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Siria

El discurso de Bashar

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

Las características de los medios de comunicación y de la propaganda de guerra en Siria resultan obvias ahora: cada parte afirma con confianza que sus cálculos, suposiciones y predicciones han sido exactos todo el tiempo. Ninguna de las partes muestra -o quiere mostrar- la menor señal de duda o inseguridad ahora que ambas son profundamente dependientes de los partidarios regionales e internacionales para sobrevivir. 

Las reacciones al discurso de Bashar al-Assad han sido demasiado predecibles: los partidarios del régimen sirio han declarado rápidamente la victoria contra todos los «terroristas», mientras que los partidarios de los grupos armados sirios lo han entendido como el discurso de despedida de un dictador ante su final. Por supuesto, las predicciones de ambas partes no han conseguido materializarse a lo largo de la crisis: la propaganda del régimen ha estado prediciendo desde el inicio del levantamiento sirio el fin del conflicto armado, mientras que los gobiernos occidentales y las camarillas que de ellos se hacen eco en el mundo árabe han estado prediciendo con entera confianza una inminente caída del régimen, para esta semana o para la siguiente.

En realidad, ninguno de los dos lo sabe. El conflicto en Siria se fue de las manos sirias hace más de un año, cuando los partidarios regionales e internacionales de los protagonistas armados relevaron a sus clientes. En la actualidad, el conflicto en Siria solo se puede comparar con las guerras por delegación durante los largos años de la Guerra Fría. Hay muchos síntomas de las guerras por delegación de la Guerra Fría en Siria: es muy parecida a la guerra de Afganistán en la década de 1980.

Cada superpotencia sentía que su mismísima posición en el escenario mundial dependía del resultado del conflicto. Estados Unidos dedicó todos sus recursos y los recursos de sus clientes de la región para minar al régimen pro-soviético de allí, mientras que el régimen soviético agotó sus recursos con el fin de mantenerse a flote.

No hay nada nuevo en el discurso de Bashar. El tono y el estilo resultan ser la quintaesencia de Bashar: uno lo puede afirmar fácilmente porque con frecuencia habla extemporáneamente largo y tendido. El discurso contiene la típica retórica nacionalista siria que satura en la actualidad la propaganda del régimen, y cuyo estilo deriva de las repugnantes formas del estrecho nacionalismo libanés. Está claro que Bashar escribió buena parte del discurso a pesar de haber leído la parte dedicada a la «solución» sin emoción ni pasión, como si se la hubieran dictado sus patrocinadores regionales e internacionales.

No hay nada relevante en la propuesta: pretendía más bien ser un signo de evaluación sobre la situación en Siria por parte de la élite gobernante. Indica igualmente que la guerra va a continuar, sobre todo que los patrocinadores regionales e internacionales de la guerra no muestran signos ni de agotamiento ni de remordimiento. Bashar ha estado ausente de la foto y no ha jugado papel alguno para movilizar a los que les respaldan, al igual que la otra parte no cuenta con una figura que pueda señalarse como líder unificador. Bashar, consciente de esta deficiencia del lado de la oposición, mencionó que una revolución requiere un líder y un intelectual. Con ello, Bashar bien pueda estar infiriendo que él mismo actúa como el líder y, presumiblemente, como el intelectual de su parte en el conflicto.

Las propuestas de Bashar claramente representan el consenso no del pueblo sirio sino de sus patrocinadores regionales e internacionales. No constituyen una modificación o un cambio en la posición del régimen. Por el contrario, Assad claramente se eliminó de la ecuación y de su visión del conflicto. Para la oposición siria (armada e incluso civil), él se ha convertido en su objetivo y su caída constituye la causa. La oposición siria en el exilio no ha presentado un plan claro y específico de gobierno más allá de la astuta retórica de los Hermanos Musulmanes sobre el «estado civil» (presumiblemente los grupos armados sirios leales a Qatar y a Arabia Saudí están ya construyendo el núcleo de tal Estado en las «zonas liberadas»).

Los gobiernos occidentales y del CCG no sólo no proponen un plan de reforma para Siria sino que prefieren la preservación de la dictadura siria. Tienen en mente el modelo yemení por el que Estados Unidos ha seguido gobernando Yemen y ha expandido su influencia aún más, sacrificando al impopular potentado que gobernaba. Las bombas que apuntaron a los jefes de seguridad del régimen en Damasco fueron pensadas como un atajo para hacer caer a Bashar al-Assad preservando al mismo tiempo la dictadura. Israel, por supuesto, se adscribe al mismo escenario y Estados Unidos tiene los intereses israelíes en cuenta cuando se trata de preservar el régimen de Assad pero sin Assad. Después de todo, la dinastía Assad ha contribuido en mucho a la protección de la frontera israelí.

Las propuestas del régimen sirio no mencionan al cargo más alto del gobierno. Presumiblemente, Bashar sigue estando en la dirección como lo está Hafez junior tras él. Y al actual gobierno se le ha encomendado el proyecto de transición hacia… el mismo régimen. El régimen habla de diálogo pero no incluye a quienes forman la oposición no violenta al régimen. Se trata de un régimen baasista que está acostumbrado a desestimar a sus enemigos como agentes «externos», y Bashar (el dirigente de un régimen anteriormente laico) invocó el lenguaje religioso para asegurar a sus televidentes que sus enemigos caerán en el infierno.

El conflicto continuará y las divisiones que ha provocado o aumentado no harán más que agravarse con el tiempo. Los actores regionales e internacionales han apostado fuertemente en el conflicto y un sector quiere mantener al régimen y a su dirección, mientras que el otro no se conformará hasta que derroque la cabeza del régimen. La oposición siria en el exilio, que fue elegida por el Hombre blanco para hablar en nombre de todos los sirios, está más en deuda que nunca con sus benefactores. El papel preponderante de los Hermanos Musulmanes en todos esos órganos, consejos y coaliciones opositoras del exilio, ya no puede camuflarse. La alianza entre la Hermandad Musulmana egipcia, por una parte, y entre Israel y Estados Unidos, por otra, al menos en lo que respecta a Gaza y al Sinaí, han mejorado las credenciales de la Hermandad Musulmana siria vis-à-vis Occidente.

Si se compara la cifra de muertos en Siria con el número de muertos de la guerra civil de Líbano uno llega a la conclusión de que esta es una guerra más brutal que la manifiestamente feroz guerra civil libanesa. Es poco probable que de esta brutalidad emerja un nuevo orden pacífico, independientemente del bando que gane -si es que gana alguno, lo cual es poco probable.

 

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/blogs/angry-corner/bashar%E2%80%99s-speech