Recomiendo:
0

Editorial de Haaretz

¿Dónde está la ocupación?

Fuentes: Haaretz

Traducción de J.M.

Los territorios ocupados y los palestinos que en ellos viven, se vuelven paulatinamente en un asunto virtual, una realidad lejana a los ojos y al corazón. Los trabajadores palestinos desaparecieron de nuestras calles. Los israelíes ya no hacen compras en ciudades palestinas. Una nueva generación crece sin conocer qué paso en el otro lado. Incluso los colonos ya no se encuentran con los palestinos, se han levantado diferentes vías de comunicación para ambas poblaciones. Una de libre tránsito y otra plagada de barreras de control.

Cuando los políticos discuten acerca de la división del país para los dos pueblos, los ciudadanos están en tinieblas. La ciudadanía cree que la división ya está hecha. El desenganche de Gaza, el desalojo de Gush Katuf, la construcción del muro de separación y la desaparición de los obreros palestinos de Israel, todo esto induce la apariencia errónea de que la ocupación terminó y de que la situación se solucionó para satisfacción de Israel. Los colonos ejercen una política propia, levantan nuevas colonias, expanden las viejas, todo lo necesario para evitar soluciones definitivas. Ellos también están contentos con el status quo político y la actuación del ejército.

El proceso de reparto de hecho es hoy más parecido a un apartheid que a un régimen de ocupación, que resulta de su permanencia en el tiempo. Por un lado -determinado dado por la pertenencia nacional y no geográfica- viven ciudadanos con derecho a elegir y libertad de movimiento y una economía exitosa, y en el otro lado vive un pueblo prisionero en sus propias tierras, sin derecho a voto, sin derecho a libre tránsito, sin libertad para construir su futuro. La diferencia en el nivel económico crece y los palestinos miran con ojos tristes cómo Israel importa obreros de China y de Rumania. El miedo a un atentado vuelto no deseables a los obreros palestinos.

Últimamente se habla de más «endurecimiento» en la política de ocupación. En dieciséis puntos de pasaje de Cisjordania a Israel se han puesto civiles reemplazando a soldados. En realidad se trata de un acto de normalización, como ocurre en puntos limítrofes entre países, sólo que en este caso hay país sólo de un lado. Hay ausencia de límites geográficos acordados, sólo hay fronteras de seguridad que impuso Israel unilateralmente. Los soldados frustrados y atemorizados que revisaban a los palestinos fueron reemplazados por trabajadores contratados por el Ministerio de Seguridad.

Su trabajo consiste en impedir la entrada de aquellos que no tienen permiso de entrada a Israel i indeseables. La revisión se hace ahora con métodos actualizados, casi sin contacto corporal, en cuartos a pruebas de atentados. La nueva disposición le sacó al ejército un peso que sostenían los soldados, pero también impone más distancia. El contacto entre soldados y palestinos en los puestos de control, justamente por el hecho de ser traumático, impulsaba a israelíes y palestinos a buscar una solución política. De vuelta e sus casas, los soldados motorizaban discusiones públicas; ahora el contacto es menor, así como disminuyó la discusión pública.

¿Es posible prolongar esta situación sin fin en el tiempo? Cuantos menos ven los israelíes la ocupación, más pueden evadirse de la situación. En septiembre hubieron 33 muertos más un soldado israelí en una acción destinada a erradicar el terrorismo y los cohetes Kassam. Solamente en la próxima intifada ó después que sean disparados esos cohetes desde la Cisjordania sobre Israel, nos acordaremos nuevamente de la ocupación.