Un trabajador prepara los féretros para la ceremonia. (Foto: Reuters) BEIRUT.- El diario libanés ‘As Safir’, próximo a la coalición liderada por Hizbulá, resumía el ambiente con una simbólica frase. «En pocos días la primavera regresará, cambiando el ciclo [natural] de las estaciones». Para los seguidores del 8 de Marzo, el intercambio de prisioneros […]
BEIRUT.- El diario libanés ‘As Safir’, próximo a la coalición liderada por Hizbulá, resumía el ambiente con una simbólica frase. «En pocos días la primavera regresará, cambiando el ciclo [natural] de las estaciones».
Para los seguidores del 8 de Marzo, el intercambio de prisioneros que tendrá lugar el miércoles en la frontera entre Israel y el Líbano supone una victoria absoluta, un triunfo que apacigua las heridas causadas por la destrucción israelí de 2006, cuando la captura de los dos soldados israelíes desató la furia de Tel Aviv en forma de bombardeos.
El desproporcionado canje que pone fin a aquel episodio, por el cual cinco presos -uno de ellos Samir Kuntar, condenado a 542 años de cárcel por tres asesinatos en Israel- y 200 cadáveres de libaneses y palestinos volverán al país de los Cedros a cambio de la devolución de los dos militares judíos, refuerza a Hizbulá en un momento delicado, dado que la legitimidad de sus armas -legalmente reconocidas en cuanto están destinadas a combatir contra Israel- fue puesta en duda el pasado mayo, cuando se emplearon en los combates internos que empujaron al país a la guerra civil.
El miércoles todos los líderes libaneses, a favor o en contra de Hizbulá, participarán en los festejos de la Operación Radwan, como ha bautizado el canje el Partido de Dios en memoria de Imad Mugniyeh (más conocido como Haj Redwan), el jefe de operaciones de Hizbulá asesinado en Siria hace unos meses. Así honrarán el regreso de los 205 ‘héroes’, vivos o muertos, en una celebración que ahondará en la derrota israelí y unirá a los libaneses temporalmente en torno al enemigo común.
El canje comenzará sobre las 9.00 horas en la frontera libano-israelí a la altura de la localidad de Naqoura, cuando tras constatar con pruebas genéticas la identidad de los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev, a quienes Israel da por muertos, el Ejército hebreo libere a los militantes de Hizbulá Jaled Zidan, Maher Kurani, Mohamed Sarur y Husein Suleiman y al preso Samir Kuntar, un militante del Frente Popular de Liberación palestino que en 1979 acometió una acción armada en Nahariya, al norte de Israel, por la que resultaron muertos un policía, un civil y su hija de cuatro años. Kuntar siempre negó haberla matado.
Icono de la resistencia y terrorista
Tras pasar tres décadas en prisión, Kuntar se ha convertido en un icono de la resistencia contra la ocupación israelí, de ahí la importancia de su liberación, máxime cuando en Israel es considerado prototipo del ‘terrorista’.
Imagen de archivo de los soldados Eldad Regev y Ehud Goldwasser. (Foto: AP)
Una vez que los combatientes sean devueltos al Líbano serán transportados en helicóptero al aeropuerto de Beirut, donde los líderes, desde el presidente Michel Sleiman hasta el primer ministro, el presidente del Parlamento y los jefes de partidos políticos, participarán en una vasta ceremonia que repercutirá en todo el país.
Al mismo tiempo, los cadáveres de 200 árabes, entre ellos ocho miembros de Hizbulá, 150 guerrilleros palestinos y un número indeterminado de civiles libaneses, serán devueltos por Israel. Once camiones de Cruz Roja facilitarán el transporte de los cadáveres, para lo cual Hizbulá ya ha dispuesto 200 féretros envueltos en banderas libanesesa y de la organización. Los cuerpos serán enterrados en sus ciudades de origen. Una gran celebración culminará el intercambio en Dahiyeh, el sector chií de Beirut, en el cual se espera una intervención televisada del líder del Partido de Dios, Hasán Nasrala.
