El nombre de Franz von Papen es familiar para todos aquellos que conocen la historia de la república alemana que surgió luego de la 1° Guerra Mundial y que murió cuando Hitler accedió al poder. ¿Qué le hace merecedor a un lugar en la historia? No por su talento. Todo lo contrario, durante su corto […]
El nombre de Franz von Papen es familiar para todos aquellos que conocen la historia de la república alemana que surgió luego de la 1° Guerra Mundial y que murió cuando Hitler accedió al poder.
¿Qué le hace merecedor a un lugar en la historia? No por su talento. Todo lo contrario, durante su corto término como Reichskanzler (canciller) fue un fracaso como lo fueron sus predecesores.
Ni siquiera fue un personaje interesante – sólo un político común de la nobleza menor («von»), un miembro del «Zentrum», un partido alemán como el Partido Nacional Religioso nuestro, hasta que perdió el juicio.
No, el nombre de von Papen se recuerda solamente porque allanó el camino para que los nazis tomaran el poder en Alemania. Él fue quién aconsejó al presidente del Reich, un Mariscal de Campo, casi senil, de designar a Hitler como Reichskanzler. Von Papen le dijo que Hitler sólo era otro demagogo con una gran bocaza, quien, una vez en el poder estaba seguro que moderaría sus puntos de vista. Y que de cualquier modo, por motivos de seguridad, todos los puestos de importancia- ministro de Guerra, ministro de Relaciones Exteriores les serían otorgados a los no nazis. Hitler sería un Kanzler de nombre, imposibilitado de actuar. Bien, todo el mundo sabe lo que ocurrió después. Después de poner sus pies en la puerta con la ayuda de von Papen, Hitler tomó por asalto la casa, impuso el reinado del terror, arrojó a sus oponentes (incluyendo a los auxiliares del propio von Papen) a campos de concentración, modificó el estado de derecho, estableció la dictadura que condujo a Alemania al desastre. Ahora hay un peligro de que Ehud Olmert se transforme en el von Papen israelí.
Yo he sido siempre cuidadoso en evitar el ejemplo del célebre pastor que acostumbraba a gritar «¡Lobo!¡ Lobo!» sólo para burlarse de los otros.
Muchas veces, éste u otro político israelí han sido acusados de ser fascistas. Pero para ser un fascista, no es suficiente el defender los puntos de vista de un nacionalismo extremista o llevar a cabo políticas racistas.
No hay una definición científica de fascismo. Pero de la experiencia uno puede decir que es una combinación de una visión global y tipo de personalidad, nacionalismo radicalizado, racismo, culto a la violencia, dictadura y otras cosas más. Cuando se me pregunta quién es fascista, yo respondo: Cuando usted vea alguno, lo sabrá.
O como dicen los americanos: si camina como un pato y grazna como un pato, es un pato.
Más de una vez Menachem Begin fue llamado fascista, pero él estaba lejos de serlo. El fue en realidad un nacionalista extremo, pero también un demócrata confirmado, con opiniones decididamente liberales (como su guía y mentor, Vladimir Ze´ev Jabotinsky). Rehavam Ze´evi, quien abogaba por una «transferencia voluntaria» de la población árabe, estaba cercano a la definición, pero le faltaba el carácter especial que personifica al fascista.
El único líder en la historia de Israel que puede ser definido exactamente como fascista, fue Meir Kahane. Él no se crió en este país sino que fue una importación de los EE.UU. Fue y permaneció, en apariencia y estilo, como un extranjero, y fracasó en impresionar a la opinión pública.
Ahora la democracia israelí está amenazada por un individuo mucho más peligroso.
AVIGDOR LIBERMAN es una persona inteligente. No resulta fácil conocer algo de sus opiniones. Están siempre formuladas en forma vaga y escurridiza. Pero la regla se aplica a él: Cuando usted lo vea, lo sabrá.
Cuando vino a Israel de la Unión Soviética , ya trajo con él su posición racista. Él quiere un estado exclusivamente judío, sin árabes. Para esto está dispuesto, según dice, incluso a ceder territorio israelí, en donde esté viviendo una densa población árabe. El propone sacar fuera de Israel a estos ciudadanos, conjuntamente con el territorio en el que están viviendo. No una segunda Naqba, Dios no lo quiera: los árabes no serán echados de sus territorios, como entonces, pero serán expulsados junto con sus territorios. A cambio, Israel anexará los territorios en los cuales los colonos, y Liberman es uno de ellos, están viviendo.
¿Qué hay de malo en ello? La idea básica es mala: transformar a Israel en un estado «depurado» de árabes. En Alemania sería llamado «Araber rein» (limpio de árabes). Realmente es una inversión de la frase nazi: no es Juden-rein, sino Rein-für-Juden (limpio para judíos). Esto es claramente un slogan racista, que apela a los instintos más primitivos de las masas.
Las probabilidades que esto realmente ocurra, son por supuesto, nulas. Pero el mismo anuncio de esta idea prepara incluso el camino para algo peor: la simple expulsión de las masas árabes de Israel misma y de los territorios ocupados. Sin eufemismos, sin intercambios de territorios, sin alguna clase de temor. Una vez que el genio fascista salga de la botella, ningún poder podrá detenerlo antes que éste lo conduzca al desastre.
La anexión de los asentamientos, por supuesto, pondrá fin a cualquier probabilidad de paz.
Pero la amenaza de Liberman reside no solamente en el conocimiento o desconocimiento de sus puntos de vista. Esta amenaza está impresa en su carácter. Lo testimonia: el hecho de que es el único líder de su partido, el cual está compuesto enteramente de nuevos inmigrantes de la ex Unión Soviética. Como las oleadas previas de inmigración, este es un grupo que no creció en una sociedad democrática, y tiende a tener una opinión demasiado simplificada del conflicto israelí- palestino.
