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El edicto imperial y los mercenarios

Fuentes: Cubadebate

La decisión del gobierno de Estados Unidos de entregar 36 millones de dólares a los mercenarios de la llamada disidencia tiene por objetivo declarado crear las causas y condiciones para conducir al país a la desestabilización como tan descaradamente han proyectado en ese mamotreto de medidas ó edicto imperial. Como nunca antes, la política hacia […]

La decisión del gobierno de Estados Unidos de entregar 36 millones de dólares a los mercenarios de la llamada disidencia tiene por objetivo declarado crear las causas y condiciones para conducir al país a la desestabilización como tan descaradamente han proyectado en ese mamotreto de medidas ó edicto imperial.

Como nunca antes, la política hacia Cuba ha sido secuestrada por un grupo fascista que pasa por encima de todo sentido común, de toda decencia, para conspirar y tratar de tener el sueño dorado de usar a la sociedad norteamericana para que les resuelva «el problema cubano».

Es tan aberrante lo que han decidido que, por ejemplo, han ordenado realizar operaciones encubiertas en contra de las redes de «mulas» y otras que transporten dinero familiar hacia Cuba, castigarlos fuertemente y hasta ofrecen recompensas a quienes delaten los envíos de remesas, mientras que por otro lado y de una manera cínica y desvergonzada determinan atraer, capacitar y proporcionar recursos a personal «voluntario» de diferentes nacionalidades que viajen a Cuba y sirvan de «mulas» al gobierno norteamericano para suministrar dinero y otros medios a los mercenarios.

¿Qué otra cosa podía esperarse de gente que actúa como mafia?

¿Acaso todo esto no arrancó en aquella reunión de enero del 2003 en Miami donde Jeb Bush y Melquíades Martínez dejaron claro ante la mafia la «orientación» de la Casa Blanca de proyectar acciones para llevar adelante la más despiadada guerra contra nuestro país? ¿Cómo olvidar que una de las rabiosas medidas inmediatas de aquella reunión fue meter en el «hueco» por tiempo indefinido e intentar aislar completamente a nuestros cinco héroes?

En mayo del 2003, dos verdaderos crápulas de la política anticubana como los señores Dan Fisk, subsecretario adjunto del Departamento de Estado y Otto Reich, enviado especial de la administración Bush, como después lo harían también algunos miembros del Consejo de Seguridad Nacional que dirige la señorita Condoleeza Rice, se reunieron en Washington – tanto en el Departamento de Estado, como en la Casa Blanca-, con una delegación del Consejo por la Libertad de Cuba, donde estaban algunos connotados terroristas como Feliciano Foyo, Alberto Hernández, Ignacio Sánchez, Luis Zúñiga, Ricardo Mayo, Horacio García y otros ¨capos¨ de la mafia de Miami, para analizar en conjunto la instrumentación de las más importantes de esas medidas. ¡Eso lo hicieron cinco meses antes del anuncio de Bush de crear la Comisión presidida por Colin Powell!

Se dice que estos terroristas salieron aquel 2 de mayo tan reconfortados de Washington en el vuelo 207 de la US Airways hacia Florida, que tomaron champán con la convicción de «haberse ganado la lotería».

Más recientemente, en febrero de este año, entusiasmados ante la idea de la «transición política rápida» en Cuba y la aplicación inmediata de un esquema neoliberal, «después de pasar la escoba y barrer» (así es como disfrazan ahora la teoría de los tres días de licencia para matar), representantes de más de 200 organizaciones contrarrevolucionarias (me imagino que ahora llegaran a 500 ante tanto «guaniquique» de por medio) se reunieron con Reich, Fisk, Noriega, los Díaz-Balart, la «loba feroz», etc., para concertarse sobre las piezas centrales de esa «transición». Lo llamativo es que por el apoyo entusiasta de la oficina de intereses norteamericana, por tele conferencia desde La Habana, participaron y dieron su aprobación a ese programa algunos de los flamantes mercenarios radicados en la isla.

