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Disensiones, críticas razonables y una breve addenda

Fuentes: Rebelión

En tiempos turbulentos, dos buenas noticias. Toni Guirao, el que fuera concejal y presidente de ICV en Mataró; Àngel Pagès, ex concejal de Pineda, Mariano López, un líder vecinal de Sant Vicent dels Horts, Carlos Castillo y otros militantes y ex militantes de ICV y EUiA han decidido dar su voto y apoyo en las […]

En tiempos turbulentos, dos buenas noticias.

Toni Guirao, el que fuera concejal y presidente de ICV en Mataró; Àngel Pagès, ex concejal de Pineda, Mariano López, un líder vecinal de Sant Vicent dels Horts, Carlos Castillo y otros militantes y ex militantes de ICV y EUiA han decidido dar su voto y apoyo en las próximas elecciones europeas a la candidatura de Izquierda Anticapitalista, la nueva formación de izquierdas que presenta como cabeza de lista la admirable e infatigable luchadora Esther Vivas.

No lo han hecho, según todas las informaciones [1], buscando nuevas ubicaciones institucional, a partir de cálculos estratégicos y usos malintencionados de la teoría de juegos, por animadversión o inquina personal o razones similares sino por algo tan básico o esencial como los ideales políticos, la dignidad pública, la consistencia personal y valores afines. Pensemos en las actuaciones policiales del mes de marzo en Barcelona y en su resolución posterior [2], o en las vacilaciones de ICV-EUiA ante la agresión que representa la nueva Ley General de Educación catalana del conseller Maragall y su permanencia en el gobierno tripartito.

Suena raro, es infrecuente, pero es así.

Es probable, muy probable, que a las direcciones de ICV y EUiA les importe un higo el gesto de estos ciudadanos. Con toda probabilidad. Tanto la dirección de ICV como el sector que manda y ordena con mano y puño de hierro en EUiA parecen haber apostado definitivamente por el formato postmoderno de «organizaciones de cuadros profesionales». Nada que ver con el antiguo partido de militantes, de cuadros, de gentes politizadas, de compañeros y compañeras identificadas con un ideal, que no transigen con la mentira ni con los cálculos estratégicos, dispuestos a formarse y a discutir sobre programas, procedimientos y formas de organizar a los sectores más desfavorecidos. Y a combatir por todo ello. Eso, dicen, es música celestial, Historia antigua, el pleistoceno inferior de la tradición. Son primitivos quienes piensan y sienten de ese modo.

Será eso. Serán militantes primitivos pero el gesto de las personas citadas, y de otros personas cuyo nombre desconozco, pasará, ha pasado ya, a la historia universal de la dignidad y la racionalidad política. Gracias por ello. Pequeños gestos, virtudes cultivadas, grandes esperanzas.

Pero no sólo es eso. Hay otros gestos y tienen que ver con algo tan profundamente arraigado en las tradiciones emancipatorias que solemos citarlo como coletilla, tan necesario como el aire que exigimos trece veces por minuto. Me refiero a la solidaridad no sólo nominal con las luchas contra causas injustas, inadmisibles, independientemente de la consecuencia de la apuesta, de los efectos de esa toma de posición.

Si alguien tiene alguna duda de la barbaridad jurídico-política que representa la ilegalización de Izquierda Internacionalista basta que lea la excelente, la magnífica entrevista que Santiago Alba Rico ha realizado a su cabeza de lista, al escritor, dramaturgo y luchador Alfonso Sastre. No contaré nada de lo que Sastre (y Alba Rico) explican con detalle y argumentación sentida pero sí me gustaría destacar una arista que puede pasar desapercibida. La siguiente: es muy infrecuente que un intelectual, como lo es Alfonso Sastre, reconozca que no tiene opinión sobre determinado asunto, que no conoce bien tal programa o que no puede dar una argumentación conclusiva sobre determinado tema por falta de estudio. A eso, en tiempos, en los buenos tiempos, se le llamaba modestia y según Engels, como solía recordar Manuel Sacristán, ese rasgo es la principal virtud del intelectual y más si éste es un intelectual comprometido. Sastre lo es y muestra con claridad, y sin pose, que esa magnífica virtud no le es extraña.

