Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Fuente de la fotografía: Movimiento de Solidaridad Internacional – CC BY-SA 2.0
El Movimiento de Resistencia Islámica comenzó hace más de treinta años en un momento histórico que se sabía que estaba cargado de peligro absoluto para su nación. Los fundadores de esta lucha de liberación nacional examinaron las abrumadoras capacidades militares de Israel, alimentadas por su patrocinador global y superpotencia, los Estados Unidos. Consideraron los programas expansionistas de Israel, el proyecto sionista de asentamientos ilegales que borran sus hogares y aldeas, desposeen a madres y padres, hermanas y hermanos, y el fracaso de la comunidad internacional para detenerlos. Entonces sabían que dentro de una generación los palestinos lo perderían todo, su patria y patrimonio y su nación, dejándolos sin hogar cautivos de los caprichos de otros hombres. En ese momento la resistencia no era una elección de estilo de vida ni una postura revolucionaria. Era una necesidad existencial, como lo es ahora.
Todo lo que Hamás predijo entonces ha sucedido. Aquí, una generación más tarde, no debería ser cómodo recordar al mundo que tenían razón en su análisis. Israel solo ha crecido más fuerte y más rapaz, más intransigente y asesino en sus actos. Su «democracia» no lo salvó de convertirse en un Estado racista de apartheid que preside una ocupación militar de millones de palestinos. La política de Israel de crear «hechos en el terreno», es decir, el proyecto de asentamiento ilegal, ha pasado de una política de expulsión y anexión de facto a una de jure, ya que su primer ministro pide la remoción de los palestinos y la anexión de Cisjordania, mientras el presidente y el Congreso estadounidenses aplauden de manera anticipada el futuro crimen. Los Altos del Golán, territorio soberano de otra nación, son ahora de Israel por la fuerza, anexados cínicamente, mientras Siria lucha en la agonía de la guerra. Y Jerusalén (al Quds) está rodeada de nuevos suburbios fortificados y carreteras restringidas que demuelen los barrios palestinos y les cortan la ciudad. Ahora EE.UU llama a Jerusalén la capital de Israel, en violación directa del derecho internacional. Desde 1967, sucesivas administraciones de los Estados Unidos han dicho a los palestinos que confíen en su buena fe como intermediarios de una paz justa. Esta ha sido una mentira -como Hamás anticipó entonces-. Estados Unidos estaba corriendo con ventaja una carrera de obstáculos hacia la destrucción a cámara lenta de las aspiraciones nacionales palestinas. Trágicamente, desde que comenzó Hamás decenas de miles de palestinos han sido asesinados y mutilados y muchos más han sido encarcelados por la violencia del Estado israelí. La comunidad internacional ha hecho poco para detener el desarrollo del monstruoso crimen.
Los palestinos tenían razón en resistirse entonces. El mundo seguramente puede ver eso ahora. La tragedia de la retrospección debería, al menos, acordar con los palestinos lo que les corresponde: la resistencia es moralmente correcta, la historia lo ha demostrado. Sin embargo, incluso el mes pasado, en las páginas del periódico oficial de Estados Unidos, el New York Times, la administración de ese país, a través de su vocero Jason Greenblatt, un abogado sionista de bienes raíces de Nueva York, acusado de guiar el «proceso de paz» para el presidente como Representante Especial para Negociaciones Internacionales, que acumula insultos por lesiones, tergiversó la historia y los acontecimientos recientes en una parodia grotesca de una declaración de política que adoptaba a la plataforma del Partido Likud como la posición declarada públicamente en los Estados Unidos. Ninguno de nosotros debería sorprenderse de las falsificaciones en los pronunciamientos oficiales de la Administración Trump. Después de todo, ha demostrado ser una presidencia basada en la mentira. Sin embargo, posiblemente solo los lectores estadounidenses más crédulos podrían creer que su contenido infantil «culpe a Hamás».
