El domingo último las tropas turcas recuperaron el dominio de la frontera con su país vecino, donde una parte de la misma todavía estaba en manos del Estado Islámico (ISIS). Desde Ankara, capital del país turco, se llevó a cabo una ofensiva en la región fronteriza entre Turquía y Siria, con el objetivo de poder […]
El domingo último las tropas turcas recuperaron el dominio de la frontera con su país vecino, donde una parte de la misma todavía estaba en manos del Estado Islámico (ISIS).
Desde Ankara, capital del país turco, se llevó a cabo una ofensiva en la región fronteriza entre Turquía y Siria, con el objetivo de poder hacerse del control total de la misma, que hasta estos días se encontraba en manos de los fundamentalistas del ISIS.
La ciudad de Yarablus, Siria, fue el foco de los ataques, los cuales no tuvieron mayor resistencia por parte de las tropas de los yihadistas del ISIS. Bombardeos aéreos fueron la clave del triunfo del ejército del Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Los ataques contaron con el respaldo tanto del gobierno estadounidense como de la OTAN; y la coalición internacional anti-ISIS, liderada desde Washington, también se encargó de ser parte de la embestida militar.
La operación fue bautizada como Escudo del Éufrates, y el objetivo principal estuvo centrado en que el gobierno turco pueda recuperar el total control de la frontera.
El primer ministro turco, Binali Yildirim, afirmó el domingo pasado que las tropas kurdas y los rebeldes sirios lograron el objetivo propuesto al expulsar a los combatientes del Estado Islámico. Confirmó que los 91 Km de frontera están asegurados [1].
Por otro lado, es sabido que Erdogan pretende debilitar a las milicias kurdas también, ya que las mismas han mostrado, y continúan haciéndolo, ser muy fuertes militarmente en el norte de Siria. La operación encabezada desde Ankara, entonces, presentó un doble objetivo.
El norte sirio, desde el comienzo de la guerra en el 2011, ha sido testigo de batallas con el protagonismo de las milicias kurdas, las llamadas Unidad de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo). Las fuerzas kurdas han debilitado al ISIS en más de una oportunidad, pero esta vez, el golpe decisivo en la frontera lo logró dar el ejército sunní de Turquía.
Pero, a la vez que Turquía intentar disminuir a los kurdos, estos últimos se han mostrado como un aliado importante para la coalición liderada por los Estados Unidos en la lucha contra el fundamentalismo islámico del ISIS. Para el gobierno turco esto no es así, ya que considera a las YPG como una facción terrorista. Erdogan continúa acusando que las YPG son aliadas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, por sus siglas en turco), facción de la izquierda kurda con representación en Turquía, pero también considerada como terrorista y, por ende, proscripta.
Desde Turquía, se pretende que la población kurda ubicada al norte de Siria no siga afianzándose en la región con la idea de consolidar su región autónoma, Rojava. Por eso mismo procuran frenar la influencia kurda sobre la población e impedir que se expandan al oeste del río Éufrates.
Recordemos la importancia estratégica de los territorios recuperados por el ejército turco. Los mismos representan las puertas de acceso al mercado de Europa, por donde el ISIS puede comercializar, en el mercado negro, el petróleo obtenido en los pozos que se encuentran bajo su control.
El Estado Islámico ha conquistado vastos territorios desde su aparición en el año 2014. Hoy en día, se calcula que cerca del 40% de lo asaltado en Irak se perdió, y alrededor del 10% sufrió mismo destino dentro del territorio sirio. Actualmente tiene su mayor centro de resistencia en las ciudades de Mosul (Irak) y al-Raqqa (Siria), y podemos comprender que mientras tenga bajo su dominio regiones con pozos petroleros, podrá continuar su financiamiento con el fin de seguir participando en la guerra siria.
Nota
[1] http://www.middleeasteye.net/news/islamic-state-cordoned-outside-world-turkey-seals-border-2147020593
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