Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García.
Serían admitidas normas que restrinjan el uso del campus tanto por los hombres como por las mujeres a unos días de la semana pero nunca el mismo para unos y otras.
El fenómeno de la segregación por género se ha asegurado un pequeño pero firme punto de apoyo en el mundo académico israelí, y se espera que se amplíe en los próximos años después de que un organismo supervisor académico aprobara la extensión de esta práctica, según información del periódico israelí Haaretz.
En los últimos años, en respuesta a las exigencias de los judíos ultra-ortodoxos de una educación segregada por género, algunos profesores israelíes empezaron a brindar cursos abiertos o bien exclusivamente para hombres o bien solo para mujeres.
La comunidad utra-ortodoxa de Israel representa algo así como el 12 por ciento de la población del país, con una estimación -en 2017- de alrededor del millón de ciudadanos practicantes de la fe; un número que no hace más que crecer.
Cuando en 2014 y 2017, el protocolo fue cuestionado en el Tribunal Supremo, el Consejo de la Educación Superior respondió en favor de la práctica haciendo hincapié en que el alcance de la segregación por género se limitaría a la habilitación de unas aulas solo para hombres y otras solo para mujeres.
«La implementación de la segregación por género solo será posible en las aulas; no se permitirá segregación alguna en los espacios públicos en el resto del campus universitario», comunicó en su momento el Consejo a los jueces supremos.
Pero más tarde el Consejo revirtió su posición y aprobó que las universidades israelíes avanzaran hacia la separación de hombres y mujeres como lo estimaran conveniente.
La implantación de no solo aulas segregadas por género sino también campus totalmente segregados por el mismo criterio con senderos de separación sería permisible con el nuevo conjunto de normas del Consejo.
Las normas restrictivas del uso del campos ya sea para hombre o para mujeres según el día de la semana pero sin coincidir nunca también serían admisibles según las nuevas pautas.
«La posición del Consejo de la Educación Superior es que no existe restricción alguna para la habilitación de campus separados, situados en diferentes zonas geográficas, para hombres y mujeres», escribió el Consejo al Tribunal Supremo la semana pasada,* y agregó que «no hay impedimento alguno para el establecimiento de días diferenciados para los cursos».
En su presentación al tribunal, el Consejo señaló que la segregación por género en los espacios públicos de un instituto o de una universidad estaba supeditada al consentimiento de los estudiantes, que no podían ser obligados contra su voluntad. «Las instituciones que fuercen la segregación en los espacios comunes serán sancionados», escribió.
Pero Or Kashti, reportero de educación de Haaretz, dice que esta advertencia es improbable que impida la expansión de la segregación por género aunque algunos estudiantes se opongan a ella.
«La prohibición de que las mujeres accedan a una institución académica o que vayan a la biblioteca en ciertos horarios no necesariamente debe ser explícita. Es suficiente un cartel que avise de horarios diferenciados y que se pida ‘consideración’. Pocos se atreverán a actuar de otra manera», escribió Kashti en un tweet.
‘Patrulla del recato’
En la práctica, en los últimos años son numerosas las academias israelíes que han segregado por género sus espacios públicos, entre ellos la entrada del establecimiento, el vestíbulo y la biblioteca.
En el Instituto Académico Ono, la apariencia de las mujeres era supervisada por una ‘Patrulla del recato’ que controlaba las joyas y el maquillaje permitidos, y cuánta piel podía no estar cubierta.
Kashti señala que en otras circunstancias de la sociedad israelí en las que se ha permitido la segregación por género -con la condición de que fuese consensuada- los tribunales han insistido en que se implementaran otras disposiciones que aseguraran que los ciudadanos estén al corriente de su derecho de objetar la práctica.
Por ejemplo, en algunas líneas de autobuses públicos frecuentadas por ultra-ortodoxos, en los buses debe haber señalización plurilingüe que deje claro que la segregación por género es opcional -no obligatoria- y hay un grupo de inspectores para asegurar que no existe coerción alguna. Sin embargo, en relación con los institutos israelíes, el Consejo no estipula la necesidad de un mecanismo de control.
A las instituciones académicas no se les exige que brinden el mismo número de clase a las mujeres que las se ofrece a los hombres, o viceversa, por ejemplo. Antes bien, las clases son abiertas sobre la base de la «demanda de programas concretos y su viabilidad económica», dice el Consejo.
* El original en inglés de esta nota fue publicado en la semana del 18 al 24 de noviembre de 2018. (N. del T.)
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.