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El Gran Guiño

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión, Palestine Monitor y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis. La traducción es copyleft

¡»Avance e identifíquese»! el recluta en servicio de centinela grita al oír a alguien acercándose. ¡»Sargento Johns»!, es la respuesta.

¡»Avance e identifíquese»!, el centinela grita de nuevo. ¡»Ya se lo he dicho, soy el sargento Johns»! Le responde.

¡»Avance e identifíquese»!, requiere el centinela por tercera vez. ¿»Que crees qué estás haciendo?, ¡idiota»!. Le grita el sargento.

«Son mis órdenes,» contesta el recluta, «gritar : «avance e identifíquese» tres veces y después disparar.»

Éste es un viejo chiste del ejército británico. También pasa por ser el programa del gobierno que está formándose en Israel.

Cada gobierno israelí debe tener «Principios Básicos». Ciertamente, no están obligados. Todos nuestros gobiernos han violado sus Principios Básicos en muchas ocasiones. Pero la tradición y los buenos modales exigen que hayan Principios Básicos y que sean puestos sobre la mesa de la Knesset, junto con los acuerdos de coalición que disponen el reparto del botín, el bocado realmente importante.

El verdadero objetivo de los Principios Básicos es atraer a aquellos a quienes el primer ministro quiere tener en su gobierno, y rechazar a todos los demás.

Un verdadero líder querrá preparar una coalición que le permita realizar su visión. Pero un primer ministro que es un político – y nada más que un político – está completamente interesado en una coalición que le haga la vida más fácil.

Ehud Olmert es del segundo tipo. Quiere quedarse en el medio de la cama, entre un compañero de la derecha y uno de la izquierda, preferentemente de tamaño aproximadamente igual. Eso le proporcionará un gobierno estable. Cuando promueva una causa «izquierdista», los ministros de su partido, junto con los ministros de izquierdas, tendrán una mayoría en el gabinete sin sus colegas de la derecha; al promover un programa de «derechas», tendrá una mayoría sin las izquierdas. Simple lógica.

En la actualidad, es una cuestión fácil. El socio de la izquierda será el Partido Laborista (probablemente con 6 ministros), el de derechas se compondrá de Shas, el Partido Ortodoxo y el de Lieberman (probablemente juntos; 7 ministros ). Los Pensionistas (probablemente 2 ministros) estarán en el medio. Los ministros de Kadima (probablemente 10) siempre podrán construir una mayoría para el gobierno, a veces con los de derechas, a veces con los de la izquierda. Olmert espera que esto le hará fácil la vida fácil durante toda la legislatura de la nueva Knesset, hasta noviembre del 2010.

Los Principios Básicos reflejarán esta meta. Deben hacer posible a Amir Peretz, Eli Yishai y Avigdor Liebermann unirse a un gobierno que incluirá auténticos izquierdistas, fundamentalistas religiosos extremos y completos fascistas.

Ni el profeta Isaías se atrevió a soñar con eso. Sus ambiciones quedaron satisfechas con el lobo que se acuesta con el cordero.

Isaías supo que esta visión sólo podría ser verdadera tras la apariencia del Mesías. Olmert, lejos de ser un Mesías, es sólo un político listo. Tiene que hacerlo sin la intervención divina.

Lieberman quiere que Israel quede libre de árabes; Araber-rein en alemán. Para este fin está listoa abandonar áreas enteras de Israel que están habitadas por ciudadanos árabes y anexionarse, a cambio, grandes extensiones de Cisjordania. Amir Peretz, en contraste, quiere otorgarles plena igualdad a los ciudadanos árabes de Israel. Peretz quiere conducir negociaciones con la autoridad Palestina, Lieberman quiere destruirla. Los Ortodoxos exigen que el estado pague por siempre el sostenimiento de decenas de miles de Yeshivas (seminarios religiosos) estudiantes que no quieren trabajar en absoluto. Los laboristas quieren aumentar los sueldos de obreros productivos. Y así sucesivamente, infinitamente. Y el propio Olmert quiere, por supuesto, realizar su «Plan de Convergencia» lo que significa que Israel quiere fijar «unilateralmente» sus «fronteras permanentes», sin acuerdo ni asociación con los palestinos.

¿Qué hacer? Uno tiene que coser los Principios Básicos que todos puedan aceptar juntos. ¿Imposible? Al contrario. Nada más fácil. Uno necesita a sólo un buen abogado judío; y nosotros de estos tenemos suficientes.

En los Principios Básicos, no se hará ninguna mención al «Plan de la Convergencia», ni ocurrirá con la palabra «unilateralmente». Sólo dirán que el gobierno actuará según el discurso hecho por Olmert después del cierre de los colegios electorales el día de las elecciones. Se supone que eso satisface a todos.

Hay tres campos ahora en Israel:

(a) Aquellos que quieren negociaciones reales con los palestinos para realizar la solución de los Dos-Estados.

