Fouad Ben Eliezar (Partido laborista) no entiende lo que ha ocurrido, y en todas las emisoras de radio muestra su apuro. ¿Qué le ha ocurrido a su amigo Hosni Mubarak? ¿Porqué no ha dado a los militares la orden de disparar contra las masas y poner fin así a los «disturbios»?, tales son sus propias […]
Fouad Ben Eliezar (Partido laborista) no entiende lo que ha ocurrido, y en todas las emisoras de radio muestra su apuro. ¿Qué le ha ocurrido a su amigo Hosni Mubarak? ¿Porqué no ha dado a los militares la orden de disparar contra las masas y poner fin así a los «disturbios»?, tales son sus propias palabras.
Teniendo en cuenta su relación amistosa con el dictador egipcio, Ben Eliezer se ha convertido estos últimos días en un analista eminente de los asuntos egipcios, solo que esta vez, confiesa con una modestia poco habitual en él, que sencillamente no entiende nada: algunas centenas de muertes más y todo volvería a la normalidad.
La verdad es que no solo Ben Eliezer no tiene ninguna visión y no entiende nada, sino que en Israel todos los «analistas de los asuntos árabes» y «especialistas sobre las cuestiones de Medio Oriente» -todos diplomados de los servicios de información militares israelíes o del Mossad- están obligados a admitir su ignorancia. Una vez más, hemos sido sorprendidos, como nos vemos sorprendidos siempre: sorprendidos por el paso del Canal de Suez en 1973, sorprendidos por la resistencia palestino-libanesa en 1982, por la tenacidad de Hezbolá en 2006, por la victoria de Hamas en las elecciones palestinas y así siempre.
En sus palabras, Ben Eliezer es el reflejo de la prensa israelí que, inmediatamente, ha tomado posición: todos con las fuerzas del orden, contra el movimiento popular incluso si, como en Túnez, esto quiere decir el pueblo entero. Las masas árabes son siempre el enemigo, y los regímenes, socios. El hecho de que esos regímenes sean regímenes autoritarios, asesinos y corruptos no es en absoluto visto como un inconveniente, sino como el testimonio de su capacidad bienvenida para dominar a su población. Por decirlo sencillamente: mientras las masas árabes no son más que una horda, un rebaño de salvajes sobreexcitados, sus dirigentes son los garantes del orden incluso si, a veces, Israel está obligado a hacerles la guerra.
Otra sorpresa, y esta vez para las élites políticas e intelectuales del mundo entero, y no solo para Ben Eliezer y nuestros «comentaristas»: las masas populares, de Marruecos a Irak, de Francia a Bolivia, no han leído El fin de la Historia de Fukuyama, y si lo han leído, se han negado a abandonar el marco de la historia: cuando son pisoteadas, empujadas al hambre o humilladas -tarde o temprano, se levantan y expulsan a los dictadores corruptos y arrogantes. Incluso si va con retraso, la revolución acabará por estallar. Para salir del paso, pero no obligatoriamente para ganar, no es inconcebible que Mubarak escuche los consejos de la prensa israelí y del general Ben Eliezer, y que ordene a los militares aplastar el levantamiento en la sangre.
Se puede ya adivinar cual será el tema de la próxima etapa de la prensa y de la campaña de propaganda de nuestros expertos periodistas: Al Qaida. Las dictaduras de Ben Ali y de Mubarak están justificadas pues son una muralla al Islam militante y tras las manifestaciones populares, se encuentra nada menos que Bin Laden. Zvi Barel (Ha´aretz, 30 enero) es uno de los raros periodistas en refutar el argumento de que los Hermanos musulmanes estarían en el centro del levantamiento egipcio. Subraya que su eslogan no es «Allah Akhbar» sino «Abajo el dictador, abajo la corrupción». Así, en Túnez, el partido islámico Al Nahda no ha jugado papel en la insurrección, aunque solo sea porque aún tiene que recuperarse de la cruel represión de Ben Ali y de sus bandas.
No son ni Al Qaeda, ni los Hermanos musulmanes quienes están detrás de las masas encolerizadas en El Cairo, en Rafah o en Suez, sino treinta años de régimen autoritario, de opresión, de pobreza. Mientras los periodistas y políticos israelíes no lleguen a entenderlo, continuarán sorprendiéndose cada vez que las masas (una palabra «arcaica» desde hace mucho fuera de su diccionario) tomen sus destinos en sus propias manos.
Fuente: http://www.protection-palestine.org/spip.php?article10029
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR