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El ataque de EE.UU. contra Siria enardece a Iraq

Fuentes: Asia Times

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El ataque de EE.UU. contra Siria del 27 de octubre, que llevó a la muerte de ocho civiles, produjo ondas de choque en todo Iraq, enfureciendo sobre todo a la comunidad suní, a ex baasistas y a dirigentes tribales pro-sirios.

Fue una sorpresa de tales dimensiones para el primer ministro Nuri al-Maliki que se mostró totalmente perplejo al comentar. El primer ministro de Iraq, aliado de Irán y antiguo residente de Siria, quedó en la situación de ser simple testigo de cómo se atacaba a Siria desde su propio territorio – sin su conocimiento.

Las relaciones de Maliki con Damasco pueden ser descritas como cordiales en el peor de los casos, calurosas en el mejor. Nunca han sido excelentes, pero se opone categóricamente a toda desestabilización de Siria, ya que sabe que el desbordamiento hacia Iraq sería colosal.

Otros políticos iraquíes, como el presidente Jalal Talabani, tampoco fueron informados por anticipado sobre el ataque, que echó sal sobre las heridas. También Talabani, habría dicho «no» ya que, a diferencia de Maliki, tiene una excelente relación con el presidente sirio Bashar al-Assad. Existen informaciones de que el líder chií Muqtada al-Sadr se enfureció.

La presión de iraquíes contrariados fue tanta, que el gobierno de Maliki se vio obligado a cambiar su actitud, originalmente silenciosa, frente al ataque, 24 horas después de que aviones de EE.UU. atacaron la localidad fronteriza siria de Abu Kama. Ali Dabbagh, portavoz del gobierno, explicó: «La constitución no permite que Iraq sea utilizado como lugar de salida de ataques contra países vecinos.» El ministro adjunto de exteriores, Labid Abbawi agregó: «Estamos tratando de contener las consecuencias del incidente. Es lamentable y lamentamos que haya ocurrido.»

Un destacado político kurdo, Mahmud Othman, confirmó que el ataque fue realizado sin informar al gobierno central en Bagdad. Temía, sin embargo, que una acción semejante sólo aumentaría el sentimiento anti-estadounidense en Iraq y dificultaría la firma por responsables iraquíes del controvertido Acuerdo de Estatus de las Fuerzas (SOFA) con el gobierno de EE.UU. Éste ha sido discutido durante meses por Washington y Bagdad.

Othman, quien apoya la firma de un acuerdo con EE.UU., dijo: «[El ataque] será utilizado contra el acuerdo y dará motivos a los iraníes para aumentar su interferencia en este país contra el acuerdo. Ahora los países vecinos tienen un buen motivo para preocuparse por la continuación de la presencia de EE.UU. en Iraq.»

El SOFA, si es firmado, reemplazará el mandato de Naciones Unidas, que expira a fines de año, bajo el cual EE.UU. opera actualmente en Iraq.

La reacción chií

Cada partido en Iraq tiene sus propios motivos para oponerse al ataque, y a la posibilidad de una ulterior confrontación de EE.UU. con Siria. Los chiíes iraquíes, que nunca se han sentido demasiado atraídos por los estadounidenses, piensan que la acción de EE.UU. apunta a debilitar a un aliado esencial de Irán. Temen que podría ser un indicador de que la guerra contra Irán – o por lo menos un ataque similar – podría ser inminente, antes de que el presidente George W Bush abandone la Casa Blanca.

El ex embajador de EE.UU. ante Naciones Unidos y destacado neoconservador, John Bolton, sólo aumentó sus temores cuando se presentó esta semana en el popular programa de entrevistas árabe Bi Saraha [Francamente] en el canal saudí al-Arabiya y advirtió que si las sanciones no tienen efecto se aproximaba la guerra contra Irán. La ONU ha impuesto tres ciclos de sanciones contra Irán por su programa nuclear, y EE.UU. ha impuesto algunas por su propia cuenta.

El ataque contra Siria ha sido electrizante para los chiíes de Iraq, que una vez más llaman a Maliki a que no firme el SOFA, afirmando que será utilizado contra Irán ya que daría a EE.UU. acceso a largo plazo al territorio iraquí. Esta semana, el llamado fue repetido por influyentes chiíes, el Gran Ayatolá (de origen persa) y Muqtada.

Reacción suní

Los suníes están furiosos, por sus relaciones históricas, tanto personales como comerciales, con los sirios. Mientras Irán siempre sirvió como un refugio para los chiíes iraquíes, Siria hizo lo mismo por los suníes iraquíes y estos se volvieron hacia Siria en busca de amparo y salvación después de la caída del régimen de Sadam Husein en 2003.

