Dos años y medio de guerra civil. Más de 100.000 muertos. Un millón de refugiados. ¿Por qué Estados Unidos ha decidido ahora atacar Siria? ¿La auténtica razón es la utilización de armas químicas? ¿Avanzar en la lógica de la guerra, cuando el país árabe está ya prácticamente destruido, servirá para despejar el camino a la […]
Dos años y medio de guerra civil. Más de 100.000 muertos. Un millón de refugiados. ¿Por qué Estados Unidos ha decidido ahora atacar Siria? ¿La auténtica razón es la utilización de armas químicas? ¿Avanzar en la lógica de la guerra, cuando el país árabe está ya prácticamente destruido, servirá para despejar el camino a la paz, o bien será una garantía de que el conflicto bélico se eternizará?
1. ¿EEUU pretende acabar con la guerra en Siria?
Desde el principio de la guerra en Siria, hace dos años y medio, Estados Unidos ha evitado a toda costa involucrarse en un conflicto que tiene como escenario el corazón de Oriente Próximo, a las puertas de Israel, y en el que no tiene interés ni en la victoria del sanguinario régimen de Bashar al Assad, aliado de Irán, ni tampoco en la de los rebeldes, cuyas filas han sido progresivamente infiltradas por grupos integristas afines a la no menos sanguinaria Al Qaeda. El analista Edward Lutwak sostenía el 24 de agosto en The New York Times que a Washington lo que le interesa es dejar esta guerra en el limbo, prolongándola de forma indefinida. De ahí que EEUU haya financiado a los rebeldes para mantener a Assad en jaque pero cuidándose muy mucho de hacerles llegar artillería pesada, la única que hubiera podido inclinar la balanza del lado de la oposición armada.
Si la victoria rebelde no interesa, mucho menos lo hace el triunfo del régimen. El escritor y activista Tariq Ali sostiene en un artículo publicado en su blog: » El objetivo de la ‘guerra limitada’ como la han diseñado Estados Unidos y sus vasallos europeos es sencillo. El régimen sirio estaba lentamente reestableciendo el control sobre el país contra la oposición armada por Occidente y sus Estados tributarios en la región (Arabia Saudí y Qatar). Esta situación requería ser corregida».
Quien ha perdido en esta guerra, quien sigue perdiendo, son los sirios, incluidos aquellos que en la primavera de 2011 se alzaron pacíficamente contra el régimen pidiendo reformas, algo a lo que Assad y su gobierno respondieron desencadenando una represión feroz. El primer ministro británico, David Cameron, ha dejado muy claro que la guerra y el sufrimiento de este pueblo importan poco al declarar: «Esto [el ataque] no se trata del conflicto sirio. Se trata de las armas químicas».
2. ¿El objetivo entonces es acabar con las armas químicas del régimen sirio?
Tal y como parece que se está planteando el ataque –una intervención relámpago con misiles de crucero de largo alcance y puede que con bombardeos aéreos- es prácticamente imposible que la agresión militar acabe con los arsenales químicos del régimen sirio. La razón es que un bombardeo de las instalaciones de producción y almacenamiento de este tipo de armas podría dispersarlas a gran escala en la atmósfera, lo que provocaría una catástrofe humana.
3. Si no se va a acabar con las armas químicas de Assad, ¿por qué Obama y sus aliados las presentan como excusa para la guerra?
El presidente norteamericano trazó hace meses el límite de tolerancia de su país, la «línea roja», en la utilización de estas armas, un tipo de armamento que Washington, por cierto, empleó en Irak en 2004 en la ciudad de Faluya, donde el Pentágono ha reconocido haber utilizado munición con fósforo blanco.
Ahora que esas armas se han utilizado en Siria, EEUU considera que debe haber una respuesta para que a otros países-Irán y Corea del Norte, fundamentalmente- no se les pase por la cabeza atravesar la línea roja del uso de estas armas.
4. ¿Se trata de dar un escarmiento a Siria?
Probablemente sí. También de disuadir al régimen de Assad de seguir utilizando esas armas (si es que lo ha hecho) y de lanzar una advertencia a otros países, como Irán, para que no se les ocurra hacerlo. De lo que no se trata, al menos a la luz de las cifras, es de castigar las atrocidades que se han cometido en la guerra en Siria. Un dato avala esta afirmación: sólo un 1% de las personas que han perecido en este conflicto (alrededor de 1.000 de un total de 100.000) ha fallecido a consecuencia de este tipo de armas. El diario conservador italiano Il Giornale lo resumía de forma irónica al afirmar que es como si Occidente dijera a los sirios «Mataos entre vosotros si queréis pero, sobre todo, no lo hagáis con gas nervioso».
5.¿El ataque puede perseguir otros fines?
Francesc Benítez, investigador en armamento del Centre de Estudis per la Pau JM Delàs, considera que este ataque puede estar dirigido, no sólo a disuadir al régimen sirio de usar estas armas, sino también a «aleccionarlo para que proteja su arsenal de modo que no caiga en manos indeseables». Se refiere a los grupos afines a Al Qaeda que han infiltrado, o que controlan directamente, diversos grupos rebeldes. Este experto cree que el ataque puede tener como fin convencer a Assad de que «se siente a hablar», algo que hasta ahora el régimen sirio se ha negado en redondo a hacer, sabedor de que toda transición a ojos occidentales pasa por que él y su clan abandonen el poder. Los Assad y dos familias emparentadas con ellos, los Majluf y los Shalish, controlan todos los resortes del poder político en Siria, además de haberse enriquecido notablemente gracias a la corrupción.