El papel clave asignado a los mercenarios de la disidencia, en el propósito de subvertir el orden constitucional del Estado cubano, está claramente definido.

El Subsecretario del Departamento de Estado, Roger Noriega, el 6 de mayo pasado, identificó seis tareas interrelacionadas con los mercenarios de la disidencia para destruir a la Revolución:

1) La «danza de los millones» para el fortalecimiento de la «sociedad civil» en Cuba ( 36 millones de dólares para los mercenarios),

2) la reducción del flujo financiero hacia el gobierno cubano (la disparatada decisión concerniente a los viajes, envíos de remesas, licencias, etc., que ha encontrado tanto rechazo), para aumentar vapores a la «olla de presión» interna y tratar de que explote (la rendición por hambre y enfermedades).

3) socavar lo que llaman la estrategia de sucesión del gobierno cubano,

4) romper el supuesto bloqueo de información del pueblo de Cuba y justificar los 18 millones de dólares para las ilegales transmisiones de radio y TV Martí desde el Comando Solo, mediante el Hércules C-130 escoltado por aviones de guerra, como se afirma ahora por algunas fuentes informativas desde Miami.

5) incrementar los esfuerzos diplomáticos para enfrentar la propaganda cubana (nuestros sitios de Internet, las mesas redondas, Cubavisión internacional, Radio Habana-Cuba, etc.) destinando cinco millones de dólares adicionales para las iniciativas de diplomacia pública de las embajadas de los Estados Unidos, con el objeto de continuar la guerra mediática que distorsione la verdad sobre Cuba, así como financiar y promover conferencias internacionales o nacionales (en terceros países) para diseminar información en el exterior sobre las políticas estadounidenses respecto al esfuerzo de planificación para apoyar la transición en Cuba, y

6) trabajar por la internacionalización de la agresión mediante el aumento de los esfuerzos directos con gobiernos de terceros países dispuestos a aplicar una política firme y dinámica para apoyar a la «sociedad civil» cubana.

Al presentar estos planes desestabilizadores ante la prensa, Noriega afirmó sin ningún rubor: Este es un compromiso esencial de apoyo al pueblo cubano único en su clase; por primera vez contaremos con una estrategia definitiva y decisiva para poner fin a la dictadura».

Otro personaje, el señor Adolfo Franco, director de la USAID a cargo de los programas contrarrevolucionarios, ha dicho reiteradamente: «Estados unidos comprometió una mayor ayuda para los activistas que actualmente trabajan en Cuba» y más recientemente ratificó a los alborozados mafiosos de Miami que no se preocupen, porque hay dinero para todos.

Un viejo conocido (yo diría: otro padrino de los camajanes), el señor Michael Kozak, ahora flamante subsecretario principal adjunto de Estado para asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo ( con todo respeto, el Departamento de Estado es cada vez más la cueva de «colí powé» y los 40 furibundos anticubanos) acudió hace unos días a una audiencia congresional, donde se explayó en explicar cómo Estados Unidos ofrece su apoyo para asistir y potenciar a los ciudadanos cubanos en su lucha por la democracia.

Un objetivo básico del programa de medidas, según Kozak «es desarrollar planes contingentes para asistir a una Cuba Libre durante semejante transición, si es que sus ciudadanos piden tal ayuda».

Ahora resulta que todas las acciones peliagudas en este documento tienen la decisión norteamericana, pero acompañada de esa frase mágica: «si es que sus ciudadanos piden tal ayuda». ¿Van a pedir esa ayuda los patriotas o los anexionistas?

Es evidente que al darles más dinero, al ponerlos en la punta de lanza, Estados Unidos quiere alentar a los mercenarios a actuar como una «cabeza de playa» en acciones mayores.

Por eso concuerdo plenamente con los criterios en la sociedad revolucionaria cubana cuando preguntan ¿qué dicen los que hasta ahora han tratado este asunto con tanto doble rasero y han pretendido escamotearle a la nación cubana su derecho a defenderse?

