Un reciente viaje a Costa Rica le deparó al Doctor Eduardo Torres Cuevas encontrarse con lo que considera como el manual de lucha guerrillera más importante del siglo XIX, y que antecede a todos los similares posteriores. La alegría la comparte en exclusiva con Juventud Rebelde el director de la Biblioteca Nacional de Cuba José […]
Un reciente viaje a Costa Rica le deparó al Doctor Eduardo Torres Cuevas encontrarse con lo que considera como el manual de lucha guerrillera más importante del siglo XIX, y que antecede a todos los similares posteriores.
La alegría la comparte en exclusiva con Juventud Rebelde el director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. «Ese manual -refiere el también presidente de la Academia de Historia de Cuba- es el que publica el general Rosas en Colombia, un mambí colombiano ayudante de Maceo que después fue una figura notable del movimiento liberal en esa nación y destacado protagonista de las guerras entre liberales y conservadores allí. Después que combatió en Cuba junto a Maceo, regresó a su país.
«Tan importante y desconocido texto se publica bajo el título de Código Maceo. Yo sabía que existía, pues nos habíamos comunicado con el investigador que lo encontró.
«Rosas lo escribió sobre la base de todo lo que le oyó decir a Maceo y -más importante aún- de lo que le vio hacer al Mayor General cubano en distintas ocasiones.
«Semejante manual, con un título que lo dice todo, el Código Maceo demuestra una inteligencia tal y un pensamiento estratégico militar que coloca al Titán de Bronce entre las más grandes figuras del pensamiento militar latinoamericano.
«Es un material que fundamenta «la guerra de guerrillas como una estrategia para vencer y derrotar a grandes agrupaciones militares».
«¿Qué voy a hacer con él? Pues llegué a un acuerdo con el investigador Armando Vargas que fue quien lo halló y accedió a que se publicara en Cuba para ponerlo al alcance de los historiadores, de los especialistas y de nuestro pueblo. Hasta ahora ha estado inédito en nuestro país. Tiene unas 140 cuartillas. Fue publicado en Colombia, porque Rosas era colombiano y formó parte del grupo latinoamericano que vino con Antonio Maceo a pelear por la libertad de Cuba.
La mansión de Nicoya
Torres Cuevas visitó en tierra costarricense «La Mansión» de Nicoya, una zona de la selva en la cual Maceo, con 50 familias cubanas, luego del Pacto del Zanjón, fundó una colonia que con el tiempo se convirtió en un pueblo también.
«El nombre de La Mansión puede ser engañoso -aclara-, porque era selva pura cuando ellos llegan allí, y Maceo lo que construye es la primera casita de madera y entre todos ellos dijeron: «Bueno, ya tenemos La Mansión».
«Ya esa casita no existe, pero existe la comunidad, donde las familias iniciales dieron lugar al acontecimiento histórico de que casi todas las personas que viven allí hoy son descendientes de aquellos luchadores cubanos.
«Los colegas que estuvimos en ese legendario paraje comentamos que esa ha sido la única colonia mambisa cubana en el mundo, o sea, tierra hecha por cubanos revolucionarios fuera de las fronteras de nuestro país.
«Ello, por supuesto, trajo como consecuencia que se casaron allí con personas nativas de la región, y surgió así esa comunidad, fundada por Maceo en 1891. Afortunadamente el Gobierno de Costa Rica accedió a darles tierras a esas familias cubanas.
«Ahí inicia él lo que para mí siempre fue un proyecto que podía tener mucho que ver con su visión de la Cuba independiente. Maceo, un hombre de trabajo de campo, de trabajo en la tierra, de amor a la tierra, que al mismo tiempo es un colono, un cultivador de la caña, del tabaco, del café, va creando con estas familias toda una serie de colonias agrícolas que incluye también un ingenio azucarero.
«Hay que ver aquellas montañas e imaginar cómo ellos trasladaron toda la maquinaria de aquel ingenio azucarero hacia ese lugar, que realmente constituye un sitio hermosísimo.
«Los costarricenses me explicaron y me hablaron de muchas cosas en el sentido de que ese punto de la geografía costarricense se asemeja en algunos aspectos a Majaguabo, la tierra natal de Maceo, cerca de Santiago de Cuba (Maceo nació en Santiago, pero la finca la tenía en Majaguabo).
«Y toda esa experiencia que acumula en Majaguabo es la que él traslada allí. Crea así un ambiente rural muy parecido al de su niñez, adolescencia y juventud, donde el amor al trabajo, a la naturaleza, al hombre que se hace con su propio esfuerzo, da lugar a una comunidad productiva extraordinariamente unida y a que hoy los descendientes, nietos y bisnietos de aquellos mambises sigan recordando y teniendo a Antonio Maceo como un padre fundador. Lo atesoran como el recuerdo más bello y el orgullo de descender de lo que ellos mismos llaman «los Titanes de la Gloria».
«Así llaman a los cubanos fundadores. Allí hay una escuelita, cuya foto traje, que se llama Antonio Maceo. Es una primaria, preciosa, cuidada, pintadita, que tiene en el logotipo (o emblema de la escuela), el escudo nacional y sobre ese escudo, la imagen de Maceo.
