Recomiendo:
0

Entrevista al escritor uruguayo Saúl Ibargoyen

«El huevo de la serpiente se está abriendo para expulsar nuevas modalidades del fascismo»

Fuentes: El Clarín de Chile

Saúl Ibargoyen (Montevideo, 1930) presentó un nuevo ensayo literario: Sangre en el sur (Ediciones Eón, 2007) con el que supera los 90 libros publicados; entre Cuento a cuento (relatos completos, 1997); las novelas: La sangre interminable (1982); Noche de espadas (1987); Soñar la muerte (1993); Toda la tierra (2000) y La última copa (2006). El […]

Saúl Ibargoyen (Montevideo, 1930) presentó un nuevo ensayo literario: Sangre en el sur (Ediciones Eón, 2007) con el que supera los 90 libros publicados; entre Cuento a cuento (relatos completos, 1997); las novelas: La sangre interminable (1982); Noche de espadas (1987); Soñar la muerte (1993); Toda la tierra (2000) y La última copa (2006).

El resto…poesía, sólo mencionaré los libros: El pájaro en el pantano (1954); El otoño de piedra (1958); Poema abierto al Presidente Jonson (1967); Exilios (1978); Erótica mía: escribiré en tu espalda (1982); Habana 3000 (1994); Fantoche (1995); Versos de poco amor (1996); Grito de perro (2001) El escriba de pie (2002) y Poeta en México City (1996) a 30 años de exilio por fin consiguió la ciudadanía náhuatl.

Conversar con Saúl Ibargoyen es mirar de frente a la historia e imaginar su futuro, y ella -Clío- lo mira como uno de los maestros poéticos y políticos más respetables de Latinoamérica. Ibargoyen es sinónimo de sensatez e ironía. Para cerrar el 2007, dedicado a José Saramago por el 85 aniversario de su nacimiento y 25 años de Memorial del convento, qué mejor subterfugio que la palabra de Saúl sobre el Nobel y poeta portugués.

Estoy ansioso por leer sus memorias, al escucharlo hablar -Off the record- con tanto cariño de Carmen Balcells, Gonzalo Rojas, Poli Délano, José Agustín, Jorge Boccanera, Juan Gelman, Mario Benedetti o José Saramago; Saúl Ibargoyen reaviva con un sutil regocijo el espíritu de la República de las letras. Por lo pronto, El Clarín.cl presenta una entrevista exclusiva, que es el adelanto a su Memorial que va de La Habana a Caracas y de México al Uruguay.

-Si el escritor argentino Rodolfo Alonso trajo a nuestra lengua a Fernando Pessoa, usted nos mostró por primera vez a José Saramago ¿Cómo lo conoció? ¿Qué hizo ineludibles a Pessoa y Saramago?

-En verdad, sólo sé que colaboré en algo en la difusión de la obra de Saramago, con traducciones de su poesía y de trabajos sobre su narrativa, en algunos momentos a través de la revista Plural, primero en la década de 1980 y luego en 1994, en el penúltimo número de dicha publicación mexicana. Esa edición estuvo dedicada casi toda a Saramago, aunque fue soslayada por cierta crítica oportunista que ‘descubrió’ al gran escritor lusitano después, y no antes, del premio Nobel. Conocí a Saramago en Cuba, adonde nos vimos en más de una ocasión; nos encontramos también en México y hemos mantenido intercambio más o menos regular. Él tuvo la amabilidad de escribir un texto para la contraportada de mi novela Toda la tierra, publicada en 2000 por Ediciones Eón. En cuanto a su obra en general, considero que es uno de los autores imprescindibles en las letras producidas en este siglo y el anterior. Nos ha enseñado, entre otras muchas cosas, a operar desde una ética política que interactúa creativamente con la ética literaria. Su compromiso con la sociedad, en un sentido transformador y ascendente, se ajusta a un compromiso ideológico raigal consigo mismo. Y justamente ahora, en medio de tantas abdicaciones y perversiones, como él mismo señalara. Con relación a Pessoa, de quien leí una selección de poemas en 1961, en una edición que me enviaran de Brasil, es sin duda un referente insoslayable, por mostrarnos un original manejo de la múltiple libertad creativa, más allá de su escepticismo ilimitado, que deriva tanto del mundo clásico como de oscuras fuentes subjetivas. Y en referencia a nuestro amigo Rodolfo Alonso, el gran poeta argentino, reconozco su destacado y precursor trabajo difusor de Pessoa, pese a que algún vate famoso denostara sus versiones…

-Háblenos de su reciente libro Sangre en el sur (Eón, 2007) ¿por qué recurre a la licencia literaria de un entrevistador imaginario?

