Líbano celebró la liberación de cinco prisioneros y la entrega de 200 féretros por parte de Israel como una victoria. Entre los israelíes, en cambio, cundió el desánimo tras confirmarse que los soldados Eldad Regev y Ehud Goldwasser, capturados por Hizbullah, estaban muertos. A la amargura de los israelíes contribuyó que Samir al-Qantar, preso durante […]
Líbano celebró la liberación de cinco prisioneros y la entrega de 200 féretros por parte de Israel como una victoria. Entre los israelíes, en cambio, cundió el desánimo tras confirmarse que los soldados Eldad Regev y Ehud Goldwasser, capturados por Hizbullah, estaban muertos. A la amargura de los israelíes contribuyó que Samir al-Qantar, preso durante 30 años y a quien consideran «un asesino de niños», y sus compañeros fueran recibidos como héroes.
Combatientes de Hizbullah en traje de gala cabalgando caballos con adornos, alfombras rojas en el suelo y banderas gigantes. El movimiento chií preparó un recibimiento triunfal a los cinco presos libaneses y a los 200 ataúdes de combatientes antisionistas -varios de ellos palestinos- que fueron entregados ayer por Israel.
Nada más pisar tierra libanesa, Samir al-Qantar, miembro del FLP que llevaba casi 30 años en cárceles sionistas, y los militantes de Hizbullah Jodr Zaidane, Maher Qourani, Mohammad Sorour y Hussein Sleiman -todos ellos capturados en 2006- fueron recibidos con honores por el movimiento chií. «Es una liberación gracias a la resistencia, a la sangre y al martirio», proclamó el jefe de la oficina política de Hizbullah, Ibrahim Amin el-Sayyed.
Los cinco ex presos subieron a un helicóptero que les condujo al aeropuerto de Beirut, donde les esperaban sus familiares y destacadas autoridades libanesas, entre las que destacaba el presidente de la República, Michel Sleimane; el primer ministro, Fouad Siniora; y el presidente del Parlamento, Nabih Berri. Es decir, se produjo un consenso extremadamente extraño de ver en un país tan dividido como Líbano.
En la celebración popular que se celebró en un barrio del sur de Beirut apareció el líder de Hizbullah, Hassan Nasrallah, que abrazó a los presos recién liberados ante una enfervorecida multitud.
Cientos de partidarios de Hizbullah que vestían gorras amarillas, el color de esta formación, llegaron a primera hora de la mañana a Naqoura, en el sur de Líbano, para esperar la llegada de los presos y los cadáveres de los combatientes.
Israel decidió suspender durante varias horas la liberación de los presos, hasta que se confirmara el resultado de las pruebas de ADN que demostraran que los dos cadáveres entregados por Hizbullah por la mañana correspondían a los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev, capturados por el movimiento chií en julio de 2006, tal y como señaló la televisión al-Manar.
Esta confirmación se produjo, según señaló el diario «Haaretz» a primera hora de la tarde, tras lo que Israel autorizó que continuase el canje, tal y como estaba previsto. Así, Samir al-Qantar, miembro del FLP que llevaba 30 años en cárceles sionistas, y los militantes de Hizbullah Jodr Zaidane, Maher Qourani, Mohammad Sorour y Hussein Sleiman -todos ellos capturados en 2006- fueron trasladados a la frontera de Rosh Haniqra desde la base militar a la que llegaron ayer por la mañana tras dejar la prisión.
Hizbullah denominó la operación de intercambio de prisioneros al-Raduan, uno de los seudónimos de su dirigente Imad Mougniyeh, muerto en un atentado atribuido al Mossad israelí.
«Líbano llora con lágrimas de alegría, Israel llora con lágrimas de dolor», rezaba una pancarta colocada cerca de la frontera. Mientras, las consignas a favor del líder Hizbullah, Hassan Nasrallah, eran las que dominaban la escena. «Nasrallah, deberías ser proclamado rey de los árabes, pero seguro que renunciarías», proclamó en al-Manar la madre el ex preso Hussein Sleiman.
Desolación israelí
Mientras en Líbano se desataba la alegría, el ambiente era de tristeza entre los israelíes. Ante las casas de las familias de Regev y Goldwasser, en Nahariya y Kyriat Motzkin, numerosas personas comenzaron a llorar cuando la televisión al-Manar difundió las imágenes de sus féretros. Se había confirmado lo que todos temían.
«Ha sido difícil ver un ataúd en el suelo y luego otro. Era horrible. He pedido que apagasen la televisión porque no podía verlo», afirmó el padre Eldad Regev, Zvi.
«Siempre habíamos esperado que Eldad y Udi [Ehud] volvieran a casa vivos para poder abrazarles», añadió.
Todos los comentaristas políticos israelíes subrayaron «la inhumana» actuación de Hibullah, por no confirmar la muerte de los dos soldados «hasta el último momento», a pesar de que el movimiento libanés reveló hace semanas que murieron al ser capturados.
