Dice uno de los lemas antiglobalizadores que otro mundo es posible. En este tiempo de crisis, es el momento de añadir que no solo es posible, es necesario, y, esta es la buena noticia: será mejor. En el libro recién publicado Disfruta de la vida sin cargarte el planeta se rompe el mito del ecologista […]
Dice uno de los lemas antiglobalizadores que otro mundo es posible. En este tiempo de crisis, es el momento de añadir que no solo es posible, es necesario, y, esta es la buena noticia: será mejor. En el libro recién publicado Disfruta de la vida sin cargarte el planeta se rompe el mito del ecologista agonías, porque la «idea extendida de que una buena vida consiste en quemar una cantidad generosa de combustible fósil y producir gran numero de artículos para el consumo es tan peligrosa como frustrante». Es decir, a partir de unas necesidades básicas satisfechas, es mínima la correlación entre el consumo y la felicidad. Entonces, deberíamos ser audaces e imaginar una salida a la crisis diferente de la de más productividad y más consumo. Quienes estamos gastando por encima de lo ecológicamente aceptable tendríamos que dejar espacio para que otras familias lo ocupen, no en nuevos despilfarros, sino en sus necesidades básica. Todos ganaremos tiempo para una convivencia más humana y divertida. ¿Sabrá la economía acomodarse a nuevos paradigmas?