Hamás no creó el sitio de trece años de Gaza que separó a los palestinos del mundo. No comenzó ninguna de las tres guerras lanzadas por Israel contra Gaza en 2008, 2012 y 2014, ni los innumerables ataques e injurias recibidos desde entonces. No destruyó sus industrias, su planta de tratamiento de agua, su generación de energía, sus hospitales, casas, mezquitas, escuelas, estaciones de televisión y carreteras. Los misiles y bombas israelíes lo hicieron. Hamás no mantiene a dos millones de personas encerradas en una prisión al aire libre, con una economía carcelaria destrozada, Israel lo hace. El cinismo de la declaración del Estado no tiene paralelo: «Los países del mundo han intentado ayudar a la gente de Gaza», pero Hamás ha destruido sus buenas obras, según el Representante Especial. ¿Tal vez tenía en mente el aeropuerto post-Oslo, construido por el liderazgo multinacional, atacado en 2001 por las fuerzas aéreas israelíes, con sus pistas arrasadas por Israel unos años más tarde? ¿O el daño catastrófico causado en el sistema de agua por los ataques aéreos israelíes durante la Operación Plomo Fundido en 2008? ¿O el extenso bombardeo al sistema de saneamiento en la Operación Pilar de Defensa en 2012? ¿O la única central eléctrica de Gaza, atacada en 2006, 2008 y finalmente arrasada por misiles israelíes en la Operación Borde Protector de 2014? Todos estos proyectos de infraestructura fundamental, de hecho, fueron financiados por donantes internacionales, pero destruidos por aviones a reacción estadounidenses, volados por las fuerzas armadas israelíes. Los eslóganes vacíos, garabateados por un estafador y defraudador moral que no tiene más negocios que hacerse pasar por un diplomático, un hombre de fe religiosa sincera, no pueden sofocar la verdad. La continua tragedia de Gaza, en verdad de toda Palestina, no es tan fácil de ocultar… y la resistencia palestina continúa. No hay elección.
Israel bloquea diariamente la entrada de alrededor de 650 productos básicos para la Franja de Gaza por supuestos motivos de «seguridad», incluidos medicamentos, equipos hospitalarios e incluso algunos tipos de preparados para bebés. Israel niega las redes de pesca a los pescadores de Gaza o materiales para reparar embarcaciones. Los materiales de infraestructura, desde equipos de bombeo hasta tuberías de agua y saneamiento, hasta suministros eléctricos y cemento, están prácticamente prohibidos; los suministros de comunicación y tecnología de internet (servidor y equipo de conmutación) están bloqueados, dejando a Gaza rezagada en la pobreza y la desesperación, aislada del mundo. Existe un sistema aprobado por las Naciones Unidas instituido después del alto el fuego en 2014 para monitorear los llamados materiales de «doble uso», sin embargo, Israel continúa ignorándolo ya que ahoga el libre flujo de bienes necesarios para reconstruir Gaza… en una política deliberada de desgaste.
Gaza sufre, pero no a causa de Hamás y su Administración. Hamás ha hecho todo lo posible para evitar al pueblo palestino en Gaza los efectos devastadores del asedio israelí. Abrió las puertas de par en par para facilitar el apoyo internacional que llega a los residentes de Gaza. Aceptó que los proyectos de infraestructura y salud pública deberían implementarse bajo la supervisión internacional completa en coordinación con las agencias gubernamentales. Se ha buscado garantizar que el cruce fronterizo de Rafah entre Gaza y Egipto se abra en ambas direcciones como alternativa al paso enjaulado deshumanizante en Beit Hanoun (Erez). Ha trabajado en coordinación con las Naciones Unidas y Egipto para alcanzar entendimientos que puedan llevar a la calma en la ocupación y evitar la escalada,
A nivel de estrategia política, Hamás ha realizado grandes esfuerzos para lograr la reconciliación palestina, lograr la unidad, poner fin a la división y formar un gobierno de unidad palestina reconocido internacionalmente. Pero estos esfuerzos se han visto frustrados por el veto estadounidense y el sabotaje israelí. Además, Hamás ha trabajado con todos sus socios palestinos para alcanzar un consenso y una fórmula reconocida internacionalmente sobre la visión nacional, a fin de encontrar una salida a la crisis actual, como se expresó más recientemente en mayo de 2017, en la que nuevamente aceptó un Estado configurado en las fronteras de 1967, con Jerusalén como su capital, al mismo tiempo que se preserva el derecho de retorno para los millones de personas en la diáspora palestina.
