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El comienzo del fin para Alepo

Fuentes: Orient XXI

Las ofensivas del poder en el sector Este de Alepo parecen anunciar una derrota próxima de los grupos rebeldes que tienen controlada la ciudad desde hace cuatro años. Si algunos factores de orden militar y geográfico han influido en la evolución de los acontecimientos, otras consideraciones de carácter geopolítico, así como los posibles cambios de […]

Las ofensivas del poder en el sector Este de Alepo parecen anunciar una derrota próxima de los grupos rebeldes que tienen controlada la ciudad desde hace cuatro años. Si algunos factores de orden militar y geográfico han influido en la evolución de los acontecimientos, otras consideraciones de carácter geopolítico, así como los posibles cambios de la política exterior de los Estados Unidos y de Francia están lejos de ser despreciables.

Para Thaer Mohamad, periodista sirio que vive en Alepo, una de las causas fundamentales de esta derrota reside en primer lugar en «el bombardeo sin precedentes realizado por la aviación siria así como en el emplazamiento geográfico de ciertos barrios que cayeron en primer lugar en manos del régimen», provocando, en su opinión, el efecto dominó observado durante los ocho últimos días. Más de dos mil ataques aéreos y siete mil obuses de artillería habrían sido lanzados sobre la ciudad y el campo que la rodea desde el comienzo de la ofensiva el 15 de noviembre, según la Coalición Nacional Siria (CNS), facilitando así la conquista de los barrios de Massaken Hanano, Al-Sakhour, Ain Al-Tell, Ard Al-Hamra, Jabal Badro, Douwar Al-Haydariyyé, Cheikh Khodry la región de Oueija, entre otros.

«El barrio de Massaken reviste una importancia estratégica desde un punto de vista geográfico, pero también si se tiene en cuenta su tamaño. No solo se trata de uno de los más extensos, sino que está situado en un alto y domina así varios barrios más abajo. Su caída ha puesto, de hecho, al ejército en posición de fuerza y abierto la vía a una progresión rápida hacia estos últimos», explica el periodista sobre el terreno.

De una superficie total de 60 km2 de la zona inicialmente en manos de los rebeldes, los barrios reconquistados entre el 26 y el 29 de noviembre representan 15 km2, a los que se añaden 10 km2 recuperados entre el 22 de septiembre y el 30 de octubre, tras el fin de la frágil tregua ruso-americana, según Fabrice Balanche, experto sobre Siria en el Washington Institut efor Near East Policy, un thinktank proisraelí. Esto representa en total más de 40% del sector oriental de la ciudad de Alepo

Un ejército reforzado

Desde este importante avance, el ejército continúa progresando y controla ya cerca de los dos tercios del sector, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con numerosos progresos sobre el terreno durante las últimas 72 horas, en particular en los distritos de Karm Al-Myassar, Karm Al-Qaterji et Karm Al-Tahhan. El barrio Chaar -uno de los principales del sector oriental- acaba de caer, y el ejército también se ha apoderado de los distritos Al-Mouwassalat y Tourbat Al-Lala así como del resto de DahratAwwad et JouratAwwad hasta los límites del barrio Karm Al-Jabal. Esto reduce ya la presencia de los rebeldes a un último cuadrado, en el sudeste de la ciudad.

Según Ziad Majed, politólogo y enseñante en la Universidad Americana de París, cercano a la oposición siria, «el débil número de combatientes rebeldes comparado al de las milicias que apoyan al ejército, así como la experiencia guerrera de ciertos grupos, en particular la del Hezbolá» libanés es otro factor que está en el origen de esta rápida derrota.

Muy debilitado durante los cinco últimos años, y en crisis de efectivos desde 2013, el ejército sirio está apoyado por varias milicias mayoritariamente chiitas tanto en el terreno alepino, como en otros lugares.

Entre éstas figura en particular Harakat Hezbollah Al-Nujaba, una milicia iraquí que contaría con entre 4000 y 7000 hombres en Alepo y combate igualmente en Mosul contra la organización del Estado Islámico (EI).

A su lado, Liwa Fatimiyoun (la Brigada de los Fatimidas) está esencialmente compuesta de combatientes hazaras, afganos chiítas persanofonos entrenados y armados por los Guardianes de la Revolución iranís. En fin, el Hezbolá libanés, presente en Siria desde 2012, juega un papel motor en los combates contra los rebeldes. Pero existe igualmente una minoría de combatientes sunitas, en particular palestinos de los campos de Al-Nayrab y Handarat que crearon un grupo pro-Assad en 2013, bautizado Liwa Al-Quds (la Brigada de Jerusalén).