 -Fue una ocurrencia que me permitió desarrollar con mayor libertad mis experiencias personales de 1973 a 1976, cuando la dictadura de contenido fascista en Uruguay; dictadura que acabó en 1985, con la recuperación de la democracia formal. Junto con muchos compatriotas, fui obligado a venir a México como asilado político en 1976. Pero, volviendo al recurso de la entrevista imaginaria, eso evitó que el uso de la primera persona contaminara el relato, y que a su vez admitiera una distancia entre el personaje entrevistado y los hechos reales. O sea, no sólo el entrevistador es imaginario, el entrevistado también lo es, al menos parcialmente. Creo que así se logró una especie de objetividad que no atenúa los factores personales sino que los sitúa como una de tantas minihistorias que conforman la Historia de esos años dramáticos para Uruguay y otros países de la Patria Grande, de Nuestra América.

-¿Son los ensayos de Julio Cortázar, Eduardo Galeano, José Revueltas, Arthur Miller, Susan Sontag y otros para El fascismo en América (ediciones Nueva Política, 1976) el marco teórico de Sangre en el sur?

 -Conozco el libro mencionado, que consulté hace años; sin duda, contiene aportes muy valiosos, pero pienso que el marco teórico tiene que ver más bien con Jorge Dimitrov, Antonio Gramsci, Rodney Arizmendi, y con otros testimonios como el de Julius Fucik, el escritor checo asesinado por los nazis, por ejemplo. Además, estamos en una instancia histórica en la que el huevo de la serpiente se está abriendo para expulsar nuevas modalidades del fascismo, y no sólo en América Latina. ¿Qué significa la militarización acelerada y la satanización de los movimientos sociales en ciertos países sino una expresión del fascismo posmoderno? ¿No es acaso Estados Unidos una democracia fascista, valga el oxímoron? Cuanto más se ‘fascisticen’ los gobiernos gringos, más hacia la derecha irán determinados gobiernos y oligarquías en Latinoamérica, sobre todo hoy con el ascenso de fuerzas democráticas, populares, progresistas y avanzadas en el continente, involucrando directamente a franjas sociales -indígenas, campesinos, trabajadores, sectores medios, etc.- que se reactivan y organizan con energía. Y Cuba siempre ahí, a pesar del bloqueo. No habrá rey franquista que nos haga callar.

-Bajo el auspicio de la Fundación Alfredo Zitarrosa rescribió ‘La voz de adentro’ (2005). ¿Qué tiene México para convocar a los cantores y poetas del exilio como a Zitarrosa?

-Una abierta sensibilidad hacia los productos culturales de las naciones latinoamericanas, en los cuales -de alguna manera- se reconoce, aún oscuramente, como una colectividad rica y compleja, en un intenso proceso de adquisición, emisión y reciclaje cuyos frutos se irán dando junto al más amplio proceso de liberación que está en marcha. Todo cabe en México, en los pueblos numerosos que son el México real, y esos pueblos caben y se expresan en muchos sitios, desde las entretelas de sus múltiples manifestaciones, hasta las entrañas del monstruo, según dijera José Martí.

-Con el escritor argentino Jorge Boccanera preparó la Antología de poesía contemporánea de América Latina (1982) ¿Han intentado actualizarla? o ¿la leen con nostalgia?

