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El día de San Valentín en Líbano

Fuentes: http://www.pmundial.com.ar

El día de San Valentín solía ser una jornada festiva en Líbano, sobre todo para la gran comunidad cristiana, que en porcentaje es la más numerosa de todos los países árabes y musulmanes. Después del sangriento asesinato del dirigente anti sirio Rafic Hariri, que ayer se cumplieron tres años, el Día de los Enamorados se […]

El día de San Valentín solía ser una jornada festiva en Líbano, sobre todo para la gran comunidad cristiana, que en porcentaje es la más numerosa de todos los países árabes y musulmanes. Después del sangriento asesinato del dirigente anti sirio Rafic Hariri, que ayer se cumplieron tres años, el Día de los Enamorados se transformó en la fecha apropiada para protestar contra el gobierno de Siria y la guerrilla chiíta libanesa Hezbolá (Partido de Dios).

Luego de la cruenta guerra civil que padeció Líbano entre 1975 y 1990, el tablero religioso y político quedó dividido básicamente en dos sectores antagónicos: los cristianos y los musulmanes sunnitas unidos en un bloque apoyado por EE.UU. e Israel, y por otro lado los musulmanes chiítas – con algunos aliados cristianos – que cuentan con su fuerza armada Hezbolá, y que están apoyados por el gobierno sirio y financiados por Irán.

El asesinato de Hariri no fue uno más de las decenas de crímenes políticos que pesan en la historia de Líbano; ese día se desmoronó una gran parte de la tutela siria, ya que las manifestaciones pacíficas de la población con el apoyo de Occidente forzaron a las tropas sirias a retirarse del país luego de 29 años de injerencia, hecho que se denominó «La Revolución de los Cedros».

Cuatro meses después se convocaron elecciones parlamentarias, en las que triunfó ampliamente la alianza anti siria de Hariri, liderada por su hijo Saad. Sin embargo, para cumplir con la Constitución y el reparto intercomunitario del poder, se nombró como presidente del Parlamento al líder chiíta el Nabih Berri.

Los bombardeos israelíes de julio de 2006 no cambiaron el esquema político a favor de los sectores pro occidentales, sino que por el contrario produjeron el efecto adverso para Tel Aviv y Washington, ya que se fortaleció a la guerrilla Hezbolá, que ganó un gran prestigio dentro de la polifacética sociedad libanesa, debido a que fue la única milicia con capacidad de dar una respuesta al ataque israelí.

En verdad, Israel se vio forzado a retirarse porque el bombardeo indiscriminado sobre Beirut, en el que murieron unas mil personas, no afectaba a Hezbolá, sino que perjudicaba a toda la población de Líbano, lo que promovió una fuerte condena internacional contra Tel Aviv. Además, el constante asedio sobre Líbano no redujo el lanzamiento de misiles Katiuska por parte de Hezbolá contra la población civil israelí.

En noviembre del año pasado se produjo un conflicto que aun no ha sido resuelto: el mandato del presidente Fouad Siniora llegó a su fin. Las comunidades enfrentadas no logran alcanzar un acuerdo con respecto a quien deben designar como sucesor, ya que esta atribución le corresponde al Parlamento y éste ya aplazó su reunión catorce veces; por ahora la fecha fijada es el 26 de febrero.

La muerte del cofundador de Hezbolá, Imad Mughniyah, acusado entre otros crímenes de ser uno de los cerebros del ataque a la AMIA y a la Embajada de Israel en Buenos Aires, constituye el primer asesinato de un político libanés pro sirio, ya que luego del atentado contra Hariri se produjeron varios asesinatos de políticos y periodistas contrarios al régimen de Damasco. De confirmase la culpabilidad de Mughniyah en los atentados en Buenos Aires, este sería el primer caso de que Hezbolá actuara fuera de Líbano e Israel.

Luego de la caída de Mughniyah, no sólo se temen represalias contra objetivos israelíes en todo el mundo, sino que este puede ser el comienzo de nuevos asesinatos selectivos, pero esta vez dirigidos a líderes chiítas cercanos a Siria, lo que agravaría aun más la anárquica situación libanesa.

La combinación entre esta nueva crisis que provoca la muerte del líder de Hezbolá en Siria y los problemas que se vienen arrastrando – la acefalía y el tercer aniversario del asesinato de Hariri sin que la justicia libanesa determine quién fue el culpable – puede llegar a reavivar la temida guerra civil, que no sólo devastaría nuevamente a este país, antiguamente llamado «la Suiza de medio Oriente», sino que tornaría más volátil el contexto regional con la franja de Gaza bloqueada, Irak ocupado y el aumento de la tensión con Irán.