En pleno marasmo de declaraciones, especulaciones e interpretaciones de todo tipo sobre el proceso de paz entre el Gobierno de Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Gara viaja a las montañas Qandil para hablar con la única parte que ha movido ficha en una partida jugada ya varias veces. El encuentro […]
En pleno marasmo de declaraciones, especulaciones e interpretaciones de todo tipo sobre el proceso de paz entre el Gobierno de Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Gara viaja a las montañas Qandil para hablar con la única parte que ha movido ficha en una partida jugada ya varias veces.
El encuentro se celebra en una pequeña aldea de las montañas Qandil, donde somos agasajados mientras esperamos la llegada del señor Ok. Ese es el protocolo habitual en la mayoría de los encuentros con la guerrilla kurda aunque, quizás, la atmósfera sea hoy más relajada que en ocasiones anteriores. Aparentemente, los vuelos rasantes de los helicópteros Cobra y los F16 estadounidenses han sido sustituidos por drones de factura israelí, que miran pero no matan.
«Ese ronroneo nos avisa de la llegada de un nuevo grupo de guerrilleros llegados desde Kurdistán Norte (bajo control turco)», bromea Hiwa Zagros. Su camisa azul celeste, impecable bajo su holgado uniforme verde oliva, recuerda que fue profesor de secundaria en Irán antes de unirse al maquis kurdo.
Tras varias horas de espera, Ok y su escolta de cuatro hombres bajan de un todo terreno para intercambiar besos en la mejilla y apretones de manos con todos los presentes. Sabemos que Ok tiene 54 años, y que 22 de ellos los pasó en la cárcel. También que estuvo varias veces en Oslo como integrante de la parte kurda, en unas negociaciones que despertaron grandes expectativas, pero que se desvanecieron como tantas otras veces. Hoy le preguntaremos sobre el actual proceso de paz con Turquía, y sobre el papel que juegan hoy los kurdos en el cambiante y convulso escenario de Oriente Medio
-¿Cual es su evaluación del proceso de paz en ciernes?
-Hablamos de la novena vez que el PKK declara un alto el fuego unilateral en 20 años. El primero fue en 1993 con Turgut Ozal en el Gobierno hasta que éste fue envenenado y perdimos a un interlocutor válido, como ocurrió también con los primeros ministros Nachmadin Erbakan o Bulent Ecevit. Durante estos veinte años se ha alternado el cese unilateral de la actividad armada con campañas de guerra sucia y el sabotaje a todo acercamiento, arrestos masivos y políticas de exterminio similares a las de Sri Lanka, como ocurrió en 2011. El actual es un proceso que camina sobre una sola pierna, la nuestra, con lo que resulta muy difícil avanzar. Confiamos en que el Gobierno del AKP asuma sus responsabilidades pero, hasta el momento, todavía no tenemos razones para ser optimistas. Hablamos de un proceso de tres estadios: el primero incluyó decisiones clave como el alto el fuego y el repliegue de nuestros efectivos de Kurdistán Norte a la zona de defensa media (las montañas de Qandil). Ahora Ankara debería cumplir sus acuerdos en una segunda fase.
-¿Qué es exactamente lo que debería hacer Ankara?
-Tras una evaluación sobre el terreno, una comisión de sabios formada en el marco de las negociaciones envió sus propuestas a Ankara. Entre ellas se incluía la liberación de nuestro líder, Abdullah Öçalan, el derecho de los kurdos a la educación en su lengua materna y el reconocimiento constitucional de nuestro pueblo. A corto plazo se subrayaba la urgencia de liberar a los presos enfermos como un acto humanitario pero, por el momento, Ankara no solo no ha movido un solo dedo por la paz entre turcos y kurdos sino que ha incrementado su presencia militar y acelerado la construcción de nuevas presas en suelo kurdo.
-¿Hasta cuándo están dispuestos a aguantar?
-No tenemos mucho tiempo y nuestra paciencia tiene un límite pero queremos dejar claro que la responsabilidad de un eventual fracaso del proceso recaerá exclusivamente sobre Turquía porque nosotros hemos cumplido de sobra con nuestra parte. Según un reciente anuncio de nuestro líder, podemos decir que Turquía tiene hasta el 15 de octubre para avanzar en el proceso de paz, de lo contrario romperemos el alto el fuego. Le hablaba sobre nuestra falta de tiempo ya que un aspecto que nos preocupa especialmente es el de la salud de nuestro líder. Más de 700 organizaciones de todo tipo han trasladado una petición formal al Gobierno para que permita la visita de una comisión médica independiente a Imrali (la isla-prisión donde permanece preso Abdullah Öçalan). Tampoco ha habido respuesta a este respecto.
-Fue usted uno de los cuatro integrantes de la comisión kurda que participó en el proceso de Oslo. ¿Cómo lo recuerda?
-Las negociaciones en Oslo comenzaron en setiembre de 2008 tras una campaña de presión a través de organizaciones civiles en Europa, principalmente en Escandinavia, que se ofrecieron a mediar entre ambas partes. El proceso continuó hasta 2010 y nuestra esperanza no era tanto lograr una paz completa sino reducir los niveles de violencia entre nosotros. Lo que hizo Ankara fue reorganizarse militarmente para iniciar una nueva ofensiva por lo que respondimos con la autodefensa hasta junio de ese año. Fue una lucha encarnizada durante dos meses y medio hasta que nuestra resistencia hizo que Ankara visitara a Öçalan en Imrali en agosto para recuperar el contacto. Las promesas eran las de siempre: `si declaráis el alto el fuego hablaremos de paz’. Así que el 13 de agosto de 2010 volvimos a declarar un alto el fuego unilateral. Volvimos a Oslo y nuestro líder redactó una nueva resolución de paz detallada en tres protocolos. La respuesta del AKP era que debíamos esperar hasta después de las elecciones. Los comicios se celebraron, pero la única respuesta que recibimos después fue la militar. Eso fue lo que dinamitó definitivamente el proceso de Oslo
-Volviendo al proceso actual, ¿puede dar una cifra aproximada del número de combatientes que se han replegado a esta zona?