Divisiones en el campo rebelde

El apoyo de estas formaciones paramilitares al ejército regular se añade a la ausencia de cohesión del campo rebelde, debilitado por sus divisiones internas, incluso por enfrentamientos puntuales entre ciertos grupos presentes sobre el terreno. «El movimiento moderado Fastaquem Kam A Umirt, uno de los más influyentes en Alepo, ha sido atacado en numerosas ocasiones por las brigadas radicales de Noureddine El-Zenki y las de Abou Amara así como por Jabhat Fatah Al-Cham (Frente de la Conquista del Cham, ex Frente Al-Nusra) que han saqueado varios de sus depósitos y confiscado las armas, lo que ha debilitado desde el interior una de las puntas de lanza de la batalla», explica Ahmad Alhaj Hamid, antiguo miembro del buró político de Jaich Al-Moujahidin (Ejército de los Mudjaidin), entrevistado sobre el terreno.

Frente a estas luchas intestinas, que se añaden a disonancias ideológicas en el campo anti-Bachar Al Assad entre grupos moderados, islámicos e islamistas y la ausencia de coordinación óptima a nivel militar, el ejército sirio y sus aliados combaten, por su parte, prietas las filas, según expresa Siwar Al-Assad, primo hermano del presidente sirio /1. «La recuperación de Alepo estaba en el corazón de una estrategia a largo plazo puesta en pie por Siria y sus aliados, que han dado pruebas de una capacidad excepcional de coordinación que ha faltado claramente en el campo adversario. Las divergencias, incluso las contradicciones irreconciliables entre los grupos armados y sus patrocinadores regionales e internacionales tienen su influencia sin duda en la suerte que corren en Alepo», según afirma. En su opinión, «la pérdida de la adhesión incondicional de la población ha hecho a los grupos armados tanto más vulnerables». Esto es debido a una erosión de su «credibilidad entre la población alepina del Este, sobre todo tras los éxitos de las reconciliaciones locales supervisadas por el Estado sirio y Rusia en un cierto número de localidades, pero también al respeto de las treguas decretadas y a la asistencia dada por las autoridades a los civiles y elementos armados que han sido evacuados o que han elegido libremente» abandonar las armas y acudir al sector oeste de la ciudad u otros «destinos en Siria», añade Siwar Al-Assad, cuyo padre Rifaat, antiguo vicepresidente sirio, fue forzado al exilio por su hermano Hafez a comienzos de los años 1980.

Entente tácita entre Washington, Ankara y Moscú

Pero más allá de las consideraciones internas propias de cada campo y de las características geográficas y militares de la última batalla, hay quien estima que la reciente derrota -que marca un giro importante en el conflicto siro- no habría tenido lugar sin la bendición o al menos un dejar hacer por parte de ciertos miembros del grupo de los «Amigos de Siria», incluso una entente tácita entre Washington y Moscú. «El hecho de que los americanos y los jordanos hayan cerrado en el pasado mes de mayo la frontera sur de Siria y parado toda entrega de armas a la oposición, seguidos de los turcos en agosto pasado, revela un abandono de la oposición antes incluso de la solución final de los rusos e iraníes», subraya sobre este punto Ziad Majed. En su opinión, Ankara habría negociado en el marco de su política de acercamiento con Moscú un deal que le permitiera tener las manos libres en su frontera en el marco de la operación Dere Al-Fourate (Escudo del Éufrates), en contrapartida de un desistimiento en Alepo-Este.

Lanzada el pasado agosto para rechazar al EI de Jarablus, una de sus últimas posiciones estratégicas en la frontera con Turquía, ésta intenta sobre todo impedir la constitución de una entidad kurda autónoma en esta zona fronteriza. En cuanto a Arabia saudita, «atrapada en Yemen, no es ya un actor decisivo en Siria, mientras que los Occidentales se contentan con declaraciones y algunas sanciones, mientras progresan electoralmente cada vez más aliados de Putin», añade Ziad Majed.

La elección de Donald Trump en los Estados Unidos a comienzos de noviembre y la victoria aplastante de François Fillon el mismo mes en las primarias de la derecha en Francia -dos personas que se afirman favorables a un acercamiento con Moscú sobre la cuestión siria- habrían efectivamente favorecido la estrategia militar ofensiva del eje ruso-sirio con el objetivo de marcar puntos suplementarios sobre el terreno de cara a eventuales negociaciones de paz. Una estrategia reforzada por el período actual de vacío hasta la investidura el próximo mes de enero del nuevo presidente americano.

El silencio culpable de los occidentales

Para Julien Théron, especialista en la región y enseñante en el Instituto de Estudios Políticos (IEP), la actitud europea se justifica por el riesgo de una implicación activa susceptible de erigir a los países implicados en «defensores de Jabhat Fath Al-Cham, pero también por un real temor de una confrontación con Rusia, así como una forma de desaliento».