«Y esos niños tienen un himno de la escuela que interpretan maravillosamente, recordando a los mambises cubanos, a José Martí, a Maceo. Y tienen otra canción que se llama Águilas de la Libertad.
«En esta hablan de la gloria de esos mambises cubanos, y termina diciendo algo que me recordó mucho el Himno Invasor: «De Martí, la idea; de Maceo, el león».
«Esto es enormemente emocionante. Creo -y fue uno de los objetivos de esa visita- que forjamos los lazos de Cuba con esa comunidad. Y pienso que todos ellos se sienten un poco parte de Cuba; es decir, que sus raíces son tan costarricenses como cubanas. Sienten orgullo de venir de hombres tan extraordinarios, y por supuesto de la figura de Maceo, que yo te diría que no solo en Nicoya y en La Mansión, sino en el mismo San José, en toda Costa Rica, constituye una figura extraordinaria. Entrañablemente querida.
«Fíjense si fue importante estar allí, visitar el colegio, ver a aquellos niños de primaria con el emblema (de primero a sexto grados), en una escuela de madera buena, muy bien construida. Y comprobar que esos alumnos adoran la figura de Maceo y la historia de los mambises cubanos».
Además, Eduardo Torres Cuevas estuvo en el parque de La Mansión, donde hay un busto de Maceo.
«El objetivo del viaje fue inaugurar la cátedra con el nombre del Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba en Nicoya, donde hay una sede de la Universidad Nacional de Costa Rica. Fuimos especialmente a eso. Partimos el martes 11 de octubre y la reunión de la cátedra abarcó los días 13 y 14. En esos días quedó constituida.
Se hizo un coloquio sobre Maceo en el que participaron especialistas de distintas áreas de Costa Rica. Ahí se reunieron colegas que nuestro entrevistado conoce, todos estudiosos de la gran figura guerrera cubana.
«Este es el primer viaje mío a Costa Rica. Te confieso que en los últimos dos años he tenido dos momentos para mí inolvidables: Haber estado en Baní, en República Dominicana, en el lugar donde nació Máximo Gómez, y ahora visitar La Mansión. Creo que estar en ambos sitios de los dos países es el privilegio más grande que puede tener cubano alguno.
«Y concretamente en La Mansión no creo que hayan sido muchos los historiadores visitantes. Incluso esta historia que yo te hago no es muy conocida. Pienso preparar un libro con toda una serie de trabajos sobre La Mansión, los trabajos de Maceo allí, datos y reflexiones curiosas e interesantes.
«Diría como Martí -y no solo para los niños-: «Debía llorar quien todos los días no aprende algo nuevo». Y lo que aprendí allí fue extraordinario. Les expliqué a los costarricenses qué me pasó a mí con La Mansión. Primero, era una referencia borrosa de la cual en Cuba casi nadie sabía nada, salvo que Maceo había estado allí, por algunos documentos, y que había fundado la colonia y algunos otros datos.
«Pero durante los últimos 20 años, amigos costarricenses y yo (que he trabajado la figura de Maceo), empezamos a interesarnos más por esa comunidad y comenzamos a intercambiar datos. Por tanto, mi interés por el lugar creció. Pero cuando llegué allí, yo les decía a los costarricenses que no era en realidad lo que uno se imaginaba, en modo alguno.
«La fantasía le hace a uno agregar cosas. Imagínense un poblado en medio de la selva, rodeado de montañas, que recuerda sitios rurales de Santiago de Cuba, bastante lejos de San José, la capital. Eso es en la zona del Pacífico, al norte. Desde La Mansión no se ve el mar, pero está a unos pocos kilómetros».
Pensamiento, acción y recuerdo
«Fui invitado por la Universidad Autónoma de Costa Rica para inaugurar la Cátedra Antonio Maceo e impartí la conferencia de clausura que se llamó «Pensamiento, acción y recuerdo». No le incluí el nombre de Maceo, pero estaba sobreentendido, ¿no?
«Maceo para mí es una de las personalidades favoritas -aunque no la única-; una de las que más he estudiado. Y, claro está, soy del criterio de que es una figura poco investigada.
«Estimo que en el siglo XIX fue la figura más universal de los cubanos. Además, en América Latina fue General del Ejército de Honduras. Fue el primer negro recibido por el Presidente de Costa Rica. El general venezolano Pulgar -en esos momentos uno de los jefes militares venezolanos- le regaló, no la réplica, sino la daga original de Bolívar, en Venezuela.
«Es uno de los que participa en lo que se dio en llamar el Pacto Liberal, donde está Eloy Alfaro, de Ecuador, en reunión de Costa Rica, en San José, donde (en 1889 o 1890) participaron cubanos, costarricenses, colombianos, ecuatorianos, venezolanos, hondureños y nicaragüenses.
«Ninguna otra figura cubana del siglo XIX fue tan popular en América Latina. Y también en el ámbito europeo. Cuando murió Antonio Maceo, en Europa, el Parlamento italiano pidió honrar su figura; en Honduras se le dedicó un poema; toda la prensa europea le llamaba la figura más importante del movimiento liberal latinoamericano. Y los italianos le llamaron «el Garibaldi negro». No hay nada igual en el siglo XIX con respecto a una figura cubana.
