condiciones», asegura Vanunu.
De origen marroquí, lo que en Israel se llama ‘mezrahí’, es decir, judío oriental o judío árabe, Vanunu afirma sufrir también el racismo del Estado israelí que le aplica restricciones de movimiento y continuas detenciones. «Ellos (la Shabak) lo pensaron y lo calcularon así: Modrachai Vanunu es del barrio Dalet (barrio pobre de la ciudad de Bersheva), marroquí, de una familia con muchos niños, que se puede devolver a la jaula», dice Vanunu en la última de sus respuestas.