-El repliegue comenzó el pasado 9 de mayo y nuestras tropas se han retirado progresivamente desde entonces. Hace escasos días llegó el último grupo desde Dersim tras caminar durante 56 días. Al igual que ha ocurrido con el resto de los batallones, éste último también fue continuamente monitoreado desde drones. En cualquier caso, lo importante no son las cifras exactas sino el hecho de que se trata de una decisión que adoptamos y cumplimos.
-Hay rumores que apuntan a que dichos combatientes estarían cruzando la frontera a Kurdistán Occidental -bajo control sirio- para combatir junto a los YPG (Comités de Defensa Populares).
-No son más que meras especulaciones de gente que quiere dinamitar el proceso entre turcos y kurdos. Quiero subrayar que todos los combatientes replegados se encuentran aquí, en Qandil.
-Los kurdos en Kurdistán Occidental han optado por una «tercera vía» (ni con Damasco ni con la oposición). ¿Considera usted que es una opción realista enfrentarse a ambas partes y sin contar con ningún apoyo del exterior?
-Nosotros no consideramos la tercera vía como algo utópico sino como una posición absolutamente realista y plausible que ha llevado a resultados tangibles. Nuestro líder pasó 20 años entre los kurdos de Siria dejando una fuerte impronta entre ellos. Hoy, nuestros hermanos en Rojava tiene una alta educación política así como estrechos vínculos con Abdullah Öçalan.
Creemos sinceramente que los kurdos de Siria han hecho lo correcto, luchando por su derecho a dirigir su propio destino en su propia tierra, y sin violar los derechos de sus vecinos. Recientemente se han producido numerosos y violentos enfrentamientos con Jabat al-Nusra y otros grupos islamistas que cuentan con el apoyo de Turquía. Ankara busca así crear una especie de zona de exclusión bajo su control que iría desde la Yazira -extremo noroccidental de Siria- hasta Alepo. Turquía hará lo que pueda por evitar una nueva entidad kurda en su frontera sur. Lo cierto es que nuestra gente aboga por al armonía entre kurdos, armenios, árabes y asirios en Rojava. Así ha sido durante siglos, por lo que creemos sinceramente que Ankara no debería ver a los kurdos como a un vecino hostil.
-¿Y qué hay de cierto sobre un supuesto alto el fuego no declarado entre el PJAK -grupo afín al PKK en Kurdistán Oriental- y Teherán?
-Eso es cierto. El PKK medió entre el PJAK e Irán para llegar a este punto y hoy nuestros hermanos de Irán se mantienen en una posición de autodefensa, evitando todo enfrentamiento con el Ejército iraní.
-¿Significa ello que los kurdos de Irán han obtenido sus derechos?
-En absoluto, pero creemos que la cuestión kurda en Kurdistán Oriental puede solucionarse a través de otras vías además de la militar.
-El recientemente elegido nuevo líder del KCK, Cemil Bayik, es visto por muchos como alguien que tiene «buenas relaciones con Irán», así como un defensor de la «línea dura» dentro del movimiento. ¿En qué medida afecta esto a las relaciones con el vecino persa? ¿Y al proceso en ciernes con Turquía?
-Quiero dejar claro que el nuestro es un movimiento homogéneo que sigue caminando en una única dirección. Los cambios son normales y necesarios en cualquier organización sea ésta social, política, militar… Lo anormal es que no se produzcan. Respecto a las supuestas buenas relaciones de Cemil Bayik con Irán, el hecho de que él, usted o yo hayamos vivido en éste o aquel país no quiere decir que tengamos una relación fluida con el mismo. Volvemos a rumores malintencionados.
-Cemil Bayik ha dicho recientemente que los kurdos «deben volver a las aldeas». ¿Podría elaborar esta declaración?
-Se trata de algo absolutamente necesario, pero que debería haberse producido hace ya mucho tiempo. Nuestra gente no abandonó sus aldeas voluntariamente para vivir en los arrabales de Amed, Ankara o Estambul; no emigramos a Europa, América… por el simple placer de viajar. Miles de nuestras aldeas fueron destruidas en los años ochenta y noventa mientras se condenaba a Kurdistán Norte al subdesarrollo más atroz. Por eso decimos que nuestra gente ha de volver a su tierra de origen y vivir en paz.
-¿Cual es la posición del KCK respecto a las protestas en Taksim?
-Lo que empezó con una simple protesta de carácter ecologista impulsada por parlamentarios kurdos de Turquía acabó por catalizar el malestar de todos los sectores que se oponen a las políticas del Gobierno de (Recep Tayyip) Erdogan. La respuesta de Ankara a unas protestas democráticas fue brutal y desproporcionada. El pueblo tiene que seguir reivindicando su derecho a expresar su rechazo sin miedo hacia aquello que considera injusto. Se trata de un hábito muy saludable que debe seguir ejerciéndose siempre que sea necesario. A pesar de los terribles episodios de violencia, quiero subrayar que Taksim se convirtió en un puente entre kurdos y turcos.
Fuente original: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130723/414566/es/El-actual-es-proceso-que-camina-una-sola-pierna-nuestra