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Entrevista a José Herrera Plaza sobre Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)

«El informe del CAPS desarrolló un discurso crítico que contradecía la historia oficial y que luego sería corroborado por la evidencia documental»

Fuentes: Rebelión

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

 * * *

Me había quedado aquí. ¿Qué premio concedió la revista Esquire? ¿Por qué tanta inhumanidad?

JH.- En un país tan competitivo como los EEUU, donde una parte significativa de la sociedad divide maniqueamente a las personas en triunfadores y fracasados, se es demasiado proclive a hacer leña del árbol caído. En 1967 la revista Esquire llevaba 6 años eligiendo los «Premios Anuales de Dudosas Hazañas», cuando le otorgaron a la tripulación el galardón de «Dedos de mantequilla» por haber perdido una bomba en el Mediterráneo. 

¿Qué pasó por cierto con Larry Messinger? Tuvo que litigar

JH.- La tripulación siempre sostuvo que se produjo un fuerte estrépito, seguido de una súbita descompresión, momentos antes de colisionar con el avión cisterna. Este hecho nunca se pudo demostrar, pero sí introducía una duda razonable, pues el B-52 había iniciado lentamente un descenso en los instantes previos al choque. Puesto que el cabeza de turco para sus compañeros fue Larry Messinger, que pilotaba el bombardero, la actitud de los mandos fue humillante: así que decidí tomar medidas, dado que no me trataron como me merecía. Contraté a un par de buenos abogados de Washington D.C (…) El Tribunal me declaró inocente, así que me exoneraron por completo, me indemnizaron y volvieron a asignarme el rango que me correspondía. 

Nos explicas brevemente la historia de la desalinizadora que se construyó ¿Qué paso con ella? ¿Para qué se hizo?

JH.- Tras la descontaminación parcial, la estafa a la población, la salinización de sus acuíferos y el descontento por las irregularidades en las indemnizaciones, las conciencias de los de aquí y los de allá no deberían estar demasiado tranquilas. Algo tan frecuente en relaciones internacionales no hace mover ficha, excepto que la renovación de los acuerdos hispano-norteamericanos estuviese próxima y la posición negociadora de partida de los EEUU se encontrara resentida tras el accidente. Para remediarlo ofrecieron una donación a los vecinos que, tras consultas varias, se materializó en una desalinizadora que únicamente funcionó en pruebas, con un inasumible coste por litro y una indispensable red de distribución que el Gob. de España nunca construyó. Tras la inversión del equivalente actual a 9 millones de €, la flamante depuradora, publicitada en su día a bombo y platillo, fue abandonada, sepultada en el olvido, mientras el mar la transformaba lentamente en herrumbre. Hasta su desmantelamiento como chatarra, la desalinizadora de Palomares quedó como un monumento a la ignominia de los EEUU y España con los vecinos. 

Hablas de la segunda movilización, en el XX aniversario del accidente atómico. ¿Por qué entonces? ¿Qué pasaba por aquellas fechas? Hablamos de 1985, 1986.

JH.- El plazo para reclamar daños diferidos por el accidente expiraba a los 20 años. A pesar del desconocimiento sobre el plutonio en aquellos años, se sabía que los daños a la salud, para exposición permanente y a bajas dosis, superaba muy ampliamente tal lapso, por lo que el establecimiento de este insuficiente plazo no parece inocente ni casual. 

¿Qué nos puedes decir de la actitud, del compromiso de Antonia Flores, la alcaldesa de Palomares en aquellas fechas?

JH.- El acceso de una joven pero resoluta alcaldesa del PSOE, hija de afectados por el accidente, fue decisivo para poner en marcha una difícil y procelosa actividad reinvindicativa que llegó a chocar frontalmente con su partido, tanto a nivel gubernamental como provincial, además de tener en frente a un sector de la barriada, partidarios del aquí y ahora, frente a las generaciones futuras y el medio ambiente, «del dinero antes que la salud», como decía una vecina. Instigadores victoriosos del silencio, por el daño a la incipiente pero pujante economía local. 

¿Cómo se consiguió la ayuda del CAPS? Un amigo, Eduard Rodríguez Farré, un gran científico franco-barcelonés, colaboraba en ese Centro de Análisis y Programas Sanitarios.

JH.- Eduard ya conocía Palomares y su problemática, porque hacía unos meses había asesorado a Jordi Bigas de Greenpeace. La colaboración del Centre d’Análisis i Programes Sanitaris, integrado por profesionales independientes, probablemente se consiguió por los avales de Eduard, Greenpeace y especialmente del prestigioso cardiólogo Pedro Zarco, como presidente de la Asoc. Intern. de médicos por la prevención de la guerra nuclear que justo ese año había recibido el Nobel de la Paz. 

