Hace veintiún años que esta madrileña se afincó en Cisjordania. Allí trabaja en una organización destinada a mejorar la precaria situación sanitaria de la zona Con serenidad, Juani Rishmawi, madrileña y palestina de adopción, comenta que el cambio de vivir en la capital española a Cisjordania en absoluto fue traumático. «Antes de trasladarme tuve la oportunidad […]
Hace veintiún años que esta madrileña se afincó en Cisjordania. Allí trabaja en una organización destinada a mejorar la precaria situación sanitaria de la zona
Con serenidad, Juani Rishmawi, madrileña y palestina de adopción, comenta que el cambio de vivir en la capital española a Cisjordania en absoluto fue traumático. «Antes de trasladarme tuve la oportunidad de conocerlo -explicó ayer-. Mi marido me dijo que tenía que ir antes y así fue invitada por un familiar. Sí noté el contraste entre una gran ciudad como Tel Aviv y otra como Gaza, pero la gente es muy cariñosa y hospitalaria y me he amoldado perfectamente. Para mí no fue nada conflictivo, sino algo natural».
Ya instalada en Cisjordania, Rishmawi comenzó a colaborar con los Comités de Trabajo para la Salud, destinados a la consecución de fondos para garantizar la sanidad en la zona. Ahora esta organización gestiona dieciséis clínicas y dos hospitales, y desarrolla, según explicó la coordinadora, cuatro programas específicos para mujeres, niños, adolescentes y comunidades. «Al año atendemos a unas 350.000 personas», indicó.
Invitada por la asociación Galiza por Palestina, Rishmawi estuvo ayer en Pontevedra para denunciar el «desastre económico y social» que sufre el país, agravado por la ocupación israelí. Explicó que existe un 70% de población activa en paro, ocho mil presos detenidos por las autoridades israelíes, a lo que hay que unir «continuos atropellos, creación de asentamientos, asesinatos selectivos…». «El deterioro económico es de miles de millones anuales en los territorios», añadió.
La situación es especialmente conflictiva en Gaza, según denunció la cooperante, donde el «ha dejado desde hace un mes a 1.200.000 personas sin alimentos». Además, el muro construido por los israelíes ha aislado, según agregó, a las comunidades, «afectando no sólo a la economía, sino también a la salud». «En los últimos años -explicó- han muerto doscientas personas en los controles militares, cuarenta de ellas mujeres de parto».
«El desastre humanitario y económico es tan grande que es totalmente incalculable», concluyó.