El escenario político de Turquía afrontará grandes cambios, con la pérdida de poder del presidente conservador islámico de Turquía. Perdió tres millones de votos en estas elecciones. Mientras caía la lira turca y la Bolsa abrió ayer con una baja de un 8,15 por ciento, el presidente islamista de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, veía naufragar […]
El escenario político de Turquía afrontará grandes cambios, con la pérdida de poder del presidente conservador islámico de Turquía. Perdió tres millones de votos en estas elecciones.
Mientras caía la lira turca y la Bolsa abrió ayer con una baja de un 8,15 por ciento, el presidente islamista de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, veía naufragar su sueño de presidencialismo reforzado al perder ayer su partido la mayoría propia en el Parlamento e ingresar por primera vez una izquierda prokurda, laica y multiétnica.
Desde que llegó al poder en 2002, el partido Justicia y Desarrollo (AKP), del neoliberal Erdogan, disfrutó de mayoría parlamentaria propia y llegó a acumular el 60 por ciento de las bancas en su mejor momento. Esto le permitió al primer ministro turco, cada vez más criticado por el sesgo autoritario que fue imprimiendo a su régimen, reforzar los poderes del Ejecutivo cuando, por imposibilidad constitucional de reiterar su mandato como premier, debió ocupar la hasta entonces débil función presidencial. Si el AKP lograba la mayoría absoluta en las parlamentarias del 2015, Erdogan estaba decidido a reformar la Constitución para convertir el régimen parlamentario turco en uno presidencialista.
Erdogan mostró su desprecio por la Constitución durante la propia campaña, en la cual violó sus atribuciones presidenciales cuando llegó a pedir el voto para los islamistas con el Corán en la mano mientras criticaba al Partido Democrático de los Pueblos (HDP). El resultado de esas actitudes y la difícil situación económica fue desolador: con una participación superior al 86 por ciento del electorado y tres millones de nuevos votantes, el AKP perdió tres millones de votos con respecto a 2011, al pasar de 21,4 millones a 18,4 millones.
Se convirtió así en lo que el Today’s Zaman, un periódico por lo general favorable a su gobierno, definió como «el gran perdedor». El Zaman señaló como uno de los motivos de esta derrota el oportunismo descarnado de Erdogan, quien en 2007 se oponía a reforzar la figura presidencial, pero pasó a favorecer ese refuerzo cuando en 2011 venció con 49,8 por ciento en una elección a la que iba, justamente, como candidato a presidente.
El último período de gobierno de Erdogan se caracterizó por un creciente malestar y multitudinarias movilizaciones -que fueron reprimidas con extrema dureza- en la plaza Taksim de Estambul y en otros puntos de Turquía. Como el AKP sólo recogió un 40,8 por ciento de los votos, Erdogan tendrá que descartar el sueño de poder que acariciaba, y su partido se verá obligado a formar gobierno de minoría, o buscar una coalición. La otra alternativa es un llamado a elecciones anticipadas.
Mientras que al AKP le faltan unos 20 escaños para la mayoría, los demás partidos excluyeron de forma categórica cualquier cooperación con los islamistas.
El Partido Republicano del Pueblo (CHP), el tradicional partido laico de Turquía y heredero del nacionalismo democrático y popular de Mustafá Kemal Ataturk, liquidador del Imperio Otomano, cree que puede formar un gobierno desde su 25,1 por ciento de los votos, a pesar de haber perdido tres escaños con respecto al año 2011.
Para ello, sin embargo, deberá encontrar una fórmula que integre al tercer partido, el nacionalista turco de derechas Acción Nacional (MHP), con 16 por ciento de los votos, con el cuarto, el izquierdista y recién ingresado Partido Democrático de los Pueblos (HDP) que obtuvo el 13 por ciento.
Pero el MHP considera a los prokurdos como «terroristas y separatistas», y ya se apresuró a exigir nuevas elecciones ante la pérdida de la mayoría absoluta por parte del AKP.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-274479-2015-06-09.html