«El evento fue muy importante por la participación de estudiosos de Maceo de toda Costa Rica. Maceo nos convocó a este evento. Allí se reunieron investigadores de distintas universidades. Allí aprendí un pedazo de Maceo que yo desconocía.
«Para mí es una ausencia inexplicable en nuestra historiografía, que no permite entender la magnitud del pensamiento, la personalidad y la importancia real de nuestro gran combatiente mambí.
«Estoy convencido de su importancia. Aparte de sus condiciones físicas, era un hombre de pensamiento muy profundo. Por eso Martí dijo que «tenía tanta fuerza en el brazo como en la mente»».
Una comunidad patriótica
«Tengo un libro que se titula Antonio Maceo: las ideas que sostienen el arma, publicado por la editorial Ciencias Sociales hace pocos años. En esta ocasión aprendí, primero, la magnitud continental de Maceo. Segundo, la capacidad para organizar una comunidad agrícola, social, humana, revolucionaria y patriótica. Organizar una comunidad de esa forma fue algo extraordinario».
Los estadounidenses hablan mucho de su conquista del oeste. Pero fue a costa de matar indios. Y esta fue una comunidad de Maceo creada en la selva costarricense, sin asesinatos. Antonio unió corazones en la selva pura. Fue como el conquistador de almas en la selva en Costa Rica.
«La tercera cuestión que aprendí -continúa Torres Cuevas- es algo que es una pregunta: ¿Qué tenía esa personalidad que no hubo nadie que lo conociera que no quedara impresionado definitivamente, y que no era solo por el físico; sobre todo era cuando hablaba.
«En lo físico, según los médicos que lo conocieron, era de una constitución extraordinaria. Recibió 25 balazos y heridas y sobrevivió a ello. Pero lo que creo que más lo caracteriza, en primer lugar, es venir de Mariana y de Marcos, padres que educaron a sus hijos en el trabajo y sobre una base de la superación personal.
Su magnitud continental
«En Cuba lamentablemente no hay una conciencia generalizada de la magnitud continental de Maceo. Lamentablemente contra Maceo hay prejuicios, sobre todo por la falta de comprensión de la profundidad y agudeza de su pensamiento. Esas virtudes suyas explican la capacidad de organizar y triunfar, además de su sabiduría militar.
«Martí, sobre Maceo, dijo también que «las líneas de sus pensamientos son tan armónicas como las de su cráneo». Después del intercambio de diálogos con Maceo, se percata de que está ante un hombre extraordinario. Y hay que ver el fervor con que, por ejemplo, Enrique Loynaz del Castillo se une a Maceo, siendo un joven blanco aristócrata de Camagüey. Yo siempre recuerdo que Loynaz concibe el himno de combate y lo titula Himno a Maceo, pero este le pidió que le cambiara el nombre y le pusiera Himno Invasor. En él afirma: «De Martí la memoria dorada», y nos «guíe la fúlgida espada de Maceo, el caudillo invasor». Pero no solo está hablando de lo militar, sino también del guía estratégico de la Revolución. Es, claro, cuando ya Martí estaba muerto».
El revólver del Titán
«En el próximo año es probable que le entreguen a Cuba el revólver de Maceo, el que tenía en Costa Rica cuando le hicieron el atentado. Él se lo entregó al Prefecto de Policía, y este señor lo guardó y sus familiares lo han conservado hasta hoy. Es un calibre 38 de cañón corto, de fabricación estadounidense».
Nuestro entrevistado comenta que se firmaron tres convenios con la Cátedra Maceo de Nicoya. Uno con la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí; otro con la Academia de Historia de Cuba y el tercero con la casa de altos estudios Fernando Ortiz, de la Universidad de La Habana.
«Por eso pensamos que va a haber un intercambio con esa parte de Cuba que está en Costa Rica.
«Los descendientes de mambises cubanos en Costa Rica son miles, el fruto de las semillas de 50 familias. Cada familia tiene ocho o nueve hijos, y a su vez ocho o nueve nietos. Hablé con muchos de ellos.
«Tengo que decir que conmigo fue el coronel Hugo Crombet Bravo, jubilado de las FAR, que es descendiente, nieto del general Flor Crombet, uno de los fundadores junto a Maceo de La Mansión.
«Empezamos a contar los primos que tenía y yo le decía: «Ya perdí la cuenta. Tienes aquí más de 80 primos». (Son blancos, aindiados, mulatos… Una mezcla donde es difícil precisar los límites de los colores de la piel). Incluso el último día se le apareció a Crombet una señora que desciende casi directamente de sus abuelos y ahí descubrió a otra prima. Y le dije: «Si seguimos aquí, van a aparecer un montón de primos tuyos».
«Entre las múltiples acciones que hay que acometer está rescatar el contacto con aquella escuela primaria, ver cómo el MINED puede hacer algo en ese sentido; creo que pudiera hermanarse con una escuela nuestra que lleve su nombre», concluyó Torres Cuevas.
Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-11-12/el-codigo-maceo/