Traducción Susana Merino
El séptimo Congreso del Fatah muestra hasta qué punto el movimiento ha llegado a ensombrecerse, reducido como se halla a elegir entre dos opciones tan desastrosas la una como la otra: Abbas o Dahlan.
El «presidente» palestino Mahmud Abbas tenía una excelente ocasión de impulsar algunos cambios necesarios con oportunidad del 7° Congreso del Fatah, el grupo político palestino dominante y pilar de la OLP. Pero, juzgando los resultados del congreso, la lista de delegados y los criterios con los que fueron elegidos, tanto como las discusiones paralelas o a puertas cerradas, se perdió la oportunidad.
El nuevo Comité Central del Fatah recientemente elegido ha incluido muy pocos cambios con respecto al precedente. Algunos críticos y opositores del presidente, especialmente los partidarios del antiguo jefe de la seguridad, Muhammad Dahlan, fueron borrados y reemplazados por caras nuevas. Entre ellos se encontraban Sabri Saidam, Rawhi Fatouh, Dalal Salameh (la única mujer), Samir Rifai y Ahmad Hillis, este último exenemigo feroz de Dahlan aun cuando este último era un aliado muy cercano al presidente.
Abbas creó el vacío a su alrededor
Abbas logró obtener su propia reelección con grandes aplausos como jefe del Fatah y por extensión sus otros cuatro altos cargos directivos (presidente del comité ejecutivo de la OLP, presidente de la Autoridad Palestina, presidente del Estado Palestino y comandante en jefe de las fuerzas armadas palestinas). Logró también confirmar la expulsión de Dahlan y de sus acólitos del Fatah, la principal razón por la que fue convocado este congreso.
Este 7° Congreso va a pasar seguramente a la historia como el más tibio y el más improductivo de toda la historia del Fatah.
No hubo discusiones, ni siquiera poco significativas, y menos aún sorpresas. Y no ha emergido ninguna «estrella» salvo la del mismo Abbas. Su discurso de tres horas ampliamente difundido por los medios sociales, lleno de bromas y de acotaciones, le generó decenas de ovaciones por parte de los delegados que lo interrumpieron en varias oportunidades, gritando eslóganes con demostraciones de lealtad hacia el líder. Uno se pregunta cuánto más entusiastas hubieran sido sus aplausos si hubiera dado cumplimiento a algo que beneficiara al pueblo palestino desde la asunción de sus funciones.
Ninguna verdadera divergencia
Será el día posterior al de la dispersión de los delegados por el que Abbas y sus partidarios deberán preocuparse. Será entonces cuando comiencen los desafíos. El interés público de los palestinos por el congreso del Fatah ha sido uno de los más reducidos. La participación de representantes de otros partidos como Hamás y el Jihad Islámico antes que otorgar mayor legitimidad a la reunión y a sus resultados, corre el riesgo de socavar la legitimidad y la popularidad misma de esos dos grupos sobre todo luego de que comiencen seriamente las disputas post congreso.
Algunos creen que la mayor y más inmediata amenaza a la dirigencia del Fatah y hacia Abbas personalmente viene de Dahlan, que se supone que organiza un congreso paralelo, parecido al de El Cairo o en alguna otra capital árabe que apoyan los partidarios expulsados del Fatah y otros adversarios de Abbas. Pero esto es solo parcialmente cierto.
Abbas ha utilizado su control sobre los salarios y las propinas para asegurarse la participación y el apoyo de muchos delegados del congreso. Sus rivales «dahlanistas» son capaces de convocar una reunión aún mucho más importante si quieren utilizar los mismos medios convocantes, los grandes recursos financieros de sus patrocinadores árabes. Sin embargo aunque ambos tienen mucho dinero a su disposición, ni uno ni otro tiene un programa político o un plan de acción nacional para enfrentar la ocupación.
Fuera de sus rivalidades personales y de sus luchas por el poder, no existen entre ellos verdaderas diferencias.
Esta situación podría desembocar en la aparición de una «tercera fuerza» dirigida por jóvenes militantes descontentos -no solamente del Fatah, sino también de otras organizaciones islámicas y laicas- instalando las bases de una nueva dirección palestina apoyada por el pueblo.
Un declive inexorable
Abbas no mantiene buenas relaciones con los cuatro países árabes más influyentes que constituyen el llamado «Cuarteto árabe» Dos de ellos, Egipto y Jordania, tienen una importancia crucial para los palestinos como vías de acceso exclusivas del exterior para la Franja de Gaza y Cisjordania. Los otros dos, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, disponen del dinero sin el que Abbas no podría permanecer en su cargo y podría ser usado igualmente para fortalecer a sus adversarios.
Abbas y su nuevo Comité Central no están capacitados para resistir a estos cuatro pesos pesados ni política, ni financiera ni geográficamente mientras continúen apoyando las actuales políticas como la coordinación represiva con el ocupante y la búsqueda a cualquier precio de una vuelta a las negociaciones fútiles y humillantes, pasando por los lamentos por la muerte de Shimon Peres como si se hubiese tratado de un pariente inmediato… No podrían resistir todas esas presiones a menos que pudieran reunir al pueblo palestino detrás de una política de resistencia por todos los medios posibles haciendo que la ocupación se convierta en algo demasiado costoso. Pero no existen signos de un cambio semejante.
La posición de Abbas hubiera podido «fortalecerse» en el sentido más preciso del término con oportunidad del congreso del Fatah. Sus partidarios y sus idólatras lo han visto como un triunfo suyo. Pero la realidad, algo que muy pocas personas podrían negar, es que ha perdido mucho de lo que le queda de poder y de legitimidad, como también el apoyo árabe e internacional a su liderazgo y a la causa palestina en su conjunto. Así lo testimonia la débil cobertura informativa del congreso en los medios.
Tanto el Fatah, otrora líder, como sus miembros, se hallan en una situación extremadamente grave. Se han visto obligados a elegir entre dos opciones igualmente desastrosas: Abbas o su rival Dahlan. No se podría ilustrar mejor el trágico estado del movimiento que enarboló durante medio siglo la bandera de la causa nacional palestina afirmando la identidad nacional palestina y entregando miles de mártires a dicha causa.
El Fatah parece dirigirse inexorablemente hacia su declive y desintegración. Ya no es hoy el Fatah que todos los palestinos de cualquier convicción política, de toda creencia y origen social, habían abrazado y conformado.
Abdel Bari Atwan es el Jefe de redacción del diario Rai al-Yaoum- Es además el autor de L’histoire secrète d’al-Qaïda , de sus memorias, A Country of Words , y d’ Al-Qaida : la nouvelle génération . Se lo puede seguir en Twiter: @abdelbariatwan.
Fuente: http://chroniquepalestine.com/congres-fatah-occasion-manquee/
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