Damasco ha sido muy elocuente en la exigencia de que los suníes retornen al proceso político, solicitando que se les dé un papel más importante bajo Maliki, a través de un acercamiento con el Frente Iraquí de Acuerdo y el Partido Islámico Iraquí. También llamó a que se modifiquen las leyes de des-baasificación, que afectaban a numerosos suníes, una amnistía política para sacar a miles de suníes de cárceles iraquíes y de EE.UU., y se opuso a la anexión de Kirkuk (una ciudad que los suníes consideran árabe suní) al Kurdistán iraquí.

De los 1,5 millones de refugiados iraquíes en Siria, la mayoría son suníes. Fueron tratados bien por los sirios después de su éxodo en 2003. No quieren volver a Iraq, pero podrían tener que hacerlo si las relaciones se empeoran dentro de Siria. Lo que hace más delicado el vínculo sirio-iraquí es la superposición de poderosas tribus, que se oponen enérgicamente a un ataque de EE.UU. contra Siria, sobre ambos países.

Esas tribus formaron otrora la espina dorsal del movimiento anti-estadounidense en Iraq y muchas de ellas se han sumado a los Consejos del Despertar, creados en 2007 para combatir a al-Qaeda en Iraq. Fueron persuadidas para cambiar de lado mediante apoyo político, dinero y armas, distribuidos generosamente por los estadounidenses. Si se enojan con los estadounidenses y deciden abandonar los Consejos del Despertar, podría significar un desastre para EE.UU. en Iraq.

Una de las tribus que están a punto de estallar contra los estadounidenses debido al ataque, es la tribu Bakara, que suma aproximadamente 1 millón de personas divididas a medias entre Siria e Iraq. La segunda tribu importante son los Tai, con 25.000 miembros en Siria y una cantidad importante en Iraq. Luego viene al-Jabour, con 350.000 personas, basadas sobre todo en Iraq y en parte en Siria. La otra de fuerza importante es la Shammar que, como al-Bakara, está dividida entre Siria e Iraq.

Las tribus políticamente débiles incluyen a al-Sharabin (90.000 miembros) y al-Oudaidat que, sin embargo, tiene más de 500.000 miembros que viven dentro de Siria. Otras tribus incluyen a al-Ruwula y Hassana, del desierto sirio; Butainat y Ab adah, cerca de la antigua ciudad de Palmira; y Fadan Walad y Fadan Kharsah del desierto del Éufrates. Todas esas tribus son «reyes de la frontera sirio-iraquí» con más influencia para que se hagan las cosas que sirios, iraquíes y estadounidenses juntos. También se oponen categóricamente a la confrontación con Siria a través de suelo iraquí y los estadounidenses no pueden dejar de prestar atención a sus objeciones, y de tomarlas en serio.

La reacción de Maliki

La presión del ataque contra Siria ha obligado al gobierno a mostrar una cierta intransigencia frente a los estadounidenses respecto al SOFA. Demasiada gente ya frunce el ceño porque Maliki permitió que los estadounidenses atacaran a un Estado árabe vecino desde su territorio. No puede ser visto abrazando demasiado de cerca a los estadounidenses, para no molestar a la calle iraquí (tanto suníes como chiíes) o a los iraníes.

Ahora, Maliki quiere eliminar toda referencia en el borrador del SOFA a la posibilidad de que tropas estadounidenses permanezcan hasta después de 2011. Según el borrador, los estadounidenses se retirarán de ciudades y aldeas antes de junio de 2000, y de todo Iraq en 2011. Otra exigencia respecto al borrador tiene que ver con la inmunidad de soldados de EE.UU. estacionados en Iraq. El borrador actual dice que un comité de EE.UU. decidirá si un soldado ha cometido un crimen en suelo iraquí, y los juzgará correspondientemente. La enmienda dice que un comité conjunto iraquí-estadounidense debiera cumplir esa tarea, no sólo estadounidense. También, la cláusula 9 de la sección 12 otorga inmunidad de la ley iraquí a soldados estadounidenses, lo que Maliki quiere que sea modificado.

Y la reacción siria…

Los sirios han recurrido a varias medidas como reacción a lo sucedido el 27 de octubre, todas las cuales podrían llevar a muchos problemas en la región, a menos que EE.UU. presente una disculpa (como lo solicita el gobierno sirio).

