Los países más ricos del mundo, reunidos en la cumbre del G-8 en la localidad francesa de Deauville lograron sumar a Rusia a su exigencia de que el líder libio, Muamar al-Gadafi, abandone el poder, aunque su declaración sobre los países árabes fue más flexible con Siria. Sometida a una fuerte presión en la cumbre, […]
Los países más ricos del mundo, reunidos en la cumbre del G-8 en la localidad francesa de Deauville lograron sumar a Rusia a su exigencia de que el líder libio, Muamar al-Gadafi, abandone el poder, aunque su declaración sobre los países árabes fue más flexible con Siria.
Sometida a una fuerte presión en la cumbre, sobre todo por parte de Estados Unidos, Estado francés y Gran Bretaña, Rusia accedió a pedir la salida de Gadafi. «Sí, estamos dispuestos a admitirlo… debe partir», declaró el viceministro de Asuntos Exteriores, Sergei Riabkov.
Rusia se había opuesto hasta ahora a toda injerencia, pero la declaración de la cumbre del G-8 refleja un cambio de postura, ya que afirma que «Gadafi no tiene futuro en una Libia libre y democrática y debe irse».
«Por supuesto, tenemos que ayudarle a irse -destacó Riabkov.- Nuestra misión es encontrar una fórmula aceptable por el conjunto de las partes para obtener un alto el fuego inmediato que lleve al final de las operaciones militares de la coalición». Según Rusia, varios países del G-8 aprovecharon las reuniones bilaterales para solicitar una mediación rusa, entre ellos el presidente francés, Nicolas Sarkozy y el de EEUU, Barack Obama.
Mediar sin Gadafi
Pero descartada la permanencia de Gadafi, el papel de mediación ruso se reduciría a negociar la rendición y el Estado que lo acogería. De hecho, el propio Medvedev afirmó que una vez que abandone Libia «se podrá discutir de qué forma se puede hacer esto. Qué país podría acogerlo, en qué condiciones y qué podría él conservar y qué perder». También descartó que Rusia pueda darle cobijo «pero encontraremos un país que lo haga. Que se vaya a donde quiera. La comunidad internacional no lo ve en estos momentos como dirigente libio», apuntó.
El Estado francés y Gran Bretaña, con el apoyo de Estados Unidos, tienen prisa por desatascar una guerra que iniciaron el 19 de marzo y que pensaban que sería cuestión de semanas. A la vez, han intensificado las operaciones militares y acaban de decidir enviar helicópteros de combate para precipitar una victoria. Sarkozy limitó la posible mediación que aireaban los representantes rusos, al reconocer que los occidentales necesitan la ayuda de Moscú, pero añadiendo que «no hay mediación posible con Gadafi. Los soldados deben volver a sus cuarteles y Gadafi debe irse. Se puede discutir las modalidades de su salida».
A la vez que aumentaba la presión sobre Libia, el G-8 moderaba su actitud hacia Siria y su presidente, Bashar al-Assad. Los líderes del grupo se mostraron «horrorizados» por la muerte de manifestantes en las protestas en Siria a manos de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, en su declaración, los presidentes de los siete países más ricos y Rusia no hicieron una propuesta explícita, que sí contenían los borradores previos del documento, de actuar contra Damasco en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por el contrario, plantearon una amenaza más vaga de «medidas adicionales».
«Pedimos a los responsables sirios que cesen inmediatamente el uso de la fuerza y la intimidación contra el pueblo sirio y respondan a sus demandas legítimas y aspiraciones de libertad de expresión y derechos universales. También pedimos la liberación de todos los presos políticos en Siria», indica el comunicado.
«Sólo el camino del diálogo y reformas fundamentales llevará a la democracia y por tanto a la seguridad y la prosperidad a largo plazo en Siria. Si las autoridades sirias no atienden este llamamiento, consideraremos medidas adicionales. Estamos convencidos de que sólo aplicando reformas significativas una Siria democrática será capaz de desempeñar un papel positivo en la región», añadieron. Las reticencias de Rusia explican esta tibieza en la reacción, pero el resto de países tampoco han mostrado el mismo empeño en convencer a Moscú de que cambie de actitud que con el caso libio.
