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El ghetto de Gazasovia

Fuentes: Rebelión

Parte de la evolución de la Historia tiene un comportamiento cíclico, y en su devenir hay una ley relativa que generalmente se cumple: el capataz que fue obrero explotado, el kapo que fue prisionero o el sionista que fue colaboracionista, son peores que «sus amos» respectivos. Los paralelismos de la historia del ghetto de Varsovia […]

Parte de la evolución de la Historia tiene un comportamiento cíclico, y en su devenir hay una ley relativa que generalmente se cumple: el capataz que fue obrero explotado, el kapo que fue prisionero o el sionista que fue colaboracionista, son peores que «sus amos» respectivos.

Los paralelismos de la historia del ghetto de Varsovia con la situación de Gaza, salvando las evidentes distancias son abrumadores.

El general de las SS Jürgen Stroop, que a mediados de mayo de 1943 finiquitó manu militari la insurrección judía del Ghetto de Varsovia, entendía que:

-cada cóctel molotov que impactase en los blindados panzer que arrasaban el guetto era un ataque directo contra el ordenamiento vigente establecido.

-cada soldado de la waffen SS que moría bajo las balas de la resistencia judía del ghetto debía ser vengado con un centenar indeterminado de muertos contrarios.

-cada minuto alemán que se perdía en el desarrollo del genocidio debía ser compensado con la mayor destrucción posible.

Aquellos cócteles molotov de Hashomer Hatzair, la organización sionista de izquierdas que combatió a los colaboracionistas y a los nazis, junto a los comunistas no sionistas del Movimiento Bund, eran los humildes Kassan de la Resistencia palestina moderna. Aquellos Panzer y Tigre de la División Totenkoff, son los F-16 y F-18 de la Fuerza aérea sionista de fabricación norteamericana que han arrasado decenas de veces el ghetto de Gaza, y provocado miles de muertos. Aquel «ordenamiento vigente» que regulaba el genocidio, es el actual «estatus de los territorios ocupados» que regula el exterminio de los exhaustos palestinos. Los túneles clandestinos de abastecimiento, la depresión sicológica generalizada, los cupos de trabajadores que pueden sortear los muros y alambradas con permisos especiales, los arbitrarios e infames check point, la corrupción, la masificación, el colaboracionismo de los Consejos judíos, de la ANP? decenas de parámetros y variables que asemejan la Gaza de 2008, al minúsculo Ghetto de Varsovia de 1943.

Cuando la resistencia del Ghetto consiguió abortar los envíos diarios a Treblinka que gestionaba el Consejo Judío mediante su policía cipaya, los nazis hubieron de actuar directamente. Arrasaron el Ghetto. Desde que se desmoronó la corrupción colaboracionista de la ANP y sus Fuerzas «de seguridad» también cipaya, la Resistencia dignificó la vida en el Ghetto, resistió el más atroz de los bloqueos internacionales los sionistas, y por eso han actuado directamente. Han arrasado el Ghetto.

Pero hay algo peor. El mundo «democrático» miró a otro lado mientras los nazis gaseaban a los judíos, a los gitanos, a los soviéticos, a los antifascistas. Pudieron bombardear las vías férreas, los campos de la muerte, los centros administrativos cruciales de las SS? destruir la máquina genocida nazi. Había otras prioridades, otros intereses.

A la «Comunidad Internacional» en 2008, se la suda Palestina, el dantesco, lento y cotidiano exterminio en los Territorios Ocupados. Solo florece alguna vocecilla cuando las imágenes de las carnicerías sionistas estropean nuestros orondos desayunos y crean «alarma social». ¡Peor que en 1943! Tantos «medios de comunicación», tanta ONG, tanto «ejercito humanitario», tanto «antiterrorismo». Nunca ha sido tan evidente el doble rasero y la hipocresía de la falaz «moral» de las «democracias» del «ético» mundo occidental. Palestina, Irak Afganistán?¿Por qué nos odian?

Hacía tiempo que el estado sionista de Israel había llegado a repetir los mismos esquemas de terrorismo racista y genocida, con los también semitas, palestinos. La Maldición de Sharón sigue vigente. A pesar de que el genocida de Sabra y Shatila sigue vegetal, sus correligionarios se inspiran en los criterios filonazis que tan orgulloso hacía públicos tras las masacres de Sabra y Shatilla.

No hay más que recordar la extensa entrevista que en diciembre de 1982 el periodista israelí Amos Oz realizó para el periódico Davar a Ariel Sharon. En esta entrevista, Sharon explicitó una lógica de genocidio contra el pueblo palestino que se aproxima en términos y prácticas a la ejecutada por el nazismo, régimen por el que el actual primer ministro mostró abierta admiración.

En palabras de Sharón «este sionismo-fascismo judío fue rechazado por el judaísmo y durante mucho tiempo ha sido minoritario. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial invirtió esa relación y el judaísmo dio un vuelco hacia el campo del sionismo. Esta identificación del judaísmo con el sionismo fue una verdadera victoria ideológica póstuma del nazismo que actuó para hacer del judaísmo una entidad racial y no religiosa como lo es el cristianismo o el islam»

«Por esa razón, la mayoría de los israelíes y de los sionistas en general encuentran normales los crímenes contra las poblaciones civiles palestinas y árabes, y la política de expansión de Israel»

Un pueblo que se ha dejado aniquilar y masacrar, que ha permitido que se haga jabón con sus hijos y pantallas de lámpara con la piel de sus mujeres, ese pueblo es un criminal mayor que sus asesinos. Peor que los nazis. Vivir en este mundo de lobos sin usar los puños, los dientes y las uñas es un crimen más horrible que asesinar.

«Aún hoy, por el pueblo judío estoy dispuesto a ocuparme voluntariamente de ejecutar el trabajo sucio, de los asesinatos de árabes según haya necesidad, de echar, quemar, exiliar; todo lo que haga falta para que se nos odie. Dispuesto a calentar el suelo que pisan los yids de la diáspora hasta que se vean obligados a precipitarse a venir gritando hasta aquí. Aunque para ello tenga que volar por los aires varias sinagogas. Me da igual. Y me da igual si cinco minutos después de que haya acabado todo el trabajo sucio, cuando se haya logrado el objetivo y todo esté en su sitio, ustedes me hacen un proceso de Nuremberg. Me puede condenar a prisión de por vida. Me pueden colgar por crímenes de guerra si les da la gana. Después limpiaréis cuidadosamente con lejía vuestra noble conciencia y seréis lo bastante guapos, altos y sanos como para entrar en el club de los pueblos civilizados. No lo duden. Déjenme que me ocupe de ese trabajo sucio, insúltenme con todos los insultos que se les ocurran. Lo que ustedes no pueden comprender es que el trabajo repugnante del sionismo no se acabó en 1948»

«Y si Galilea vuelve a recibir obuses katiucha, lo que me da un poco igual, haremos otra guerra, destruiremos y mataremos dos veces más hasta que tengan bastante».

Más claro, agua. Esto es lo que hay. Era 1982, fue 1943, es 2008.