Recomiendo:
0

¿Donde habita el olvido?

Fuentes: Rebelión

Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, nos regalaba -una vez más- el pasado jueves 19 de noviembre, en Público, otro de sus imprescindibles artículos: «La corrupción de las derechas». Documentado, magníficamente escrito, con trasfondo histórico de interés y no siempre conocido, poniendo el dedo en la llega […]

Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, nos regalaba -una vez más- el pasado jueves 19 de noviembre, en Público, otro de sus imprescindibles artículos: «La corrupción de las derechas».

Documentado, magníficamente escrito, con trasfondo histórico de interés y no siempre conocido, poniendo el dedo en la llega de los tejemanejes insaciables de la derecha convergente y afines. Todo ello, desde un punto de vista de izquierdas, que diría Quine. No es casualidad que Navarro publicara varios artículos en los primeros números de mientras tanto, la mítica publicación que ayudaron a fundar, entre otros, Manuel Sacristán, Giulia Adinolfi, Francisco Fernández Buey, Toni Doménech y Miguel Candel.

Como estoy absolutamente convencido que rebelión editará su artículo, me limito a seleccionar aquí, por no copiarlo en su totalidad, que es lo que debería hacer, algunos de sus momentos más brillantes:

La dictadura militar que se implantó en España a sangre y fuego desde 1939 hasta 1978 se conoce en nuestro país como franquismo, implicando, o pudiendo implicar, que fue una dictadura de un general, el golpista generalísimo Franco, y su Ejército. Sin embargo, aquel régimen fue mucho más que una dictadura militar apunta Navarro.

    Fue predominantemente una dictadura de clase, en la que la burguesía del país (en sus distintas dimensiones: agrícola, industrial y financiera) utilizó el Ejército para parar las reformas propuestas por un Gobierno democrático que afectaban a sus privilegios. Estado y burguesía en aquella dictadura estaban claramente entremezclados, estableciéndose un maridaje entre el Estado y grandes sectores de la clase empresarial (la gran patronal y la Banca) basado en la corrupción. Esta era una práctica generalizada, de la cual las grandes familias y los grandes bloques económicos en España se beneficiaron enormemente.

La transición de la dictadura a la democracia, prosigue V. Navarro, cambió algo esta cultura de la corrupción, «aunque continúa muy acentuada en grandes sectores de la burguesía española (de todas las nacionalidades y regiones de España) como lo atestiguan, entre muchos otros ejemplos, el caso Gürtel y su conexión con la derecha española, y el caso Millet y su conexión con la derecha catalana». La burguesía catalana, alguno de cuyos sectores se autodefinieron como catalanistas, recuerda el autor, tuvieron relaciones privilegiadas con aquel Estado fascista. Apoyaron con todos sus medios y fuerzas, que no eran pocos, el golpe militar que les protegió de las fuerzas republicanas antifascistas «que probablemente las hubieran encarcelado, y confiscado sus bienes».

    El padre de Félix Millet, un burgués catalanista de la democracia cristiana catalana (y director del diario católico conservador El Matí) no tuvo ninguna duda, como tampoco la tuvo la mayoría de la burguesía catalana, en anteponer sus intereses de clase a los de la nación catalana apoyando el golpe militar que estableció un genocidio cultural contra Catalunya. Se convirtió en un hombre de confianza del dictador en Catalunya. Fue, también, presidente del Banco Popular. Tal burguesía puso en marcha un proyecto, tolerado por el dictador, de establecer un catalanismo conservador, eliminando cualquier señal de catalanismo laico y progresista. Parte de este proyecto fue el Orfeó Català, el cual dirigió el padre de Millet en 1951.