6. ¿EEUU tiene pruebas de que fue el régimen sirio quien usó armas químicas?
El Gobierno norteamericano así lo asegura. El viernes, el secretario de Estado, John Kerry, sostuvo que los informes de la inteligencia de su país indican que los misiles cargados con gas nervioso que provocaron la catástrofe en los alrededores de Damasco fueron lanzados desde zonas controladas por el gobierno y que la Administración Obama tiene pruebas fehacientes, fotos, conversaciones grabadas, declaraciones de testigos,etc, que muestran más allá de toda duda que la autoría del ataque corresponde al régimen sirio. Esta declaración no ha conseguido, sin embargo, despejar del todo la desconfianza pues Washington, so pretexto de la seguridad nacional, no ha puesto dichas pruebas a disposición de la opinión pública.
Aunque parece más plausible que haya sido el régimen de Assad quien ejecutó el ataque que, según EEUU, mató a 1.429 personas en los suburbios de la capital -dado que el gobierno sirio controla el arsenal químico del país- persisten sombras de duda.
Tariq Ali, en el artículo citado, se plantea una pregunta utilizando la fórmula latina «Cui Prodest?» (¿A quién beneficia?) en relación con la masacre con gas nervioso. Y responde: «Claramente, no al régimen sirio». Luego destaca la contradicción que supone que las autoridades sirias desencadenaran una agresión a la población con armas químicas «a 15 kilómetros del hotel donde se alojaban los inspectores de Naciones Unidas».
La tesis contraria a la que defiende EEUU; esto es, que hayan sido los rebeldes quienes hayan ejecutado la masacre del 21 de agosto choca a su vez con varios argumentos. El primero es que se cree que los opositores armados no disponen de los proyectiles de artillería que se utilizaron para dispersar el gas; el segundo, que los barrios atacados con las armas químicas están bajo su control. ¿En el caso de que hayan tenido acceso a ese tipo de armamento, los grupos rebeldes, o alguno de sus líderes, haciendo un ejercicio de maquiavelismo, decidieron sacrificar cientos de vidas de sus partidarios con el objetivo de culpar al régimen y forzar un ataque militar de EEUU? No es imposible pero no hay pruebas que confirmen esta hipótesis.
7. ¿El ataque a Siria será un paseo militar para EEUU?
Washington es bien consciente de que embarcarse en una guerra en Siria representará un serio quebradero de cabeza. Por eso, ha planeado un tipo de agresión definida con cinismo como «aséptica»; es decir, limitada a tratar de destruir instalaciones claves del régimen, preferiblemente con misiles lanzados desde sus barcos en la zona, lo que sólo causaría bajas del lado sirio. Si esto no es suficiente para conseguir sus fines y también tiene que recurrir a los bombardeos aéreos, la situación se complicará notablemente. Siria no es Libia: tiene un ejército digno de ser considerado como tal y dispone de sistemas de defensa antiaérea de fabricación rusa bastante avanzados.
Como explicaba el diario ruso Nezavissimaia Gazeta, el régimen de Assad cuenta con sistemas antiaéreos Buk-M1, Tor-M1, C-125 y C-200, así como un sistema antiaéreo de lanzamiento de misiles Pantsir-C1. Este tipo de arma puede desplegarse en zonas montañosas y mimetizarse fácilmente con el terreno sin ser detectada, pues su radar no emite señales que permitan su localización pero sí capta las que producen los aviones F-16 y F-18 de los ejércitos occidentales.
8. ¿Cuál es la solución para hallar una salida a la guerra en Siria?
Tras más de dos años y medio de sufrimiento para el pueblo sirio en medio de la indiferencia casi general, es de deplorar, lamenta Francesc Benítez, que se «haya abandonado la vía de la paz». Este experto cree que la guerra y la escalada militar que ahora se anuncia en Siria sólo empeorarán, si cabe, un conflicto enquistado en el que «los manifestantes que se levantaron pacíficamente contra el régimen hace dos años han quedado totalmente olvidados», mientras el conflicto se iba militarizando en ambos bandos. Benítez sostiene que «mientras no haya una conferencia internacional en la que se sienten las partes» será muy difícil detener la carnicería. Tanto el Centre Delàs como otro colectivos pacifistas recuerdan que el escenario al que estamos asistiendo en Siria es «la consecuencia de muchos años de mirar hacia otro lado» y destaca cómo organizaciones como Human Rights Watch llevaban años alertando de la represión y la violación de derechos humanos en Siria.
El experto deplora también cómo este nuevo ataque «refuerza» la vía del unilateralismo militar inaugurada por George Bush padre. Esta opción va en detrimento del ya escaso peso de Naciones Unidas, una organización cuyo máximo órgano de gobierno, el Consejo de Seguridad, tampoco puede tener «credibilidad»- apostilla el investigador del Centre Delàs- si se tiene en cuenta que sus cinco miembros permanentes con derecho a veto, Rusia, China, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, junto con Alemania, son los seis mayores exportadores del mundo de armas, con lo que cabría, parafraseando a Tariq Ali, traer de nuevo a colación la expresión Cui Prodest? en alusión a que se está imponiendo la lógica de los mercaderes de la guerra y de sus voceros.
Para saber más: Siria se va al diablo, de Ilya U. Topper