Ha pasado poco más de un mes desde el asesinato de Juliano Mer-Khamis, el director y uno de los fundadores del Freedom Theatre. Creado en 2006 y situado en el campo de refugiados de Yenín, en el norte de Cisjordania, el proyecto teatral va a sobrevivir a la muerte del actor, director y activista político […]
Ha pasado poco más de un mes desde el asesinato de Juliano Mer-Khamis, el director y uno de los fundadores del Freedom Theatre. Creado en 2006 y situado en el campo de refugiados de Yenín, en el norte de Cisjordania, el proyecto teatral va a sobrevivir a la muerte del actor, director y activista político palestino-israelí. Y lo hará siguiendo el camino marcado por Mer-Khamis. Así lo asegura Eyad Hurani, un joven de Ramallah que en los tres últimos años ha vivido en Yenín estudiando teatro y compartiendo horas y horas con Juliano, que murió después de ser disparado por un encapuchado el pasado 4 de abril.
«Cuando murió sentí que era demasiado pronto, que no podía ser. Ahora sé que su cuerpo se ha ido, pero tengo claro que sus ideas y su mensaje estarán siempre dentro de mí», declara Hurani, que no ha vuelto a Yenín desde el fatídico 4 de abril. «El campo de refugiados actualmente no es seguro. Tengo claro que voy a ser actor y quiero trabajar en Palestina y en el Freedom Theatre, pero de momento no he podido ir, quizás por miedo», explica.
Adnan Naghnaghiye, director de escena del teatro y compañero de Mer-Khamis en el proyecto durante cinco años, reconoce que la desaparición de su amigo ha sido un golpe muy duro, pero que intentaran mantener el prestigio logrado por el Freedom Theatre. Nagtnaghiye, que siempre ha residido en el campo de refugiados, cuenta que la actividad se paralizó después del 4 de abril, pero confía que durante este mes de mayo el teatro recuperará el ritmo de actividad.
Mal visto por algunos
«Nadie puede gustar a todo el mundo. Y esto también le pasaba a Juliano», reconoce Adnan para explicar el asesinato de Mer-Khamis y la oposición que en los círculos más conservadores del campo de refugiados generaban tanto el activista, de madre israelí, como su proyecto. Los aires occidentales y el trabajo conjunto que desarrollaban chicas y chicos eran mal vistos por algunos. De hecho, el teatro había sido atacado hace un par de años con cócteles molotov y sus miembros estaban acostumbrados a las amenazas.
«La cultura requiere tiempo y creo que hay gente que necesita más tiempo para entender el significado y la importancia del teatro», rebla Eyad Hurani, quien recuerda que durante 10 años no hubo ninguna oferta similar en el campo de refugiados de Yenín porque todo estaba cerrado desde que los israelís destruyeron el teatro anterior, impulsado por Arna Mer, la madre de Juliano.
El arte como arma
«Tenemos que insistir con nuestro mensaje, no podemos parar si queremos cambiar la mentalidad de la gente», opina el joven actor para el que el proyecto del Freedom Theatre es muy valioso para el campo de refugiados porque, entre otras cosas, ofrece a los niños «un lugar abierto, seguro, donde se pueden expresar y hacer todo lo que quieran, sin límites». «El teatro, como el arte en general, es una arma muy potente para lanzar mensajes y es una herramienta muy fuerte para luchar contra la ocupación. Hay gente, pero, que todavía cree que la única forma de oponerse a los israelíes son las pistolas», se lamenta Adnan Nagtnaghiye.
En la misma línea, Eyad Hurani subraya que Juliano le enseñó cómo usar el arte para convertirse en un activista político. «Tenemos que aprovechar el teatro para explicar y mostrar nuestra situación. Es una arma increíble de propaganda», afirma. «La ocupación israelí no sólo significa guerra, tanques y prisión. También es mental y el arte nos sirve para liberar nuestras mentes. Creo que no podemos liberar nuestro país si antes no nos liberamos a nosotros mismos», concluye el actor. Juliano Mer-Khamis no volverá, pero parece claro que Eyad, Adnan y el resto del equip del Freedom Theatre harán que su proyecto le sobreviva.
Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén.