Traducida por S. Seguí
Señora ministra Michèle Alliot-Marie,
Ministerio de Justicia
13 Place Vendôme
75042 París
Estimada señora ministra:
Al igual que Serge Grossvak, Liliane Cordova-Kaczerginski o Jean-Guy Greilsamer, estoy a favor del boicot a los productos israelíes. Como ellos, y como numerosas personas en todo el mundo, judías y no judías, como numerosos israelíes mismos, estoy de acuerdo con la campaña BDS (boicot, desinversión, sanciones), una campaña de protesta no violenta lanzada por palestinos. Como algunos israelíes ilustrados de los que me enorgullece ser amiga, defiendo también el boicot universitario, porque creo que la sociedad israelí en su conjunto debe ser despertada de su torpor y de la intoxicación a que está sometida por parte de su gobierno.
Mis cuatro abuelos son judíos. Esto no basta sin duda para probar que no sea antisemita, pero hubiera bastado, hace algunos decenios, para que mi vida hubiera estado en peligro en Francia, donde vivo. Mi madre tenía también cuatro abuelos judíos, y pasó su primera infancia escondida por personas valerosas en el sur de Francia. Personas valerosas que con seguridad no eran antisemitas y para las que la cuestión ni siquiera se planteaba, simplemente le salvaron la vida, a ella y a sus padres.
Mi padre también tenía cuatro abuelos judíos. Mi padre tuvo la buena fortuna de nacer en Marruecos y de estar, como todos los judíos marroquíes, bajo la protección del rey. A pesar de todo, mis abuelos conocieron el expolio de Vichy y mi abuelo murió de amargura por ello.
El antisemitismo tiene pues en mi historia familiar una realidad muy concreta. Pero hoy, la acusación de antisemitismo se lanza a izquierda y derecha, y se ha convertido en una noción vaga, manipulada por el Estado de Israel y por sus defensores para exonerar a dicho Estado de todos sus crímenes.
Pues se trata de crímenes reales, impunes, que continúan en todo momento bajo la cobertura de este escudo: el antisemitismo. No se trata de que el antisemitismo haya desaparecido. Existe, pero no está allí donde ustedes pretenden que se halla. Está, a menudo, en los y las que creen que defender Israel a toda costa es defender a «los judíos». Está en los que creen al CRIF (1), cuando esta asociación pretende representar a «los judíos de Francia». Está en los que no distinguen entre antisemitismo y antisionismo. Y está, sobre todo, en los que creen que Israel es la patria natural de todos los judíos, y que con ello suponen implícitamente que los judíos no están realmente en su casa en ninguna otra parte. Sí, me han leído ustedes bien. El antisemitismo se da sobre todo entre los defensores ciegos de Israel y del sionismo. El antisemitismo que se reconoce como sionismo, es tan solo una chaqueta a la que se le ha dado la vuelta. Se trata siempre de la misma chaqueta.
Atentamente le saluda,
Joëlle Marelli
(1) Conseil Représentatif des Institutions juives de France
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