En el sur del país, feudo chií de Hizbulá, y especialmente en la ruta entre Naqoura y Sidón, centenares de voluntarios han colgados banderas de la organización y pancartas con frases como «Nosotros no abandonamos a nuestros detenidos en prisión» o «Gracias a las armas de la resistencia, liberaremos a nuestros presos». El significado político de ésta es de enorme calado, dado que el Acuerdo de Doha con el que las facciones pusieron fin a sus desaveniencias en mayo obliga a las facciones a abrir un diálogo sobre el futuro de las armas del Partido de Dios.
Las celebraciones que vivirá el Líbano suponen el último varapalo para Israel a costa de Hizbulá, dado que mientras los libaneses reciben como héroes a los suyos los israelíes llorarán el destino de los dos soldados capturados, a quienes el Mossad da por muertos.
Caída de tres mitos
Dos años han sido necesarios para un intercambio cuyos antecedentes se remontan al 12 de julio de 2006, cuando un comando de Hizbulá atravesó la frontera para capturar a dos soldados israelíes en una operación en la que murieron otros ocho militares. El jeque Hasan Nasrala, líder del Partido de Dios, anunció entonces que el objetivo era intercambiar a los judíos por presos árabes en cárceles israelíes, en especial Samir Kuntar. Tel Aviv se negó y lanzó una ofensiva diseñada, en teoría, para acabar con Hizbulá que mató a 1.200 libaneses, la mayor parte civiles, y destruyó buena parte del país.
Hizbulá no sólo no quedó debilitada, sino que salió reforzada del embate: sus cohetes Katiusha y sus operaciones militares causaron 160 bajas israelíes, la mayor parte soldados, y su desempeño fue tal que Israel se vio obligada a retirar a sus hombres, que habían avanzado con grandes dificultades por el sur libanés, a su territorio tras sembrar el lugar de bombas de racimo, prohibidas por la legislación internacional. La retirada israelí reforzó a la organización chií que, desde entonces, ha mejorado sustancialmente su arsenal convirtiéndose en un enemigo más feroz, si cabe, para Israel.
La guerra fue considerada un fracaso por la población judía, que siente cómo la humillación se acrecienta con el intercambio del miércoles. «El precio [de la liberación de los soldados] es doloroso e intolerable, pero no debe ser un obstáculo», admitía el ministro Ruhama Avraham-Balila.
Con el intercambio confirmado esta mañana por el gabinete de Ehud Olmert, tres mitos se derrumban: que Israel no negocia con «terroristas», como considera a Hizbulá, que no entrega vivos por muertos y que no canjea presos con delitos de sangre. No es la primera vez que ocurre, y ni siquiera será el intercambio más sonado de su historia, aunque la importancia del preso Kuntar, condenado a varias cadenas perpetuas, hace de este canje algo único.
Según el recuento de Hebdo Magazine, ha habido 12 intercambios entre Israel y el Líbano. En 1979, seis soldados israelíes fueron intercambiados por 98 combatientes y 4.700 presos. En 1985, tres soldados fueron liberados a cambio de 1.150 combatientes, muchos de los cuales, como el jeque Ahmed Yasin, de Hamas, serían líderes de las Intifadas palestinas.
En 1996, dos cadáveres israelíes fueron canjeados por los restos de 123 árabes. En 1999, cinco libaneses fueron liberados por Israel a cambio de información sobre la suerte del aviador israelí Ron Arad y en 2004, 436 presos fueron intercambiados por Elhanan Tenenbaum y los cuerpos de tres judíos capturados en 2000 por Hizbulá.
El único mito que confirma este intercambio es que Israel nunca abandona a sus hombres, ni vivos ni muertos. El Partido de Dios tampoco.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/07/15/internacional/1216131404.html