¿Qué se apuntaba en ese informe que elaboró el CAPS?

JH.- Para los que nos interesábamos por el accidente y sus consecuencias, el informe del CAPS, a pesar de sus limitaciones por el férreo secretismo que imperaba, arrojó luz a mucha ignorancia, dudas y algunas medias verdades que padecíamos. Algunas de ellas fueron que el plutonio de la zona, en forma de dióxido de plutonio, es insoluble y no es absorbido por los cultivos, a diferencia del cesio en Chernóbil y Fukushima, o que sus potenciales efectos para la salud no eran leucemia, ni abortos, sino cánceres de pulmón, hígado y hueso principalmente. También nos enteramos de las trampas a la hora de mostrar los niveles de contaminación, con técnicas de despiste y desorientación, a base del uso de magnitudes varias e incomparables entre sí. También del tan refinado como perverso método de presentar los valores de resuspensión del plutonio diluidos en las medias anuales, cuando en un solo pico, generado por los fuertes vientos o la actividad humana, es más que suficiente para la contaminación interna de las personas que hayan respirado ese aerosol. Además, dejaron claro que, una vez se ha contaminado un individuo, es irreversible, o sea, imposible descontaminar las partículas sitas en los alvéolos pulmonares. Nos enteramos que la metodología usada hasta el momento en el Proyecto Indalo era errática y deficiente; que Palomares era una de las zonas más contaminadas por plutonio a nivel global, o que la investigación en humanos con riesgos a su salud, llevada a cabo hasta el momento, no resultaba lícita si no existe un consentimiento plenamente informado. En pocas palabras, desarrolló un discurso crítico que por primera vez contradecía la historia oficial y que posteriormente sería corroborado por la evidencia documental.

Asamblea vecinal en Palomares cuando faltaban 4 días (13/01/86) para que expirara el plazo de 20 años de reclamaciones por daños a la salud. En la foto vemos a la alcaldesa pedánea de Palomares por el PSOE, Antonia Flores, recogiendo los poderes de los vecinos para solicitar en Madrid una demora. ( Foto: J. Herrera)

¿Por qué se recogieron firmas? ¿Los ciudadanos de aquellos años estaban unidos?

JH.- Se intentaba prorrogar en las instituciones competentes el insuficiente plazo de 20 años para poder reclamar daños a la salud debidos a la contaminación. Para ello se precisaba la firma del documento de cesión de poderes. Aunque la mayoría quería seguir con las movilizaciones, el sector partidario de la inacción y el silencio, para no dañar su vulnerable economía y que las generaciones futuras arrearan con el problema, se oponía firmemente a toda acción. El giro de 180º gubernamental del PSOE, de cara al referéndum de la OTAN, hizo que los valedores de la postración volvieran a callar cualquier vindicación. Estos han sido minoría en dos ocasiones excepcionales, siempre durante bienios y gracias al poder aglutinador de lideresas: 1966-67 por la Duquesa de Medinasidonia y 1985-86 con Antonia Flores. 

Tus palabras de cierre: «Más allá de los logros materiales o avances en el conocimiento, las movilizaciones lideradas por la joven alcaldesa Antonia Flores sirvieron para recobrar algo inmaterial, imposible de aprehender, difícil, al igual que la radiactividad, de detectar y medir. Sin valor alguno para aquellos que solo valoran lo material o crematístico: la dignidad como personas en pos de la verdad robada y la dignidad como colectivo maltratado por los EEUU y su propio gobierno». ¿Se puede recobrar la dignidad? ¿La han recobrado los pobladores de Palomares?

JH.- En el ámbito de la problemática medioambiental que padecen, al igual que en otras parcelas de la vida, la dignidad se otorga en la lucha y se pierde en la claudicación. Si no nos lobotomizan con ideologías castrantes u opios del pueblo, lo natural en la supervivencia del individuo es el compromiso con su destino y circunstancia, sean cuales sean. Si hablamos de derechos ciudadanos, el Poder nada nos otorga; ni hay manás del cielo, solo conquistas.

Las gentes de Palomares han demostrado en las últimas décadas su gran capacidad emprendedora. Han hecho frente al duro trabajo realizado en una auténtica revolución socioeconómica, que ha transformado el paisaje urbano de manera radical. De la emigración de los 50-60 a la inmigración de los 80-90. Ese orgullo resulta tan innegable como el mérito de su esfuerzo. Pero cuando el inventario radiológico ha destapado su realidad y han constatado que fueron engañados por la dictadura y todos los partidos de nuestra Democracia y no se han rebelado, ni exigido con firmeza a los EEUU y subsidiariamente a la connivente España una inmediata solución al lastre que dejaron, postrándose al discurso hegemónico de unos pocos, queda en jaque la dignidad y el orgullo de todos. 

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