Junto a ello, la corriente mayoritaria estimaba que el precio pagado por los dos cuerpos era excesivo en la octava transacción de este tipo que se realiza con Hizbullah desde 1991.
En este sentido, denunciaban que entre los liberados se encontraba Samir al-Qantar, que ha pasado 30 años de prisión, ya que en la acción que llevó a cabo en Nahariya en 1979 murió una niña de 4 años, además de su padre, que fue tomado como rehén, y un policía israelí.
Muy molesto por las celebraciones del lado libanés, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, emitió un comunicado en el que declaró «Vergüenza para la nación que festeja la celebración de una bestia humana que machacó el cráneo de un bebé de cuatro años».
También el portavoz del Gobierno israelí, Mark Regev, intervino para calificar a al-Qantar de «criminal asesino de niños. Cualquiera que lo considere un héroe, ofende los principios elementales de la decencia humana».
En un sentido similar se expresó el padre de Ehud Goldwasser, Shlomo. «El pueblo libanés ha sacrificado uno 800 combatientes y toda su economía [en la guerra de 2006]. ¿Para qué? ¿Por un asesino de una niña de tres años y medio? ¿Eso es un héroe?», declaró.
El presidente de Israel, Shimon Peres, por su parte, preguntó «¿dónde está la victoria moral? En nuestro lado, con las velas de duelo. En Líbano, donde están celebrándolo, reina la vergüenza».
Ante las críticas de la práctica totalidad de los medios israelíes, el jefe del Estado Mayor, el general Gaby Ashkenazy, justificó el operativo de intercambio, señalando que «soy el comandante de todos los militares israelíes, muertos o vivos, y mi deber es traerlos a casa».
Samir al-Qantar era el preso político más antiguo en las cárceles israelíes, ya que fue detenido en 1979. Fue condenado a cinco cadenas perpetuas y a 47 años adicionales.
11-IX-1991
Israel libera a 51 chiíes libaneses que fueron detenidos por su aliado, el Ejército del Sur de Líbano (ALS) y nueve cuerpos. Hizbullah entrega el cadáver de un sargento druso y confirma la muerte de un soldado.
21-Vii-1996
Israel entrega, gracias a la mediación alemana, los cuerpos de 123 combatientes antisionistas a cambio de los restos de dos soldados desaparecidos diez años antes. ALS y Hizbullah cambian prisioneros.
25-VI-1998
A cambio de la liberación de 60 presos libaneses y de la devolución de 40 cuerpos de combatientes antisionistas, Israel recibe, gracias a la mediación de la Cruz Roja, el cadáver del soldado Itamar Ilaya.
26-XII-1999
Gracias a la mediación alemana, Israel libera a cinco islamistas libaneses. Este gesto hacia Hizbullah se produce tras el inicio de las conversaciones entre Israel y Siria después de un bloqueo de cuatro años.
15-X-2007
Israel envía a Hizbullah, a través de mediadores alemanes y de la Cruz Roja, a un preso y los restos de dos combatientes muertos durante la guerra de 2006 y recibe los restos de un soldado.
Cada vez que oye hablar de un nuevo intercambio de prisioneros, Naama Audallah saca las fotos de sus dos hijos, de los que no tiene noticias desde 1998.
Adel y Emad, combatientes palestinos alineados con el movimiento islamista Hamas, no volvieron tras un enfrentamiento con soldados israelíes cerca de Hebrón, en Cisjordania.
«Quiero ver sus cuerpos para, al menos, saber si están vivos o muertos», explica mientras acaricia las fotos, ya amarillentas de sus hijos, llegados a la treintena en el momento de su desaparición. Naama esperaba que sus hijos formasen parte del intercambio por los cuerpos de Eldad Regev y Ehud Goldwasser.
«Cada vez que oigo hablar de un intercambio de cuerpos, se me vuelven a abrir las heridas y renacen las esperanzas de que pueda volver a verles antes de morir», señala.
«No he visto jamás sus cuerpos y no sé la razón por la que no los han traído aquí como los de otros muchos palestinos que han muerto en combate», explica Naama.
Preguntada por el paradero de los hijos de Naama, un portavoz del Ejército israelí respondió que debía efectuar «las verificaciones necesarias» y que no podía responder de inmediato.
«Cada vez que hablan de un intercambio de presos o de cadáveres esperamos que Adel y Emad estén en lo alto de la lista porque estaban considerados como líderes de Hamas», explica Naama.
«Siempre hay una duda que planea sobre su muerte porque no tenemos ninguna prueba tangible de que sean mártires. Esperamos a ver sus cuerpos», añade. Los intentos realizados en los tribunales israelíes han sido inútiles. Sus dos hijos están casados y tienen, entre los dos, siete hijos.