Yayo Herrero (Madrid, 1965) dejó de ser una de las coordinadoras estatales de Ecologistas en Acción hace algo más de un año. Sin embargo, no dejó su militancia en la organización ecologista ni en otros movimientos sociales y políticos. Durante el último año, ha participado en numerosos foros y actividades promoviendo un cambio político, apoyando […]
Yayo Herrero (Madrid, 1965) dejó de ser una de las coordinadoras estatales de Ecologistas en Acción hace algo más de un año. Sin embargo, no dejó su militancia en la organización ecologista ni en otros movimientos sociales y políticos. Durante el último año, ha participado en numerosos foros y actividades promoviendo un cambio político, apoyando procesos participativos que dieron lugar a experiencias tan relevantes como la conformación de una candidatura municipalista que ahora gobierna en la capital, Ahora Madrid. Siempre desde los movimientos sociales, sin entrar en formaciones políticas concretas ni en la batalla electoral, Herrero analiza la actualidad política y social y genera alternativas y discursos desde el ecofeminismo. Además, es licenciada en Antropología Social y Cultural, educadora social e ingeniera técnica agrícola y es la directora de FUHEM, una fundación sin ánimo de lucro que promueve la justicia social, la profundización de la democracia y la sostenibilidad ambiental a través de la educación. Atiende a cuartopoder.es en una cafetería del centro de Madrid.
– ¿Podría definir el ecofeminismo?
– Es una relación entre el movimiento feminista y el ecologista. Tiene sentido porque existen coincidencias en los diagnósticos de la enfermedad que tienen esta sociedad, esta política, esta cultura y esta economía, las cuales le han declarado la guerra a la vida, tanto en el plano de la naturaleza como en el plano de las relaciones y de los vínculos que permiten que estemos vivos como especie. Esto se comprueba viendo los trabajos que han sido asignados por el patriarcado a las mujeres, el rol que se nos ha impuesto. Los análisis feministas y ecologistas son muy complementarios. Las propuestas del feminismo y ecologismo también son complementarias, pues le dan valor a cosas que están infravaloradas, como la dinámica regenerativa de la naturaleza o muchos de los trabajos de la vida que se desarrollan sobre todo en los hogares en los sistemas patriarcales. El ecofeminismo es lo contrario del mundo económico dominante. La economía convencional está basada en el paradigma neoclásico capitalista que ha reducido el valor al precio, y no otorga valor a muchos procesos de la naturaleza o a trabajos que sostienen cotidianamente la vida, porque no se les puede poner precio. Tenemos un modelo económico que está desvinculado de la naturaleza y que acuña un sistema de producción que sólo atiende al aumento de los valores monetarios. Al medir la producción y riqueza sólo por valores monetarios, la sociedad no tiene capacidad de sustituir actividades dañinas que destruyen el planeta y los lazos sociales que profundizan las desigualdades.
– ¿Encontramos hoy alguna fuerza política que desarrolle en su proyecto el ecofeminismo?
– No hay ninguna fuerza política que tome como referente el ecofeminismo. Hay organizaciones políticas, como IU o Podemos, que hablan, de vez en cuando, sobre crisis ecológica. Desde mi punto de vista, cuando hablan de ecologismo estas fuerzas, lo hacen desde una perspectiva bastante fragmentada, periférica y no integrada en los discursos principales. La CUP probablemente tengan el análisis feminista y ecologista más interiorizado, del resto no diría que tienen interiorizadas cuáles son las bases materiales reales de la crisis que tenemos.
– Siempre ha apoyado e impulsado un cambio político. ¿Hasta qué punto ha llegado ya ese cambio?
– Desde donde estábamos a donde estamos ahora ha habido un cambio evidente. Ha habido un ciclo de movilizaciones muy potentes, ricas y transformadoras. Desde hace unos años, se abrieron muchos debates interesantes donde la ciudadanía tomó un papel protagonista. Las apariciones de candidaturas municipalistas y de Podemos suponen un cambio que no se puede no valorar. Yo quiero ser independiente de los partidos, soy de los movimientos sociales, pero hay que reconocer que Podemos ha hecho entrar en crisis a IU, a la que le está costando mucho repensarse, al PSOE, al que ha generado unas tensiones internas ideológicas y unos nuevos planteamientos profundos, y al PP, que está en una situación de verdadera descomposición. Estamos en un momento de cambio grande. Puede ser que no sea lo que soñábamos mucha gente, pero cualquier proceso de cambio tiene avances y retrocesos, así como derivas que no nos gustan. El cambio es un proceso complejo.