Un paso simbólico fue clausurar la escuela estadounidense en Damasco y el Centro Cultural de EE.UU. La escuela, particularmente dolorosa para los estadounidenses porque es vista como parte de su misión cultural global, fue abierta en 1956 por un acuerdo especial entre el Ministerio de Exteriores sirio y el entonces Secretario de Estado John Foster Dulles. Otros pasos más concretos incluyen:

  • La suspensión del trabajo de los comités de seguridad sirio-iraquíes, dirigidos por los ministerios del Interior de Siria e Iraq. Esto significa que no continuará el intercambio de información sobre los yihadíes que quieren cruzar la frontera hacia Iraq, o vice versa.
  • La suspensión de las relaciones diplomáticas, que llevaría al retiro del recién nombrado embajador de Siria en Iraq, Nawaf al-Fares. Fares, quien procede de una prominente tribu que vive en Siria e Iraq y es baasista, de quien se esperaba que tuviera un papel significativo en la reconciliación entre chiíes y suníes de Iraq, debido a las excelentes relaciones que mantiene con ambos. Además, su nombramiento ha legitimado considerablemente al régimen de Maliki respaldado por EE.UU. ante los ojos de los suníes iraquíes de a pie. Una cosa es si un país como Bahréin o Jordania reconoce al gobierno Maliki; es algo que se espera por sus estrechas relaciones con EE.UU. Otra cosa es si Siria, que tiene una disputa con EE.UU. y casualmente sigue siendo baasista, envía un embajador a Bagdad. Un paso semejante hace maravillas para la imagen de Maliki a los ojos de sus compatriotas, y lo contrario le sería lógicamente muy perjudicial.
  • La reducción de la cantidad de tropas estacionadas en la frontera con Iraq, lo que facilitaría el cruce de combatientes extranjeros hacia Iraq. Todavía no está claro si esto significa remover los muros de arena, los centros de observación y control que los sirios crearon en 2005 y que han salpicado por toda la frontera para impedir que crucen coches, contrabandistas y terroristas. Sin embargo, el gobierno sirio negó el viernes que haya reducido la cantidad de soldados estacionados en la frontera.

Los sirios siguen esperando oír una explicación lógica y oficial de Washington, sea de Bush, de la Secretaria de Estado Condoleezza Rice o del Secretario de Defensa Robert Gates. «Fuentes» en el gobierno de EE.UU., así como informaciones de prensa, dicen que el hombre objeto del ataque era Abu Ghadiyah, un alto comandante de al-Qaeda. Los sirios hablan de jugada sucia, diciendo que si Ghadiyah hubiera estado oculto en territorio sirio, ellos habrían sido los primeros en perseguirlo porque su presencia amenaza la seguridad nacional de Siria.

Si los estadounidenses les hubieran informado que esa persona se ocultaba en un cierto sitio, lo habrían rastreado, como en el caso de numerosos yihadíes que han sido capturados por la policía gracias a la cooperación conjunta entre Siria, Iraq y EE.UU.

Abu Ghadiyah, después de todo, es un joven agente de al-Qaeda (de 30 años) de Mosul en Iraq, quien es acusado de trabajar con el antiguo terrorista supremo

Abu Musab al-Zarkaui. ¿Por qué iba a estar interesada Siria, un régimen laico que ha luchado contra los fundamentalistas islámicos desde mediados de los años sesenta, en albergar a semejante personaje mortífero, sabiendo perfectamente que crearía muchos problemas dentro de Siria?

Conclusión

Hasta que venga una explicación adecuada de EE.UU., es seguro suponer que hay gente en el gobierno saliente de EE.UU. que está molesta por la conducta moderada que Siria ha mostrado en los últimos siete meses, y quiere que cambie hacia la radicalización. La lógica nos dice que los radicales no tratan con moderados; los incomoda.

Cuando el dirigente radical israelí, Ariel Sharon, se vio enfrentado al líder de la Organización por la Liberación de Palestina, con su rama de oliva, el primer ministro israelí se sintió incómodo ya que hubiera preferido enfrentar a alguien como el jefe político de Hamas, Khaled Meshaal, otro radical, que buscaba la confrontación con Israel.

Del mismo modo, los estadounidenses estaban contentos con las políticas de rechazo de Siria en 2003-2005, y las utilizaron para presionar por más sanciones, confrontación y un posible cambio de régimen en Siria. Cuando Siria cooperó respecto a Iraq y el Líbano, los radicales en el gobierno de EE.UU. sintieron que ya no podían presentar argumentos apropiados contra Siria. Estaban preocupados de que el Departamento de Estado estuviera colaborando con los sirios respecto a Iraq y conversaciones indirectas de paz con Israel. Para detener por completo el asunto, prepararon la historia de

Abu Ghadiyah, atacaron a Siria, esperando que Siria tomara represalias con más radicalización, que llevarían a una confrontación.

Hasta ahora, la reacción siria ha sido simbólica, mediante manifestaciones de protesta de cientos de miles de personas el 30 de octubre, y la clausura de la escuela estadounidense, y sustantiva, mediante la ruptura de relaciones diplomáticas con Iraq, pero no con EE.UU. – los sirios apuestan al senador demócrata Barack Obama como próximo presidente.

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Sami Moubayed es un analista político sirio.

(Copyright 2008 Asia Times Online (Holdings) Ltd.

http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/JK01Ak05.html