La Organización Panamericana de Salud (OPS), entidad que actúa como oficina regional de la OMS, anunció el 30 de junio en Washington que Cuba es el primer país del mundo en eliminar la transmisión de madre a hijo del VIH/SIDA y la sífilis, informa Prensa Latina. El 27 de marzo 202 médicos y enfermeras cubanos […]
La Organización Panamericana de Salud (OPS), entidad que actúa como oficina regional de la OMS, anunció el 30 de junio en Washington que Cuba es el primer país del mundo en eliminar la transmisión de madre a hijo del VIH/SIDA y la sífilis, informa Prensa Latina. El 27 de marzo 202 médicos y enfermeras cubanos (de un total de 256) volvieron a la isla después de casi un semestre de batalla contra el ébola en Liberia y Sierra Leona. Asimismo ha trascendido que al cierre del trienio 2011-2013 la esperanza de vida de la población cubana alcanzó los 78,4 años (80,4 las mujeres y 76,5 los hombres). «Deseamos que todos los habitantes del planeta puedan acceder a servicios médicos de calidad como en Cuba», afirmó la directora general de la OMS, Margaret Chan, en su visita a La Habana durante el verano de 2014.
Ésta es la realidad hoy del sistema de salud cubano. Pero no siempre fue así. En el manuscrito «La Historia me absolverá» (1953), Fidel Castro señala las fallas en la atención médica, la muerte de niños sin asistencia o las consecuencias del hacinamiento. Antes del triunfo de la Revolución (1959), Cuba contaba con tres universidades, una escuela de Medicina y 6.286 médicos, la mayoría en grandes ciudades y dedicados al ejercicio privado de la profesión. Además, el derrocamiento de Batista y la victoria revolucionaria produjo un éxodo de cerca de la mitad de los profesionales sanitarios. La tasa de mortalidad infantil era superior a 60 por cada mil nacidos vivos y la expectativa de vida no alcanzaba los 60 años. Muchas de estas realidades se viven hoy en los países de América Latina.
A partir de 1959 Cuba inicia una política nacional de salud. Los cambios y la evolución respecto al pasado se produce a pesar de las adversidades. «Cuba ha sufrido un bloqueo económico y ha sido militarmente agredida por Estados Unidos, incluidos los ataques bacteriológicos; hemos salido adelante después de mucho sacrificio», ha afirmado la doctora especializada en Pediatría Aleida Guevara, una de las hijas del Che, en un acto organizado por la Federación de Jubilados y Pensionistas de Comisiones Obreras del País Valenciano. Guevara trabaja actualmente en Hospital Infantil William Soler de La Habana y es colaboradora del Centro de Estudios Che Guevara. También ha ejercido la medicina en Angola, Ecuador y Nicaragua. Recientemente ha contactado con las poblaciones guaraníes del norte de Argentina, donde ha extraído dos lecciones: el «privilegio» de contar con un sistema de salud como el cubano; y lo mucho que hay que aprender de los pueblos aborígenes.
Aleida Guevara define el sistema nacional de salud cubano como universal, gratuito, regionalizado e integral. Además «es muy importante el carácter preventivo de la medicina en la isla, ya que abarata enormemente los costes», explica la doctora. Los avances de la medicina cubana son el resultado de un proceso que comenzó en la década de los 60, con la gratuidad de los servicios y las campañas de vacunación. En los años 70 se potenciaron las facultades de Medicina; la siguiente década es la de los programas de atención a las familias y los 90, los del «periodo especial», los años de los grandes apuros económicos, que pese a todo no cuestionaron el rol capital de la sanidad pública. El nuevo siglo establece otras prioridades, como el desarrollo de la alta tecnología en la investigación y el aumento de la colaboración internacional. «Somos un pueblo pobre, al que le expoliaron todas las riquezas naturales excepto el níquel, pero en el que la gente muere como en los países ricos, por enfermedades crónicas».
