Traducido del árabe para Rebelión por Andrea M.
Ante todo lo sucedido en el mundo árabe, y de repente, el Consejo de Cooperación del Golfo ha acordado aceptar las peticiones de ingreso presentadas por Jordania y Marruecos. En varias reuniones consecutivas se han trazado los planes y las fechas para la incorporación de estos dos países, así como las ayudas económicas que se implementarán para realizar los cambios y las medidas pertinentes para que los dos países se consideren cualificados para su ingreso.
¿Y por qué precisamente Jordania y Marruecos?
Jordania ya había presentado una solicitud de este tipo en el pasado, la cual fue rechazada en su momento. Ahora, algunas fuentes han reportado que fue el mismo Consejo el que animó al Reino Hachemí a que la volviera a presentar esta vez, ya que el acuerdo estaba asegurado y las medidas se aplicarían deprisa. No hay duda de que la incorporación de Jordania no necesita de comentarios intrincados, si se tienen en cuenta las situaciones que se viven en los países árabes y que amenazan con estallar en la realidad de cualquier país del mundo. Eso es lo que ha empujado a los países del Golfo a pensar seriamente en hacer un cambio en el papel y el cometido que desempeña el Consejo de Cooperación del Golfo, acompañando así los acontecimientos que agitan el mundo árabe.
Así, se asentó la opinión que apuesta por ampliar el Consejo a través de la admisión de estados activos y cuyos sistemas se parecieran a los de los países miembro, por lo que se tomó la decisión de incluir a Jordania y a Marruecos. El régimen jordano se parece a los regímenes del Golfo, sus políticas son compatibles porque comparten principios, puede proporcionarle ayuda a nivel político y de seguridad, a cambio de beneficios económicos. Al mismo tiempo, Jordania puede llenar el vacío que dejó el «guardián iraquí» en el Golfo, puede ser una alternativa práctica que participe de la protección del Golfo ante los peligros que le rodean, sobre todo el peligro iraní, que ronda estos países, moviliza a sus pueblos, hace que se armen cada vez más y pidan protección permanente de EE.UU., presente en la región y preparado para intervenir, proteger los regímenes y evitar que caigan o se tambaleen.
Hay quien ve que el miedo a que las llamas de las revoluciones se extiendan a los países del Golfo ha sido lo que ha acelerado el proceso de admisión de Jordania. Algunas informaciones señalan que estos países han ayudado a Bahréin a manejar la situación y a reprimir las protestas. Además, el Golfo intenta ensanchar el dominio geográfico del Consejo de Cooperación. Por poner un ejemplo, la provincia jordana de Irbid, tiene más metros cuadrados y más población que Qatar o Bahréin. Y si se uniera Marruecos al Consejo, el Golfo habría triunfado en su empresa de encontrar un equilibrio a nivel geográfico, económico, político y de seguridad a través de una agrupación equilibrada, sobre todo después de la caída del régimen de Sadam Hussein en Iraq, el vació en Egipto y la situación en Siria.
Se trata de un intento de sustituir el peso que representaba Egipto, que apoyaba a los países del Golfo, con la incorporación jordano-marroquí, que reforzará el peso suní dentro de esta agrupación, de modo que contrarreste el peso chií de Irán, así como el de Iraq. El discurso que lleva planteando el Rey jordano desde hace años sobre una «luna creciente chií» es básicamente una prueba más de que la incorporación de Jordania tiene como objetivo el enfrentarse a esta media luna que traza en el mapa la hegemonía chií en la toma de decisiones, desde Iraq e Irán, hasta Siria y Líbano. Basta con que EE.UU. dé su bendición a la incorporación de Jordania y Marruecos a la agrupación del Golfo para conocer cuáles son los objetivos que yacen detrás.
En referencia de las diferencias dentro del Consejo de Cooperación, decir que Kuwait, Qatar y Omán se oponen a esta unión a toda prisa y argumentan que se deben llevar a cabo más estudios antes de concederle la membresía a Jordania y Marruecos.