«Siria es diferente»
Riabkov lo justificó porque «la situación siria es radicalmente diferente de la situación en Libia». El presidente ruso, Dmitri Medvedev, expresó sin reparos su oposición a la imposición de sanciones contra Siria, aduciendo que hay que dar tiempo al régimen de Bashar al Assad para que introduzca reformas en el sistema político.
«No somos partidarios de las sanciones. Por regla general, de la calidad de las sanciones no siempre depende su resultado», aseguró Medvedev en rueda de prensa al término de la cumbre.
El presidente ruso subrayó que «las sanciones no son ni de lejos el mejor método, más aún cuando los sucesos en torno a Libia demostraron cuán efectivas pueden ser las sanciones». Añadió que el miércoles mantuvo una conversación telefónica con el líder sirio al que dijo que «debe pasar de las palabras a los hechos e introducir una reforma democrática real en su país. Debe garantizar el derecho al voto de la oposición, modificar la legislación electoral y no permitir la violencia durante las acciones opositoras», afirmó.
El viceministro de Exteriores ruso confirmó que Rusia no apoyará en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que condene las actuales represalias contra los opositores en Siria. «La situación en Siria no representa una amenaza para la seguridad internacional ni tampoco para la nacional», dijo el diplomático, que tachó el borrador de resolución de «inoportuno y perjudicial» y aseguró que Rusia ni siquiera lo leería.
Combates en Misrata
En Libia, sobre el terreno, los rebeldes libios y las fuerzas leales a Gadafi mantuvieron intensos enfrentamientos en el extremo occidental de Misrata, en el oeste del país. Los rebeldes respondieron a los disparos de mortero con cohetes y ametralladoras al grito de «Allah akbar» (Dios es el más grande). Un trabajador sanitario informó de que al menos seis sublevados resultaron heridos, dos de ellos de gravedad. Según la OTAN, las fuerzas gadafistas han colocado minas en torno a la ciudad.
Además, la localidad de Zintan, también bajo control de los rebeldes, fue igualmente atacada intensamente con cohetes durante la noche del jueves por el Ejército y la población la está abandonando.
Represión en Siria
En Siria, la represión continuó en otro «viernes de la ira» en el que las fuerzas de seguridad mataron a cuatro manifestantes tras abrir fuego para dispersar las manifestaciones contra el presidente sirio, Bashar al Assad, en dos localidades próximas a Damasco, según activistas de derechos humanos.
Tres manifestantes murieron en el suburbio de Qatana, al este de la capital, mientras que otro más falleció en la localidad de Zabadani, cerca de la frontera con Egipto. Por otra parte, en la ciudad central de Homs, se escucharon disparos mientras miles de personas se manifestaban pese a las fuertes medidas de seguridad, según un residente. En Rastan, 20 kilómetros al norte, unos 30.000 manifestantes reclamaron el abandono del presidente sirio.
Las fuerzas de seguridad también emplearon munición real contra los manifestantes que reclamaban la caída del régimen en la ciudad de Deir al Zor, en el este del país. Las manifestaciones se sucedían en Albu Kamal, Hama, Tel Kelaj (en la frontera con Líbano), Qamisli (Kurdistán) en Banias, en Deraa, y en otras numerosas localidades del país.
jordania
Alrededor de un millar de personas se manifestaron en la ciudad de Tafileh, en el sur de Jordania, para demandar la caída del Gobierno y denunciar la corrupción.
atentado en líbano
Ocho soldados italianos resultaron heridos, dos de ellos de gravedad, en un atentado contra un vehículo de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano. El ataque tuvo lugar en la autopista que une Beirut con Sidón, al paso de una columna de cuatro vehículos de FINUL.
apoyo a obama
El G-8 ofreció su «apoyo firme» a la visión sobre un proceso de paz en Palestina del presidente de EEUU, que propuso las fronteras de 1967 como base de una negociación entre palestinos e israelíes, idea que ya ha rechazado Israel.
no alineados
El movimiento de países no alineados, reunido en Indonesia, demandó el reconocimiento del Estado palestino y su derecho a la independencia, con el este de Jerusalén como su capital. Además pidieron a Israel que libere a un número significativo de presos palestinos.
