¡Qué gran capítulo de cómo se escribió la historia de la nación cubana por parte de aquellos hombres que supieron cumplir con la conminación de Martí de que la dirección podía viajar en una cáscara e ir en una uña, y el consejo del General Gómez de que se debía vivir glorioso para la Patria! […]
¡Qué gran capítulo de cómo se escribió la historia de la nación cubana por parte de aquellos hombres que supieron cumplir con la conminación de Martí de que la dirección podía viajar en una cáscara e ir en una uña, y el consejo del General Gómez de que se debía vivir glorioso para la Patria!
Hay fechas que por la ligazón indisoluble y trascendente con actos y acontecimientos, quedan grabados para siempre en la conciencia y la historia de los pueblos. Este primero de abril es uno de esos que, aunque distante de aquel día de 1895, se recordará porque por la Playa de Duaba, cercana a la entonces villa de Baracoa, a unos pocos kilómetros, arribó allí la Revolución de la guerra independentista necesaria, en la expedición de la Goleta Honor con su carga de patriotas presididos por el Mayor General Antonio Maceo, su hermano General José, y el General Flor Crombet, incluidos una veintena de hombres.
La guerra en Cuba se había iniciado el 24 de febrero de ese año, y los planes organizativos tejidos desde el exterior contemplaban el arribo de los jefes principales: José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, y otros. Quedaba así ratificada la palabra de honor y consecuencia de aquellos hombres sublimes, pues dos días antes, el 26, José Martí escribió a Antonio Maceo, entonces en Costa Rica, que «el patriotismo de Ud., que vence a las balas, no se dejará vencer por nuestra pobreza… Como la ida de Ud. y de sus compañeros es indispensable, en una cáscara o en un Leviatán…, la dirección puede ir en una uña… Esta es la ocasión de la verdadera grandeza…»
Tal vez en ninguna o pocas veces en la historia del mundo, en unas circunstancias de urgencias epopéyicas y ante recursos pobrísimos para enfrentar una guerra contra un ejército colosal imperial, sin más fe que las ansias de libertad e independencia del pueblo cubano, un mensaje tan escueto reflejen tanta determinación, compromiso y estoicismo en esas ideas cardinales de hombres ungidos por un patriotismo a toda prueba, que implicaba el abandono del bienestar personal y familiar, los pocos recursos materiales acumulados, para abrazar la causa que les había consumido antes diez años de guerra y quince adicionales de planes y de perseverancia para la consecución del sueño de la patria amada.
Pero también resulta complemento a las anteriores, las ideas contenidas en la carta del Mayor General Gómez, designado Jefe Militar de la Guerra, en el que reitera el carácter preciso y urgente de la salida para Cuba. «Y es que ya hay humo de pólvora en Cuba y cae en aquellas tierras sangre de compañeros, no nos queda otro camino que salir por donde se pueda y como quiera… (..) Todo cuanto querramos (sic) decirnos sería inútil y tardío en estos momentos de pura acción… Un consejo solamente y concluyo:… Se debe vivir glorioso para la Patria antes que morir por la gloria, y nada más. Su General y amigo.»
El resto de la historia de leyenda de la expedición militar desde Costa Rica hasta Cuba, a cargo del General Crombet como jefe en mar, que integrada por 23 hombres, que salió de Puerto Limón, Costa Rica, el 25 de marzo de 1895. Su periplo por las islas del Caribe, Jamaica, Bahamas, y desde aquí en la Goleta Honor, finalmente su desembarco azaroso en la madrugada del 1 de abril en Duaba, Baracoa, debiendo sacrificar a la embarcación lanzada sobre las costas. El inicio de la marcha, la muerte del patrón de la goleta por accidente de un disparo escapado a uno de los expedicionarios El primer encuentro victorioso frente a tropas españolas superiores. La incorporación del baracoense Comandante Félix Ruenes a las tropas de Maceo. La pronta persecución de los españoles detrás de los patriotas cubanos. Los encuentros, los muertos: entre ellos el General Crombet, los prisioneros, y la dispersión en grupos. El solitario peregrinar del General José Maceo, calificada como odisea por Gómez. Al final el resultado de aquellos días de largas caminatas por tierras vírgenes e inhóspitas, bajo los acosos permanentes, hasta que después de 186 kilómetros recorridos, y al cabo de 18 días, arribaron a campamento seguro Sólo 9 de los expedicionarios se lograron incorporar a las huestes mambisas. Comenzaría así la marcha victoriosa de la Revolución Cubana en Oriente hasta pronto llegar, en 1896, las tropas mambisas bajo el mando del General Antonio Maceo, al territorio más occidental de Cuba en Pinar del Río.
¡Qué gran capítulo de cómo se escribió la historia de la nación cubana por parte de aquellos hombres que supieron cumplir con la conminación de Martí de que la dirección podía viajar en una cáscara e ir en una uña, y el consejo del General Gómez de que se debía vivir glorioso para la Patria!
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