Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
La nueva ofensiva del Estado Islámico sobre Alepo está ya en marcha y seguramente acarreará cambios espectaculares sobre el terreno de batalla que podrían definir y transformar todas las dinámicas del conflicto sirio, y hacer que los principales actores tengan que remodelar sus políticas y estrategias fundamentales. La propia supervivencia del movimiento rebelde en Alepo pende de un hilo, con graves consecuencias si el Estado Islámico (EI) acaba barriéndolo de allí.
Hay también un elemento personal en la actual ofensiva. El eslogan de la última campaña del EI para dispersar a los rebeldes de Alepo y capturar su territorio es «Venganza por nuestras castas mujeres». Este espeluznante lema fue elegido con dos objetivos: Infundir en sus oponentes el temor a Dios y concentrar en sus ya enloquecidos combatientes niveles aún más intensos de brutalidad y sed de sangre.
Este eslogan de guerra pretende aludir a la supuesta violación y abuso de las esposas y familiares femeninos de los militantes del EI después de que éstos fueran expulsados de Alepo en enero de este año por una coalición de combatientes islamistas y de la localidad bajo el estandarte del Frente Islámico. Con anterioridad a esa fecha, los militantes del EI estaban combatiendo y viviendo codo con codo con las otras facciones. Muchos se habían establecido con sus familias junto a los rebeldes locales en sus ciudades, pueblos y barriadas.
Cuando las relaciones se agriaron y estalló la confrontación, muchos combatientes del EI se vieron obligados a huir y dejar atrás a sus familias. Han sido los supuestos casos de violaciones de las mujeres de sus familias lo que ahora inspira a los combatientes de EI para regresar rabiosos de odio y afán de venganza, amenazando con desatar nuevos y aún más grotescos actos de barbarie para las pantallas de televisión y las redes sociales del mundo. Y esto es algo que preocupa y atemoriza en grado sumo a los rebeldes.
Adel es nativo de Hreitan, una ciudad situada en la campiña de Alepo, justo a pocos kilómetros al norte de la ciudad, en la carretera de Gaziantep. La ronda anterior de enfrentamientos con el EI en enero les obligó entrar en su ciudad y ejecutar allí a varios rebeldes y a sus seguidores.
«Esta es una lucha por nuestra existencia y forma de vida», dijo. «El EI se parece mucho al régimen, quieren imponernos sus reglas por la fuerza y matar a quien no esté de acuerdo. La última vez que llegaron a mi ciudad, asesinaron a muchos jóvenes buenos y decentes». Siguió hablando y añadió amargamente: «Desde luego, el régimen está feliz con esto y quiere ver cómo nos matan a todos, lo mismo que la gente de Alepo que piensa que somos la causa de la destrucción de su ciudad y nos desprecian por eso. Pero déjeme preguntarles, ¿dónde estaban cuándo protestábamos y el régimen disparaba y asesinaba a nuestros jóvenes? ¿Qué hay de los miles de vidas que hemos perdido luchando contra este régimen terrible y contra el EI? ¿Qué hay del sacrificio de tanta gente, es que lo han olvidado? ¿Quién está bombardeando su ciudad, nosotros, con las armas tan simples que tenemos, o el régimen, con sus misiles y bombas de barril desde los aviones?
La verdad en torno a las supuestas violaciones es en el mejor de los casos sospechosa, limitada a casos específicos y en absoluto sistemática. Pero eso no ha detenido al EI de explotar el tema a su favor. El grupo ha sabido siempre desplegar un hábil dominio del arte de la guerra psicológica y la propaganda. Su último eslogan es sólo un arma más de ese impresionante arsenal. Al echar mano de tácticas de temor e intimidación, el EI confía en persuadir a sus oponentes para que se rindan o prometan alianzas sin disparar un solo tiro, y hay un montón de pruebas de que estas tácticas les han ido muy bien en Deir Ez-Zor. Para un culto nihilista y maquiavélico a la muerte como el que tiene el EI, el abuso sexual es sólo una herramienta más para derrotar a sus oponentes y concentrar tropas a su alrededor.
Con todo eso en mente, los rebeldes de Alepo se están enfrentando al momento más duro desde que empezó el conflicto sirio. Casi puede palparse su evidente nerviosismo mientras sigue la cuenta atrás hacia el inevitable enfrentamiento que les llevará a un gran éxito o a un rotundo fracaso, mientras reciben refuerzos de otros frentes que están en Alepo o en sus alrededores a fin de defender sus bastiones contra el EI.
Hay muchísimo en juego y los rebeldes saben que están en gran desventaja. Peor armados y peores estrategas, se encuentran cogidos entre el lento avance de las tropas del régimen alrededor de Alepo y la implacable aproximación del EI por el norte del país. Las perspectivas parecen sombrías y quienes viven en primera línea de fuego o en ciudades estratégicamente importantes han escapado a zonas más seguras de Siria o cruzado la frontera con Turquía. Hay quien especula que los rebeldes locales podrían pronto seguirles.
Pero son pocos los habitantes de Alepo que sienten simpatía por los rebeldes, a los que en gran medida culpan de la destrucción de su ciudad. Wadah es el propietario de un pequeño negocio de Alepo que se vino abajo cuando la ciudad se hundió en el torbellino de la guerra civil. «Que Dios se los lleve a todos, que se maten entre sí, ellos (los rebeldes) y el EI».
«Son la causa de todos nuestros sufrimientos y problemas, no teníamos preocupaciones antes de que los rebeldes llegaran de los pueblos, éramos felices y estábamos haciéndolo muy bien. No les queremos ni a ellos ni a su revolución, y nos odian por eso, por tanto se vengan y roban en nuestras fábricas y empresas y nos han arruinado la vida. Pero ahora Dios nos vengará», decía.
Acerca del EI, Wadah compartía el temor de los rebeldes. «Desde luego, nos aterra que tomen la ciudad de Alepo, son unos carniceros retrógrados de los tiempos oscuros, será peor que el saqueo de Bagdad por los mongoles. Destruirán nuestra civilización completamente. No podemos vivir con ese grupo bárbaro. Tenemos fe en que el ejército sirio nos proteja.»
La campaña del EI en Alepo va a marcar un punto de inflexión, y sus consecuencias tendrán graves ramificaciones en la marcha global del conflicto sirio, así como en el futuro de la banda terrorista, en caso de que sea derrotada contundentemente. Lo que es cierto por ahora es que los habitantes de Alepo, no importa cuál sea su afiliación, sienten terror ante la llegada del EI.
Edward Dark (un seudónimo) es un columnista de Syria Pulse de Al-Monitor. Vive en Alepo. Twitter: @edwardedark
Fuente: http://www.al-monitor.com/pulse/ru/originals/2014/08/islamic-state-war-syria-rebels-aleppo.html