– ¿Cómo valora el recorrido, hasta ahora, de Podemos y los logros conseguidos?
– Creo que a Podemos hay que reconocerle que ha mejorado el panorama político de este país. Empezó como una apuesta de poca gente. Admiro la osadía que tuvieron esas personas que lo iniciaron, los movimientos sociales habíamos perdido mucha osadía y creo que otros partidos también. Desde la militancia en los movimientos sociales se interioriza que no se puede salir de pequeños núcleos. En IU había una aceptación de que lo único que se podía hacer era alcanzar algunos votos más para tirar algo más del PSOE y eso, en este contexto de crisis total, no era suficiente. Unas pocas personas se arriesgaron y se atrevieron a entrar en terrenos muy hostiles, exponiendo su cuerpo, con un coste personal enorme, y obteniendo unos resultados que nadie los preveíamos. Ha sido un proceso tan rápido que veo con preocupación cómo se han ido desarrollando algunos temas, creo que Podemos ha abandonado la toma de decisiones colectiva y ha moderado el discurso político. He ido a muchos círculos de Podemos a dar charlas y al principio me encontré con mucha gente ilusionada, dispuesta a poner su fuerza y su activismo para un proceso de transición, pero ahora ves a gente achicharrada porque se han producido fenómenos muy verticales en muchos casos, con lógicas orientadas a la eficacia, sin dinámicas horizontales, así como una moderación en el discurso… Ha sido un proceso vertiginoso, han tenido que conformar las candidaturas autonómicas, entrar en las negociaciones municipales, crear unas listas para las elecciones generales… Esa dificultad ha hecho que, en algunos casos, los procesos hayan sido antagónicos de los que se pretendía inicialmente.
– Usted dijo, recientemente, en un acto por el segundo aniversario de Podemos, que ni este partido ni IU eran las herramientas necesarias hoy. ¿Cómo ve a IU?
– Me sorprende que IU no acabe de ver por dónde tirar. Me parece que dentro de IU hay gente valiosísima, muy activista, muy bien formada, que se viene haciendo la crítica de si IU es un instrumento adecuado para este tiempo y de cómo cambiarlo. No entiendo, con lo que ha caído estos años, por qué no se acaba de cerrar este debate. Un movimiento político y social de izquierdas en este momento necesita una reflexión profunda, no sólo sobre la corrupción y las defensas sociales de la Educación y la Sanidad, que es algo importantísimo. Dentro de poco llegará otra remesa de recortes de la troika. Nos encontramos con un problema estructural para asegurar el mantenimiento de las pensiones, el sistema del trabajo no genera vidas dignas para la gente, estamos en una crisis económica galopante… Todo eso está ausente en una buena parte del debate de la izquierda. Es necesario repensar, ahora que se habla de la lógica de los comunes: cómo va a ser la vida, justa y equitativa, en un planeta parcialmente agotado, con un cambio climático en ciernes y un desequilibrio de poder y unas desigualdades brutales. Me da mucha pena que IU esté anclada y sea presa de unas estructuras de las que creo que no saben cómo librarse para repensar una cosa que no sea vieja y que sirva como instrumento hoy en día.
– Tras este intenso ciclo electoral, ¿se han vaciado las calles? ¿Se han diluído referentes de los movimientos sociales en las instituciones?