-Publicamos tres antologías a inicios de la década de 1980, con Editores Mexicanos Unidos: de la Poesía rebelde de América Latina; La nueva poesía amorosa de América Latina y la de Poesía contemporánea. La editorial hizo varias ediciones de cada una. Recientemente, sacó la de poesía rebelde, casi igual, con el mismo prólogo luego de más de 20 años, pero con otro título, «Antología de la poesía testimonial de América Latina». Tuve una seria discusión con el editor responsable de ese cambio ‘piratesco’, que nos presentaba a Boccanera y a mí como totalmente desinformados con respecto a la actual producción poética del continente, a más de ofrecer al lector un panorama valioso, sí, pero muy incompleto. Hubo que regatear algo, y obtuve una especie de compensación, dada mi situación personal en ese momento, pero de ediciones actualizadas, nunca más se habló. Sí, y lo he comprobado entre no pocos lectores entre 20 y 60 años, puedo afirmar que esas antologías son recordadas y aún consultadas en México, Centroamérica, Sudamérica y universidades de Estados Unidos. Actualmente, vemos que se editan nuevas antologías en varios países, pero el momento es otro, los círculos estrechos de ciertos autores y editores siguen siendo estrechos, y el pensamiento posmoderno tardío parece acentuar el exclusionismo. El tiempo dirá, o sea los que vengan después de nosotros.

– Su novela Soñar la muerte (Siglo XXI, 1993), cuenta con las ilustraciones de un habitante contiguo de Cuernavaca: Vlady ¿Por qué la aparición de Vlady en la serie La letra herida? ¿Ya visitó la exposición del Centro Vlady en Mixcoac?

-Yo no solicité su participación, aunque conocí a Vlady. Fue una invitación que le hizo Jaime Labastida, director de Siglo XXI. Creo que las ilustraciones enriquecen la novela, pues Vlady logró percibir ciertos matices en los personajes, matices épicos, que ayudan a una mejor lectura. En cuanto a la exposición que se menciona, no he ido a verla. No sé el porqué.

– Usted tiene una labor envidiable en el periodismo ¿Cómo definieron el perfil editorial de la revista Plural? ¿Han pensado en digitalizar sus archivos? o ¿reeditar una selección de Plural con Siglo XXI?

-El perfil fue el de una revista cultural independiente de la cooperativa Excélsior, más allá de que ésta la editara. Y atenta a la compleja coyuntura histórica de esos años, en un sentido abierto, inclusivo, democrático, progresista, mirando sobre todo hacia México, Latinoamérica y el Caribe. Las diversas ediciones que se hicieron, a partir del número 76, o sea de la segunda época de la revista, dedicadas a Bolivia, Paraguay, Chile, Brasil, Uruguay, Cuba, Nicaragua, etc., y a la cultura chicana, son ejemplo de esa postura. Y estábamos en la dura época de los 70 y 80, época de dictaduras fascistas y conflictos feroces en América Central, al ritmo del intervencionismo estadounidense. Además, la creación del Premio Plural en el 80, una idea de Jorge Boccanera, dio ocasión durante varios años a que participaran cientos de poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas de unos 25 países, incluyendo Estados Unidos, Canadá, España, Portugal y Francia. Era un concurso que incluía la lengua española, claro, pero asimismo la portuguesa. Añado que nuestra lista de colaboradores llegó a más de 700… Y que enviábamos como intercambio, a México y fuera del país, unos mil ejemplares todos los meses. Pero la dirección de Excélsior, de manera brutal, acabó con la revista y con el premio. Sobre lo que se plantea en cuanto a digitalizar archivos y reediciones, lo veo casi imposible. Si fuéramos otra versión de la revista Vuelta, lo haría el Fondo de Cultura Económica. Con Jaime Labastida mantenemos buena amistad, pese a que nos frecuentamos poco. No hace mucho se publicó la segunda edición de Soñar la muerte.

-En 2007 celebramos los 15 años de la revista Archipiélago (coeditada por la UNAM). A la distancia, ¿cómo imaginar aquella tarde de agosto de 1991 junto al arquitecto Carlos Véjar y la poeta cubana Minerva Salado? ¿Eran conscientes que fundarían una publicación para la integración Latinoamericana y que diera voz a los movimientos de resistencia social?