Pues bien, no sólo ha sido la carta que apareció en rebelión el pasado martes 19 de mayo firmada por militantes y amigos de IU, texto en el que se pedía a la coordinación de la organización una condena explícita de la ilegalización de II [3] sino que, con fecha 20 de mayo, Diosdado Toledano, uno de los más grandes y más admirables dirigentes obreros catalanes de estos últimos 40 años, miembro del Comité Federal de IU, en carta publicada también en las páginas de www.rebelión.org, escribía cosas del siguiente tenor:

(…) La ilegalización de Iniciativa Internacionalista es una decisión injusta fruto de una ley injusta, que merece nuestra condena más rotunda, no sólo una condena formal para guardas las formas ante la opinión progresista y democrática, sino una actuación decidida, solidaria, para impedir que el Tribunal Constitucional confirme el disparate del Tribunal Supremo. Se trata de ser coherentes con lo aprobado por la última Asamblea Federal de Izquierda Unida al respecto: «IU se compromete en la defensa de plenas libertades democráticas, y por tanto promoverá la derogación de la Ley de Partidos y la anulación de las ilegalizaciones de organizaciones por sus silencios, ideas o simpatías.»

Reitero el énfasis: coherentes con lo aprobado en una asamblea de la organización. Tan sencillo como eso.

Toledano cita a continuación unas recientes declaraciones de Cayo Lara, del coordinador de IU:

No compartimos la ilegalización, es tremendamente peligroso ilegalizar a la gente por no condenar a ETA. ¿Ilegalizamos a los que no han condenado la invasión de Gaza? ¿A los que apoyaron la invasión de Irak? Es sólo una pregunta que dejo en el aire. Es que eso de la ilegalización es muy peligroso. Y no ayuda a resolver el problema del País Vasco: creamos mártires.

Dejemos pasar las últimas frases del razonamiento. No son esenciales. Importa, e importa mucho, que el coordinador de IU manifieste con claridad su oposición, su rechazo -traduzco así su «no compartimos»- a la ilegalización de IU.

Buenos tiempos, pues, para la lírica.

Cabe finalmente la pregunta del millón. Si esto es sí, si es conveniente brindar por la actitud de los militantes y ex militantes que apoyan a IA, ¿por qué entonces no transitar por el mismo camino? Es tentador desde luego. Lo que paraliza la acción, en mi caso cuanto menos, es la reflexión de personas como el mismo Diosdado o Miguel Candel que entienden que, a pesar de todo, a pesar de un cabeza de lista que no sólo no luce sino que se desluce (a él y a la organización) por sus declaraciones sobre II, o sobre Nin y Trotsky, y un segundo candidato de lista [4] que se pasará inevitablemente 3 días, 6 horas y 5 minutos más tarde, a otro grupo político distinto en la eurocámara, a pesar de ello, decía, vale la pena apoyar hoy a IU y al proyecto de cambio que representa Cayo Lara.

Dirán ustedes que eso es muy simple y que, además, es caer en las heladas y gastadas aguas de la falacia ad verecundiam. No se trata de eso, no es servilismo ante la autoridad sino respeto a la autoritas de Candel y Toledano. Tengo un listado aléfico de razones para hacer plausible ese rasgo compartido por ambos. Y el aleph, el número de razones, se lo aseguro, no es de los primeros transfinitos de la serie interminable.

Addenda: Los programas, según muchos, no están para ser cumplidos; los compromisos sí. La reforma de la jurisdicción universal penal, el principio que ha hecho posible que la Audiencia Nacional tramite la investigación de delitos como las torturas de Guantánamo o los crímenes de Gaza, no figuraba en el programa electoral del PSOE, según cuenta Gonzalo Boyé, el abogado de la causa contra el Estado de Israel.

Los programas no, pero los compromisos sí que están hacerse efectivos. ¿Se acuerdan de la promesa que hizo en enero el señor ministro de Exteriores español a su homóloga Tzipi Livni, una dirigente de la extrema derecha israelí (empieza a ser redundante, lo sé), ante las protestas de esta última por haber abierto la Audiencia Nacional un proceso contra el ex ministro israelí Benjamin Ben- Eliezer por la matanza de civiles en Gaza en 2002? ¿Se acuerdan? ¿Recuerdan la vieja cantinela de la razón de Estado?

Gonzalo Boyé lo ha apuntado con la mayor claridad posible: «Esto no es realpolitik, sino una real inmoralidad La que supone amparar a los culpables de crímenes tan graves». Pues eso.

Notas:

[1] Ferran Casas, «Militantes de ICV y EUiA apoyan a IA». Público, 19-5-2009.

[2]

Para una ecuánime aproximación a lo acontecido, véase Jaume Asens y Gerardo Pisarello, «Descontrol policial: dilema de la izquierda» Diagonal, 102, mayo 2009, p. 32.

[3] Que ha tenido sus frutos. Véase rebelión, 20 de mayo de 2009.

[4] Dicho esto, claro está, sin ningún crítica personal a Raül Romeva, que defiende sus posiciones políticas como es lógico, ni a su trabajo como eurodiputado alejado de la ausencia permanente, rasgo muy extendido en la Eurocámara según cuentan las crónicas.