Saleh y las tribus acuerdan una tregua
Las tropas del presidente de Yemen, AliAbdallah Saleh y las fuerzas del jefe tribal de los Hashid alcanzaron ayer una tregua después de un ataque tribal en Sana’a, en el que murieron doce asaltantes. Durante los funerales de 30 de sus hombres muertos en combate, el jeque Sadek al-Ahmar confirmó que se ha decretado una tregua entre nuestras fuerzas y las de Saleh y una mediación está en curso». «Si Saleh quiere una revolución pacífica, estamos dispuestos, pero si quiere la guerra, combatiremos», advirtió. Los combates en torno a la residencia del jefe tribal, al norte de la capital, han causado 68 muertos en tres días. Los funerales se llevaron a cabo durante la manifestación contra el régimen de Saleh, convocada bajo el lema de «revolución pacífica», que reunió a decenas de miles de personas tras el rezo del viernes. También miles de partidarios de Saleh se concentraron en otra plaza de la capital bajo el lema «respeto al orden y a la ley», aunque el presidente no asistió, como en otras ocasiones.
Por otro lado, un oficial de la Guardia Republicana y al menos doce hombres de la tribu Naham resultaron muertos a unos 75 kilómetros al nordeste de la capital, en un ataque contra un puesto militar. Una fuente militar confirmó la muerte del general Ali Nasser Gatami. Después de controlar durante varias horas este puesto militar, los asaltantes se retiraron a la carretera entre la capital y la ciudad de Marib. Según fuentes tribales, estos puestos militares tratan de impedir que sus fuerzas lleguen a Sana’a para apoyar a los hombres de Sadek al-Ahmar. GARA
Los egipcios vuelven a la calle para exigir reformas profundas
Los egipcios volvieron a salir a las calles en un nuevo «día de cólera» para protestar contra la lentitud del cambio prometido por el Ejército, en el poder desde la caída del Hosni Mubarak en febrero. Decenas de miles de personas se concentraron en un ambiente festivo en la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, para reclamar el fin de la corrupción política y una nueva Constitución, «ahora, no más tarde». Varios miles más se concentraron en Alejandría, Ismailiya y Suez, así como en el Sinaí. En Sharm el-Sheik, en el Mar Rojo, cientos de personas se manifestaron ante el hospital donde se encuentra Mubarak desde mediados de abril, para reclamar su traslado a una prisión. Las convocatorias partieron de jóvenes activistas desde internet, de la misma forma que contribuyeron de forma decisiva al levantamiento en enero y febrero. Ayer convocaron una nueva «jornada de cólera», como se nombró a una de las manifestaciones más multitudinarias contra Mubarak el 28 de enero. El presidente derrocado y sus dos hijos, Alaa y Gamal, deben ser juzgados en una fecha aún no decidida. El ex presidente se encuentra detenido de forma provisional en el hospital a la espera de su traslado a prisión.
Los manifestantes reclaman un rápido retorno al poder civil y el cese de responsables del régimen de Mubarak aún presentes en varios sectores de la administración, así como acciones judiciales más firmes contra los acusados de corrupción y violencia.
Los manifestantes reclaman una nueva Constitución y rechazan las reformas limitadas de la Carta Magna en vigor con Mubarak, que está dirigiendo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, liderado por el mariscal Hussein Tantaoui, ministro de Defensa con Mubarak durante veinte años, y que ayer afirmó que no intervendría en las protestas.