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El boicot es nuestra resistencia no violenta

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M.

El movimiento BDS está ganando fuerza mundialmente en la forma de protesta efectiva y responsable contra los asentamientos que mantiene Israel, en contraste con el respaldo de Scarlett Johansson.

La controversia alrededor de Sodastream llamó recientemente la atención de los medios de comunicación de todo el mundo y ha puesto de relieve la actual ocupación militar de Israel además de contribuir al aumento de la conciencia global y responsabilidad social hacia Palestina. El suceso ha dejado clara toda la cuestión de la impunidad de Israel y la necesidad imperativa de una intervención multifacética y de rendición de cuentas.

La elección de Scarlett Johansson para ser la cara de Sodastream, una compañía que opera una fábrica en el asentamiento ilegal de Maale Adumim, ha puesto en primer plano el debate de la continua actividad de los asentamientos israelíes y el costo real de una política tan peligrosa e irresponsable. Johansson, quien también fue embajadora de la organización de derechos humanos Oxfam, de pronto se enfrentó a una situación de conflicto de intereses, el reto de la responsabilidad y la elección individual. El hecho de que Johansson decidiera echar su suerte con Sodastream es como mínimo ingenuo, y en el peorde los casos una expresión de una total falta de respeto a la justicia y los derechos humanos.

Diversas formas complementarias de la resistencia no violenta, que comparten su respeto por el derecho internacional, los valores y principios universales y las exigencias de una paz justa, han comenzado a ganar impulso en el ámbito internacional. Los objetivos de esta resistencia son en primer lugar que la excepcionalidad y el sentido del derecho de Israel deben llegar a su fin, y en segundo lugar, las consecuencias de su continua ocupación deben llegar a casa, incluyendo los costos morales, económicos y políticos.

Iniciada por la sociedad civil palestina y sostenida por grupos de solidaridad y de personas de conciencia de todo el mundo, incluso dentro del propio Israel, el modelo del boicot, desinversión y sanciones (BDS) es, en varios aspectos, modelado después de la larga, pero eficaz, lucha contra el apartheid institucional y el racismo en Sudáfrica. Su éxito en la sensibilización mundial y la promoción a la acción en las esferas económicas, culturales y académicas ha ganado fuerza gradualmente.

Este movimiento global representa una manera eficaz y responsable de hacer frente a la escalada de violaciones de Israel, en particular sus actividades en los asentamientos, la confiscación de tierras palestinas, la demolición de casas palestinas, el bloqueo militar de la Franja de Gaza, y la anexión y el aislamiento de Jerusalén. Además, constituye un método proactivo de la resistencia no violenta, que es esencial a la lucha palestina por la igualdad y la libertad. Proporciona a los individuos, grupos y redes de todo el mundo la oportunidad de participar de manera efectiva y hacer una diferencia de la responsabilidad social a través de actos individuales y colectivos.

Tal movimiento de solidaridad permite a los palestinos y sus partidarios soportar las medidas opresivas de la ocupación israelí y resistir de manera responsable y no violenta. Demuestra, además, que la ocupación es costosa y crea un incentivo para que los miembros de la sociedad civil israelí responsabilicen a su Gobierno y para poder llamar a poner fin a este tipo de políticas que están socavando sus propios intereses nacionales y la destrucción de la solución de dos estados.

Cada vez más e individualmente, los estados se están desvinculando de la empresa de los asentamientos coloniales, ya sea a nivel bilateral y multilateral o en las esferas pública y privada. Estos pasos son una implementación de políticas y principios, así como la legislación nacional e internacional, y están destinados a rescatar la solución de dos estados frente a la política israelí profundamente dañina de expansión de los asentamientos.

Con este cambio de paradigma, las reglas de combate han cambiado. Los ciudadanos, los estados y los gobiernos del mundo ya no están dispuestos a tolerar loca carrera del gobierno israelí para crear un «Gran Israel», o un sistema de apartheid de ocupación y discriminación. Cuando el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, aludió a esta realidad, en lugar de prestar atención al mensaje, los funcionarios israelíes lanzaron una campaña histérica contra el mensajero.

Ningún tipo de distorsión o «hasbara» (bien financiado, sin embargo) será capaz de contrarrestar un movimiento global en expansión. El uso excesivo del antiguo y cansado mantra de «deslegitimación» y prejuicio antiisraelí es falso dadas las violaciones y burla del derecho internacional y el derecho internacional humanitario, persistentes y sistemáticas del Gobierno israelí. Si Israel decide definirse únicamente a través de su proyecto de ocupación de colonización y limpieza étnica, entonces debe hacerse responsable exclusivo de su propia «deslegitimación».

El doctor Hanan Ashrawi es miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y jefe del Departamento de Cultura e Información de la OLP.

Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.573315

rCR