Hamás es un movimiento de liberación nacional, elegido democráticamente por la mayoría de los palestinos en 2006 bajo la atenta mirada de la comunidad internacional. En su esencia, promueve y lucha por el derecho fundamental de la autodeterminación palestina alimentada por la plena igualdad, la independencia y el retorno. No abraza la violencia gratuita. Sin embargo, tampoco deja a la gente de Gaza indefensa a merced de una fuerza de ocupación que ha demostrado ser indigna de confianza y no está dispuesta a ejercer ni siquiera un mínimo de respeto por el derecho internacional. Un principio largamente establecido de esa ley es el derecho de los ocupados a participar en la resistencia, que incluye la lucha armada. Los palestinos siguen resistiendo legalmente. No se rinden pasivamente ante el ocupante.
No hace mucho, Israel envió un escuadrón de asesinatos a Gaza para asesinar a líderes palestinos. En las semanas posteriores ha atacado repetidamente objetivos civiles e infraestructura y se han encontrado con las medidas defensivas palestinas e Israel responde, como era de esperar, con ataques de F-16 y bombardeos de tanques en toda Gaza, matando a unas dos docenas de personas, incluidos tres niños y dos mujeres embarazadas, una de ellas tenía en sus brazos a su hijo de 14 meses pereciendo ambos. Más de 150 civiles resultaron heridos durante varios días de ataques israelíes. Casi 1.000 unidades de vivienda civil, escuelas y empresas fueron dañadas o destruidas. Este último asalto aún no tiene un nombre operacional para venderlo al mundo (mercadeo de la narrativa de «valentía» de Israel) pero seguramente pensarán en algo pegadizo para disfrazar la carnicería.
El año pasado, el pueblo palestino, con todas sus facciones y fuerzas vitales, incluido Hamás, participó en manifestaciones pacíficas… como afirmó el monitoreo de la ONU, a lo largo de la valla de separación en la parte oriental de la Franja de Gaza, exigiendo el levantamiento del sitio sobre Gaza y el derecho de retorno. ¿Cómo respondió la ocupación? Con munición real y fuego de francotiradores destinados a matar y mutilar. Aproximadamente 280 palestinos han muerto y más de 28.000 han sido heridos durante este tiempo, muchos de los cuales vivirán discapacitados el resto de sus vidas. Ningún israelí del otro lado fue asesinado a causa de las manifestaciones. Estas protestas también persisten en menor escala en Cisjordania, donde Israel continúa robando tierras palestinas, destruyendo hogares palestinos y encarcelando a mujeres y niños palestinos a un ritmo sin igual.
Para los Greenblatts y Trumps y su coro sionista, ninguna cantidad de pueriles consignas de campaña en las declaraciones públicas puede reescribir los hechos evidentes de la agresión israelí y su ocupación mortal o ignorar a Hamás como una fuerza de defensa indígena legítima ante un intruso político mercenario. Tampoco el «acuerdo del siglo» que vendrá próximamente de Estados Unidos puede hacer que millones de palestinos renuncien a una historia y tradición milenarias por un anillo barato dentro de una caja de efectivo en bienes raíces comunes.
Hamás no es un grupo militante sin escrúpulos, con operadores anónimos y en la sombra. No desaparecerá ni eludirá su responsabilidad de liderazgo. Sigue siendo una parte auténtica y poderosa de la experiencia palestina, durante más de treinta años, mucho más antigua que algunos de los actuales partidos políticos israelíes en el Knesset. Si bien muchos de sus fundadores, hace tantos años, han sido asesinados por Israel, Hamás continúa hablando en nombre de la dignidad y la esperanza de millones de palestinos en todo el mundo. Al igual que ellos, conlleva la bondad de la resiliencia y la autodeterminación de un pueblo que se ha quedado apátrida pero no desesperanzado ni impotente por un proyecto colonial europeo. Como ellos, no dejará de existir ni se desvanecerá en el silencio.
Fuente: https://www.counterpunch.org/2019/05/10/the-enemy-is-not-resistance/
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