-Sí, éramos conscientes pero nadie podía saber ni adivinar el alcance de ese esfuerzo inicial. La revista se ofrece como un espacio distinto, multidisciplinario, abierto, generoso, desprejuiciado ideológicamente, y que se apoya en las firmes tradiciones de las luchas liberadoras de América Latina. La actividad de su director, nuestro amigo Carlos Véjar, ha sido asombrosa, pues si bien cuenta con un estupendo grupo de colaboradores directos, resulta notable el modo de relación directa con personas e instituciones de numerosos países. Tiene un fichero en la cabeza, bien organizado y creciente, en función de un proyecto cumplido con innumerables dificultades y por medio de una especie de fe alimentada por una convicción ideológica sin pausas. Hasta pienso a veces que da la impresión de que el proyecto se hubiera adelantado a los sucesos actuales, aunque en verdad en Carlos Véjar la sensibilidad para percibir, antes que muchos otros, los murmullos del viejo topo de la historia, que nunca deja de escarbar. Tenemos el gusto de celebrar con alegría estos 15 años de la revista, alegría que las luchas liberadoras actuales harán crecer cada vez más.

-Pertenece a la generación crítica del Uruguay ¿Nos puede hablar del otro gran exponente y correligionario suyo, Mario Benedetti?

 -En su libro La generación de la crisis, Ángel Rama señala con gran honestidad intelectual, un comentario mío en el sentido de que no debíamos hablar de generación o generaciones sino de promociones. La generación de la crisis, en la que se me incluye, estaría formada, según Rama, por varias capas; o sea habría distancias de edad, formación, experiencia social y cultural, etc. La generación crítica o del 45 incluye autores de bastante más edad que la mía. Mario Benedetti es un hombre de letras en la completa acepción de esos términos, un profesional como los hubo pocos en Uruguay, si es que los hubo. Además, muy comprometido con los valores de nuestra cultura y nuestra sociedad. Por un lado, ha sido un escritor viajero, un cosmopolita, conectado con América Latina y España; por otro, es más uruguayo que el mate amargo. Ha logrado unir esos aspectos con base en una amplísima cultura y un quehacer de escritura que, en publicaciones, se inicia con un poemario allá por los 50, aunque -si no rememoro mal- había ganado un concurso de sonetos en homenaje a Cervantes, en 1945. En fin, es un escritor emblemático, que enaltece nuestras letras, así como Onetti, Gravina, Di Giorgio, Hernández, Quiroga y otros que no hace falta nombrar.

-Finalmente, me enteré que el mes pasado viajó a Honduras y a fin de año irá al Uruguay. ¿De dónde obtiene la fuerza e inspiración para seguir transitando países, leyendo su poesía y escribiendo? ¿Con qué nuevo libro nos va a sorprender?

 -Honduras es el país número 31 en mi lista de viajero; allá fuimos con mi compañera, la maestra Mariluz Suárez, dramaturga y traductora mexicana, invitados por el grupo ‘País Poesible’. Este grupo tiene un proyecto de amplitud cultural insólita; han empezado a publicar una revista y con escasos apoyos organizan actividades a nivel nacional, a más de conectarse de forma permanente con grupos similares de Centroamérica y México. Hace poco auspiciaron una feria de libros inéditos, de la que resultaron publicaciones colectivas. Uno de sus puntos de reunión es el café-restaurante «El paraíso», que sostienen desde hace dos décadas el poeta Rigoberto paredes y su activísima esposa. En lo personal, tuve ocasión de hacer ocho presentaciones, es decir lectura de poesía y comentarios, en instituciones de enseñanza de nivel medio y superior, museos, cafés, etc. Quedamos en regresar por más tiempo, pues tenemos pensado llevar talleres de teatro y poesía, a más de algunos cursos sobre esas disciplinas. Ah, la fuerza tal vez salga de mis genes vascos, pero más quizá de la energía social históricamente acumulada, sólo con estar atento a los avatares de la humanidad que sufre a causa de la globalización depredadora o con abrir el inconsciente, como diría mi psicoanalista. En cuanto a nuevos libros, estoy terminando -si es que uno termina algo realmente- un volumen de cuentos dedicados a la musa inmortal, titulado: La musa en calzones. Un título bien ‘posmo’, por cierto.

http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=9816&Itemid=62