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El derecho al retorno es el punto fundamental de la lucha palestina

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Hace poco un amigo compartió una imagen que pretendía mostrar solidaridad con Palestina. A primera vista pensé que era bonita: aparecía un corazón trazado con la palabra «Palestina», relleno con los nombres de varias ciudades palestinas y decorado con los colores de la bandera palestina.

Como es natural, busqué la ciudad de Safad, cerca del lugar de nacimiento de mis abuelos. No la encontré, pero tampoco otras ciudades cercanas como Akka, Haifa, y ni siquiera Nazaret. Entonces lo vi claro: en este corazón palestino no estaba incluidas ninguna de las ciudades de las que se habían apropiado las fuerzas sionistas durante la Nakba de 1948.

Como descendiente de palestinos originarios de una aldea que ahora se conoce como Israel, no me sorprende el aluvión de propaganda israelí tratando de sepultar la historia de nuestra existencia. No se puede esperar menos de un Estado que se creó por medio de la expulsión y el sometimiento de una población existente.

El Estado israelí no es el único que discrimina a la población palestina, también es algo endémico de la propia población israelí. Un reciente estudio del Centro de Investigación Pew señala que casi la mitad de los judíos israelíes opina que se debería expulsar del país a los ciudadanos palestinos de Israel y un 79 % cree que los judíos merecen un trato preferente en Israel.

No obstante, es de suponer que la imagen del corazón, que ignora una injusticia fundamental perpetrada contra los palestinos, fue creada por una persona que apoya Palestina. No es más que una más de los millones de imágenes que se comparten a diario en las redes sociales, pero sirve de recordatorio de que la difícil situación de los palestinos desposeídos en 1948 se ha olvidado en muchos sentidos, incluso por parte de quienes apoyan la causa palestina.

Un derecho no negociable

El derecho al retorno, piedra angular de la lucha palestina, consiste en el principio de que los refugiados palestinos tienen el inalienable derecho a retornar a su patria. Esto incluye a aquellos que huyeron o fueron obligados a huir tanto 1948 como en 1967, además de a sus descendientes.

El derecho al retorno también está consagrado en el derecho internacional. La Asamblea General de la ONU de diciembre de 1948 adoptó la Resolución 194 que pedía el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares. En junio de 1967 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 237 que pedía a Israel que facilitara el retorno de los refugiados, incluidos aquellos obligados a huir debido a que unos días antes Israel se había apropiado de sus tierras.

Israel sigue violando sus obligaciones según el derecho internacional. No tiene intención de corregir o de abordar las injusticias históricas que provocaron el problema de los refugiados palestinos y el derecho al retorno ha sido uno de los principales problemas que impiden una resolución justa del conflicto. En los raros casos en los que Israel considera siquiera el Estado palestino, mantiene que el derecho al retorno es absolutamente imposible.

A pesar de que cada vez hay menos refugiados originarios de la limpieza étnica de 1948, sus descendientes ascienden a más de cinco millones. Aunque solo una parte de ellos ejerciera su derecho al retorno, podría afectar enormemente al equilibrio de poder dentro del sistema político israelí. Teniendo en cuenta que durante mucho tiempo se ha advertido a los israelíes de la «amenaza demográfica» para el «Estado judío» y que todo el proyecto sionista se basa en mantener el dominio demográfico judío, no es de extrañar que no deseen aceptar el derecho al retorno.

A consecuencia de su consolidado poder político, económico y militar, Israel no tiene aliciente alguno para aceptar sus responsabilidades por los sus crímenes o para pagar indemnización alguna. Al contrario, la maquinaria de propaganda israelí trata activamente de normalizar la aciaga historia del país y la opresión a la que actualmente somete a los palestinos.

En otras palabras, lo que [los israelíes] esperan es que si se les da tiempo suficiente se acepten como normales sus continuas violaciones de los derechos humanos, incluidas la limpieza étnica y la desposesión. Esta normalización influye en la percepción de las audiencias internacionales, del público israelí y e incluso de quienes apoyan a Palestina, desanimados por las pocas posibilidades de una resolución justa.

Un juego de paciencia

La primera conferencia del movimiento sionista tuvo lugar 50 años antes de 1948. Durante mucho tiempo la colonización de Palestina ha sido una maniobra de paciencia, respaldada por una violencia abrumadora y la complicidad internacional.

