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Diez tesis sobre la situación política catalana

Fuentes: Viento Sur

Estas tesis tienen un objetivo limitado: estimular la discusión. He intentado utilizar el menor número de palabras para plantear las cuestiones que, un año después del 27-O, me parecen fundamentales para entender y empezar a cambiar la situación política catalana, con la idea de que la brevedad podía facilitar la discusión. Esto ha significado dejar […]

Estas tesis tienen un objetivo limitado: estimular la discusión. He intentado utilizar el menor número de palabras para plantear las cuestiones que, un año después del 27-O, me parecen fundamentales para entender y empezar a cambiar la situación política catalana, con la idea de que la brevedad podía facilitar la discusión. Esto ha significado dejar de lado otras cuestiones interesantes, reducir drásticamente la argumentación y renunciar a muchos matices que he tratado en otros artículos. Si los lectores se sienten estimulados a dar sus propias respuestas, aunque sean divergentes, habrá valido la pena.

1) La movilización del referéndum del 1-O y la huelga general del 3-O son la referencia para superar la situación actual.

Inmediatamente después de aquellas jornadas era posible mantener la movilización y reforzar el sujeto plural que se había ido manifestando a partir del 20-S y dar nuevos pasos hacia la República.

Pero ni el gobierno ni las direcciones del movimiento independentista lo intentaron.

Sin la ampliación de la base social a través de la movilización, los resultados del 1-O no eran suficientes para proclamar la República catalana independiente con suficiente consenso interno, defenderla frente a la represión del Estado y empezar a obtener el reconocimiento internacional.

2) Por estas circunstancias el referéndum no es una pantalla pasada. Para obtener una legitimidad incontestable es necesario otro referéndum y ganarlo con una participación superior al 50% del censo electoral.

Actualmente la orientación que hace más consenso en Cataluña es exigir al Estado español un referéndum pactado. Precisamente por eso hay que apoyarlo. En el bien entendido que el Estado sólo accederá si le obliga una movilización extraordinaria. E incluso así no se puede dar por seguro. Por eso no hay que renunciar a la eventualidad de convocar este referéndum desde las instituciones catalanas.

3) Hay que trabajar por una movilización aún más amplia y más intensa del pueblo de Cataluña, una combinación ampliada de lo que fueron la ocupación y defensa de los colegios electorales el 1-O, la huelga general del 3-O y el inicio del control de las vías de comunicación del 8-N; una movilización que permita controlar el territorio y que se mantenga en el tiempo.

Y hay que trabajar también por un alto grado de solidaridad a nivel estatal y europeo.

4) Una movilización de este tipo ha de unir en la acción gente que es independentista y gente que no lo es pero defiende la democracia y el derecho a decidir, como ya empezó a pasar el 1 y el 3 de octubre. Pero aquella dinámica se truncó. Sólo será posible reiniciarla y fortalecerla con un programa que combine la profundización democrática, la exigencia de un referéndum de autodeterminación, la defensa de los derechos sociales y una orientación decidida hacia la construcción de la República catalana (que aglutine tanto quienes la quieren independiente, como los que desean una relación en pie de igualdad con los otros pueblos del Estado).

5) Esta orientación es también la que puede ganar más apoyo de las clases populares del resto del Estado y a nivel internacional: democracia contra autoritarismo, derechos sociales contra austeridad, república contra monarquía. Este apoyo es imprescindible para debilitar la capacidad represiva del Estado y el eco de los que gritan a «¡A por ellos!».

6) En el momento actual estamos muy lejos de la relación de fuerzas necesaria para obligar al Estado a pactar un referéndum y, aún más, de la posibilidad de hacer efectiva la República catalana. La relación de fuerzas se fue deteriorando continuamente desde el 3-O hasta llegar a la derrota del 27-O con la proclamación simbólica de la República, la aplicación del artículo 155 y el abandono del gobierno y las instituciones. La victoria independentista en las elecciones del 21-D frenó el retroceso, pero no se ha vuelto al nivel de movilización popular del 3-O, que es el factor fundamental para medir la relación de fuerzas.

7) La derrota del 27-O ha llevado a la crisis y la desunión de los partidos que habían liderado el proceso hasta ese momento. Y la desorientación de las organizaciones sociales del movimiento independentista. Sin que hasta el momento haya salido una alternativa dentro de estas organizaciones ni fuera de ellas. Los Comunes han profundizado su vertiente institucional, han aguado su teórico soberanismo y han dado prioridad a las políticas de pacto. La CUP se ha consolidado como el independentismo desobediente y anticapitalista, pero sin una estrategia que permita sumar fuerzas y empezar a crear una alternativa a las formaciones mayoritarias.

8) La desorientación y la división entre los partidos y las organizaciones independentistas no ha disminuido sensiblemente la capacidad de la movilización popular, como se mostró el 11 de septiembre y en el aniversario del 1-O. Pero lo puede hacer a la larga. El factor fundamental que sostiene la movilización popular es la exigencia de la libertad de los presos y el retorno de los exiliados; y no es suficiente para un crecimiento sostenido y en profundidad del movimiento popular. Falta la perspectiva, la hoja de ruta, la estrategia.

9) Las estrategias realmente operantes son aún variantes de un viejo modelo: la unidad independentista para conquistar una República catalana sin contenidos definidos, conseguida básicamente con la movilización de los que ya son independentistas y confiando en que un día llegue el apoyo de las instancias internacionales. Pero las diversas variantes de este modelo están enfrentadas, sin capacidad de rehacer la unidad.

Lo que hace falta es construir una estrategia alternativa: de alianza entre soberanistas e independentistas, radicalmente democrática y con un fuerte contenido social, que se postule para liderar el movimiento popular catalán en toda su diversidad y que busque alianzas con otras fuerzas de los pueblos del Estado español, insertando la República catalana en el combate contra el régimen del 78 y la monarquía, sin subordinar sus ritmos y sus oportunidades, pero sabiendo que hay un enemigo común y que se necesitan luchas compartidas.

10) El objetivo es difícil pero sabemos por dónde hay que empezar.

Por las luchas en defensa de las necesidades de la población sin supeditarse a las políticas de austeridad que reinan en la UE y que todos los gobiernos se muestran dispuestos a respetar. Trabajando por unificar las luchas en torno a reivindicaciones comunes que vayan configurando una carta compartida de derechos sociales.

Por la profundización de la democracia contra los continuos intentos de restringirla. Exigir que el Foro Cívico Constituyente sea el inicio de un debate inclusivo de miles de personas, en todo el territorio, sobre la república que queremos. Extender los pronunciamientos contra la monarquía y la exigencia de un referéndum sobre monarquía o república.

Por convertir el juicio contra los presos políticos y exiliados catalanes en una lucha contra el recorte de las libertades, en una denuncia del poder judicial, en el comienzo de un proceso contra el régimen del 78 y la monarquía, en nombre de la democracia y del derecho a decidir. Y esto no sólo en Cataluña, sino al conjunto del Estado y en Europa.

Fuente: http://vientosur.info/spip.php?article14304