Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
«La destrucción causada por los ataques aéreos rusos es enorme», dijo a Al-Monitor Furkan Azre, de la ciudad de Idlib, durante una reciente conversación telefónica. «Esos ataques están abiertamente dirigidos contra la población civil. Están bombardeando ciudades al azar sin distinguir entre combatientes y civiles».
Azre relató la destrucción de una panadería gestionada por una ONG humanitaria turca: «Esa panadería solía hornear 16.000 tortas de pan al día, pero los bombardeos rusos la convirtieron en escombros. Los rusos nos están negando hasta el pan de cada día». La panadería daba empleo a 50 personas y proveía la mitad de las necesidades diarias de pan de Idlib. Azre dijo que Rusia ha dañado también decenas de tiendas que servían para abastecer las necesidades básicas de la gente.
Rusia ha intensificado de forma perceptible sus bombardeos aéreos sobre el norte de Latakia, Idlib, Homs y sur de Alepo. Estas áreas están bajo dominio del Frente Al-Nusra, del Ejército Libre Sirio, de Ahrar Al-Sham, del Ejército de la Conquista y de los turcomanos. Según Rusia, todos ellos son terroristas. El incidente más reciente se produjo el 29 de noviembre, cuando aviones rusos bombardearon un abarrotado mercado en Ariha, cerca de Idlib, asesinando a 44 civiles, la mayoría de ellos personas mayores y niños.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, ha informado que desde el 30 de septiembre, fecha en que Rusia inició sus operaciones aéreas en Siria, han muerto 403 civiles, incluyendo a 166 mujeres y niños.
«Estoy seguro que en estos dos meses, Rusia ha matado más civiles que militantes del Estado Islámico», dijo Azre. «¿Qué tipo de operaciones anti-EI son esas?»
Muchos se preguntarán por qué los ataques rusos causan tantas víctimas civiles. Para hallar la respuesta tenemos que mirar el coste económico y los objetivos estratégicos de esos ataques.
Las víctimas civiles de los ataques rusos contra lugares poblados son numerosas debido a que prefieren utilizar bombas de fragmentación, que son más baratas y de caída libre (tontas). En la mayoría de sus ataques contra zonas pobladas, Rusia utiliza bombas de caída libre OFAB 250-270, que cuestan 25.000$ cada una, junto con las series OFAB 250-500 y OFAB 100-120.
Rusia raras veces emplea munición KAB-500 guiada por GPS. Las OFAB 250-270 que Rusia lanza ampliamente cuestan sólo la sexta parte del precio de los misiles guiados Hellfire AGM-114R que EEUU suele utilizar en sus ataques en Siria. Ambos proyectiles tienen similar potencial destructivo. Es decir, que aunque causan la misma destrucción, un ataque aéreo estadounidense en Siria cuesta seis veces lo que uno ruso. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, el presupuesto ruso de defensa en 2014 fue de 84.500 millones de dólares. A pesar de este enorme presupuesto, Rusia intenta gastar lo menos posible en una guerra que está costándole entre 5 y 7,5 millones de dólares al día, según un análisis de IHS citado en el International Business Times. Rusia es consciente de que la guerra en Siria puede durar aún mucho tiempo y tiene también que financiar una guerra en Ucrania.
Pero la frugalidad no es suficiente para explicar los ciegos ataques rusos contra localidades pobladas de civiles en Siria. Tiene que haber algún pensamiento estratégico tras esos ataques.
La oposición no tiene instalaciones fijas, ni centros de control de mando o comunicaciones y bases logísticas en el centro de Idlib o en las zonas bajo dominio suní de Hamas, Homs y Alepo. Los combatientes de la oposición en esos lugares son normalmente «civiles armados» que luchan durante tres días y después pasan cuatro días cuidando de sus negocios y familias. Como la oposición suní no tiene instalaciones que puedan ser atacadas, ¿qué van a bombardear los rusos? Aquí debe uno asimismo señalar que Rusia depende en gran medida de las fuerzas del presidente Bashar al-Asad para averiguar objetivos, analizar situaciones y proporcionar inteligencia en zonas específicas. Rusia no cuestiona muy rigurosamente las coordenadas y listas de objetivos que le proporciona el ejército de Asad. Es muy poco probable que los rusos dispongan de listas de objetivos militares confirmados, de ahí que acaben bombardeando las áreas residenciales y los mercados utilizados tanto por los civiles como por la oposición armada.
Furkan Azre afirma que los ataques aéreos rusos pretenden obligar a los civiles a abandonar las zonas controladas por la oposición. «Las fuerzas de Asad colocan objetivos civiles en sus listas de objetivos y coordenadas. Los rusos, que no revisan con cuidado esas listas, los consideran a todos objetivos militares», dijo.
Rusia está también aplicando presiones psicológicas al atacar a los trabajadores de organizaciones internacionales de ayuda humanitaria y otras instalaciones civiles. Rusia, que espera que las partes sirias se sienten un día negociar, utiliza estratégicamente sus ataques aéreos para erosionar la determinación de la oposición a continuar la guerra y obligarles a negociar desde una posición de debilidad.
Según un contacto en Idlib que habló bajo anonimato, los ataques rusos han conseguido progresos considerables a la hora de intimidar a los civiles, forzándoles a emigrar y destrozando sus ánimos.
«Todos los que han podido escapar se han marchado», dijo el contacto. «Si dispusiéramos de medios económicos, no estaríamos aquí ni un día más. Las fuerzas pro-Asad nos envían avisos a diario para que nos vayamos porque dicen que lo peor de los ataques aéreos está por llegar. No hay combatientes extranjeros en Idlib. Casi todos los militantes armados son sirios. Pero estamos verdaderamente agotados».
Como se ha expuesto, Rusia prosigue con sus ataques aéreos ciegos contra localidades pobladas por civiles en Siria para mantener bajos los costes de su implicación en la guerra y por razones estratégicas. Pero el hecho del aumento de las víctimas civiles de esos ataques debería hacerles pensar que están impidiendo la posibilidad de alcanzar la paz mientras tratan de ganar la guerra con bombas tontas.
(Timur Göksel tradujo el presente artículo del turco al inglés)
Metin Gurcan es columnista de Turkey Pulse de Al-Monitor. Sirvió en Afganistán, Kazajstán, Kirguistán e Iraq como asesor militar turco entre 2002 y 2008. Retirado del ejército, es ahora investigador de políticas de seguridad para un think tank que tiene su sede en Ankara. Actualmente prepara su doctorado sobre los cambios en el ejército turco en la última década.