En 2014 la mortalidad infantil en Cuba se situaba en los 4,2 por cada mil nacidos vivos (más de 60 por mil, antes de 1959); la mortalidad infantil en los menores de cinco años se sitúa en 5,7 por mil nacidos vivos. En los años 80, después del triunfo de la revolución sandinista, Fidel Castro planteó a los estudiantes de último curso de la licenciatura de Medicina la posibilidad de terminar la carrera en Nicaragua. Aleida Guevara, con 23 años, se desplazó al país centroamericano con 480 compañeros de promoción. «Nos dejaron solos para hacer partos; hice un centenar y me convertí en una especialista», recuerda. La unidad básica de la sanidad cubana es el consultorio del médico de familia, formado por un galeno y una enfermera, además de un psicólogo y un trabajador social. Una figura importante en el modelo es el médico especialista.
El segundo eslabón del sistema lo constituye el Policlínico, que facilita la información sobre los pacientes al médico de cabecera. Del Policlínico dependen la casa de abuelos, el centro de salud mental, el hogar materno, la óptica, las farmacias, la clínica estomatológica y los consultorios. Se trabaja además con el taichi; 451 policlínicos, 11.506 consultorios, 152 hospitales, 138 hogares maternos, 143 hogares de ancianos y 30 de impedidos forman parte del sistema. El Sindicato de Salud incluye a todos los trabajadores del sector, desde los que se dedican a la limpieza de los hospitales, hasta quienes investigan en laboratorios o los transportistas. Aleida Guevara recuerda el alza del salario de los médicos en la isla, que obedece en parte al incremento de las divisas por los pagos a facultativos cubanos que trabajan en otros países (países como Angola o Qatar pagan sumas importantes por los servicios médicos).
En el listado de enfermedades eliminadas en Cuba durante los últimos años destaca la poliomelitis (1962), la difteria (1979), el sarampión (1993) o la rubéola (1995). En otros casos se ha reducido el índice de morbilidad gracias a las vacunas: la hepatitis B desde 2003 o las paperas. La afección por VIH-SIDA también es muy baja. Entre los 15 y los 24 años, afecta al 0,05% de la población y entre los 15 y los 49, al 0,09% de los habitantes. «Personas afectadas por el virus informan a jóvenes en las escuelas, sobre cómo se contagiaron o las características de la enfermedad», destaca Guevara. Uno de los principales retos de los próximos años apunta a la atención de las personas mayores.
Según la doctora cubana, «se trabaja mucho con la tercera edad pero todavía no lo suficiente, sobre todo porque la población cubana va envejeciendo». En Cuba viven 1,9 millones de habitantes mayores de 60 años, el 17% de la población (la esperanza de vida de 78,5 años acentúa la tendencia). Otra particularidad del sistema sanitario cubano tiene que ver con la fuerza laboral. El 70% de los 500.250 trabajadores del sector son mujeres.
A pesar del bloqueo estadounidense, la doctora Guevara resalta el trabajo que Cuba realiza para la producción de vacunas que prevengan patologías de útero o de mama, los medicamentos para afrontar el cáncer o las enfermedades de la piel y la exportación de retrovirales para combatir el SIDA en África (entre 1963 y 2009 cerca de 135.000 profesionales de la sanidad cubana colaboraron en 109 países). Aleida Guevara explica cómo la Ley Helms-Burton ha provocado la falta de medicinas en la isla, lo que obliga a efectuar compras a través de intermediarios (en ocasiones cuatro o cinco).
«Esto encarece mucho el producto; hay medicamentos que no tenemos, o que conseguimos y en seguida desaparecen». Una de las salidas que ha buscado la sanidad cubana es la medicina «verde». La tradición cultural «afro» facilita esta vía alternativa. Con una planta silvestre, el romerillo, se producen eficaces gotas nasales. Para la dermatitis o problemas vaginales se utiliza la sábila (aloe vera). Los mayores utilizan la salvia frente a las migrañas. «También aprendimos acupuntura con los chinos», enfatiza la doctora. Incluso los especialistas cubanos, que facilitan estos tratamientos con normalidad en la sanidad pública, han encontrado «puntos» para tratar el asma o los dolores de lumbago, que complementan los conocimientos de la medicina tradicional china. También se adopta la reflexología de pies y manos, el incienso, la medicina floral y la homeopatía. La adopción de estos tratamientos «alternativos» no oculta una realidad inapelable: «Hay medicinas que no puede adquirir el estado por culpa del bloqueo».
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