Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
A pesar del anuncio de la administración estadounidense de lo contrario, no hay dudas de la ilegalidad de la invasión de los colonos de Israel.
Un niño palestino se sienta al lado de una carretera junto a soldados israelíes en la aldea de Tubas en Cisjordania durante una manifestación contra las colonias judías el 25 de febrero de 2018 (AFP)
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, apareció en los titulares de todo el mundo esta semana al anunciar que Estados Unidos había cambiado su posición y ya no veía las colonias israelíes como una violación del derecho internacional.
En una de las estúpidas declaraciones públicas de nuestro tiempo, Pompeo explicó que «los argumentos sobre quién tiene razón y quién está equivocado como una cuestión de derecho internacional no traerá la paz». Es estúpido, primero, porque no hay un argumento genuino sobre la ilegalidad de las colonias. Hasta que Estados Unidos habló fuera de lugar, Israel estaba solo en la defensa de su legalidad.
Más contundentemente, el papel del derecho internacional es regular el comportamiento apropiado de los Estados soberanos, no hacer las paces negando la relevancia de la ley, lo que realmente parece alegrar la ley de la selva.
«Hechos sobre el terreno»
Pompeo eliminó cualquier duda sobre esto cuando justificó el cambio al admitir que Estados Unidos «reconoció la realidad sobre el terreno«. En un lenguaje más claro, el comportamiento sin ley puede volverse legal si se mantiene lo suficiente por la fuerza, una lógica que no solo desafía el derecho internacional, sino que es contraria a los compromisos legales centrales de la Carta de las Naciones Unidas.
Particularmente en el área de paz y seguridad, el derecho internacional puede ser algo ambiguo. Las posiciones opuestas pueden mantenerse razonablemente, resolverse por un tribunal autorizado o por la práctica sostenida en el tiempo.
Lo que la diferencia en las declaraciones de Pompeo es su posicionamiento en relación con otros movimientos controvertidos de Trump y lenguaje de blanqueo.
Sin embargo, el establecimiento de colonias en el territorio palestino ocupado es un ejemplo de una cuestión sobre la cual no es posible presentar un argumento responsable en apoyo de la legalidad.
La ilegalidad de la invasión de los colonos ha sido señalada en repetidas ocasiones por observadores informados como el mayor obstáculo para la paz y el desafío israelí más vívido y descarado al derecho internacional.
Entonces, ¿ha dado Washington a Israel su bendición para hacer lo que quiera en el futuro con respecto a las colonias y, para el caso, en toda la Cisjordania ocupada? Después de todo, si la Casa Blanca ahora respalda la anexión israelí de los Altos del Golán en territorio soberano sirio, se puede pensar que Cisjordania es una papa pequeña.
La claridad del derecho internacional sobre el tema de las colonias israelíes surge en parte del hecho inusual de que han sido formalmente declaradas ilegales por las fuentes de orientación internacional más autorizadas. Varios ejemplos claves ilustran este consenso internacional:
Consenso de la ilegalidad
En primer lugar, el artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra establece que una potencia ocupante «no deportará ni transferirá partes de su propia población civil al territorio que ocupa». Esta importante disposición del derecho internacional humanitario se entiende universalmente como la prohibición del establecimiento de colonias israelíes en cualquier parte de los territorios palestinos ocupados.
Si Israel cumpliera con el derecho internacional debería haber cesado la actividad de colonialismo y desmantelamiento de lo que se construyó en los años posteriores a la guerra de 1967. En cambio Israel ha continuado construyendo, a un ritmo acelerado, avanzando la lógica poco convincente de que los israelíes pueden vivir en Palestina donde quieran.
Israel ni siquiera ve las áreas de Jerusalén y Cisjordania donde existen colonias como «territorios ocupados» en un sentido legal, sino como parte de la «tierra prometida».