(b) Aquellos que quieren una retirada «unilateral», con la intención de anexionarse partes de Cisjordania y dejar lo que queda a los palestinos, después de quitar de allí algún asentamiento.

(c) Aquellos que se oponen a semejante retirada «unilateral», bajo el pretexto de que «da» los territorios palestinos sin conseguir nada a cambio. Eso no significa que quieran, realmente, alcanzar un acuerdo con los palestinos, sino, al contrario, lo que ellos quieren es evitar que se deje cualquier territorio en absoluto.

Amir Peretz pertenece al primer campo, Olmert al segundo, Lieberman y Shas al tercero. Los Principios Básicos deben satisfacer a todos.

¿Cómo?. La respuesta está en el chiste británico.

Los Principios Básicos dirán que en primer lugar, Israel llamará a los palestinos para hacer la paz basada en la Solución de los Dos Estados. Sólo después de que quede claro que no hay ningún socio para semejante paz, Israel tomará su destino en sus propias manos (significado: fijará sus fronteras unilateralmente). En su discurso del día de las elecciones Olmert se dirigió directamente a Mahmoud Abbas, con un patetismo rotundo, ofreciendo empezar las negociaciones de paz.

(Eso me recuerda algo: Después de la guerra de 1956, un amigo mío interrogó a un prisionero egipcio de alto rango que le dijo que ellos escuchaban los discursos de David Ben-Gurion por la radio. Cada vez que Ben-Gurion anunció que «Nosotros estamos tendiendo nuestras manos para la paz», los egipcios ponían sus fuerzas en alerta máxima. En cierto modo, es una inversión israelí del proverbio romano si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra.)

La oferta de Olmert a Mahmoud Abbas se acompaña con un gran guiño al público israelí. Todos entendemos que ésta es una fase que tenemos que atravesar antes de que venga el verdadero asunto. Es una maniobra de multi-propósito: para proporcionarle una hoja de higuera a Peretz cuando le piden que apoye pasos unilaterales, para satisfacer a los usamericanos cuando les piden que acepten la anexión de grandes partes de Cisjordania, y también para darles un año o dos a Lieberman y a Shas de disfrute en el gobierno, antes de que Olmert lleve a cabo la implementación del Plan de Convergencia (si sucede alguna vez).

Aviso: Nadie, pero absolutamente nadie, está discutiendo la oferta a Mahmoud Abbas, mientras todos estamos hablando sobre la anexión que vendrá después.

Como ese centinela británico: Gritar una vez, dos veces, una tercera vez; y entonces disparar.

Todavía, queda la cuestión: ¿cómo pueden sentarse Amir Peretz y sus colegas en el gobierno junto a una persona como Lieberman?

Lieberman es un hombre de extrema, extrema derecha. Podría darles lecciones a Jean-Marie Le Pen y a Joerg Haider. Es el único líder de su partido, su discurso es violento y brutal; su mensaje, racista. Proclama abiertamente que su objetivo es sacar a todos los ciudadanos árabes de Israel.

Antes de las elecciones, Peretz prometió que él no se sentaría en el gobierno con Lieberman. Desde entonces dos cosas han pasado:

Primero, el líder del partido de izquierda, Meretz, Yossi Beilin, invitó a Lieberman a un muy publicitado desayuno en su casa, consumiendo (según los jubilosos reporteros) «arenques jugosos», loando las cualidades personales de Lieberman entusiásticamente. De esta manera le otorgó legitimación a esta persona que hasta entonces fue considerado que estaba más allá del límite político.

Entonces, después de las elecciones, una cosa aun más deshonrosa pasó. La gente de Peretz declaró que él, no Olmert, iba a encabezar al próximo gobierno. Vendría a ser una «coalición social», sin Kadima. La simple aritmética muestra que semejante coalición no sólo debe incluir al Shas, sino también a la Unión Nacional, el partido de los colonos que compite con Lieberman en racismo. Esta táctica confirió legitimidad a toda la derecha racista. ¿Si extremistas como Benny Eilon y Effi Eitam son legítimos, por qué no Lieberman?

¿Cómo le pudo pasar esto a Peretz? Fue claramente una reacción apresurada a la conducta de Kadima. Inmediatamente después de las elecciones, Olmert debió de haber llamado a Peretz y haberlo proclamado su compañero favorito. En cambio, la gente de Olmert empezó a humillar a Peretz y declararlo incapaz para el cargo de Ministro de Finanzas que él pidió. Furioso, Peretz empezó la maniobra en orden dejar atrás a Olmert y asustarlo. Entendible, pero imperdonable. Era una contestación personal, y que ha causado un gran daño. Ha legitimado a Lieberman como un candidato a la membresía en el gobierno. También ha enfurecido a los ciudadanos árabes y creado la impresión que Peretz puede, después de todo, no ser tal firme luchador por la paz.

Todos esto es preocupante. Verdaderamente, el próximo gobierno a duras penas puede ser peor que el gobierno del Likud. La pregunta es si será mucho mejor. Pero, ciertamente, estará avezado en hacer guiños en todas direcciones.