En cuanto a los Estados Unidos, la política de retirada adoptada por la administración Obama durante los últimos años explica en gran medida, además del acuerdo sobre el tema nuclear iraní y la radicalización creciente de los grupos rebeldes, la ausencia de apoyo real a las fuerzas de oposición. Esta política podría cambiar con la llegada de Donald Trump al poder, pero más bien en favor del régimen que de la oposición.

Para Siwar El-Assad es, sin embargo, «prematuro hablar de un reposicionamiento claro y definitivo de estas potencias mundiales y regionales, aunque los más intervencionistas en favor de la oposición hayan moderado su posición, temiendo la expansión de los grupos terroristas y sus ataques recurrentes contra Turquía, Francia, Bélgica, etc.», subraya. Estas últimas operaciones pueden sin embargo decuplicarse tras el último revés asestado a los grupos rebeldes en Alepo, frente al silencio «culpable» de países ya objetivo de actos terroristas, según ponen en guardia algunos analistas u opositores.

«La constatación general entre una parte de los combatientes de la oposición es que han sido traicionados por la comunidad internacional, por sus aliados regionales, en particular Turquía, y que la verdadera opción que les queda sobre el terreno es consolidar los lazos con Al-Nusra para hacer frente a los rusos, a los iraníes, a los chiítas libaneses así como a los iraquíes y hazaras afganos. La radicalización en un contexto así me parece inevitable», estima Ziad Majed.

Urgencia diplomática

En la misma onda se expresa Georges Sabra, presidente del Consejo Nacional Sirio (CNS) para quien los últimos acontecimientos «pueden radicalizar aún más a los grupos rebeldes» tanto en Alepo como en otros lugares de Siria y dar así «un golpe a los esfuerzos de negociaciones y al proceso político que quiere poner fin al conflicto» que ha provocado ya la muerte de más de 300.000 personas.

Para otras personas, la reciente victoria de las fuerzas progubernamentales en Alepo podría, al contrario, catalizar la emergencia de una solución política al conflicto. «Creo que ésta, además de un cambio de dirección política en ciertas potencias puede jugar en favor de las negociaciones para salir de la crisis. La derrota no es sino una de las consecuencias inevitables de la radicalización irracional durante hace pronto ya seis años», afirma Siwar el-Assad.

Mientras tanto, algunas iniciativas diplomáticas podrían tener lugar en las próximas semanas, «pero no hay que esperar un cambio radical, pues estamos en una fase transitoria (…) En cambio, es evidente que se pueden esperar cambios positivos tras la investidura del presidente Trump» prosigue el primo del presidente sirio. Hasta entonces, el régimen y sus aliados ruso e iraní parecen determinados a aprovechar el tiempo que queda para acabar con los grupos rebeldes en Alepo-Este, pero también en Idlib, donde se ha lanzado una operación el 20 de octubre pasado que ha tomado amplitud a partir del 4 de diciembre. Pero la última etapa de la ofensiva contra el sector oriental de Alepo puede ser complicada, a menos que se produzca una capitulación de los rebeldes, dado el número de civiles aún aislados en el último reducto «libre», estimado en más de 190.000.

Para Julien Théron, «la elaboración de una solución política» en los más breves plazos es capital. «El aspecto militar no basta. A falta de ello, el conflicto no se resolverá, sino que se transformará y sus consecuencias superarán de lejos Siria e Iraq», advierte. Una acción diplomática inmediata es tanto más urgente en la medida en que la situación humanitaria no deja de deteriorarse. Según la OSDH, más de 50.000 personas hay huido ya de Alepo-Este para refugiarse en zonas controladas por el régimen o las fuerzas kurdas aliadas a este último, mientras que 20.000 se han refugiado en los barrios aún bajo control de los rebeldes.

En cuanto al balance humano, se eleva ya a 687 muertos desde el comienzo de la ofensiva, de ellos 595 en Alepo Este y 92 en los barrios situados al oeste de la ciudad, según el OSDH. Se cuentan 441 muertos entre los civiles, 246 entre los milicianos, y 77 niños y adolescentes de menos de 18 años han muerto desde el 15 de noviembre.

Nota

1/ Siwar Al-Assad es vicepresidente de la United National Democratic alliance, una organización basada en Londres, director de una cadena por satélite, l’Arab News Network (ANN). Era hasta 2012-2013 bastante crítico con el régimen -está a favor de una transición democrática progresiva en Siria-, pero vista la confesionalización del conflicto, se ha situado al lado de su clan.

Bachir el-Khoury es periodista libanés. Colabora con varios medios en Francia, Bélgica y Suiza, entre ellos Slate, TV5, le JDD, Le Monde diplomatique, Le Soiry La Tribune de Genève. Economista de formación, enseña igualmente en la universidad Saint-Joseph en Beirut.

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