Así, la inclusión de Jordania y Marruecos amplía la agrupación del Golfo, convirtiéndola en el grupo de las monarquías del mundo árabe, que integra a estos regímenes en materia política, de seguridad, económica y humana, a pesar de que algunas capas sociales de Jordania y Marruecos rechacen esta unión. Las condiciones políticas del mundo árabe y el temor al resquebrajamiento interno que acecha los países del Golfo aceleró la toma de una serie de decisiones preventivas que aseguraran la estabilidad y la situación actual en el Golfo, aunque para hacer esto haya que establecer lazos con el país árabe de la otra punta del continente, al este o al oeste, y superar las dificultades geográficas y de población, factores que siguen siendo claves a la hora de que los países se agrupen. Este punto que ha provocado el celo de algunos en los países del Golfo, que el Consejo de Cooperación está limitado a los países del Golfo, cercanos geográfica, social y económicamente, con sistemas de gobierno similares, lo que hace difícil ampliar esta agrupación e incluir países lejanos geográficamente, y reúne nada más los sistemas monárquicos.
Los países del Golfo han superado todas las dificultades que impedían la incorporación de Jordania y Marruecos con una sospechosa rapidez. A su vez, Arabia Saudí ha logrado llevar a cabo su empresa de imponer medidas de protección para los países del Golfo, y ha probado un programa de crecimiento económico para los próximos cinco años del que se beneficiarán los dos países recién llegados.
Ante estos hechos acelerados, son muchas las preguntas que surgen, preguntas que necesitan una respuesta que no se ha ofrecido hasta el presente. ¿Por qué precisamente Jordania y Marruecos? ¿Es porque los dos están gobernados por monarquías que pueden ser útiles en materia política, humana y de seguridad? ¿Qué ingredientes cualifica a cada uno de los dos países para su inclusión? ¿Se aceptaría la membresía de cualquier país árabe que satisfaga estas mismas condiciones? ¿Qué pasaría si Iraq, más próximo geográficamente, pidiera su admisión, o Líbano, por ejemplo? ¿Aceptarían los países del Golfo a la democracia libanesa, tal y como es, e intentarían incluirla en la nueva mezcla? ¿Y por qué puso obstáculos para la inclusión de Yemen? ¿Cuál será el futuro de las relaciones económicas bilaterales entre Jordania y algunos países árabes, en especial Siria? ¿Cómo ve la Liga Árabe la adhesión de Jordania y Marruecos?
¿Está incorporación tendrá algún efecto en la ruinosa situación en la que se encuentra? ¿O acaso la incorporación llega a cuenta de su ruina, cuando tiene una imperiosa necesidad de reubicarse y reactivar sus tareas? ¿Cómo se soluciona la cuestión de la incompatibilidad entre el atisbo de democracia que ha aparecido en Marruecos y la ausencia de ésta en los países del Golfo? ¿Los objetivos de esta unión se reducirán a que Jordania y Marruecos disfruten de beneficios en materia política y de seguridad y provechos económicos, sin que el alcance de estos objetivos se amplíe hasta crear un crecimiento firme en estos dos países, así como la mejora de sus estructuras económicas y el desarrollo de sus legislaciones, en especial en lo referente a la política? ¿Qué horizontes o qué futuro tendrá al paso que ha dado el rey de Arabia Saudí al permitir que las mujeres entrar en las elecciones al Consejo Consultivo y a los Consejos Provinciales como votantes y candidatas? ¿A éste paso le seguirán otros para abrir realmente el horizonte de Arabia Saudí y de los países del Golfo hacia la democracia?
Las preguntas se van acumulando alrededor de este movimiento para incluir a Jordania y a Marruecos sin una respuesta concluyente. Pero la pregunta principal, por la que empezamos y la que volvemos a hacer es: ¿y por qué precisamente Jordania y Marruecos en el Golfo?