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DuckTales: Un guiño de la televisión cubana a la resurrección de Mr. Hyde

Fuentes: Rebelión

«[…] mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos» Ariel Dorfman y Armand Mattelart   Para leer al Pato Donald El Canal Multivisión de la Televisión Cubana como parte de su parrilla de programaciones exhibe de lunes a viernes la serie de dibujos animados de Disney DuckTales -también […]

«[…] mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos»

Ariel Dorfman y Armand Mattelart

 

Para leer al Pato Donald

El Canal Multivisión de la Televisión Cubana como parte de su parrilla de programaciones exhibe de lunes a viernes la serie de dibujos animados de Disney DuckTales -también conocidas como Las Patoaventuras por el público hispanoparlante- protagonizada por Scrooge McDuck o Rico McPato.

Cuando en 2013 se publicó por última vez la Forbes Fictional 15, la revista Forbes tuvo a bien posicionar a McPato como el personaje ficticio más adinerado del mundo, con 65.4 billones de dólares. Así, lo que podríamos llamar como el personaje de ficción que encarna las esencias mismas del Capital Financiero Transnacional se ha apoderado, por decisión institucional, de un segmento importante del dedicado por dicho canal a nuestros niños y jóvenes, apuntalando al conglomerado Disney como parte habitual de la representación colectiva de estos grupos etarios.

Rico McPato apareció por vez primera en la historieta número 178 del Pato Donald titulada Christmas on Bear Mountain, en diciembre de 1947, y fue el primer miembro del clan McDuck.

El tío del Pato Donald, fue creado por el artista Carl Barks para The Walt Disney Company, inspirado en Ebenezer Scrooge, personaje de ficción del libro Un cuento de Navidad, escrito por Charles Dickens.

El personaje de Dickens parece ser algún tipo de prestamista. Sea cual sea su trabajo, está relacionado con la usura hacia gente de escasos recursos. Esto, junto con su falta de caridad y el trato despótico hacia su empleado parecen ser sus principales defectos. Scrooge siente una total repugnancia hacia los pobres, sobre los cuales piensa que sería mejor que estuvieran muertos para «rebajar la población» que sobra y alaba los asilos para pobres de la época victoriana. Siente un particular disgusto por las fiestas Navideñas, y rechaza la invitación de su sobrino Fred de celebrar la Navidad con él y su familia, y su único acto de amabilidad hacia su empleado en estas fechas es darle el día libre por Navidad, aunque parece que lo hace por obligación social más que por auténtica amabilidad. Para él no es más que un día de dinero perdido.

Nada más parecido entonces a Scrooge McDuck, el personaje de Disney, por su parte es un perspicaz hombre de negocios muy tacaño. Entre sus hobbies se encuentran zambullirse y nadar entre sus monedas y tirarlas hacia arriba de forma tal que al caer le golpeen la cabeza. No es casual entonces que sea miembro del «Club de Billonarios de Patolandia» una asociación que incluye a los hombres de negocios más exitosos del mundo y les permite estar en contacto entre sí.

Es el placer del dinero que se apodera entonces del imaginario infantil, la concreción de un mundo donde cada uno de los personajes vale por lo que tiene, el dinero se vuelve la esencia misma de los protagonistas, del mundo que los sustenta y como una mano invisible, comienza a moldear el mundo de nuestros niños y niñas.

A decir de Ariel Dorfman y Armand Mattelart en su ya clásico Para leer al pato Donald «No es una novedad el ataque a Disney. Siempre se le ha rechazado como propagandista del «american way of life», como un vendedor viajero de la fantasía, como un portavoz de la «irrealidad». Sin embargo, aunque todo esto es cierto, no parece ser esta la catapulta vertebral que inspira la manofactura de sus personajes, el verdadero peligro que representa para países dependientes. La amenaza no es ser portavoz del american way of life, el modo de vida del norteamericano, sino porque representa el american dream of life, el modo en que los EE.UU. se sueñan a sí mismo, se redime, el modo en que la metrópoli nos exige que nos representemos nuestra propia realidad, para su propia salvación (Dorfman y Mattelart, 1972: 159). »

Pongamos solo un ejemplo. Hace unos días Multivisión transmitió el segundo episodio de la tercera temporada de DuckTales, que lleva por título Día de mesada.

Con el fin de recibir sus mesadas antes de tiempo para poder comprar una nueva motocicleta, Hugo, Paco y Luis, los sobrinos de Donald, engañan a Scrooge haciéndole creer que es sábado en lugar de viernes.

A partir de que el multimillonario comienza a afirmar que es sábado todo el mundo que lo rodea cambia, escuelas, hospitales, fábricas, negocios, la sociedad toda asume que es sábado ya que el poderoso personaje lo da por sentado. El poder del dinero, que todo lo puede trastocar, incluso el calendario, es ese el mensaje final de capítulo, donde solo vuelve a ser viernes porque de no depositar unos dineros para ese día, McDuck perdería una fábrica.

El capitalismo y su industria del entretenimiento, encargada de reproducir sus valores, encuentra resquicios en nuestra institucionalidad, que no ha logrado consolidar un discurso cultural hegemónico asociado a los valores propios de la transición socialista. Es cierto que estamos expuestos a una invasión cada vez más creciente de productos culturales universales que debemos saber articular con lo mejor de nuestra producción nacional y con la incipiente creación de contracultura que el propio capitalismo genera. Es de suma importancia entonces el hecho de jerarquizar correctamente los productos audiovisuales que hoy se transmiten por nuestros canales televisivos.

La transición socialista es esencialmente un hecho cultural, formar hombres y mujeres nuevos depende, también, de la producción de imágenes culturales, alejados de todo vestigio de discriminación, explotación y del clásico concepto de sentido común.

No podemos complacernos con crear, como en varias ocasiones ha expresado el Ministro de Cultura, Abel Prieto Jiménez, doctores Jekyll diurnos y antiimperialistas y que al caer la noche, al tomarse la pócima elaborada por nosotros mismos, se conviertan en misters Hyde culturalmente entregados a lo peor de Hollywood. Eso no es posible (Prieto, 2008) .

No es casual que en el fatídico año de 1991 DuckTales fuera el primer programa norteamericano en exhibirse en la ex Unión Soviética.

REFERENCIAS

Dorfman y Mattelart, A. D. (1972). Para leer al Pato Donald: comunicación de masas y colonialismo. Argentina: Siglo XXI Editores.

Prieto, A. J. (2008). Necesitamos dar una batalla contra los modelos coloniales que hoy nos contaminan. Obtenido de Cubadebate: http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/04/07/necesitamos-dar-una-batalla-contra-los-modelos-coloniales-que-hoy-nos-contaminan/

Antonio Gutiérrez Laborit. Licenciado en Filosofía Marxista Leninista por la Universidad de la Habana, profesor de Filosofía en la Universidad de las Ciencias Informáticas. Entre sus publicaciones destacan David Palmer, Barack Obama y 24 horas. Realidad o ficción, vidas paralelas publicada en la Revista La Calle del Medio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.