Este sigue siendo el caso todavía hoy, 68 años después de la Nakba. Es probable que Israel esté apostando por que una vez que muera la primera generación de refugiados, las generaciones siguientes olviden gradualmente sus reivindicación de la Palestina histórica.

Mientras tanto, los árboles plantados por el Fondo Nacional Judío siguen creciendo y tapando las pruebas de pueblos palestinos destruidos por los sionistas.

Es imprescindible que quienes apoyan los derechos palestinos no olviden nunca a los refugiados de 1948. Los movimientos de solidaridad con Palestina siguen reivindicando el derecho al retorno, pero por razones estratégicas gran parte de su activismo se centra en cuestiones como el crecimiento de las colonias en Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, y las agresiones israelíes contra Gaza.

El movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) dirigido por organizaciones palestinas pide el boicot de «todas las empresas e instituciones israelíes involucradas en las violaciones por parte de Israel del derecho internacional», pero reconoce que las campañas principales se centran en empresas que operan en las ilegales colonias israelíes en Cisjordania. Simplemente, es más probable que las campañas contra la actividad de las colonias en los llamados Territorios Palestinos Ocupados tengan un apoyo internacional mayor que las que piden el derecho al retorno.

Esta realidad de lo que apoyarán naciones poderosas (e incluso algunos activistas) es testimonio de la perseverancia y eficacia de la propaganda israelí. A pesar de echar de sus hogares a miles de personas en 1948, ocupar sus tierras y someter a quienes permanecieron en ellas, las principales potencias mundiales consideran que Israel es un Estado legítimo, un «bastión de la democracia». No consideran que las tierras palestinas de las que los israelíes se apropiaron en 1948 sean en modo alguno territorio ocupado. El término «Territorios Palestinos Ocupados» se refiere a Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, y a la Franja de Gaza, y la postura oficial de Israel es que son territorios en «disputa«, no ocupados. La historia la escriben los vencedores.

Por otra parte, es sabido que quienes apoyan a Israel responde a las criticas legítimas de la política estatal con acusaciones de antisemitismo. Equiparan el derecho palestino al retorno con la negación de la autodeterminación judía y eso desanima a algunas personas a apoyar el primero.

Mantenerse firmes

El problema fundamental es que los fundadores sionistas de Israel expulsaron a la población palestina originaria y se apropiaron de sus tierras. La propia fundación de Israel está basada en la ocupación y en la opresión.

En Líbano los palestinos sin Estado siguen viviendo en campos de refugiados superpoblados y carentes de servicios en los que tienen muy pocos derechos, mientras que los israelíes (que de hecho son ocupantes) viven muy cómodamente en las tierras de los padres y abuelos de esos palestinos, a solo unas decenas de kilómetros. Sin lugar a dudas, las casas y las tierras que les pertenecen están ocupadas.

Ningún acuerdo de paz puede anular nunca este derecho de retorno porque los derechos individuales no pueden ser derogados por ningún acuerdo de paz. Israel reivindica de forma arrogante la soberanía de las tierras palestinas que robó en 1948 y nada le gustaría más que esta reivindicación se aprobara oficialmente. Toda disposición israelí a reconocer un Estado palestino estaría supeditado a eso.

Mientras tanto, Israel seguirá haciendo padecer desnutrición, atrofiando y limitando las calorías de los palestinos de Gaza de forma metódica, y suprimiendo a los palestinos de Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, con la esperanza de que un sufrimiento y una humillación prolongados los llevará a la sumisión.

El pueblo palestino ha permanecido firme ante semejante tiranía israelí. Sesenta y ocho años de desplazamiento y de represión no han quebrado su voluntad ni su resistencia.

Pero mientras la propaganda israelí sigue distrayendo de la verdad de su fundación, y cuando incluso el supuesto principal representante de los palestinos expresa su voluntad de abandonar su reivindicación de su ciudad natal, es más importante que nunca para los palestinos y quienes los apoyan reafirmar el derecho al retorno. De lo contrario, se olvidará el verdadero alcance de la ocupación de toda Palestina histórica. 

 

Mohamed Mohamed es el responsable de finanzas, subvenciones y desarrollo del Jerusalem Fund and Palestine Center de Washington, DC.

Fuente: https://electronicintifada.net/content/right-return-heart-palestines-struggle/17856?utm_source=EI+readers&utm_campaign=b66dedbf7e-RSS_EMAIL_CAMPAIGN&utm_medium=email&utm_term=0_e802a7602d-b66dedbf7e-290670097

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.