– Creo que objetivamente se ha vaciado la calle. No creo que los movimientos sociales se hayan diluido, están larvados y expectantes. Se ha volcado mucha gente a construir los cambios en las instituciones, en la dinámica de los partidos, aunque no se hayan incorporado a ellos. Han sido dos años seguidos de elecciones, de un proceso electoral pasábamos a otro y mucha gente de las mareas y de los movimientos sociales más clásicos están expectantes para ver qué es lo que pasa ahora. Quiero pensar que esté latente la movilización. Creo que han habido demasiadas esperanzas colocadas en las instituciones. Eso ha llevado a que se ha producido una simplificación en el análisis, si hace tres años hablábamos de un cambio en el sistema, de la necesidad de derrocar al capitalismo neoliberal como forma de organización económica, ahora se ha basado todo el debate en situarse en contra de la corrupción generalizada y en apostar por planes de rescate ciudadano, pero sin conectar eso con la necesidad de transformar el modelo productivo y la forma de organización económica. El capitalismo es una racionalidad, que está instalada en la institución, y cambiando a gente corrupta por gente que no lo es no derrocas esa racionalidad ni la sustituyes. Tengo la sensación de que el capitalismo ha salido intacto de este ciclo electoral. Durante la última campaña electoral no se habló de crisis estructural económica, ni de los recortes de la troika que están por llegar. Eso me preocupa. Quien llegue a la institución y pretenda hacer un cambio radical sólo de la institución, no va a cambiar nada.
– ¿Es comprensible que un activista que llega a un cargo en la institución cambie su discurso?
– Yo no creo que Carlos Sánchez Mato haya cambiado su discurso. Le veo antes y ahora y veo el mismo discurso que tenía, con la misma fuerza. Tiene además la solvencia técnica para ser fuerte en los problemas a los que se enfrenta. Creo que tampoco han cambiado su discurso Ada Colau o Gerardo Pisarello. En otros casos, parece que la institución secuestra activistas, pero hay mucha gente que no ha cambiado su discurso al llegar a las instituciones.
– Usted apostó por una confluencia en las municipales en Madrid, de la que surgió Ahora Madrid. ¿Qué balance hace de la gestión de Ahora Madrid en el Ayuntamiento?
– Creo que globalmente es positivo. La Concejalía de Hacienda está haciendo un gran trabajo en desvelar aspectos relacionados con la auditoría de la deuda, de la que falta aún la parte más participada. Los presupuestos han sido más sociales. Desde el punto de vista ecologista, hay que seguir presionando para que se cambien cosas, pero he notado una mejoría en políticas para la calidad del aire, en movilidad y transporte. El discurso de Javier Barbero sobre la ciudad de los cuidados me gusta, así como su disputa del concepto de seguridad: habla de la seguridad como forma de generar espacio para mejorar la calidad de vida de todas las personas. Soy más crítica con el tema de urbanismo, se ha llegado a plantear un tema contrario al programa de Ahora Madrid. Sí que me parece más decepcionante el tema de feminismos, se podría hace mucho más, sobre todo porque desde Ganemos Feminismos habían hecho un trabajo previo magnífico. Además, me consta que hay algunas técnicas del Ayuntamiento que son muy potentes en este tema. Con el tema de los titiriteros, se ha puesto sobre la mesa un elemento central como es el de la disputa de la hegemonía, es decir, el crear otros relatos, otras miradas, sobre la política. Hay que disputar algunos conceptos que se dan por universales y que desde la potencia de la institución se pueden cambiar y hacer que calen de otra manera en la sociedad. Hay que poner en valor conceptos como solidaridad, redistribución de la riqueza, igualdad, sostenibilidad… Ese trabajo se me queda muy corto, el de la disputa de la hegemonía. Me parece que se sigue un discurso más convencional y menos conectado con esa idea de cambio que podíamos tener al principio.
– Apostó por una confluencia política que, si bien se consiguió en algunas ciudades para las municipales, no se consiguió en todo el Estado para las generales. ¿Cómo valora esto?
– Como votante me dio mucha pena tener que elegir entre dos opciones que podrían haber ido unidas. Digamos que, entre las opciones de izquierdas, entre IU y Podemos, podía tener preferencias por ambas en aspectos distintos. Me habría encantado poder haber votado un grupo de confluencia. Y eso que soy una persona que piensa que los movimientos sociales y la ciudadanía articulada desde fuera de las instituciones es esencial para conseguir un verdadero cambio político. Creo que por la gravedad del momento histórico es importante que una ciudadanía articulada empuje y retraiga a los representantes políticos. El proceso de crítica por el tema de los titiriteros ha sido muy interesante, creo que Ahora Madrid debería agradecer esa crítica desde los movimientos sociales. Creo que es importante que la gente organizada esté apoyando y construyendo con la crítica, que se note que queremos que planten cara a la caverna y que, si lo hacen, va a haber apoyo social.