Mucho más cuando sin ningún tapujo, el pasado 10 de mayo, en el Prologo del informe de la flamante Comisión, el señor Colin Powell dijo: Estados Unidos apoyará a los que, en Cuba, defienden con valentía los Derechos Humanos y trabajan con vistas a la reforma política y económica ¿Es ese o no reconocimiento tácito al mercenarismo de los cipayos internos?

Powell fue incluso más descarnado: «En la transición de Cuba a la democracia, será bien recibida y es parte de nuestra idea, la participación activa de la comunidad cubano-estadounidense (Tomás Estrada Palma multiplicado y en dosis a pulso).

Toda esta lujuria se complementa con otros aspectos visibles de esa estrategia de agresión y que responden más que todo a la desesperación, porque ahora sí agotaron completamente todo su arsenal de medidas políticas y económicas y solamente les queda el ámbito militar.

El señor Roger Noriega ha dicho con absoluto cinismo que para iniciar «la transición» hay que salir del obstáculo principal (la persona de Fidel Castro) y «la transición puede ocurrir en cualquier momento y nosotros tenemos que estar preparados para actuar con agilidad y asegurarnos de que (…) los compinches del régimen no tomen el control…»

Ese es el quid para entender las decenas de declaraciones que han pronunciado personeros de la mafia por estos días pidiendo la intervención militar o lo dicho por Jeb Bush sobre la necesidad de limpiar el vecindario e incluso aquella celebre entrevista eufórica de Donald Rumsfeld en el programa Met The Prees, cuando a la pregunta de un periodista sobre posibilidades de que Cuba fuera el próximo objetivo militar en la lista, dijo aquello de «Por ahora, no».

En diciembre pasado el señor Melquíades Martínez, entonces ministro de vivienda de Bush y vicepresidente de la Comisión, explicó que el Pentágono no participa oficialmente en la comisión, pero, según subrayó, «no hay que descartar que el Departamento de Defensa esté implicado en algún momento»

Semanas antes el general Colín Powell, puntualizó: «Creemos que no es apropiado en este momento hablar de fuerza militar, de usar fuerzas militares para este propósito particular». Powel señaló que cuentan con otras herramientas para hacer frente a La Habana como embargos, sanciones comerciales, así como presión diplomática y que el uso de las fuerzas militares se ha reservado solo como la última opción, si estas fracasan.

En las dos Epístolas del compañero Fidel está la contundente respuesta a todas estas amenazas, pero indudablemente que estamos enfrentados a un grupo siniestro y muy singular, encabezado por un personaje singular, cuya doctrina se basa en «la conmoción y el pavor».

Cada día aparecen huellas muy preocupantes de este personaje. El 9 de mayo del año pasado una publicación norteamericana, Conspiracy Planet, entrevistó a varios expertos y entre ellos a una profesora universitaria nombrada Catherine Van Wormer , quien es coautora de un libro «El tratamiento Definitivo contra la adicción 2002». Esta experta explicó que «George W. Bush manifiesta los patrones clásicos de comportamiento que los alcohólicos en proceso de recuperación llaman «la borrachera seca». Su comportamiento es consistente con el de quien ha bebido grandes cantidades de alcohol por años y con posible uso de cocaína».

Según la profesora, «La borrachera seca» es la jerga común entre los miembros y el personal de apoyo de alcohólicos anónimos y lo adictos, para describir al alcohólico en recuperación que no ha vuelto a beber (aquel que está sobrio pero cuyo pensamiento es confuso). Esa persona no ha vuelto a beber pero no está verdaderamente sobria; esos individuos tienden a perder el control.

Dice la profesora que la repetición obsesiva de Bush «me recuerda a muchos de los alcohólicos/adictos a los que he tratado y me preocupa mucho porque su poder es de tal magnitud que si él tiene una crisis de paranoia, gran parte del mundo colapsará con él».

Como se ha hecho ya popular: «Que cada cual saque sus propias conclusiones».