eror Otra vez el error, el error de tener ocupado un país. El error de invadir otra nación. El error que dinamitó el aeropuerto de Beirut, que ha descargado miles de toneladas de bombas sobre la capital libanesa, sobre Tiro, Sidón, sobre todo el país, sobre Palestina, sobre los campos de refugiados… El error que […]
Otra vez el error, el error de tener ocupado un país.
El error de invadir otra nación.
El error que dinamitó el aeropuerto de Beirut, que ha descargado miles de toneladas de bombas sobre la capital libanesa, sobre Tiro, Sidón, sobre todo el país, sobre Palestina, sobre los campos de refugiados…
El error que portaba fósforo blanco y que niñas y niños israelíes aprovechaban, no dudo que instigados, para escribir saludos hebreos a los próximos muertos.
El error que destruyó depósitos de combustible, centrales eléctricas, que apagó los hospitales y paralizó la industria y el comercio.
El error que redujo a escombros ciudades completas para que la gente huyera, y las carreteras por las que la gente huía.
El error que ha destruido camiones de abastecimiento para matar, también, de hambre a la población.
El error que ha bombardeado vehículos de la Cruz Roja, identificados hasta para los ciegos, en medio del desierto.
El error que ha costado la vida a muertos que aún no dejan de contarse y que ha provocado un éxodo de centenares de miles de personas.
El error reiterado hasta diez veces, tantas como llamaron los cuatro observadores de Naciones Unidas al mando militar israelí para que cesaran los errores en el bombardeo de su oficina y que sólo cesó luego de que un misil «inteligente» no diera opción a la undécima llamada.
El error de un soldado, que más tarde fueron dos, soldados armados, capturados por el enemigo en el país del enemigo, propuestos en canje por los miles de palestinos secuestrados sin causa y sin juicio en Israel, con que pretenden excusar el genocidio.
Casi estaría por creer que el único error lo cometió Alemania, si no fuera porque un genocidio no se lava con otro genocidio y porque el mismo respeto que me merecieron entonces las víctimas judías a manos de los nazis alemanes, me lo merecen hoy las víctimas palestinas a manos de los nazis israelíes.