Millet hijo sucedió al padre y mostró, señala Navarro, no tener ningún conflicto (¿por qué iba a tenerlo?) entre ser miembro del consejo director de la aznarista FAES y ser presidente al mismo tiempo, y sin contradicción aparente, de la «Fundació Orfeó Català-Palau de la Música, presidente del Orfeó Català, vice-presidente del Consorci del Palau de la Música Catalana y dirigente de muchas otras instituciones catalanistas importantes». El oasis catalán durante el periodo democrático, sostiene razonablemente el catedrático de políticas públicas de la Pompeu, pivotaba en torno a un eje esencial:

    […] una represión que reproducía el enorme dominio de clase que se perpetuaba a base de un sistema de redes clientelares, del cual CiU era su rama política. Llevaba razón el ex fiscal Jiménez Villarejo, cuando, en una entrevista a El Punt, señalaba que «el caso Millet no es nada más que la continuación de los casos de corrupción de CiU» (23-10-09). El favoritismo a las empresas que pagaban un «impuesto» al partido (caso Caric), las famosas concesiones a la Lotería de la Generalitat (caso Casinos), el caso de la Banca Catalana, el caso Anheuser Busch, el caso del «empresario modélico» Javier de la Rosa, el caso Treball, el caso Turisme, el caso Adigsa, y muchos otros casos son los precedentes del caso Millet. De ahí que los dirigentes de este catalanismo burgués estén preocupados y vean que su Catalunya está siendo cuestionada.

Empero, no es Catalunya, concluye Navarro, sino su Catalunya, la Catalunya burguesa, la Catalunya convergente, la que está preocupada y cuestionada.

No creo olvidarme de nada esencial. ¿Han leído una proposición, una palabra siquiera, un carácter, un punto, acaso una insinuación, referida a ese inmenso lodazal de corrupción, choriceo, comisiones particulares y partidistas, cuentas secretas, fusión Estado-burguesía-partidos institucionales, conocido como el caso Bartomeu Muñoz o caso Pretoria, asunto en el que, por cierto, está implicado un sector nada marginal ni recién llegado de la burguesía catalana de CiU magníficamente representado por los señores Prenafeta, mano derecha del ex president Pujol durante unos diez años, y Macià Alavedra, conseller-ministro de gobiernos pujolistas durante más de quince años? ¿No es éste también un caso de corrupción de las derechas, sean convergentes, nominalmente socialistas o socio-convergentes? ¿Cómo es posible que habite el olvido sobre el asunto del, ahora, ex alcalde socialista colomense del Turó de Barcelona en el artículo de Vicenç Navarro? La militancia o proximidad política de Navarro al PSC, ¿le impide dirigir su mirada crítica a ese ámbito próximo? ¿Considera el catedrático de la Pompeu que son meras pajillas en el propio ojo, nada importantes o incluso insignificantes ante el inmenso pajar de corrupción de la Catalunya convergente? ¿Significa el caso Pretoria, en opinión de Navarro, un nuevo caso de financiación irregular al que los partidos de «izquierda» se ven inevitablemente abocados dada la desigualdad de fuerzas realmente existente, siendo por ello menos denunciable o no tan abyecto como los casos criticados?

Ninguna de esta hipótesis es razonable, ninguna de ellas abona el campo de la izquierda no entregada. Un intelectual de izquierdas de la talla de Vicenç Navarro no puede transitar ni asomarse a ninguno de estos senderos. Su artículo, no cabe otra conjetura, es meramente una primera aproximación a la corrupción de las derechas. Vendrá otros, deben venir otros, dedicados a la corrupción de la llamada «izquierda socialista». Los esperamos ansiosos.

PS: Por lo demás, vale la pena tomar nota de lo sucedido en la barcelonesa ciudad de Santa Coloma de Gramenet esta misma semana. Según todas las informaciones y cotilleos periodísticos, la dirección fuerte del PSC, los señores Montilla y Zaragoza más en concreto, han impuesto a la actual alcaldesa como candidata para el puesto. Algún cálculo sociológico electoral les habrá llevado a tomar la decisión. Nada de nombrar una comisión gestora, nada de convocar nuevas elecciones para que la ciudadanía se pronuncie ante el desaguisado abisal y aún desconocido en muchas de sus ramificaciones. Exquisita continuidad, ésta es la norma; que campee el temporal en un par de años, éste es el propósito. Mientras tanto, lecciones de moralina, palabras sobre transparencia democrática lanzadas a la arena pública para calmar y apaciguar las críticas. Y a seguir igual que la vida es corta y no olvidemos que nos estamos haciendo viejos, muy viejos.

Rebelión ha publicado este artículo con autorización del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.