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Decenas de miles de personas viven a la sombra del terror

El antisemitismo que no se denuncia

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

He aquí una estadística que no verás en la investigación sobre el antisemitismo, no importa cuán meticuloso sea el estudio. En los primeros seis meses del año se han registrado 154 agresiones antisemitas, 45 de ellas en torno a un único pueblo. Algunos temen que los altos registros del año pasado -411 ataques, un número más alto que los 312 de 2010, y los 168 de 2009- podrían superarse este año.

58 incidentes se registraron sólo en junio, incluyendo lanzamiento de piedras dirigidas a los agricultores y pastores, ventanas rotas, incendios, tuberías e instalaciones para el almacenamiento de agua dañadas, árboles de frutas arrancados y una casa de culto dañada. Los agresores aparecen a veces enmascarados, a veces no, a veces atacan a escondidas y otras a la luz del día.

Hubo dos ataques violentos al día, en lugares separados, el 13 de julio, 14 y 15. Las palabras «muerte» y «venganza» aparecieron pintadas en diversas áreas, un mensaje más original promete que «todavía seremos masacrados».

No es casualidad que los diligentes investigadores del antisemitismo dejaran de lado estos datos. Eso es porque no lo consideran tan relevante, ya que los semitas que fueron atacados viven en aldeas con nombres como Jalud, Mughayer y Al-Tuwani, Yanun y Beitilu. La dosis diaria de terror (también conocido como terrorismo) que se inflige a estos semitas no se compila en un informe estadístico ordenado, ni cuenta por la mayoría de la población judía en Israel y alrededor del mundo, a pesar de que los incidentes se asemejan a la historias contadas por nuestros abuelos.

El día más temido por nuestros abuelos era el domingo, el día de reposo cristiano; los semitas que no son del interés de los investigadores que monitorean el tema antisemitismo, temen al sábado, el Sabbath judío. Nuestros abuelos sabían que las autoridades encargadas del orden no iban a intervenir para ayudar a una familia judía bajo ataque. Sabemos en qué lado están el ejército de Israel, la policía de Israel, la Administración Civil, la Policía de Fronteras y los tribunales, cierran sus ojos, gambetean las investigaciones haciendo caso omiso de las evidencias, restando importancia a la gravedad de los hechos, protegiendo a los atacantes, e impulsando esas manos que protagonizan un tipo de pogromos. Detrás de estas manos que perpetran los ataques están los judíos israelíes que violan el derecho internacional al vivir en la Ribera Occidental. Sin embargo, los objetivos y metas de los ataques son la carne y la sangre de los israelíes de la no ocupación. Esta violencia sistémica es parte del orden existente. Complementa y facilita la violencia del régimen, y lo que los representantes -los comandantes de brigada, los comandantes de batallón, los generales y los oficiales de la Administración Civil- están haciendo, mientras «sobrellevan la carga» del servicio militar.

Están invadiendo tanta tierra como sea posible, utilizando pretextos y trucos que el Tribunal Superior de Justicia legaliza; están confinando a los nativos en las reservas densamente pobladas. Esa es la esencia del gran éxito conocido como la Zona C: un deliberado debilitamiento del 62% de la población palestina de Cisjordania, como preparación para la anexión formal.

Día tras día, decenas de miles de personas viven en la sombra del terror. ¿Habrá hoy un ataque a los hogares en los márgenes de la aldea? ¿Podremos llegar a la fuente de agua, a la huerta, al campo de trigo? ¿Podrán nuestros hijos llegar bien a la escuela o a la casa de sus primos, sanos y salvos? ¿Cuántos olivos fueron dañados durante la noche?

En casos excepcionales, cuando la suerte está de su parte, una cámara de vídeo operada por voluntarios de B’Tselem documenta un incidente y perfora la armadura de la ignorancia voluntaria que usan los ciudadanos de la única democracia de Oriente Medio. Cuando no hay cámara, el asunto es de poca importancia porque, después de todo, no se puede fiar de los palestinos. Sin embargo, esta rutina de la escalada de violencia es muy real, incluso si no se denuncia.

Para la organización de derechos humanos Al-Haq, la escalada es una reminiscencia de lo que ocurrió en 1993-1994, cuando la organización advirtió de que el aumento de la violencia, combinado con el fracaso de las autoridades para tomar medidas, daría lugar a gran número de víctimas. Y entonces, el doctor Baruch Goldstein, de Kiryat Arba, se acercó y asesinó a tiros a 29 fieles musulmanes en la Mezquita de Ibrahim. La masacre sentó las bases para llevar a cabo una política coherente de Israel de vaciar la Ciudad Vieja de Hebrón de sus habitantes palestinos, con la asistencia de los judíos israelíes que protagonizan los pogromos. ¿Hay alguien entre los que toman y ejecutan las decisiones en el país que esperan una segunda vuelta?

 

Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/the-anti-semitism-that-goes-unreported-1.394279