Ricos o pobres, mujeres u hombres, hoy por hoy, todas y todos necesitamos comer. Hasta la fecha el hambre ha diferenciado entre clases y género. Los ricos comen, los pobres a veces. Los hombres tienen el acceso a los medios de producción de alimentos, las mujeres cargan con la responsabilidad de proveer y cocinar […]
Ricos o pobres, mujeres u hombres, hoy por hoy, todas y todos necesitamos comer. Hasta la fecha el hambre ha diferenciado entre clases y género. Los ricos comen, los pobres a veces. Los hombres tienen el acceso a los medios de producción de alimentos, las mujeres cargan con la responsabilidad de proveer y cocinar los alimentos destinados al consumo de las unidades familiares. Pero ahora la máxima expresión del capitalismo, la agricultura industrial (cuyo único objetivo es la acumulación de más capital, no más alimentos como nos quieren hacer creer) nos igualará, a la baja, pero nos igualará. A todas y todos. Veamos.
Todos los informes acerca del cambio climático coinciden en una verdad incomoda que no ha trascendido: la mayor responsabilidad en la generación de CO2 corresponde a la agroindustria. Por un lado la propia generación de alimentos en un modelo totalmente dependiente del petróleo (fertilizantes, pesticidas, maquinaria, etc.) y su transporte intercontinental, y por el otro la destrucción de tierras y bosques para ampliar las áreas agrícolas, pone en cabeza a la agricultura industrializada e intensiva en el ranking de las actividades que más gases contaminantes emiten a nivel mundial.
En cambio a las instancias responsables de adoptar medidas para combatir el cambio climático parece que «se les han olvidado» las disposiciones para corregir este modelo de producción de alimentos. Al contrario, se repite el modelo con la extensión de los agrocombustibles que, además de no producir alimentos, replican la misma realidad de cualquier otro producto en sistemas industrializados, monocultivos que expulsan mano de obra, elevados costes de contaminación y amplísimas áreas de deforestación
Y sin correcciones urgentes los estudios más prudentes serán pronto una realidad. Se prevé un descenso de la producción agrícola global de entre un 3 y un 16% para el año 2080, que inicialmente afectará a las regiones tropicales, para, como decía, igualarnos. El lucro capitalista ciego y sordo nos ha dejado a los países ricos sin campesinas y campesinos, sin tierras cultivables, con la ganadería dependiente de soja extranjera y, en definitiva con poblaciones cuya alimentación se basa crecientemente en alimentos del Sur, que acabarán por no llegar. Tiempo de hambre y de justicia.
Gustavo Duch Guillot
Director de Veterinarios Sin Fronteras
Veterinarios sin Fronteras
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