– Desde su proximidad a sectores y personas tanto de Podemos como de IU, ¿cree que sería posible una confluencia si se repitieran las elecciones?
– Me encantaría pero no sé si es posible. Me da pena. El 15M fue un avance grande, y consiguió articular unas nuevas formas de generar debate político, un debate amable y muy constructivo. Los partidos son espacios de un maltrato impresionante en las formas, maltrato entre personas a las que prácticamente no les separa nada de fondo. Creo que el 15M había avanzado en este aspecto, en las formas de funcionar colectivamente, pero en este último periodo político se ha vuelto a enredar el debate, la forma de debatir. Las prisas por llegar a las elecciones y la propia competencia de las elecciones han dado lugar a unas formas de vieja escuela que son una decepción política enorme. Hay confrontaciones que mezclan lo personal con lo político. Esperemos que la gente sea capaz de superar esa dinámica que durante toda la historia ha hecho mucho daño a la izquierda o las partidos emancipadores, como se quiera llamar.
– ¿Se habla de medidas ecológicas en las actuales negociaciones para la investidura de un Gobierno?
– Echo de menos todo, como en la campaña. Para nada está en las negociaciones. Una campaña que transcurre a la vez que la Cumbre del Clima, y no hay reflejo de ella, muestra por dónde van los tiros. Me consta que en los partidos políticos hay gente con el acta de diputado muy sensibilizada con el ecologismo, pero no es una cuestión de tener unas personas que estén dando la chapa con el tema del ecologismo. Para mí es algo estructural, no se puede separar la degradación social, las relaciones laborales y otro gran número de temas de la degradación de la naturaleza. Esa lógica del neoliberalismo y de la competitividad ha puesto a las personas a competir contra la naturaleza, parece que la naturaleza está en contra del desarrollo. No culparía sólo a los partidos de la falta de compromiso ecologista, hay que preguntarse también qué hacemos mal desde el movimiento ecologista para no saltar esa capa de cebolla que nos rodea. Tenemos que saber cómo explicar que con la energía que queda y con los recursos que quedan, en un mundo con 7.000 millones de personas sólo tocamos a un vuelo transoceánico por persona. Tenemos que explicar eso, que no le gusta a nadie, en una cultura que idealiza el viaje, la velocidad… Bien es verdad que podríamos pedir quinquenios sabáticos para aprovechar cinco años en otro continente, ya que sólo tenemos un viaje… Muchas de las cosas que nosotros trabajamos no son asuntos que la gente quiera oír, pero si no somos capaces de hacer que se escuchen y se tengan en consideración vamos a tener una situación muy complicada dentro de muy poco tiempo. Dentro de poco tiempo va a ser difícil poder abastecer de agua a la población de la Península Ibérica. Los índices de cambio climático que tenemos son alarmantes. Me pregunto qué estamos haciendo mal los ecologistas.
– ¿Cómo ve actualmente a Ecologistas en Acción?
– Ecologistas en Acción es una organización referente en muchos aspectos. Yo estoy muy orgullosa de esta organización. Desde hace años, gente de todos los territorios se ha empollado los boletines oficiales y ha buscado irregularidades para denunciarlas; hemos abierto procesos muy largos en los tribunales, con abogados que son voluntarios, y muchos los hemos ganado. Militantes de Ecologistas en Acción en pueblos pequeños se han enfrentado con mucho valor a proyectos urbanísticos o energéticos, lo que les ha supuesto enfrentarse a las sociedades en las que viven. Son gente muy valiente. Además, por la forma de búsqueda del consenso, por la horizontalidad en la toma de decisiones y resolución de conflictos sin caer en el bloqueo, creo que Ecologistas en Acción es un referente de organización social. En este tema y en la implantación territorial creo que Ecologistas en Acción debería ser referente para otras estructuras políticas.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/lentesdecontacto/2016/02/13/yayo-herrero/2543