Muchos de ellos viven en Israel como si estuvieran en una isla, leen sólo la prensa local escrita en la lengua rusa (casi exclusivamente muy a la derecha), y están aislados de las tendencias liberales y democráticas del país. Ellos han echado a Nathan Sharansky, que les parecía demasiado débil, y votaron por un líder duro, autoritario, cuyo slogan principal electoral, incluso en las emisiones en la lengua hebrea, fue «¡Da Liberman!» (Sí, Liberman). ¿Qué les hace recordar ésto?
Liberman no oculta su intención de cambiar totalmente la estructura del sistema político israelí y establecer un régimen autoritario encabezado por un líder poderoso (él mismo). Como un primer paso ha presentado un proyecto de ley para el establecimiento de un régimen «presidencial», en el cual el presidente tendría poderes casi dictatoriales. No estaría dependiendo del parlamento cuya función se volvería insignificante, y él mismo controlaría todos los instrumentos del poder. El modelo es Vladimir Putin, el sepulturero de la democracia rusa, pero parece que Liberman es mucho más extremo.
¿Por qué Ehud Olmert corteja a este hombre? ¿Por qué insiste en incluirlo en su gobierno, consintiendo en votar sus propuestas?¿Por qué la Libermanía se ha transformado en el tema más ardiente de los políticos israelíes?
Simplemente: Olmert, completamente en bancarrota, se está aferrando a cualquier cosa. Solo siete meses después de haberse transformado en Primer Ministro por un golpe de suerte -el derrame cerebral de Ariel Sharon- parece que se ha quedado con nada, y con nada bien hecho, también. La gente ya comprende que la Guerra del Líbano, en todas sus facetas, fue un total fiasco. Su negativa a establecer una Comisión Judicial de Investigación ha profundizado el sentimiento de derrota. El slogan central de su campaña electoral -«Convergencia»se ha transformado en un mal chiste. De la famosa «Agenda Social» nada ha quedado. Olmert y compañía se han quedado sin plan o misión alguna, exceptuando una: sostenerse en el poder a cualquier precio.
Una de las características de una persona como Liberman, es su talento en la percepción y el aprovechamiento de la debilidad de los otros. Él le está haciendo a Olmert una seductora oferta.: se uniría al gobierno y le traería los 11 votos al Parlamento- sin ninguna compensación. Literalmente por nada.
En el pasado ha exigido el puesto de Ministro de Defensa, o por lo menos ser Ministro de Policía (oficialmente «Ministro de Defensa Interior»). Ahora él conversa por un cargo con un título indeterminado: «Ministro a cargo de la Estrategia de Largo Alcance» (traducción: el bombardeo de Irán). Pero él no ha insistido incluso sobre eso. Él está preparado para ser ministro sin cartera, ni siquiera exigiendo que dos o tres de sus colegas se vuelvan también ministros, como lo justificaría el tamaño de su partido.
Una oferta que no puede ser rechazada. Liberman sabe que el título no es importante. Lo que es importante es poner sus pies en la puerta y ganar legitimidad como ministro. Lo demás vendrá oportunamente.
Para el desesperado Olmert, empeñado en aferrarse al poder, esto parece como si fuera un regalo del cielo. Él tiene oponentes en el gobierno, especialmente en el Partido Laborista. Su mayoría parlamentaria no es segura. Y aquí viene Liberman y le proporciona completa seguridad en el poder. Los pueblos han vendido sus almas al diablo por menos.
La justificación oficial es. «No podemos rechazar a ningún partido sionista» (una formulación que automáticamente no tiene en cuenta los partidos árabes israelíes). Adaptando las famosas palabras del Dr. Samuel Johnson se podría decir: «El sionismo es el último refugio de un bribón.
» Olmert quiere ganar unos años más -o meses, o semanas- en el poder. El poder para su propio objetivo. Poder para ninguna causa o propósito en especial, para ninguna idea, para ninguna acción. A cambio, él está dispuesto a abrir las puertas a las fuerzas de la oscuridad. ¿Qué le importa? Después de él, el diluvio.
Yo he dicho más de una vez que creo en la democracia israelí. Los inmigrantes de la Unión Soviética no son los únicos que crecieron en un sistema dictatorial -casi todos los israelíes, o sus padres, crecieron bajo regímenes tiránicos. Pero la democracia israelí, el milagro que no tiene una explicación lógica, se sostiene aún en estas circunstancias difíciles.
Sin embargo no podemos ignorar ahora los peligros que amenazan a nuestra democracia. Años de una brutal ocupación han corrompido al estado y al ejército, el racismo está prosperando en nuestra vida cotidiana- no solo contra los habitantes de los territorios ocupados, no solo contra los ciudadanos árabes de la propia Israel, no solo contra los trabajadores extranjeros. Existen en nuestra sociedad cismas profundos que pueden ser aprovechados por el fascismo en su búsqueda del poder.
Cuando Roma estuvo en peligro por la aproximación del ejército cartaginés, el grito se alzó: «¡Hannibal ante portas!» Nosotros deberíamos ahora levantar el grito: «¡Liberman en la puerta!»
Ehud Olmert será un episodio pasajero en los anales de Israel. En un par de años, nadie se acordará de él. A menos que adquiera el status del von Papen israelí.
Fuente: Gush Shalom – 19/10/2006 -Traducción: Israel Laubstein. (*) Sitio web: www.pazahora.net